* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * *
—Señor Bayá —me habla uno de mis hombres cuando estoy a punto de subir a mi auto para ir a mi casa y ver a mi esposa.
—Que sea rápido.
—Las condiciones, señor Bayá. ¿En qué condiciones quiere que esté...
—Denle lo suficiente como para que ella y su bebé puedan estar bien —señalo muy serio—. El niño, aunque no sea mi hijo —preciso porque estaba muy seguro de eso—, debe estar bien.
—Sí, señor Bayá —contesta; y después de eso termino de caminar hacia mi auto, entrar en él y comenzar a conducir hasta mi casa.
Al llegar a la mansión, estaciono mi auto y voy directo a su habitación; sin embargo, el ver a Ramsés en la sala, me detiene.
—¿Ramsés?
—Bayá —me habla serio.
—¿Qué haces aquí? Pensé que estarías ya en tu casa. ¿Hay algo que haya pasado?
—NO, NO... todo salió bien; solo hubo un hombre herido, pero nada más. Ya está siendo atendido.
—Bien, bien...
—Bueno, en realidad, SÍ pasó algo, Bayá —dice de pronto.
—¿QUÉ PASÓ? —interrogo adusto.
—Bayá, creo que este no es el momento en que subas a ver a tu esposa —agrega sorpresivamente.
—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ ME DICES ESO? ¿ELLA ESTÁ BIEN? ¿LE PASÓ ALGO A NUESTRO BEBÉ? —cuestiono preocupado al disponerme a ir a su habitación; no obstante, mi mejor amigo me detiene.
—NO, no, no, Bayá. Ella y tu bebé están bien.
—Entonces ¿qué pasa, Ramsés?
—Bayá..., Merlí no quiere verte.
—¿QUÉ ES LO QUE ESTÁS DICIENDO?
—Lo que escuchaste, Bayá. Merlí no quiere verte.
—¿CÓMO QUE NO QUIERE VERME? ¿POR QUÉ NO QUIERE HACERLO?
—BAYÁ, TRANQUILO —ordena.
—Estoy muy preocupado por ella y por nuestro hijo, QUIERO VERLA, ¿Por qué no querría verme? NO LO ENTIENDO.
—Bayá, es mejor que no vayas a su habitación ahora
—Pero ¡¿Por qué jo der?!
—BAYÁ —me llama la atención; y yo lo observo adusto.
—Deja de levantarme la voz, Ramsés, porque no estoy de ánimos ahora. Quiero ver a mi esposa, quiero ver a mi hijo y se está negando ¿POR QUÉ? NO LO ENTIENDO.
—Bayá, te lo diré, pero tranquilízate
—PERO HABLA YA PORQUE ME ESTOY DESESPERANDO —manifiesto fastidiado; y mi amigo resopla igual que yo.
—Bayá, Merlí no quiere verte porque ya sabe lo que pasó entre Danaí y tú
—¿DE QUÉ ESTÁS HABLANDO?
—Bayá, Danaí le dijo a Merlí que ustedes dos han estado durmiendo muchas noches, al mismo tiempo en que tratabas de conquistarla a ella.
—¿QUÉ ESTÁS DICIENDO?
—Merlí está triste.
—Ella no puede estar triste; le hará mal a nuestro bebé. YO NECESITO VERLA —señalo muy serio al empezar a subir las escaleras.
No obstante, a medio camino, mi amigo vuelve a detenerme.
—Por favor, Ramsés, ¡SUÉLTAME! DEBO IR A VER A MI ESPOSA
—¡Que no es el momento, Bayá! ¡Merlí no se siente bien en este momento! No quiere verte; yo creo que deberías darle su propio espacio.
—¡NO RAMSÉS! ¡LO MEJOR ES ACLARAR ESTO DE UNA VEZ!
—¡BAYÁ! Ella está muy mal, está triste, ME PIDIÓ QUE LA DEJARA A SOLAS PARA DORMIR. Quiere descansar y... creo que es lo mejor —señala muy firme al mirarme a los ojos—. Ella necesita descansar.
