El aullido de Emma se extendió por el bosque como un eco vibrante, recorriendo la tierra y el cielo. Era un llamado ancestral, uno que solo los lobos con la bendición de la Luna podían emitir. El silencio cayó sobre la manada. Incluso el viento pareció contener la respiración. Diego se acercó a ella, su mirada llena de intensidad. —¿Estás segura de lo que hiciste? Emma asintió. —La Luna nos guiará. No podemos enfrentar esto solos. Jack se giró hacia el bosque, su cuerpo tenso. —Si hay alguien que pueda escuchar… vendrán. Madelin, que había estado atendiendo a los heridos, se acercó con el rostro endurecido. —Emma, si esto no funciona, estaremos completamente solos. Emma apretó los puños. —Confío en que no lo estamos. El sonido de hojas crujiendo llamó su atención. Todos giraron sus cabezas al mismo tiempo. Y entonces, de entre la espesura, emergieron sombras. Aliados inesperadosPrimero, fueron unos pocos. Luego, docenas. Lobos de distintas manadas comenzar
El aire se volvió denso con la presencia de tantos lobos reunidos en un solo lugar. Emma podía sentir la energía en el ambiente, la mezcla de miedo, ira y determinación que flotaba entre ellos. La luna aún no estaba en su punto más alto, pero ya brillaba con una intensidad inquietante.Diego se mantenía a su lado, su postura firme, pero su mandíbula apretada revelaba la preocupación que intentaba ocultar.—No hay tiempo que perder —dijo en voz baja—. Si Marcus viene con todo su ejército, debemos estar preparados.Emma asintió y dio un paso al frente, elevando la voz para que todos la escucharan.—Esta batalla no es solo por mí o por mi manada. Es por todos nosotros. Marcus ha intentado destruir lo que somos, ha arrasado con nuestros hogares y ha matado a los nuestros sin piedad. Pero aquí estamos, de pie, listos para luchar. No peleamos por venganza. Peleamos por la libertad.Los murmullos cesaron. Un silencio pesado cayó sobre los presentes. Y entonces, un lobo rugió en aprobación. O
El aire se volvió irrespirable. Los lobos de Marcus avanzaban con movimientos coordinados, sus ojos brillando como brasas en la oscuridad. Emma sintió la energía de la luna recorrer su cuerpo, llenándola de una fuerza que nunca antes había experimentado. A su lado, Diego dejó escapar un gruñido bajo, su transformación a medio camino. Sus músculos se tensaban, listos para atacar en cualquier momento. —Recuerden el plan —dijo Jack en voz baja—. No se dejen llevar por la furia. Emma asintió. Sabían que si caían en la trampa de Marcus y se lanzaban sin estrategia, estarían perdidos. Marcus dio un paso al frente, con una sonrisa arrogante. —¿De verdad creen que pueden ganar esta guerra? —dijo con burla—. Han cometido el peor error al desafiarme. Emma sintió el odio hervir en su interior, pero lo mantuvo bajo control. —No es un desafío —respondió—. Es el fin de tu reinado. Marcus rió, pero sus ojos brillaban con un destello de furia. —Veamos si puedes cumplir tus palabras.
