En "El Pecado Oculto", la Hermana Danishka, una monja corazón compasivo, visita una cárcel alta seguridad para bendecir el cuerpo de un hombre moribundo. En su camino, se encuentra con Roman, un recluso que despierta su curiosidad. Esa misma noche, Roman intenta escapar y revela que conoce a la hermana desde hace años. Obsesionado, desea corromper sus votos y poseerla para sí mismo. Danishka se encuentra en un dilema moral mientras lucha contra la tentación de un amor prohibido en un ambiente lleno de peligros y deseos oscuros. Historia registrada. Prohibido su copia.
Leer másDANISHKA.Varios meses habían pasado desde que descubrí que estaba embarazada. La emoción y el nerviosismo de esos primeros días se habían transformado en una rutina de espera ansiosa. Ahora, sentada en el salón de mi casa, sentía que todo estaba a punto de cambiar. El sol de la tarde se filtraba por las cortinas y el reloj en la pared marcaba las cuatro y media. De repente, un dolor agudo recorrió mi abdomen. Solté un pequeño gemido y llevé la mano a mi vientre, tratando de calmar la sensación. Pero las contracciones no cedían, al contrario, se intensificaban con cada segundo que pasaba.— ¡Ayuda! — grité, tratando de levantarme del sofá. Las piernas me temblaban y apenas podía mantener el equilibrio —. ¿Por qué carajos duele tanto?Justo en ese momento, la puerta se abrió y apareció el tío de Roman. Él había venido a visitarnos y al verme en ese estado, comprendió de inmediato lo que estaba sucediendo. Sin decir una palabra, se acercó rápidamente a mí y me ayudó a mantenerme en pie.
DANISHKA.Eran las siete de la tarde y me encontraba sentada en la sala, mirando distraídamente la televisión. Había sido un día tranquilo en el orfanato y los nuevos guardaespaldas que Roman contrató parecían estar haciendo un buen trabajo cuidando de mí.De repente, escuché la puerta abrirse y supe que era Roman llegando de su recorrido rutinario, observando los almacenes. Sonreí cuando lo vi entrar y se acercó para saludarme con un beso suave en los labios.— ¿Cómo estás, mi amor? — preguntó con esa voz grave que tanto me gusta.— Bien, ha sido un día tranquilo — respondí, acariciando su mejilla —. ¿El tuyo qué tal?— Cansador. Sin Saúl haciéndose cargo, todo se torna más difícil — responde.Saúl. Hablar de él se había prácticamente prohibido en la casa. Nadie siquiera menciona su nombre ni por error. Después de todo lo que habíamos pasado, la muerte de Saúl y la de Lucía, cada uno de nosotros llevábamos nuestro luto de una manera personal. Pero cuando llegaba la noche y estábamos
— ¿Qué se siente ver morir a tu mujer frente a tus ojos? — cuestionó con altanería Marta.Vladimir no paraba de mirarla. Estudiar sus movimientos. Sus nudillos se volvían blancos por la presión que ejercía en su arma. Él, más que nadie, quería matarla.— Yo conseguiste el suero. ¿Qué más quieres? — pregunté —. ¿Él es otra de tus marionetas?Aquella pregunta molestó al hombre al que ninguno de los dos conocía.— Soy su esposo — Se auto presentó el imbécil.— Así que por esta deformidad me has cambiado — murmuró Vladimir —. ¿Qué se siente caer tan bajo?El sujeto levantó su arma y apuntó a Vlad, yo seguía apuntando a Marta, y ella, por ende, apuntaba a mi mujer, junto con otros sujetos más.— Admito, que esperaba que nuestros hombres sean más letales, pero al parecer, nadie puedo con el carnicero. Con el Don de la Mafia. Ridículos — masculló la mujer —. Sé perfectamente que no saldremos vivos de aquí, pero…— Ustedes no saldrán vivos de aquí — interrumpí.El hombre soltó una carcajada y
Mientras yo me comunicaba con Vladimir, escuchaba que mi tío le hacía preguntas a Saúl, y este simplemente mantenía un rostro sereno. No entendía exactamente por qué de repente mi tío comenzó a dudar de él.— Primero, necesitamos averiguar más sobre lo que realmente pasó — dijo mi tío —. Saúl, ¿recuerdas algo más? ¿Algo que pudiera darnos una pista sobre dónde están ahora?Saúl se frotó la cabeza, como si tratara de recordar detalles.— Nada. Solo recuerdo eso — Saúl me miró —. Lo siento Roman… yo debí ser más atento.— Sí, debiste serlo — respondí molesto, en el momento en que me contestaba la m*****a llamada el ruso —. Al fin contestas.— Parece que estamos de mal humor por ahí — respondió irónico.Miré a Saúl y a mi tío y me alejé.— La zorra de tu mujer secuestró a la mía — solté y un silencio se formó al otro lado de la línea.— Dime que necesitas y allí estaré — sonreí.— Hombres — mascullé.— ¿Por qué m****a necesitas hombres? ¿Acaso los tuyos renunciaron? — cuestionó burlesco.
