Elena siempre había tenido una curiosidad insaciable por los temas sobrenaturales. Historias de fantasmas, vampiros y criaturas de la noche llenaban sus noches de lectura, pero ninguna había capturado tanto su imaginación como los rumores de extraños sucesos en el bosque de Vailia. Decidida a descubrir la verdad por sí misma, se embarcó en un viaje al pequeño y misterioso pueblo.
El denso bosque que rodeaba Vailia tenía una atmósfera inquietante. Al cruzar la línea de árboles, Elena sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si su propio cuerpo le advirtiera que no debía adentrarse en ese lugar. Sin embargo, su determinación era más fuerte que cualquier temor. Avanzó con paso firme, absorbiendo cada susurro del viento y cada crujido de las ramas bajo sus pies.
Tras solo diez minutos en el bosque, la sensación de ser observada se hizo imposible de ignorar. Un par de ojos invisibles seguían cada uno de sus movimientos. Elena aceleró el paso, su corazón latiendo con fuerza. Lo que no sabía era que estaba siendo perseguida por un hombre lobo. Lucian, el enigmático alfa de su manada, había percibido su presencia y se apresuraba hacia ella, intuyendo el peligro inminente.
En un abrir y cerrar de ojos, otro lobo de la manada rival emergió de entre los árboles, listo para atacar. Elena, al ver la formidable criatura, entró en pánico y corrió desesperada, pero su huida fue breve. Tropezó con la raíz de un árbol y cayó al suelo, perdiendo el conocimiento al instante.
Lucian, con su velocidad sobrehumana, llegó justo a tiempo. Se interpuso entre Elena y el lobo rival, desatando un feroz rugido que resonó en el bosque. A pesar de la ferocidad de sus instintos, Lucian tenía un código: los humanos no debían ser dañados. Con un movimiento rápido y decisivo, ahuyentó al lobo rival, protegiendo a Elena de un destino fatal.
Mientras la oscuridad de la noche envolvía el bosque, Lucian se inclinó sobre el cuerpo inconsciente de Elena, su mente llena de preguntas. ¿Quién era esta mujer que se había adentrado tan imprudentemente en su territorio? Y más importante aún, ¿qué significaría su llegada para el delicado equilibrio entre los humanos y los seres sobrenaturales de Vailia?
Con cuidado, levantó a Elena y se la llevó a un lugar seguro, sin saber que este encuentro fortuito sería solo el comienzo de una historia de amor y peligro que cambiaría sus vidas para siempre.
Elena abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz tenue que llenaba la habitación. Se encontraba en una cama cómoda, pero no reconocía el entorno. Confundida, se incorporó con esfuerzo, su mente luchando por entender cómo había llegado allí. Una oleada de dolor atravesó su cabeza, recordándole el momento en que había caído en el bosque.
La puerta de la habitación se abrió con un suave chirrido, y un hombre de mediana edad, con una expresión amable pero preocupada, entró. Vestía el uniforme del hotel, lo que delataba su posición como gerente. —Buenos días, señorita. ¿Cómo se siente? —preguntó con suavidad. —Confundida —respondió Elena, frotándose las sienes—. ¿Cómo llegué aquí? El gerente le explicó que un oficial de policía la había encontrado tirada cerca de la entrada del bosque y la había traído de vuelta al hotel. Al parecer, había perdido el conocimiento y había sido llevada a su habitación para descansar y recuperarse. Agradeciendo la información, Elena se vistió rápidamente y salió del hotel, ansiosa por encontrar al policía que la había rescatado. En la calle principal del pequeño pueblo, se encontró con un oficial uniformado que la observaba con interés. —¿Usted es el oficial que me encontró? —preguntó Elena, acercándose. —Sí, señorita —respondió el oficial, con una sonrisa tranquilizadora—. Me alegra ver que está bien. Tuvo suerte de que la encontrara, pero debo advertirle que no debería entrar a ese bosque. Elena asintió, pero su curiosidad no podía ser contenida. —Ya entré en el bosque —dijo, recordando fragmentos de su experiencia—. Pero vi algo… algo que me asustó. Salí corriendo y luego no recuerdo nada. El oficial la miró con seriedad, su rostro perdiendo la sonrisa. —El bosque de Vailia no es un lugar para