Capítulo 2.

—  ¡¿Qué?! – el hombre la mira con fastidio ante su grito de asombro —  ¿por quién me toma? – grita —  ¿por una de sus zorras?

—  Será mejor que vigile su tono para conmigo…

—  Pero… ¿qué? – levanta la voz de nuevo —. Me está confundiendo con una prostituta ¿Cómo coño quiere que le hable? – refuta enfadada por la falta de respeto.

—  ¿Cuánto?

—  ¿Cuánto qué? – se acerca a ella que se encuentra de pie con los puños cerrados.

—  ¿Cuánto quiere para que acepte? – se acerca demasiado a Amelia y ella responde golpeándolo con una bofetada.

—  Prefiero comer de la basura que aceptar tal proposición – da media vuelta y sale a toda porisa de la sala.

Furiosa no se detiene, sus ojos pican y se siente mareada al no poder creer que su propio jefe ¡el anfitrión de sus sueños! La haya ofendido de ese modo. Ya cuando llega a la puerta de su habitación las lágrimas fluyen por sus mejillas, pero las limpia decidida a no dejarse amilanar por nadie y menos de ese hombre desagradable, mandón y grosero.

Abre con la tarjeta que es la llave y al entrar se encuentra con una escena desagradable: la rubia. Y ni siquiera es por el descubrimiento de que es su compañera de cuarto sino que se encuentra en “su cama” besándose con el chico uniformado que subió sus maletas.

—  ¿Qué haces aquí, metiche? – inquiere la rubia odiosa y pedante.

—  Esa no es la pregunta correcta – responde Amelia amenazante.

—  ¿Ah no? – la rubia suelta al chico que se encuentra casi desmayado por el beso —  ¿y según tú cual si es, genio?

—  ¿Qué coño haces tirándote un sujeto en mi cama… genio? – responde en el mismo tono, da un paso adelante y la chica se incorpora amedrentada.

—  ¿Tú cama? – Amelia asiente y camina hacia ellos —  ¡eres mi nueva compañera de cuarto! – afirma con fastidio y salta de la cama.

— ¡Fuera! – señala al chico en la cara y este corre saliendo de la habitación —. Escúchame bien desteñida de m****a: - la rubia quiere hablar y la sola expresión de su compañera la detiene — quiero dejar cosas en claro y no soy de las que acostumbra a decir las cosas más de una vez – advierte.

—  ¡Ah, pero si es una fiera la nueva! – se cruza de brazos al contraatacar.

—  No solo soy una fiera sino que actúo sin pensar y eso me ha metido en muchos problemas, así que aléjate de mí y más aun de mis cosas – se gira y tira de la sábana arrancándola con rabia.

—  Veamos que dice el jefe cuando se entere de que me has amenazado, debes saber que soy su favorita – Amelia cierra los ojos pensando en la bofetada que le propinó hace rato y su corazón late deprisa.

Siente el impulso de gritarle a la cara que puede quedárselo porque es un cerdo asqueroso que solo se aprovecha de las estudiantes y pasantes, pero decide ignorar por primera vez sus ganas de ponerse en evidencia y se controla.

—  Pues felicidades por eso, pero no me interesa. Mantente alejada de mí para evitar conflictos – sugiere ahora más calmada, pero con la rabia fluyendo en su sangre ante el acto de cobardía de un hombre sin escrúpulo alguno.

Su madre la crió sola desde que el hombre el cual pensó era su esposo la abandonó confesándole que era casado en otro país y que debía volver con su familia ya que su farsa se había descubierto, no confía en los hombres desde que tuvo conciencia y veía llorar a su pobre madre todas las noches con los pies metidos en un cubo de agua caliente y las manos con mil ampollas. Juró en ese momento que ningún hombre haría que perdiera su objetivo y mucho menos su visión que era: estudiar, salir adelante y sacar a su madre de toda esa tristeza en la que se mantenía sumida.

Ignorando La chica que se encontraba aun de pie al pie de la otra cama toma sus enceres personales y se dirige hacia el baño para asear su cuerpo y permitir que el agua caliente se lleve sus emociones, es una mujer con mal carácter y eso le ha causado muchos líos. No deja que nadie la moleste, pero es incapaz de ignorar una falta de respeto y eso la lleva nuevamente a la bofetada que le propinó al jefe, llora de nuevo frustrada ya que con toda la ayuda psicológica que le prestaron en el pregrado no ha podido controlarse. Sin embargo dentro de su maraña de pensamientos se encuentra una vocecita que la impulsa a continuar.

< Él se lo merecía, debió respetarte >

No se siente mejor, pero lidiará con las consecuencias el lunes, mañana domingo hará un tour por las calles de Creta y disfrutará lo que se va a encontrar en ellas…

[***]

Son las dos de la mañana y todavía Bastián se encuentra en su oficina disfrutando del recuerdo de la chica que lo abofeteó esta tarde.

< Amelia. Es una verdadera fiera, pero me gusta mucho >. Piensa mientras saborea su nombre entre sus labios.

Desde su primera esposa no había experimentado sensación igual aunque esto – según asegura – no es ni la tercera parte, la sensación de querer tenerla, dominarla y hacerla suya lo corroe desde el mismo momento que la vio y no mejoró, por el contrario acabó con su control en el momento que entró al comedor con ese vestido y el cabello suelto. Parecía un ángel de fuego, ese ángel que altera sus emociones a un nivel elíptico y destruye cualquier defensa que pueda levantar.

No es la chica a la que está acostumbrado porque es demasiado voluptuosa, pero la ha deseado desde el primer momento y es algo que no va a dejar pasar.

—  Sea como sea vas a ser mía Amelia Blackstone – marca el número de su asistente y esta responde al tercer repique —  ¿ofreciste a la chica lo que te encomendé?

—  Sí señor, tal como lo pidió – responde agitada y con voz rasposa.

—  ¿Y cómo resultó?

—  Se negó señor, dijo que no deseaba causar molestias y prefería tomar la habitación en común – escucha un gruñido.

—  No me gusta – expresa con disgusto —  Belice, es demasiado bocona – aclara —  ¡Arréglalo!

La mujer queda muda ante la orden, Bastián es el señor de las órdenes sin aceptar negativas. Saca los obstáculos que tenga de frente y generalmente lo hace él mismo, pero en vista de la equivocación de la tarde anterior le conviene más medirse y hacerlo con un perfil bajo y para eso necesita sacarla del edificio hacia uno de los pequeños áticos que son de su propiedad en el centro de la isla.

No es el sujeto que se va con delicadezas con nadie, pero está empeñado en no cometer los mismos errores del pasado que le hicieron perder a su familia, su matrimonio y destrozar la vida de sus hijos. Amelia es la mujer con la que contraerá nupcias para volver a ser aceptado en el círculo familiar y terminar de llevar a cabo su plan de apoderarse completamente de la isla de Creta y que esta sea su paraíso particular…

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo