Amelia Blackstone es una estudiante de Ingeniería Civil que ha conseguido consolidar sus prácticas en Creta por medio de una beca, ya que es la mejor en su clase y por esa razón su último año debe realizarlo al lado de uno de los mejores ingenieros del mundo. Bastián Christopoulos. El hombre más arrogante, petulante y mujeriego del país, su mala fama solo se ve velada por la facilidad con la que hace el dinero, consigue tratos millonarios y lo filántropo que puede ser si el sector afectado cuenta con lo que necesita para ingresar en su nómina. Amelia ingresa a la empresa y en cuanto Bastián se percata de su presencia la quiere para él, ella se resiste hasta donde puede sin embargo no es inmune a sus endemoniados encantos y cae en sus redes dominándola por completo hasta que un oscuro secreto hace que lo abandone y vuelva a Nueva York. ¿Irá Bastián tras la mujer que lo enloquece? ¿Accederá Amelia a darse una segunda oportunidad con él?
Leer másLa noche se hace incómoda para Amelia, la nena se mueve inconsolable y Bastián lo nota. Abraza a su mujer por la espalda acariciando su voluminoso vientre para calmar a su hija que al parecer tiene un temperamento fuerte y temerario porque minutos después su madre grita de dolor porque tal parece que ya desea abandonar la comodidad del vientre.El teléfono de César suena y lo coge enseguida mientras su novia duerme agitada por cada pensamiento del infierno que pasó mientras estaba secuestrada en aquel calabozo.— ¿Bastián, que sucede? – indaga con nerviosismo.— Ya es hora hermano, te necesito aquí porque estoy cagado de miedo – César ríe audiblemente.— ¡El gran Bastián Christopoulos amedrentado por unos dolores de parto! – ríe mientras sube el vaquero y despierta a Ana — eso tengo que verlo…— No son los dolores, hay sangre César, mucha sangre…Y no dice más, se dirigen una vez arreglados a la clínica. Encuentran a Bastián caminando de un lado a otro tratando infructuosamente de
Cuatro meses luego…— ¡No quiero un vestido blanco Ana! – la morena mira a su amiga ofendida por completo.— Discúlpame, pero Ángela…— Tengo siete meses de embarazo, los tobillos hinchados y un humor de perros Ana Blechman – la señala con el dedo índice — dudo que sea buena idea llevarme la contraria – advierte sutilmente una mujer que desde hace cuatro meses resurgió de sus propias cenizas como el ave fénix — y respecto a mi madre… pues, descansa en paz y dejémosla ahí - la chica niega con la cabeza y mira a quien va a ser el esposo.— ¿Qué, yo no hice nada? – se defiende en contra de lo que sea tramen esas dos.Según su percepción.A Bastián Christopoulos le ha cambiado la vida gracias a un embarazo que resultó ser gemelar y en el peor momento de su existencia Amarantha – su hija que nacerá en dos meses – decidió que era tiempo de moverse en el vientre de su madre. Aquel día en el aeropuerto Amelia no pasaba bocado desde hacía dos días, pero su pequeña se negaba a aguantar e
El cuerpo de Amelia se sacude por los sollozos y el llanto que la ahoga. Bastián entra a la habitación ya duchado y con la toalla enrollada en las caderas, revisa en los cajones del closet sin percatarse de que su amada está gimiendo hasta que escucha el grito que lo descontrola y sin ningún cuidado corre hacia la cama olvidando que la toalla se desliza dejándolo completamente desnudo.— ¡Amelia, mi amor! – trata de tomarla en brazos, pero ella manotea luchando contra sus demonios — ¡Amelia!Sus ojos se abren y al verlo desnudo retrocede temerosa de lo que está viendo. Por un momento no lo reconoce, pero al mirar la tristeza en ese par de mares que en algún momento la llenaron de dicha, de amor; cae en cuenta de que no era ella misma. Entonces recuerda lo sucedido y llora desconsolada. Bastián lo único que hace es mirarla desde la orilla de la cama queriendo consolarla entre sus brazos no obstante, necesita su permiso porque no desea asustarla.Vuelve al vestier, se mira al espejo y
— ¡Voy a matarlo! – expresa un Bastián rojo de la ira — ese maldito bastardo la pagará…Camina de un lado a otro mientras César envía la fotografía del hombre que a su parecer es la reencarnación de Demetrius.— Deberías calmarte Bastián…— ¿Es que solo eso sabes decir? – ruge con fiereza a su amigo — nos calmamos mientras mi hermano se debate entre la vida y la muerte y mi… ¡Dios! – dobla su cuerpo tratando infructuosamente de sosegarse.— En este momento no necesitamos una crisis – le dice César fríamente — te necesito calmado para que matemos a todos y salvemos a la chica junto con Arístides – explica como quien lo hace a un pequeño de jardín — estamos tratando con un matón de calle amigo mío, pronto va a cometer un error.— ¿Matando a los míos? – aprieta los puños como queriendo arrancarse los dedos, luchando contra sí mismo — si algo les pasa ya no me quedará nada – esta vez su voz sale tan temblorosa que César baja un poco la intensidad de sus palabras.— Nadie va a mo