El sonido de la lluvia repiqueteaba contra los ventanales de la moderna oficina de Emma Baker. Sentada detrás de su escritorio, revisaba los últimos contratos de su agencia de publicidad. La luz de su computadora iluminaba su rostro de rasgos delicados, sus ojos lila resplandecientes con una intensidad única. A pesar de su éxito profesional, sintió un vacío inexplicable, una sensación de que algo le faltaba. Su vida había dado un giro inesperado hacía unos meses. Después de la traición de Derek, su expareja, había decidido centrarse en su carrera y en su mayor sueño: ser madre. No necesitaba un hombre para lograrlo, y por eso había optado por la fertilización in vitro. Ahora, su vientre albergaba una nueva vida, una decisión que había tomado con plena convicción, sin saber que aquel embarazo cambiaría su mundo de maneras que jamás imaginó.Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. —Emma, tienes una llamada importante —dijo Sofía, su mejor amiga y asistente. Emma sospechó
Emma caminaba por las calles de la ciudad con la mente revuelta. La revelación del doctor la había dejado helada. Su embarazo no era un error médico cualquiera. Alguien había cambiado la muestra de esperma intencionalmente. ¿Pero quién y por qué? Las luces de los autos iluminaban su rostro pálido. La sensación de que su vida estaba a punto de desmoronarse se apoderó de ella. Nunca había creído en el destino, pero esto... parecía esto obra de algo mucho más grande. Apretó los documentos que llevaba en la mano. Los resultados mostraron que el ADN de su hijo pertenecía a un hombre con un linaje genético excepcional. Pero no había nombres, solo códigos. —Tengo que descubrir la verdad —susurró para sí misma. Las preguntas la devoraban por dentro. Si alguien había cambiado la muestra, eso significaba que estaban observándola. Que su embarazo no había sido producto del azar, sino de una elección meticulosa. Y eso la asustaba. En el b
Emma pasó la noche en vela, incapaz de ignorar la sensación de que algo estaba terriblemente mal. Las sombras de su departamento parecían más oscuras de lo normal, y cada ruido en la calle la hacía sobresaltarse. Se abrazó el vientre, una costumbre que había desarrollado en los últimos días. Nunca había sentido una conexión tan fuerte con algo como la que sentía con sus bebés. La noticia del incendio en la clínica la inquietaba demasiado. Su instinto le decía que no era una coincidencia. Algo en su interior gritaba que ese fuego no había sido un accidente, que alguien estaba tratando de borrar toda evidencia de lo que le habían hecho. Apenas amaneció, Emma tomó su bolso y se dirigió a la puerta. Necesitaba respuestas. Tal vez la policía, tal vez un abogado. Alguien tenía que ayudarla a descubrir la verdad. Pero cuando abrió la puerta, su corazón casi se detuvo. Frente a ella, un hombre alto y de expresión imponente la observaba con intensidad. Su cabello castaño osc
El silencio entre ellos se volvió espeso, cargado de tensión. Emma sentía que su corazón latía con fuerza descontrolada. Había algo en Diego, en la forma en que la miraba con intensidad depredadora, que la inquietaba profundamente. Su mente le gritaba que se alejara, pero su instinto—ese mismo instinto que últimamente parecía más agudo—le decía que no lo hiciera.Diego exhaló lentamente y se pasó una mano por el cabello, claramente frustrado.—Emma, sé que esto es difícil de creer. No tienes razones para confiar en mí, pero te juro que no tengo intención de hacerte daño. Solo quiero ayudarte.Emma apretó los puños.—¿Ayudarme? ¿Por qué? ¿Qué ganas tú con esto?Los labios de Diego se curvaron apenas en una sonrisa amarga.—Más de lo que imaginas.Emma cruzó los brazos, su cuerpo rígido por la tensión.—Entonces dime la verdad. Quiero saber qué está pasando y por qué tengo la sensación de que no me has contado todo.Diego asintió lentamente.—Está bien, pero prométeme que escucharás has
El contacto de sus manos desató una corriente de electricidad que recorrió todo el cuerpo de Emma. Su respiración se aceleró y sintió que algo dentro de ella reaccionaba con fuerza. Sus ojos se encontraron con los de Diego, y por un momento, el mundo pareció detenerse.Pero no era solo atracción. Era algo más profundo. Algo primitivo y poderoso.Emma apartó la mano de golpe y dio un paso atrás, como si el contacto le quemara.—No… Esto no tiene sentido —susurró, llevándose una mano a la frente.Diego la observó en silencio, sin apartar su mirada intensa de ella.—Lo sientes, ¿verdad?Emma lo miró con el ceño fruncido.—¿Sentir qué?—La conexión.Emma tragó saliva con dificultad. No quería admitirlo, pero sí, lo sentía. Algo dentro de ella la empujaba hacia él, como si fueran imanes destinados a unirse. Pero no tenía sentido.—Esto es una locura —dijo, tratando de mantener la compostura—. No creo en el destino ni en conexiones místicas.Diego suspiró y se cruzó de brazos.—No tienes qu