DANISHKA.Mis pasos se detuvieron en seco al salir de la habitación y encontrarme cara a cara con Roman, su mirada tensa clavada en mí. Me pregunté qué hacía él allí, en el corazón mismo del convento, y por qué su presencia me llenaba de una sensación de inquietud.Antes de que pudiera abrir la boca para hablar, mi amiga Marta se interpuso entre nosotros, su expresión llena de desafío mientras me empujaba hacia la puerta.— Vamos, Dani — murmuró ella, su voz llena de irritación y preocupación —. No tienes nada que hacer aquí. Date un baño.Sentí la frustración burbujeando en mi interior, deseando poder hablar con Roman y entender qué estaba sucediendo. Pero antes de que pudiera decir una palabra, Marta me arrastró fuera de la habitación y cerró la puerta de golpe detrás de nosotros, pero lo peor fue cuando Roman me levantó en brazos. Objeté, claro que lo hice, pero nada de lo que decía lo convencía de que podía caminar.— ¿Qué estás haciendo aquí? — pregunté en voz baja, mi mente llen
DANISHKALas cosas no estaban en perfectas condiciones. Tanto la Madre Superiora como mis hermanas me hacían la vida imposible. También he notado, que me vigilan más, como si yo tuviera alguna información importante ocultando.De alguna manera, la Superiora se encargó de alejarme de mi mejor amiga, y ahora paso la mayor parte del tiempo sola.¿Roman?No sé qué pasó con él, pero no lo he vuelto a ver, y quizás esté bien eso, pero no me sienta bien no verlo. No lo he podido sacar de mi cabeza ni un segundo y eso me desespera.Estoy preparando el coro con los niños, cuando escucho cierto tumulto afuera de la capilla, y decido salir a verificar que es lo que sucede. Cuando pongo un pie fuera, me doy cuenta de que fue un error, especialmente cuando un arma está apuntándome en la frente.Otra vez.— Vayan adentro, niños. Todo está bien aquí — susurré, mientras levantaba la mano, en señal de estar rendida —. Vayan adentro.Los niños desaparecen y yo cierro la puerta detrás de mí. De fondo, v
DANISHKA.Esas palabras me traían recuerdos, pero o lograba poder vislumbrar en mi mente de que recuerdo se trataba.— ¿Qué hago aquí? — pregunté, mirándolos a ambos.Mi mejor amiga se acercó rápidamente, y me sonrió con ternura.— Intentaron matarte. ¿No lo recuerdas? — respondió. Entonces en mi mente se dibujaron escenas muy fuertes hasta que caí inconsciente.— Tú…— Sí, te salvé — respondió Roman.— No…, tú mataste a alguien. Lo asesinaste — gemí, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.Su mirada era un cuento de terror para contar. Estaba consternado, pero eso realmente a mí no me importaba. El hombre había asesinado en mi cara sin titubear.— Te salvé la vida.— Pudiste golpearlo.— Lo maté, porque era la única solución — respondió, y salió afuera de la habitación.Miré a Marta con los ojos enrojecidos, y le pedí su consuelo, pero ella no hizo nada. Solo negó.— Te salvó. Yo vi como ese hombre estaba dispuesto a matarte, y si no fuera porque tuvo que disparar, no le daría el
DANISHKA. Cada una de las palabras de Marta, hacía que mi mente diera vueltas y vueltas. Es que no quería creer que fuese real. Necesitaba pensar, salir a caminar, volver al único hogar que conocía. No podía ser que mi vida cambiara tan drásticamente de la noche a la mañana. Llevaba una vida tranquila. Una vida… aburrida y sin emociones. Era una monja consagrada a mi Dios, y ahora, en menos de una semana todo había cambiado a mí alrededor. La situación había cambiado entre nosotros, y no podía permitirlo. Las cosas como son… éste hábito me daba calor, y, aunque es un pecado desear quitármelo, era imposible mantenerlo en mi cuerpo. Lo arrojé en la cama y lo miré, y luego comencé a negar repetidas veces. — ¿Qué estoy pensando? — pregunté en voz alta, mientras lo volvía a tomar con las manos, para cubrir mi cuerpo con ella —. Esto está mal. Está muy mal, Dani. Me acerqué al espejo, y me miré a los ojos, mientras cubría todo mi cabello debajo del velo. Miré el pequeño prendedor y so
