Fuego y Sangre 28

Los gruñidos y rugidos llenaban el aire. La batalla había comenzado.

Emma sintió cómo la adrenalina se disparaba en su cuerpo. A su alrededor, los prisioneros intentaban correr hacia la libertad, pero las criaturas que una vez fueron lobos les bloqueaban el paso. Eran enormes, deformadas por lo que fuera que Marcus les había hecho. Sus ojos brillaban con un rojo antinatural y sus cuerpos eran más grandes de lo normal, como si hubieran sido alterados con magia oscura.

Uno de ellos se lanzó directamente hacia Emma con una velocidad aterradora.

—¡Emma, cuidado! —gritó Caleb.

Pero Emma ya estaba en movimiento. Su cuerpo reaccionó antes de que pudiera pensarlo. Se agachó en el último segundo y rodó hacia un lado, esquivando las enormes garras del lobo monstruoso.

Diego, en su forma de lobo, se lanzó sobre la criatura, chocando contra ella con una fuerza devastadora. Sus colmillos se hundieron en su garganta, pero en lugar de caer, la bestia se sacudió violentamente y lo lanzó con
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