Los hechiceros oscuros se movían inquietos, susurrando entre ellos, tratando de encontrar alguna explicación para lo que había ocurrido. La atmósfera en la caverna era tensa, cargada con la energía residual de los eventos recientes. Marcus, ahora completamente humano, se tambaleaba en el centro de la cámara, confundido y desorientado.—¿Qué es lo que ha pasado? —preguntó uno de los hechiceros, su voz llena de frustración.—Primero, un rayo de luz... —murmuró otro, repasando los hechos en su mente—. Y luego, el dragón desaparece. Y ahora... hemos perdido nuestra magia.Marcus levantó la cabeza, mirando a los hechiceros oscuros con una mezcla de furia y desconcierto. Él también sentía la ausencia de poder, la desconexión con la oscuridad que una vez lo había consumido. Estaba débil, vulnerable, y lo peor de todo, no tenía respuestas.—Esto no tiene sentido —espetó Marcus, su voz quebrada por la desesperación—. ¿Cómo puede un simple rayo de luz deshacer todo? ¿Dónde está el dragón oscuro
Elena siempre había tenido una curiosidad insaciable por los temas sobrenaturales. Historias de fantasmas, vampiros y criaturas de la noche llenaban sus noches de lectura, pero ninguna había capturado tanto su imaginación como los rumores de extraños sucesos en el bosque de Vailia. Decidida a descubrir la verdad por sí misma, se embarcó en un viaje al pequeño y misterioso pueblo.El denso bosque que rodeaba Vailia tenía una atmósfera inquietante. Al cruzar la línea de árboles, Elena sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si su propio cuerpo le advirtiera que no debía adentrarse en ese lugar. Sin embargo, su determinación era más fuerte que cualquier temor. Avanzó con paso firme, absorbiendo cada susurro del viento y cada crujido de las ramas bajo sus pies.Tras solo diez minutos en el bosque, la sensación de ser observada se hizo imposible de ignorar. Un par de ojos invisibles seguían cada uno de sus movimientos. Elena aceleró el paso, su corazón latiendo con fuerza. Lo que no
Lucian observaba a Elena desde las sombras, asegurándose de que estuviera a salvo mientras ella exploraba el pueblo y la biblioteca. Aunque ella no lo sabía, sus pasos eran seguidos de cerca por unos ojos que brillaban con una mezcla de curiosidad y preocupación. Su misión de protegerla iba más allá del mero instinto; sentía una conexión inexplicable con ella, algo que la luna misma parecía haberle revelado.Cerca de la entrada del pueblo, el oficial que había rescatado a Elena la noche anterior se acercó a Lucian. Con una expresión seria, le dijo en voz baja:—No deberías acercarte tanto a esa mujer, Lucian. Sabes que debemos escoger a alguien de la manada o al menos de nuestra especie. Esto puede traer problemas.Lucian, con la mirada fija en la figura de Elena a lo lejos, respondió sin vacilar:—La luna me ha indicado que debo protegerla. Hay algo especial en ella, algo que no puedo ignorar.El oficial, visiblemente preocupado, negó con la cabeza antes de marcharse, dejando a Lucia
Elena despertó de un sueño profundo con una sensación de urgencia. La luna llena brillaba a través de su ventana, inundando la habitación con una luz plateada. Sus sueños habían sido vívidos y extraños, llenos de imágenes del bosque de Vailia y un claro al oeste. La voz suave y melodiosa de la luna le susurraba al oído, indicándole que debía volver al bosque y buscar ese claro.Decidida a seguir el mensaje, Elena se vistió rápidamente y salió del hotel, asegurándose de no ser vista. La noche estaba tranquila, pero sentía una energía palpable en el aire, como si todo el bosque estuviera esperando su llegada. Caminó con paso firme hacia el oeste, siguiendo el sendero que la luna parecía iluminar especialmente para ella.Mientras tanto, en lo profundo del bosque, Lucian se encontraba todavía con su manada, pero una inquietud crecía en su interior. Sentía una conexión con Elena, y algo le decía que ella estaba en peligro. Sin decir una palabra, salió rápidamente hacia el claro del oeste,
