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Capítulo 38 - El Primer Golpe 

El aire se volvió irrespirable. Los lobos de Marcus avanzaban con movimientos coordinados, sus ojos brillando como brasas en la oscuridad. Emma sintió la energía de la luna recorrer su cuerpo, llenándola de una fuerza que nunca antes había experimentado.  

A su lado, Diego dejó escapar un gruñido bajo, su transformación a medio camino. Sus músculos se tensaban, listos para atacar en cualquier momento.  

—Recuerden el plan —dijo Jack en voz baja—. No se dejen llevar por la furia.  

Emma asintió. Sabían que si caían en la trampa de Marcus y se lanzaban sin estrategia, estarían perdidos.  

Marcus dio un paso al frente, con una sonrisa arrogante.  

—¿De verdad creen que pueden ganar esta guerra? —dijo con burla—. Han cometido el peor error al desafiarme.  

Emma sintió el odio hervir en su interior, pero lo mantuvo bajo control.  

—No es un desafío —respondió—. Es el fin de tu reinado.  

Marcus rió, pero sus ojos brillaban con un destello de furia.  

—Veamos si puedes cumplir tus palabras.  

Y entonces, la batalla comenzó.  

Choque de titanes

Los lobos de ambas manadas se lanzaron unos contra otros en un torbellino de garras y colmillos. Emma esquivó el ataque de un enemigo y giró sobre sí misma, golpeándolo con una fuerza que lo hizo volar varios metros.  

Diego luchaba a su lado, su fuerza arrolladora derribando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sus ojos verdes brillaban con intensidad, reflejando su lado más salvaje.  

Los aullidos llenaban el aire, mientras el suelo temblaba con el peso de la batalla.  

Emma vio a Caleb enfrentarse a tres enemigos al mismo tiempo, moviéndose con una agilidad impresionante. Pero incluso él tenía dificultades.  

Jack peleaba con fiereza, cubriendo la retaguardia, mientras Madelin lideraba a los más jóvenes con una precisión letal. Sin embargo, la batalla estaba lejos de estar a su favor.  

No podemos aguantar mucho tiempo. 

El poder de la Diosa Luna

De repente, un resplandor azul iluminó el campo de batalla.  

Emma se giró justo a tiempo para ver un rayo caer del cielo.  

Pero no era un rayo común.  

Era energía pura, incandescente, descendiendo como un torrente celestial.  

La luz impactó en el suelo con un estruendo ensordecedor, cegando a todos por un momento.  

Cuando la visión de Emma se aclaró, sintió su cuerpo vibrar con un poder inmenso. Sus sentidos se agudizaron, su fuerza se multiplicó. La Diosa Luna estaba con ellos.  

Marcus miró la escena con una mezcla de sorpresa y furia.  

—¡Esto no cambia nada! —rugió.  

Emma lo miró fijamente.  

—Lo cambia todo.  

Un viento helado se levantó alrededor de ella. Sus manos brillaban con un resplandor azul, el mismo que había descendido del cielo. Sintió la presencia de la Diosa Luna en su interior, guiándola.  

Diego, ahora completamente transformado, se colocó a su lado.  

—Juntos —susurró él.  

Emma asintió.  

Y con esa última palabra, corrieron hacia Marcus, listos para enfrentarlo.  

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