andar sola, especialmente de noche. Hay historias, cosas que no podemos explicar. Mi consejo es que se mantenga alejada. Aunque agradecida por su advertencia, Elena no podía ignorar el impulso de descubrir más. La visión del lobo, la sensación de ser observada, y la figura de Lucian seguían frescas en su mente. Decidida a desentrañar los misterios del bosque, sabía que tendría que proceder con más cautela, pero también con mayor determinación. —Gracias por el consejo, oficial —dijo, forzando una sonrisa—. Tendré cuidado. El oficial asintió y se alejó, dejándola sola con sus pensamientos. Elena sabía que debía prepararse mejor antes de aventurarse nuevamente en el bosque. Decidida, se dirigió a la biblioteca local, esperando encontrar cualquier información que pudiera arrojar luz sobre los secretos de Vailia y las extrañas criaturas que acechaban en sus sombras. Mientras caminaba, no pudo evitar sentir que unos ojos invisibles la seguían, una presencia que la observaba desde las profundidades del bosque. Elena no sabía que estaba siendo vigilada, no solo por Lucian, sino por fuerzas mucho más oscuras que comenzaban a moverse, alertadas por su llegada y su creciente interés en los misterios de Vailia. Elena se sumergió en los polvorientos volúmenes de la biblioteca local, buscando ansiosamente cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre el bosque de Vailia. A medida que pasaban las horas, se dio cuenta de que la información disponible era sorprendentemente escasa. La mayoría de los libros mencionaban al bosque solo de pasada, describiéndolo como un lugar sin explorar, envuelto en misterio y superstición. Sin embargo, un pasaje en particular llamó su atención: hablaba de cómo aquellos que intentaban adentrarse en el bosque no volvían para contarlo. Elena se quedó sorprendida, reflexionando sobre lo que había leído. ¿Cómo había logrado ella sobrevivir a su incursión? Y, más importante aún, ¿quién era el rostro que medio recordaba, la figura que había aparecido en el bosque justo antes de que perdiera el conocimiento? Mientras estas preguntas giraban en su mente, la bibliotecaria, una anciana amable con gafas redondas y una expresión curiosa, se acercó. —Veo que estás interesada en el bosque de Vailia —dijo, con una voz suave pero firme. Elena asintió, levantando la vista de los libros—. Sí, entré allí ayer y... bueno, vi algo que no puedo explicar. Luego perdí el conocimiento y desperté en mi hotel. ¿Sabes algo más sobre los misterios del bosque? La bibliotecaria la miró con una mezcla de preocupación y conocimiento profundo—. Hay muchas historias, querida, pero pocas son las verdades conocidas. Los ancianos del pueblo hablan de criaturas antiguas y poderosas que protegen el bosque. Dicen que aquellos que entran sin permiso atraen su ira. Elena se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con curiosidad—. ¿Y qué hay de los hombres lobo? ¿Has oído algo sobre ellos? La bibliotecaria vaciló por un momento antes de responder—. Algunos creen que los hombres lobo son guardianes del bosque, criaturas que pueden cambiar de forma para proteger su territorio. Pero estas son solo leyendas, historias para asustar a los niños... o eso dicen. Elena asimiló la información, sintiendo que había algo de verdad oculta en las palabras de la bibliotecaria. Agradeció la ayuda y salió de la biblioteca, decidida a encontrar respuestas. Mientras caminaba por las calles tranquilas de Vailia, su mente volvía una y otra vez al rostro que recordaba vagamente. Un rostro enigmático, pero con una mirada que parecía haberla protegido. Necesitaba saber más sobre él, necesitaba encontrar a Lucian. De vuelta en su hotel, Elena decidió que la mejor manera de obtener más información sería ganarse la confianza de los lugareños. Sabía que debía ser cautelosa, pero su curiosidad y su deseo de descubrir la verdad eran demasiado fuertes para ignorarlos. Esa noche, se sentó en la cama de su habitación, revisando mentalmente los eventos del día y planificando su siguiente paso. Decidida, sabía que debía volver al bosque, esta vez con más preparación y quizás con una guía que conociera mejor los secretos que escondía. Sin