Elena y Lucian apenas habían tenido tiempo de procesar los eventos recientes cuando el cielo, despejado y sereno bajo la luz de la luna, comenzó a oscurecerse. Nubes negras se arremolinaron sobre el claro, y un viento gélido atravesó el bosque, haciendo que las hojas susurraran ominosamente. En cuestión de minutos, la primera gota de lluvia cayó al suelo, seguida por un torrente que empapó rápidamente todo a su alrededor.—Está lloviendo —dijo Elena, mirando al cielo con asombro—. No recuerdo la última vez que vi llover así.Lucian frunció el ceño, su expresión llena de preocupación—. Esto no es una simple lluvia, Elena. Algo ha sido desencadenado.Elena lo miró, perpleja—. ¿Qué quieres decir?—Hace más de cien años que no llueve en este bosque —respondió Lucian, su voz tensa—. Es una señal. Una maldición ha sido liberada.La lluvia se intensificó, convirtiéndose en una tormenta furiosa. Los truenos retumbaban y los relámpagos iluminaban el cielo, revelando figuras sombrías entre los
El viaje hacia la cueva al norte del bosque fue largo y agotador. La lluvia persistente había convertido los senderos en un lodazal resbaladizo, pero la determinación de Lucian y su grupo los mantuvo en marcha. Elena, aunque cansada, se mantenía cerca de Lucian, sintiendo una mezcla de ansiedad y anticipación por lo que encontrarían.Finalmente, llegaron a la entrada de la cueva. Era una abertura oscura y ominosa en la ladera de una colina, rodeada de árboles antiguos y cubiertos de musgo. La lluvia comenzó a disminuir justo cuando se acercaron, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración.—Esta es la entrada —dijo Eldric, su voz grave y llena de reverencia—. Aquí es donde los antiguos sellaron el mal.Lucian asintió, sus ojos brillando con determinación—. Entremos. Debemos encontrar el origen de la maldición y detenerlo.El grupo entró en la cueva, utilizando antorchas para iluminar el camino. El aire dentro era frío y denso, y un eco inquietante resonaba con cada pa
Lucian, Elena y el grupo avanzaron hacia el lugar donde los ancestros habían sellado el mal. La tensión era palpable, y el aire alrededor parecía cargado de una energía oscura. Mientras caminaban, la luna iluminaba su camino, guiándolos con su luz plateada.A medida que se acercaban a su destino, un sonido siniestro rompió el silencio del bosque. Un aullido gutural resonó en la noche, y de entre las sombras emergió Marcus. Su apariencia había cambiado drásticamente. Su figura era más sombría, sus ojos brillaban con una malicia intensa y su pelaje negro parecía absorber la luz de la luna.—Lucian —gruñó Marcus, su voz profunda y resonante—. ¿Sigues protegiendo a esta humana? No... ya no es una simple humana, ¿verdad?Elena, en su forma de loba, dio un paso adelante, su mirada fija en Marcus. Su presencia imponente y la fuerza que irradiaba eran innegables. Lucian notó cómo Marcus retrocedía ligeramente, mostrando por primera vez una chispa de temor.—Marcus —dijo Lucian, con voz firme—
Lucian emergió del portal y se encontró en un mundo que era a la vez familiar y completamente extraño. El bosque de Vailia, en su estado prístino, estaba lleno de vida y de criaturas mitológicas que él solo había escuchado en leyendas: faunos, dríades, y unicornios. El aire estaba impregnado de magia, y la luna brillaba más intensamente en el cielo nocturno.Lucian caminó cautelosamente, tratando de orientarse en este paisaje ancestral. Sabía que tenía que encontrar a los ancestros antes de que sellaran el mal, pero no tenía idea de por dónde empezar.De repente, una patrulla de hombres lobo apareció de entre los árboles, rodeándolo rápidamente. Sus ojos brillaban con desconfianza y hostilidad.—¡Alto! ¿Quién eres y qué haces en nuestro territorio? —gruñó uno de ellos, claramente el líder de la patrulla.Lucian levantó las manos en señal de rendición—. No quiero causar problemas. Solo estoy buscando a alguien.Los lobos se miraron entre ellos y luego al líder, quien dio un paso adelan