ROMAN.Lo más difícil que he hecho en toda mi vida, es tenerla cerca y no poder tocarla. Mirar sus ojos, ver su cuerpo, hicieron que todo el mío reaccionara, pese a que estaba inconsciente, pero estaba bien. Ella estaba bien.Asustada, pero bien.Sigo pensando que fue lo que pasó, que la llevó al punto de enterrar aquellos recuerdos.¿Qué fue lo que pasó después de mi partida?Marta, por su parte, no sabe nada. Solo recuerda que habían traído a una chica nueva, completamente inconsciente. Tenía los ojos apagados, como si estuviera perdida, y un día, se levantó como si todo rastro de lo que lo atormentaba desapareció, y se convirtió en una de las novicias que más destacaba, que comenzó a carrear enemigas, porque sí; en ese convento las monjas no son monjas en realidad, a excepción de Marta y mi pajarita.— ¿Qué tanto piensas?— En ella… solo pienso en ella — respondí —. Me cuesta creer que se haya convertido en eso, después de amarnos tanto.— Eran unos niños, Roman. No sabemos por lo
DANISHKA Me encontraba sentada en el borde de mi cama, sosteniendo entre mis dedos el pequeño broche de águila que Roman me había obsequiado horas atrás. Era una pieza de oro delicadamente trabajada, con los ojos del águila tallados en diamantes que parecían destellar con cada movimiento de luz. Era hermoso, no había duda de ello, pero también era obvio que era costoso. Demasiado costoso para aceptarlo, al menos para mí. Mis pensamientos se dispersaron cuando escuché el sonido de un auto estacionándose afuera. Me puse de pie de un salto, sintiendo un nudo de emoción en el estómago. Corrí hacia la puerta y la abrí justo a tiempo para ver a Roman salir del auto. Sin embargo, la alegría que esperaba encontrar en su rostro estaba ausente. Él siempre tenía una sonrisa en su rostro dibujada, pero esta vez era diferente, y lo odiaba. En su lugar, lo vi con una expresión cansada y fatigada. — Roman, ¿qué sucedió? — pregunté, preocupada, mientras salía al porche para encontrarme con él. Rom
DANISHKA. Volvió a acercarse a mí, y dejó un beso en mi mejilla que me tomó por sorpresa y me dejó congelada; para después simplemente, dejarme sola en la cocina, con las palabras atoradas en mi garganta. Mi mano viajó directamente a ese lugar donde sus labios se posaron, y una renuente de imágenes se reprodujeron en mi mente. » Eres muy bonita, Delaney. « » ¿Crees que nos dejarán estar juntos? «pregunté; pero el joven adolescente, solo se acercó a para besar mi mejilla y sonreírme. Era la misma sonrisa que poseía Roman, y me costaba creer que fuese real todo lo que me había dicho. Minutos más tarde, me encierro a mi habitación, cubriéndome completamente la cabeza con la manta, y una lágrima perdida rueda por mi mejilla, misma que ha sido testigo de aquel beso. Simple, pero complejo. El cosquilleo sobre mi piel, y el deseo de volver a sentirlo; y al mismo tiempo, la desesperación de creer estar haciendo lo incorrecto. Faltando a mis palabras, a mis creencias, a mi elección de vi
DANISHKA.El almuerzo fue tranquilo, pero la preocupación invadió mi mente cuando el hombre llamado Saúl, llegó sin Marta. No me importaba lo que tuviera que hacer para ir a buscarla, pero yo lo haría, sea como sea.Se lo advertí, que ella no estaba bien, pero me aseguró que no haría nada si no estuviera en peligro real. ¿Y cómo lo sabría si está aquí, sentado bebiendo su maldito wisky?Me escabullí entre las sombras, y logré pasar desapercibido de los guardias, que ni siquiera me han notado en la oscuridad entre las plantas. Trepé como un gato esa muralla alta, pese a tener ciertas dificultades con la sotana, y logré marcharme. Corrí todo lo que mis piernas daban, porque debía asegurarme de que ella estuviera bien, de lo contrario, no estaría tranquila.De repente, me di cuenta que estaba fuera de la mansión de Roman, y que era libre. Sonreí victoriosa por mi gran ingenio, aminorando mis pasos bajo la luz de la luna.— Lo hice… no fue tan difícil como creí que sería. ¡Ja! — farfullé