embargo, lo que Elena no sabía era que mientras ella planificaba su regreso, fuerzas mucho más oscuras estaban en movimiento, alertadas por su presencia y su creciente interés en los misterios de Vailia. Y en las sombras, Lucian también se preparaba, consciente de que el destino de Elena y el suyo propio estaban entrelazados de maneras que ninguno de los dos podía prever.Lucian observaba a Elena desde las sombras, asegurándose de que estuviera a salvo mientras ella exploraba el pueblo y la biblioteca. Aunque ella no lo sabía, sus pasos eran seguidos de cerca por unos ojos que brillaban con una mezcla de curiosidad y preocupación. Su misión de protegerla iba más allá del mero instinto; sentía una conexión inexplicable con ella, algo que la luna misma parecía haberle revelado.Cerca de la entrada del pueblo, el oficial que había rescatado a Elena la noche anterior se acercó a Lucian. Con una expresión seria, le dijo en voz baja:—No deberías acercarte tanto a esa mujer, Lucian. Sabes que debemos escoger a alguien de la manada o al menos de nuestra especie. Esto puede traer problemas.Lucian, con la mirada fija en la figura de Elena a lo lejos, respondió sin vacilar:—La luna me ha indicado que debo protegerla. Hay algo especial en ella, algo que no puedo ignorar.El oficial, visiblemente preocupado, negó con la cabeza antes de marcharse, dejando a Lucia
Elena despertó de un sueño profundo con una sensación de urgencia. La luna llena brillaba a través de su ventana, inundando la habitación con una luz plateada. Sus sueños habían sido vívidos y extraños, llenos de imágenes del bosque de Vailia y un claro al oeste. La voz suave y melodiosa de la luna le susurraba al oído, indicándole que debía volver al bosque y buscar ese claro.Decidida a seguir el mensaje, Elena se vistió rápidamente y salió del hotel, asegurándose de no ser vista. La noche estaba tranquila, pero sentía una energía palpable en el aire, como si todo el bosque estuviera esperando su llegada. Caminó con paso firme hacia el oeste, siguiendo el sendero que la luna parecía iluminar especialmente para ella.Mientras tanto, en lo profundo del bosque, Lucian se encontraba todavía con su manada, pero una inquietud crecía en su interior. Sentía una conexión con Elena, y algo le decía que ella estaba en peligro. Sin decir una palabra, salió rápidamente hacia el claro del oeste,
Elena y Lucian apenas habían tenido tiempo de procesar los eventos recientes cuando el cielo, despejado y sereno bajo la luz de la luna, comenzó a oscurecerse. Nubes negras se arremolinaron sobre el claro, y un viento gélido atravesó el bosque, haciendo que las hojas susurraran ominosamente. En cuestión de minutos, la primera gota de lluvia cayó al suelo, seguida por un torrente que empapó rápidamente todo a su alrededor.—Está lloviendo —dijo Elena, mirando al cielo con asombro—. No recuerdo la última vez que vi llover así.Lucian frunció el ceño, su expresión llena de preocupación—. Esto no es una simple lluvia, Elena. Algo ha sido desencadenado.Elena lo miró, perpleja—. ¿Qué quieres decir?—Hace más de cien años que no llueve en este bosque —respondió Lucian, su voz tensa—. Es una señal. Una maldición ha sido liberada.La lluvia se intensificó, convirtiéndose en una tormenta furiosa. Los truenos retumbaban y los relámpagos iluminaban el cielo, revelando figuras sombrías entre los
El viaje hacia la cueva al norte del bosque fue largo y agotador. La lluvia persistente había convertido los senderos en un lodazal resbaladizo, pero la determinación de Lucian y su grupo los mantuvo en marcha. Elena, aunque cansada, se mantenía cerca de Lucian, sintiendo una mezcla de ansiedad y anticipación por lo que encontrarían.Finalmente, llegaron a la entrada de la cueva. Era una abertura oscura y ominosa en la ladera de una colina, rodeada de árboles antiguos y cubiertos de musgo. La lluvia comenzó a disminuir justo cuando se acercaron, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración.—Esta es la entrada —dijo Eldric, su voz grave y llena de reverencia—. Aquí es donde los antiguos sellaron el mal.Lucian asintió, sus ojos brillando con determinación—. Entremos. Debemos encontrar el origen de la maldición y detenerlo.El grupo entró en la cueva, utilizando antorchas para iluminar el camino. El aire dentro era frío y denso, y un eco inquietante resonaba con cada pa
