Adam ha estado enamorado de Tess toda su vida, pero por alguna misteriosa razón, ella lo olvidó. Ahora la encuentra de nuevo, abandonada por su marido, y con tres hijos. Pero eso no le importa, él quiere estar con ella a como dé lugar, sin embargo, nunca imaginaría que, para poder estar juntos, el universo mismo tendrá que ponerse de cabeza, y cumplir así un sueño que desde el principio fue imposible. Este es el segundo libro de la saga Locura, la historia de Tess.
Ler mais—Mañana —le dijo August a una Tess muy ebria— vas a amanecer con un dolor de cabeza que…—No me importa —suspiró Tess mirando a su marido mientras éste conducía y mordiéndose los labios.—Eso dices ahora…—Es lo que cuenta. ¿Vamos a un hotel?—Si quieres…—Oh, sí. Y hagamos el amor salvajemente. Ya podemos. Voy a hacer mucho ruido, te lo advierto —él la miró sonriente. Tess ebria era bastante divertida.—Gracias por avisar.—Y nada de preservativos —se acercó a él y susurró: —hagámoslo descuidadamente.—Hace tiempo que lo hacemos sin preservativos.—Oh, es cierto. Es que no me gustan. August, ¿no quieres tener un bebé conmigo? —a él le entró tos entonces, y tuvo que baj
Con el paso de los días, la recuperación de Tess era más notoria, recibió visitas en casa con bastante constancia, y también presentes con sus mejores deseos. En una de esas ocasiones, Greg y Felicity coincidieron en su visita, y Tess, al ver cómo seguían tratando a August, y escucharlos decir lo mucho que a Adam le hubiese gustado estar aquí, tuvo que decirles la verdad.—Estás bromeando, cariño —fue lo que le contestó Felicity, mirándola con una sonrisa preocupada, y hasta extendió su mano a la frente de Tess para comprobar su temperatura—. No puede haberte afectado la cabeza una herida en el vientre. Por favor, no me asustes—. Tess se echó a reír.—Amor, demuéstrales que eres Adam —le pidió ella, y August descruzó sus brazos y dio un paso adelante, con la mirada de Greg y Felicity clavadas en él. S&o
—¿Vas a volver a las oficinas? —le preguntó Tess a August ya en la noche, cuando al fin pudieron estar a solas. Habían convencido a los niños de que su madre debía descansar, y al fin se habían desprendido de ella. Todos, en fila, habían venido aquí a darle su beso de buenas noches y a desearle que pronto se mejorara, y finalmente habían salido a sus respectivas habitaciones. Ninguno lloró, pues ya les habían advertido que, si lloraban, su madre volvería a sentirse mal.August había vuelto a ella luego de dormir a los niños y ahora acomodaba las almohadas debajo de la cabeza de Tess sin contestar a su pregunta, y ella extendió la mano a su rostro para tocarle la mejilla.—Cariño, contéstame—. August hizo una mueca.—No me han dado alternativas —se quejó él, y Tess sonrió toma
Tess entró a su casa sentada en una silla de ruedas, y abrazó a sus hijos con mucho cuidado, pero fuertemente. Nicolle, que quiso subirse a su regazo, tuvo que conformarse con quedarse sólo un momento sobre sus rodillas, luego de lo cual, August la alzó para librar a Tess de su peso.Diez días, Tess había estado internada por diez días, luego de los cuales, los médicos consideraron que, gracias a su rápida recuperación, podría terminar el proceso en casa.En los últimos días ya muchas más personas habían podido ir a verla, como Beth y Henry, que no habían podido hasta el momento, Heather, Georgina, y hasta el mismo Phillip. Ningún día estuvo sola, y a pesar de las incomodidades, se habían pasado rápido.Por fin estaba de nuevo en casa, con sus hijos que la habían echado muchísimo de menos, como ellos mismos le
