— ¡¿Qué?! – el hombre la mira con fastidio ante su grito de asombro — ¿por quién me toma? – grita — ¿por una de sus zorras?
— Será mejor que vigile su tono para conmigo…
— Pero… ¿qué? – levanta la voz de nuevo —. Me está confundiendo con una prostituta ¿Cómo coño quiere que le hable? – refuta enfadada por la falta de respeto.
— ¿Cuánto?
— ¿Cuánto qué? – se acerca a ella que se encuentra de pie con los puños cerrados.
— ¿Cuánto quiere para que acepte? – se acerca demasiado a Amelia y ella responde golpeándolo con una bofetada.
— Prefiero comer de la basura que aceptar tal proposición – da media vuelta y sale a toda porisa de la sala.
Furiosa no se detiene, sus ojos pican y se siente mareada al no poder creer que su propio jefe ¡el anfitrión de sus sueños! La haya ofendido de ese modo. Ya cuando llega a la puerta de su habitación las lágrimas fluyen por sus mejillas, pero las limpia decidida a no dejarse amilanar por nadie y menos de ese hombre desagradable, mandón y grosero.
Abre con la tarjeta que es la llave y al entrar se encuentra con una escena desagradable: la rubia. Y ni siquiera es por el descubrimiento de que es su compañera de cuarto sino que se encuentra en “su cama” besándose con el chico uniformado que subió sus maletas.
— ¿Qué haces aquí, metiche? – inquiere la rubia odiosa y pedante.
— Esa no es la pregunta correcta – responde Amelia amenazante.
— ¿Ah no? – la rubia suelta al chico que se encuentra casi desmayado por el beso — ¿y según tú cual si es, genio?
— ¿Qué coño haces tirándote un sujeto en mi cama… genio? – responde en el mismo tono, da un paso adelante y la chica se incorpora amedrentada.
— ¿Tú cama? – Amelia asiente y camina hacia ellos — ¡eres mi nueva compañera de cuarto! – afirma con fastidio y salta de la cama.
— ¡Fuera! – señala al chico en la cara y este corre saliendo de la habitación —. Escúchame bien desteñida de m****a: - la rubia quiere hablar y la sola expresión de su compañera la detiene — quiero dejar cosas en claro y no soy de las que acostumbra a decir las cosas más de una vez – advierte.
— ¡Ah, pero si es una fiera la nueva! – se cruza de brazos al contraatacar.
— No solo soy una fiera sino que actúo sin pensar y eso me ha metido en muchos problemas, así que aléjate de mí y más aun de mis cosas – se gira y tira de la sábana arrancándola con rabia.
— Veamos que dice el jefe cuando se entere de que me has amenazado, debes saber que soy su favorita – Amelia cierra los ojos pensando en la bofetada que le propinó hace rato y su corazón late deprisa.
Siente el impulso de gritarle a la cara que puede quedárselo porque es un cerdo asqueroso que solo se aprovecha de las estudiantes y pasantes, pero decide ignorar por primera vez sus ganas de ponerse en evidencia y se controla.
— Pues felicidades por eso, pero no me interesa. Mantente alejada de mí para evitar conflictos – sugiere ahora más calmada, pero con la rabia fluyendo en su sangre ante el acto de cobardía de un hombre sin escrúpulo alguno.
Su madre la crió sola desde que el hombre el cual pensó era su esposo la abandonó confesándole que era casado en otro país y que debía volver con su familia ya que su farsa se había descubierto, no confía en los hombres desde que tuvo conciencia y veía llorar a su pobre madre todas las noches con los pies metidos en un cubo de agua caliente y las manos con mil ampollas. Juró en ese momento que ningún hombre haría que perdiera su objetivo y mucho menos su visión que era: estudiar, salir adelante y sacar a su madre de toda esa tristeza en la que se mantenía sumida.
Ignorando La chica que se encontraba aun de pie al pie de la otra cama toma sus enceres personales y se dirige hacia el baño para asear su cuerpo y permitir que el agua caliente se lleve sus emociones, es una mujer con mal carácter y eso le ha causado muchos líos. No deja que nadie la moleste, pero es incapaz de ignorar una falta de respeto y eso la lleva nuevamente a la bofetada que le propinó al jefe, llora de nuevo frustrada ya que con toda la ayuda psicológica que le prestaron en el pregrado no ha podido controlarse. Sin embargo dentro de su maraña de pensamientos se encuentra una vocecita que la impulsa a continuar.
< Él se lo merecía, debió respetarte >
No se siente mejor, pero lidiará con las consecuencias el lunes, mañana domingo hará un tour por las calles de Creta y disfrutará lo que se va a encontrar en ellas…
[***]
Son las dos de la mañana y todavía Bastián se encuentra en su oficina disfrutando del recuerdo de la chica que lo abofeteó esta tarde.
< Amelia. Es una verdadera fiera, pero me gusta mucho >. Piensa mientras saborea su nombre entre sus labios.