¡Jamás estuvo más aterrado en su vida!Nunca un suceso de esa índole le había dolido tanto.Y nunca había estado más deseoso de aniquilar a alguien aun cuando no sabe a lo que se enfrenta, ni siquiera tiene idea de quien se encuentra detrás de esto. Ahora entre la confusión de las balas, la muerte del chico es mucho más consciente del peligro que corre su mujer y su hermano. Tiembla, pero antes de levantarse del piso siente como lo arrastran hacia atrás y el cadáver del niño que indirectamente le salvó la vida queda expuesto aunque no se escuchan disparos.Se remueve entre los brazos que le tienen cautivo, llora desesperado por el dolor que atenaza su pecho al pensar que sus seres amados pueden llegar a tener ese mismo destino del jovencito que ha muerto por su culpa, esa que siempre pesará en su conciencia y no lo dejará dormir porque aunque sea un hombre duro de carácter, no es dueño del destino de nadie y menos de la vida de alguien tan joven.— ¡Cálmate Bastián! – César lo sostien
Bastián corre escoltado por cuatro hombres cada uno flanqueándolo por cada punto cardinal. Uno de ellos se detiene con la mano en el oído para escuchar lo que al parecer son las órdenes de su jefe inmediato.— ¡Sí señor! – responde — está completamente resguardado – escucha de nuevo y mira a Bastián erróneamente porque este se dirige hacia donde se encuentra el joven con la mano estirada para que le ceda el dispositivo — . Creo que el Gran jefe necesita oírlo por sí mismo – Bastián pone los ojos en blanco por el apodo ridículo y se coloca el dispositivo en el oído.— Habla Horacio por favor – se escucha la respiración del otro lado.— Ya todo se encuentra bajo control aquí abajo – comienza a decir el guardia.— ¿Pero? – interrumpe un hombre que sabe hay algo escondido — no se te ocurra mentirme Horacio…— Se vislumbra actividad en la habitación trescientos veintidós del ala Este del recinto – se detiene a escuchar algo que le avisan.— ¿Y adivino que es la habitación donde se e
Amelia dormita en la cama del piso donde se encuentra ubicada, siente un cansancio en las extremidades y ardor en la garganta como si tuviese un catarro se dice a si misma que es el efecto de estar dormida tanto tiempo y se deja envolver por la somnolencia.— ¡Uf! Debo levantarme, Bastián ya debe estar por llegar – se dice a sí misma en voz alta, pero al tratar de bajar todo a su alrededor gira.— ¿Amelia? – escucha la voz de Arístides, pero no lo ve — ¡cariño quédate en la cama por favor, recuéstate! – no se acerca, ella lo percibe extraño sin embargo no dice nada.Cierra los ojos y poco a poco queda dormida de nuevo sintiendo un poco de ardor en el brazo derecho donde tiene la vía endovenosa que irriga el suero. Intenta moverse de nuevo sin éxito ya que una somnolencia nueva le sobreviene y no puede mantener los ojos cerrados. Escucha unas voces como murmullos y cae en un sueño profundo sin poder evitarlo.Arístides cierra los ojos suplicando al cielo que solo sea un sedante lo qu
Un auto circula al lado del blindado en el cual transita Bastián junto a Horacio y los niños. El cambio en las luces es evidencia de que el desconocido espera se detengan y el guardia lo hace bajo la atenta mirada de su jefe, saca los seguros y descansa al escuchar el intercambio de palabras en Ruso. Horacio asiente hacia el hombre que invita a los niños a cambiar de auto y cierra la puerta. Y una vez asegurado el bienestar de los tres pequeños se dirige hacia la clínica Christopoulos para según ha dicho antes… terminar con los malos. Horacio derrapa delante del recinto hospitalario y baja casi sin frenar el auto, se halla un enfrentamiento donde debe bajar la cabeza para no ser detonado. Entonces comienza a disparar deshaciéndose de la mayoría, pero continúan llegando. Bastián dispara desde el interior del auto resguardado por el material blindado del mismo, apenas ha bajado el vidrio de la ventanilla un poco y una ráfaga de balas impactan contra él. Su teléfon0 vibra en el bolsi
Bastián baja del vehículo que se ha estacionado frente al restaurante del cual pretende llevar alimento para su mujer que ha despertado. No puede evitar sonreír ante el recuerdo de la expresión de felicidad de Amelia, aunque la sensación de ser vigilado eriza su piel. Respira profundamente pensando en lo paranoico que está ya que mira a su alrededor y no ve a nadie.— ¿Necesita que baje yo jefe? – indaga Horacio — no es necesario que lo haga usted – recalca al verlo mirar hacia todos lados con sospecha.— ¿No sientes que nos vigilan? – el hombre sale de la camioneta y se para justo al lado de Bastián pareciendo una gran pared de concreto.— Todos nos miran Sr. Christopoulos – en su rostro se asoma un atisbo de sonrisa — créame que de ninguna manera pasaremos desapercibidos – Bastián asiente con una sonrisa ladeada.Unos niños se acercan a ellos apoyando las palabras de su guarura, el más pequeño toca su pantalón hecho a medida y Bastián baja el rostro desplegando una sonrisa, pero