También vio a August oscurecerse poco a poco, beber más, sentirse frustrado porque sus otros amigos iban y venían y él no, porque debía trabajar para mantener a sus hijos. Lo vio odiarla y maldecirla por haber parido tantos hijos, y desfogarse en otras mujeres que no le traían ataduras como ella.Lo vio tener sexo en aquel baño con aquella camarera, y a Billy intentar matarlo por eso.Esto era sorprendente. Ya Billy les había contado lo que había pasado, pero verlo era otra cosa. Y fue cuando August escapó. Aprovechó que al fin tenía una excusa para huir y lo hizo sin ningún remordimiento, sin mirar atrás. Nunca le contó lo sucedido, no le dio una sola explicación, explicación que ella tal vez hubiese aceptado, por lo desesperada que estaba por comprender.—Su destino era morir aquella noche —le dijo la mujer señalándol
Tess escuchó las notas musicales de la canción Tristesse sonando en su cabeza y poco a poco fue despertando. Encontró al lado de su cabeza, sobre la almohada, la caja musical que Adam le había regalado hacía ya muchísimo tiempo y sonrió. Seguramente alguien la había traído aquí.August no estaba a su lado, y eso le extrañó. ¿Quién la había traído, entonces?—Yo lo hice —dijo una voz a su lado, y Tess se sorprendió un poco al ver a una anciana de pie a un lado de su camilla. Pero no era cualquier anciana, era Sam, Samantha Jones antes de que el milagro ocurriera en ella, antes de que se convirtiera en esa despampanante pelirroja que ahora era.Su corazón empezó a latir con mucha fuerza, y asustada, trató de sentarse. ¿Qué había pasado con Sam? ¿Se había revertido todo?&md
August se acercó a la camilla de Tess y la encontró durmiendo. Tenía buenas noticias para darle, como, por ejemplo, la captura de Billy, y el hecho de que cada vez se aclaraba más este asunto.Esta tarde, cuando Carl Bergman vino a casa a informarle de los recientes avances, se sintió supremamente aliviado, y hasta tuvo que elevar una oración al cielo dando gracias. Le habían hecho pasar un mal momento, uno muy duro, pero luego de la prueba, estaba llegando la calma.Sólo faltaba que Tess se recuperara y volviera a casa. La echaba mucho de menos, le costaba sobremanera verla así, sabiendo que aún sentía mucho dolor, dejándola sola aquí horas y horas.Ella abrió sus ojos, y cuando pudo enfocar la vista y darse cuenta de que era él, sonrió. Él se acercó más, con la mano femenina entre las suyas, como si quisiese transmitirle a trav&e
Horace entró a su oficina e ignoró a su secretaria que le hablaba avisándole tal vez de reuniones y citas. Cerró la puerta casi delante de ella y se dirigió como un sonámbulo hasta su escritorio dejándose caer en la silla.Era un disparate, una completa locura.Esas palabras se repetían una y otra vez en su mente desde que August Warden había asegurado ser Adam Ellington e incluso le había descrito una escena en la que no estaba nadie más que ellos dos, y Abel. Le había dicho exactamente lo que habían hablado, y, además, él había estado sintiendo algo muy extraño acerca de él desde que lo conociera, como si le recordara a alguien, como si le fuera familiar.Apretó sus puños sintiéndose tonto e impotente. En todo el camino desde su casa hasta aquí no había dejado de pensar en que a lo mejor alguien del cl
August se sentó en la mesa donde sus hijos revisaban sus libretas escolares. Él tomó los apuntes de Kyle estudiando las tareas que le habían dejado y las analizó para empezar a ayudarlo. Matemáticas, ciencias, y lenguaje. Afortunadamente era bueno en varias de esas, así que acercó al niño un poco más a él y empezó a explicarle lo que tenía que hacer.—Señor, acaba de llegar un hombre… —dijo Constance llegando a ellos— que dice que tiene que hablar algo urgente con usted —. August se puso en pie de inmediato y caminó a la sala donde un Horace furibundo se paseaba de un lado a otro.—La has cagado —soltó antes de que pudiera saludarlo—. Ahora sí que la has cagado. No sé cómo has conseguido que Tess… te defienda hasta el punto de…—¿Hablaste con Tess? —p