Desde su primera esposa no había experimentado sensación igual aunque esto – según asegura – no es ni la tercera parte, la sensación de querer tenerla, dominarla y hacerla suya lo corroe desde el mismo momento que la vio y no mejoró, por el contrario acabó con su control en el momento que entró al comedor con ese vestido y el cabello suelto. Parecía un ángel de fuego, ese ángel que altera sus emociones a un nivel elíptico y destruye cualquier defensa que pueda levantar.
No es la chica a la que está acostumbrado porque es demasiado voluptuosa, pero la ha deseado desde el primer momento y es algo que no va a dejar pasar.
— Sea como sea vas a ser mía Amelia Blackstone – marca el número de su asistente y esta responde al tercer repique — ¿ofreciste a la chica lo que te encomendé?
— Sí señor, tal como lo pidió – responde agitada y con voz rasposa.
— ¿Y cómo resultó?
— Se negó señor, dijo que no deseaba causar molestias y prefería tomar la habitación en común – escucha un gruñido.
— No me gusta – expresa con disgusto — Belice, es demasiado bocona – aclara — ¡Arréglalo!
La mujer queda muda ante la orden, Bastián es el señor de las órdenes sin aceptar negativas. Saca los obstáculos que tenga de frente y generalmente lo hace él mismo, pero en vista de la equivocación de la tarde anterior le conviene más medirse y hacerlo con un perfil bajo y para eso necesita sacarla del edificio hacia uno de los pequeños áticos que son de su propiedad en el centro de la isla.
No es el sujeto que se va con delicadezas con nadie, pero está empeñado en no cometer los mismos errores del pasado que le hicieron perder a su familia, su matrimonio y destrozar la vida de sus hijos. Amelia es la mujer con la que contraerá nupcias para volver a ser aceptado en el círculo familiar y terminar de llevar a cabo su plan de apoderarse completamente de la isla de Creta y que esta sea su paraíso particular…
Amalia despierta con nuevos ánimos y sonríe ante el amanecer de un día más ya que según dice su madre: hay que dar gracias cada vez que despierte y al acostarse también.— Buenos días Creta, hoy quiero conocerte y aprender de ti – dice en voz alta al estirarse en la cama como un gatito.Observa a su alrededor y su compañera de cuarto no se encuentra en la cama, escucha el agua de la ducha y supone que es ella sin embargo al estirar su cama ese percata de unos gemidos provenientes del baño y se acerca para descubrirla con el chico de servicio.— ¿Qué miras estúpida? - Amelia rueda los ojos ante la crudeza de la escena.— Creo que deberías tener un poco de decencia y no pavonearte de esa manera con… él – el chico la mira interrogante.— ¿Y por qué? – interroga insolente —. Está es mi habitación asignada…— ¡Nuestra!— Y a menos que desees un poco del postre que estoy degustando agradecería te largaras – espeta la rubia no solo ignorándola, sino incluso mostrando su desnudez —. Te
El lunes siguiente Bastián lee en primera plana su aparición en público y eso lo pone de un humor de perros, no desayuna y sale de su ático directo hacia la empresa donde lo esperan un montón de chicos desagradables para que les enseñe y califique en el oficio. Ama su profesión todo lo que concierne a ella, pero en aras de que su familia por lo menos lo considere decidió abrir el programa de becas donde coexisten estudiantes de varios países – los mejor calificados por supuesto – para trabajar en sus empresas de las cuales tiene sucursales en varios países.Sin embargo no puede negar que el proyecto es el reflejo de su propia vida; nacido en una familia humilde en la cual se hallaba un padre cruel y una madre consentidora de las marramucias del mismo.— Sr. Christopoulos la Srta. Sarantos lo solicita y dice que es urgente – cierra los ojos y toma una bocanada de aire.— Si dice que es importante pues dígale que pase adelante – responde sin levantar la vista.La chica en cuestión es
Bastián Christopoulos camina firmemente hacia su oficina con los puños y la mandíbula apretada. No es un hombre de paciencia y menos cuando se trata de peleas de gatas sin embargo su interés falla a favor de Amelia quien camina detrás de él y de la rubia que es más antigua que ella no solo en la academia sino en la empresa. Abre la puerta y la sostiene para que ingresen ambas y cierra de nuevo. Inspira ruidosamente ante la decisión que se dispone a tomar en este momento. — Srta. Sarantos está usted suspendida de su empleo en la empresa y deberá abandonar de inmediato la academia – el jadeo de Belice llena la oficina por completo. — ¿Pero, qué? – grita sin tomar en cuenta la falta que comete al hacerlo — ¿y ella? ¿Me golpeó y tú me despides? Bastián no se inmuta. La mira directo a los ojos y niega. — Es mi empresa y se va, no quiero que ocupe un puesto el cual ni siquiera es de su interés – espeta aunque en voz baja — Ahora… salga de mi oficina y es más una orden que una petic
