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Capítulo 5: La Desaparición en la Cueva

El viaje hacia la cueva al norte del bosque fue largo y agotador. La lluvia persistente había convertido los senderos en un lodazal resbaladizo, pero la determinación de Lucian y su grupo los mantuvo en marcha. Elena, aunque cansada, se mantenía cerca de Lucian, sintiendo una mezcla de ansiedad y anticipación por lo que encontrarían.

Finalmente, llegaron a la entrada de la cueva. Era una abertura oscura y ominosa en la ladera de una colina, rodeada de árboles antiguos y cubiertos de musgo. La lluvia comenzó a disminuir justo cuando se acercaron, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración.

—Esta es la entrada —dijo Eldric, su voz grave y llena de reverencia—. Aquí es donde los antiguos sellaron el mal.

Lucian asintió, sus ojos brillando con determinación—. Entremos. Debemos encontrar el origen de la maldición y detenerlo.

El grupo entró en la cueva, utilizando antorchas para iluminar el camino. El aire dentro era frío y denso, y un eco inquietante resonaba con cada paso que daban. La cueva parecía más un laberinto de túneles y cámaras, y a medida que avanzaban, el ambiente se volvía más opresivo.

De repente, Elena sintió un tirón extraño, como si una fuerza invisible la estuviera jalando hacia adelante. Antes de que pudiera gritar o resistirse, fue arrastrada por un pasaje lateral y desapareció en la oscuridad.

—¡Elena! —gritó Lucian, girándose rápidamente hacia donde ella había estado.

El grupo se detuvo en seco, buscando frenéticamente a Elena. Lucian corrió hacia el pasaje lateral, pero era como si ella se hubiera desvanecido en el aire. No había rastro de ella, ni siquiera su olor que Lucian normalmente podía seguir con facilidad.

—¿Dónde está? —preguntó Garret, su voz llena de preocupación.

Lucian cerró los ojos, concentrándose intensamente, tratando de sentir cualquier indicio de Elena, pero no había nada. Era como si la cueva la hubiera tragado por completo.

—No puedo sentirla —dijo Lucian, su voz rota por la desesperación—. Es como si hubiera desaparecido del todo.

Eldric se acercó, su rostro lleno de preocupación y sabiduría—. Esta cueva está llena de antiguos encantamientos y trampas. Debemos tener cuidado. Pero no podemos dejar a Elena atrás. La luna la trajo aquí por una razón.

Lucian asintió, luchando por mantener la calma. Sabía que Eldric tenía razón, pero la desesperación de no poder encontrar a Elena lo consumía.

—Nos dividiremos en grupos pequeños —decidió Garret—. Exploraremos cada túnel y cada cámara. No dejaremos ninguna piedra sin voltear.

El grupo se organizó rápidamente, cada uno tomando un pasaje diferente. Lucian, decidido a no rendirse, se adentró más en la cueva, sus sentidos agudizados al máximo, esperando cualquier señal de Elena.

Mientras tanto, Elena se encontraba en un lugar diferente dentro de la cueva, una cámara oculta que no parecía estar conectada a los túneles principales. La cámara estaba iluminada por una luz tenue y sobrenatural, y en el centro había un altar antiguo cubierto de runas brillantes.

Elena se acercó al altar, sintiendo una atracción irresistible hacia él. Las runas parecían vibrar con energía, y a medida que se acercaba, empezó a escuchar susurros en un idioma que no podía comprender pero que de alguna manera sentía que entendía.

—¿Qué es este lugar? —se preguntó en voz alta, su voz resonando suavemente en la cámara.

De repente, una figura apareció ante ella, una mujer de aspecto etéreo con ojos brillantes y una presencia poderosa.

—Elena —dijo la figura, su voz suave pero firme—. Has sido traída aquí por una razón. Eres la clave para romper la maldición.

Elena la miró, sintiendo una mezcla de temor y reverencia—. ¿Quién eres?

—Soy la guardiana de este lugar —respondió la figura—. Los antiguos sellaron el mal aquí, pero ahora la maldición ha sido liberada. Solo tú, con la ayuda de Lucian, puedes restaurar el equilibrio.

Mientras tanto, Lucian y su grupo continuaban su búsqueda desesperada. La calma de la lluvia fuera de la cueva solo aumentaba la sensación de urgencia dentro de ellos. Lucian sabía que debían encontrar a Elena, no solo por su bienestar, sino porque sentía en lo profundo de su ser que ella era crucial para detener la maldición.