Lucian, Elena y el grupo avanzaron hacia el lugar donde los ancestros habían sellado el mal. La tensión era palpable, y el aire alrededor parecía cargado de una energía oscura. Mientras caminaban, la luna iluminaba su camino, guiándolos con su luz plateada.A medida que se acercaban a su destino, un sonido siniestro rompió el silencio del bosque. Un aullido gutural resonó en la noche, y de entre las sombras emergió Marcus. Su apariencia había cambiado drásticamente. Su figura era más sombría, sus ojos brillaban con una malicia intensa y su pelaje negro parecía absorber la luz de la luna.—Lucian —gruñó Marcus, su voz profunda y resonante—. ¿Sigues protegiendo a esta humana? No... ya no es una simple humana, ¿verdad?Elena, en su forma de loba, dio un paso adelante, su mirada fija en Marcus. Su presencia imponente y la fuerza que irradiaba eran innegables. Lucian notó cómo Marcus retrocedía ligeramente, mostrando por primera vez una chispa de temor.—Marcus —dijo Lucian, con voz firme—
Lucian emergió del portal y se encontró en un mundo que era a la vez familiar y completamente extraño. El bosque de Vailia, en su estado prístino, estaba lleno de vida y de criaturas mitológicas que él solo había escuchado en leyendas: faunos, dríades, y unicornios. El aire estaba impregnado de magia, y la luna brillaba más intensamente en el cielo nocturno.Lucian caminó cautelosamente, tratando de orientarse en este paisaje ancestral. Sabía que tenía que encontrar a los ancestros antes de que sellaran el mal, pero no tenía idea de por dónde empezar.De repente, una patrulla de hombres lobo apareció de entre los árboles, rodeándolo rápidamente. Sus ojos brillaban con desconfianza y hostilidad.—¡Alto! ¿Quién eres y qué haces en nuestro territorio? —gruñó uno de ellos, claramente el líder de la patrulla.Lucian levantó las manos en señal de rendición—. No quiero causar problemas. Solo estoy buscando a alguien.Los lobos se miraron entre ellos y luego al líder, quien dio un paso adelan
Mientras Lucian luchaba contra su propia naturaleza salvaje, en el presente, en algunaparte del bosque de Vailia, Marcus avanzaba hacia un destino igualmente oscuro. Los efectos de la lluvia maldita que había caído por primera vez en cien años comenzaban a manifestarse, desatando un poder antiguo y oscuro que se apoderaba de él cada vez más.Marcus, quien siempre había sido un líder formidable pero justo, ahora se sentía consumido por una oscuridad creciente. Su forma de lobo era más grande y su pelaje, antes majestuoso, se había vuelto opaco y áspero. Sus ojos, que antes reflejaban determinación, ahora mostraban una mezcla de furia y desesperación.Guiado por un instinto sombrío, Marcus llegó a la cueva de la Guardiana, una entidad mística que velaba por el equilibrio del bosque. La cueva era un lugar sagrado, lleno de energía antigua, y pocos se atrevían a acercarse sin una razón poderosa. Sin embargo, la presencia de Marcus traía consigo una sensación de perturbación.La Guardiana,
Mientras la voz oscura en la mente de Marcus lo empujaba hacia el conflicto, el alfa sabía que no podría llevar a cabo su plan solo. Necesitaba a su manada, y por eso convocó a sus subalternos a una reunión en el corazón del bosque, un lugar donde los árboles altos y antiguos silenciaban el mundo exterior, creando un espacio de privacidad y poder.La lluvia había cesado, pero una sensación de inquietud colgaba en el aire. Los subalternos de Marcus se reunieron en un claro, un grupo de lobos poderosos y respetados, quienes durante años habían seguido a su líder con lealtad. Sin embargo, ese día algo era diferente; el semblante de Marcus estaba oscurecido, y una energía inquietante emanaba de él.—He llamado a esta reunión porque es hora de actuar —dijo Marcus, su voz firme pero teñida con un matiz sombrío—. Lucian ha desafiado nuestro orden. Ha protegido a una humana y ha deshonrado la ley de la manada.Uno de los subalternos, un lobo de gran tamaño llamado Varek, dio un paso adelante.