Amelia se mira al espejo y el reflejo que este le devuelve es la viva imagen del sufrimiento, en este momento no se encuentra su madre con ella para prestarle el apoyo que necesita, pero si estuviese aquí moriría de la vergüenza ante el rumbo que ha llevado su vida hasta ahora. Tiene un enorme problema con que le ordenen hacer cosas que no desea – como cualquier persona que se aprecie de normal – ya que se crió en un entorno donde solo su madre ponía las reglas y no tiene que ver siquiera con el hecho de que no pueda seguir o adaptarse a ellas. Es la manera en que el “jefe” se ha pronunciado ante ella. Le ha faltado el respeto. Pero no puede regresar a su país con las manos vacías y menos con la decepción de que no pudo hacer nada al respecto. — Necesito tomar la decisión correcta para no decepcionar a mi madre y menos aún perder mi carrera ya que hemos luchado muy duro por esto – se dice a sí misma —, además mi madre no tiene culpa de lo que me depara el destino… Dicho esto tom
A pesar de la tensión que experimentó Amelia al estar en la misma habitación con Bastián, considera que la clase estuvo perfecta. El hombre tiene una didáctica que ni siquiera los académicos de la universidad de Nueva York poseían, era específico, pero exigente a la hora de lanzar preguntas a los estudiantes. Es duro e implacable a su criterio y sin embargo doblegaba su arrogancia al expresar de forma explícita y no demandante como normalmente lo es su tono. — En la biblioteca encontrarán todo lo que necesitan para el reto impuesto, considerando que la tarea no es grupal sino un test para calificar sus conocimientos de la materia – se escuchan murmullos por doquier —, existe un premio – la sala queda en silencio —. Los primeros tres es decir, las tres mejores calificaciones podrán trabajar conmigo codo a codo un día entero – todo lo dice sin mirar a nadie en específico. Amelia no puede negar el magnetismo que tiene el hombre embutido en ese traje a medida, se nota no solo su cuerpo
Amelia entra a la habitación con piernas temblorosas y un nudo en la garganta que no le permite respirar lo cual se le hace extraño considerando que el autor intelectual de toda su desgracia lleva por nombre Bastián Christopoulos. Entonces ¿por qué se siente traicionada al enterarse de que la chica Bélice es su prometida? , le grita una vocecita dentro de ella. — Y mi madre dice que la conciencia nos habla ¡vaya m****a! – se reprocha ella misma —. Bienvenidos a la inquisición. Observa el folio con los documentos arrugados y se pregunta ¿cuál es su papel en todo este enredo? Es una chica fuerte y con mucho temple, pero no puede negar que en este momento donde las cosas ya han tomado un color oscuro necesita más que nunca a su mamá, ella sabría que hacer e incluso se enfrentaría a cualquiera que quisiera lastimar a su hija, pero retiene el impulso de tomar el teléfono y marcar su número en este momento porque su afección coronaria podría empeorar
Amelia sale del todoterreno aun tambaleante a causa del desmayo, su estómago se resiente a causa del medicamento administrado por el caballero que la atendió en el hotel. El chofer la dirige hacia el elevador que la llevará al décimo piso donde se encuentra el ático de Bastián. — Srta. Blackstone – el hombre llama su atención, extiende un teléfono y ella niega rechazándolo —. Es el jefe, necesita decirle algo – Amelia hace un ademán con la mano para que entienda que no desea hablar con él —, no lo coge jefe de hecho se rehúsa a hacerlo – escucha las instrucciones — enseguida Sr. Christopoulos. Procede a ayudarla a ingresar al aparato y al sentir el movimiento Amanda se desvanece por completo cayendo en los brazos del sujeto que la acompaña. El cual entra en el apartamento y la acomoda en la gran cama del jefe saliendo de inmediato del inmueble. — Dime Cesar – responde el teléfono en un gruñido —, está bien déjala dormir y por favor solicita que alguien le lleve algo para que cene
Bastián Christopoulos ingresa a su despacho desesperado por calmar el fuego que lo abrasa luego de la plática con Amelia en su alcoba. Normalmente mantiene la compostura ante este tipo de situación y aunque se ha mantenido firme en la exigencia de Amelia de no tocarla, hoy siente que ha sido una prueba de fuego luchando contra sus instintos y sus hormonas. Ninguna mujer hasta ahora había desestabilizado su vida como lo ha hecho esa pequeña mujer con el rostro impregnado de pecas y ese cabello de fuego. , piensa ahora con la cabeza impregnada de dudas al respecto. Pero ella es la mujer que ha escogido para el propósito de pasar el resto de su vida junto a ella, tener hijos y cumplir al fin con sus sueños. Reflexiona en todo lo que se le viene encima y se dice a si mismo dándose ánimos que todo irá bien mientras destapa la botella de bourbon que lo acompañará esta noche y en la cual ahogará los malos recuerdos del pasado. < Creo que m