La búsqueda continuó, cada vez más desesperada, mientras la cueva se revelaba como un lugar lleno de secretos y peligros antiguos. Pero Lucian no se daría por vencido. Sabía que la luna los había unido por una razón, y haría lo que fuera necesario para proteger a Elena y desentrañar los misterios que los rodeaban.

Elena miró a la guardiana con una mezcla de asombro y temor. La figura etérea se acercó, sus ojos brillando con una luz antigua y profunda.

—Elena —dijo la guardiana—. Hay mucho que debes saber sobre ti misma. No eres una simple humana. Eres una licántropa, destinada a un propósito mayor. Tu verdadera identidad ha estado oculta, incluso para ti, debido a una maldición que llevas desde hace más de cien años.

Elena sintió que el mundo giraba a su alrededor. Las palabras de la guardiana resonaban en su mente, cada vez más confusas y reveladoras a la vez.

—No entiendo —dijo Elena, su voz temblando—. ¿Qué quieres decir?

La guardiana extendió una mano hacia Elena, y una suave luz comenzó a envolverla.

—Hace más de un siglo, tus ancestros sellaron un poder oscuro en esta cueva. Para protegerte y asegurarte de que pudieras cumplir tu destino, te pusieron bajo una maldición que te hacía olvidar tu verdadera naturaleza y tus recuerdos cada cierto tiempo. Solo cuando encontraras al elegido, la persona que la luna había destinado para ti, tu verdadera identidad se revelaría.

Elena sintió una corriente de energía recorrer su cuerpo. Su piel comenzó a arder y cambiar, y una fuerza desconocida se apoderó de ella. Se dio cuenta de que estaba transformándose, de que estaba recuperando su forma natural.

Su cuerpo se contorsionó, sus huesos crujieron y se alargaron. Su piel se cubrió de un pelaje dorado y sus ojos brillaron con una luz intensa. En cuestión de segundos, Elena se había transformado en una loba majestuosa, mucho más grande y fuerte que cualquier lobo ordinario.

—Eres especial, Elena —dijo la guardiana—. Eres la clave para romper la maldición. Debes ir al lugar donde tus ancestros sellaron el mal y usar tu poder para restaurar el equilibrio. Pero no puedes hacerlo sola. Necesitas a Lucian, el elegido de la luna.

Mientras tanto, Lucian y su grupo seguían buscando a Elena en la cueva, cada vez más desesperados. La calma en el exterior de la cueva solo aumentaba la sensación de urgencia dentro de ellos.

De repente, Lucian sintió una conexión, un tirón en su interior que lo guiaba hacia un pasaje oculto. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la fuente de esa sensación, seguido de cerca por Garret y los demás.

Llegaron a una cámara oculta donde encontraron a Elena en su forma de loba. Lucian se detuvo en seco, asombrado por lo que veía.

—Elena —susurró, acercándose lentamente—. ¿Eres tú?

Elena se giró hacia Lucian, sus ojos brillando con reconocimiento y comprensión. Asintió con su cabeza lupina, sabiendo que Lucian finalmente entendía su verdadera naturaleza.

Eldric, que había seguido al grupo, se adelantó—. La luna nos ha guiado hasta aquí por una razón. Ahora todo tiene sentido. Elena, tu transformación es la clave para romper la maldición. Debemos ir al lugar donde tus ancestros sellaron el mal.

Elena, en su forma de loba, se acercó a Lucian y rozó su hocico contra su mano, una muestra de confianza y gratitud. Lucian, sintiendo la conexión más fuerte que nunca, asintió con determinación.

—Vamos —dijo—. Terminemos esto juntos.

El grupo se preparó para salir de la cueva, dirigidos por Eldric y la nueva y poderosa forma de Elena. Sabían que el camino por delante sería peligroso, pero también sabían que estaban destinados a enfrentarlo juntos.

Elena, ahora consciente de su verdadero ser, sentía una fuerza y una claridad que nunca había experimentado antes. Su maldición de olvidar había sido rota, y con ello, su propósito se había revelado. Con Lucian a su lado, se dirigió hacia el lugar donde todo había comenzado, lista para enfrentar cualquier desafío que se les presentara y restaurar el equilibrio en el bosque de Vailia.

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