ROMANLa casa estaba en silencio cuando escuché la puerta principal abrirse de golpe. Me levanté del sofá rápidamente, dejando caer el libro que estaba leyendo. El corazón me latía con fuerza, una sensación de inquietud se apoderaba de mí. Me dirigí hacia la entrada, esperando ver a mi esposa, pero en su lugar, apareció Saúl, completamente golpeado.— ¡Dios mío, Saúl! — exclamé, corriendo hacia él —. ¿Qué demonios te ha pasado?Saúl apenas podía mantenerse en pie. Su rostro estaba cubierto de moretones, un corte profundo cruzaba su ceja izquierda, y su ropa estaba rasgada y ensangrentada. Lo ayudé a sentarse en una silla del comedor, tratando de mantener la calma a pesar del pánico que se apoderaba de mí.— ¿Dónde está ella? ¿Dónde está Dani? — pregunté, la desesperación evidente en mi voz.Saúl levantó la cabeza con dificultad, sus ojos llenos de dolor y culpa.— Nos tendieron una trampa, Román — dijo con voz entrecortada —. Íbamos camino al orfanato cuando nos atacaron. Lucía... Lucí
La habitación estaba oscura y el aire era espeso, cargado de un olor metálico que no podía identificar del todo. Podía sentir el miedo recorriendo mi piel como una corriente eléctrica, pero sabía que tenía que mantenerme fuerte, por mi hijo, por Lucía. Ella estaba desfalleciendo, su respiración era cada vez más superficial y podía ver cómo sus párpados se cerraban lentamente.— ¡Lucía! — grité, sacudiéndome, como si con eso pudiera alcanzarla —. ¡No te duermas, por favor! Necesito que te mantengas despierta.Pero mis palabras parecían no llegarle. Estaba tan débil, su cuerpo apenas respondía. De repente, la puerta se abrió de golpe y tres hombres entraron, sus pasos resonando en el suelo de cemento. Antes de que pudiera reaccionar, dos de ellos la tomaron por los brazos y la arrastraron a otra silla frente a mí.— ¡Suéltenla! — grité desesperada, luchando contra mis propias ataduras —. ¡No le hagan más daño!Mis palabras cayeron en oídos sordos. La colgaron delante de mí, sus muñecas
Salí temprano esa mañana, sabiendo que el día sería largo y lleno de desafíos. Pese a que Roman no estaba de acuerdo a que salga fuera de la fortaleza, yo estaba decidida a hacerlo, y no porque no estuviera consciente del peligro, al contrario, lo estaba, pero no era una cobarde que se escondería. Vivo es este mundo y hay que afrontarla sea cual sea el resultado.Me esperaba un viaje al orfanato que ahora estaba bajo mi cuidado, y Lucía se había ofrecido a acompañarme. Nuestros hombres ya estaban posicionados para cuidar nuestras espaldas, como siempre hacían en cada uno de nuestros meticulosos movimientos.Mientras éramos conducidas, noté que Lucía tenía el ceño fruncido.— ¿Qué sucede? — le pregunté, preocupada —. Pareces extraña.— Siento una vibra algo rara — respondió ella, observando atentamente el entorno —. Algunos rostros nuevos.— Seguridad contratada por mi esposo. Después de la última vez ha contratado más, ya hasta parecen una muralla — intentando aligerar el ambiente, pe
El comedor estaba lleno de murmullos y el suave tintineo de cubiertos contra platos. Sentada en la mesa principal, observaba a todos los presentes. Había un aire de tensión en el ambiente, una sensación de que algo se avecinaba. Sabía que mis sospechas sobre un traidor dentro de nuestra organización no eran infundadas. Y, aunque odiaba pensarlo, Lucía era una de mis principales sospechosas.Lucía se acercó con un par de platos en las manos. Dejó uno frente a mí y otro frente a ella misma.— Pedí tu comida favorita — dijo con una sonrisa —, espero que la disfrutes.Así era ella siempre. Podría demostrarte su afecto con detalles, pero no estaba allí de quisquillosa sobre ti.La observé con una mezcla de sospecha y tristeza. Lucía había sido una amiga leal durante estos últimos días, pero las circunstancias actuales habían nublado nuestra relación. Sonreí débilmente y asentí, tratando de no mostrar mis verdaderos sentimientos.— Gracias, Luci — dije en voz baja.Ella, ajena a mis pensami
Saúl, que había estado observando en silencio, se acercó.— ¿Qué haremos ahora, Dani? Es casi imposible encontrarlo con vida, y menos con esa mujer del demonio escabulléndose — murmuró.Miré a la mujer atada y luego a Saúl.— Lleva a esta mujer y asegúrate de que esté segura. Necesitamos planear una estrategia para rescatar a su hijo y detener a Marta de una vez por todas — susurré.Asintió y comenzó a coordinar a los hombres para llevar a cabo las instrucciones. Mientras tanto, me quedé allí, reflexionando sobre los pasos a seguir. Sabía que Roman me apoyaría en esta decisión.¡Ba! Jamás apoyaría una decisión que implique un peligro para mí. Nuestra misión siempre había sido proteger a los nuestros, y eso incluía a cualquier inocente atrapado en las redes de nuestros enemigos.El refugio se había convertido en un símbolo de esperanza y resistencia, y no permitiría que Marta lo destruyera. Con determinación, me dirigí hacia el centro del refugio, donde las operaciones diarias continua