—Ramsés...
—Bayá, SOLO POR ESTA VEZ, por favor, hazme caso y... deja tranquila a tu esposa para que pueda descansar. De verdad, se le notaba muy agotada.
—Pero Merlí no puede creer eso, Ramsés
—Bayá, lo cree
—¡LO SÉ! ¡YA ME LO DIJISTE! ¡PERO ELLA NO DEBERÍA CREER ESO! ¡ENTRE DANAÍ Y YO, ESTOY SEGURO, ¡NO SUCEDIÓ NADA! ¡ESTOY SEGURO!
—¡BAYÁ! ¡YA! ¡TRANQUILO, HERMANO!
—¡NO, RAMSÉS! ¡MERLÍ NECESITA ESCUCHARME!
—MERLÍ, NECESITA DESCANSAR. Ustedes podrán conversar después.
—NO, RAMSÉS.
—¡BAYÁ! ¡JOD ER!
—¡ES MI ESPOSA!
—¡SÍ! ¡LO TENGO MUY CLARO! Pero si vas ahora, lo único que lograrás es sobre exaltarla y ella no está para eso. NECESITA ESTAR TRANQUILA.
—¿Y NO CREES QUE ESTARÍA MÁS TRANQUILA CON LA VERDAD?
—Creo que estará más tranquila cuando haya dormido un poco. Está agotada y... está procesando lo que me contó.
—¿QUÉ TE DIJO?
—BAYÁ
—¡¿QUÉ CARA JOS TE DIJO, RAMSÉS!
—Me contó lo que le hizo Danaí
—¡¿QUÉ LE HIZO ESA LOCA A MI MUJER?!
—Tiene un par de golp es en su rostro...
—¿QUE TIENE QUÉ?
—¡CALMA, BAYÁ!
—¡¿CÓMO QUIERES QUE ME CALME SI ME ACABAS DE DECIR QUE MI MUJER TIENE UN PAR DE GOL PES?!
—BAYÁ, ESO ES LO DE MENOS AHORA. APARTE, EL MÉDICO DIJO QUE MERLÍ ESTABA BIEN.
—ESTO NO SE QUEDARÁ ASÍ, RAMSÉS...
—Bayá, hay algo que debo contarte o, mejor dicho, advertirte para cuando vayas a hablar con tu esposa.
—Habla ya, por favor, porque estoy por volverme demente con tanto rodeo.
—Bayá, Danaí le mostró unas fotografías a Merlí
—¿Fotografías? ¿De qué me estás hablando, Ramsés? —lo interrumpo.
—Bayá... —me mira serio—, Danaí te tomó fotografías mientras dormías a su lado, en su cama, ya te imaginarás cómo, y se las mostró a Merlí.
—¿QUÉ?
—Por eso tu esposa está... decepcionada y no quiere verte.
—Pues con mucha más razón debo verla y contarle la verdad.
—¡BAYÁ! ¡JO DER! ¿Acaso no entendiste nada de lo que te dije?
—NECESITO HABLAR CON MI ESPOSA, RAMSÉS.
—¡NO, BAYÁ! Este momento no es el indicado. Merlí está cansada y no solo por haber estado en ese lugar, sino que la sentí cansada de tener tantos problemas. Déjala dormir, porque estoy seguro de que si vas ahora, solo terminarán discutiendo y eso no es bueno para ti, para ella y mucho menos para el hijo que están esperando los dos.
—Ramsés..., necesito hablar con ella ahora. No pienso discutir, SOLO QUIERO HABLAR CON ELLA JO DER
—¡POR FAVOR, BAYÁ! ¡MÍRATE! ¡ESCÚCHATE! Si así estás ahora, ¿cómo crees que te comportarás frente a Merlí cuando ella te diga que no te cree?
—¿ELLA SE HA CREÍDO TODO LO QUE LE HA DICHO DANAÍ? —cuestiono ansioso; y mi mejor amigo exhala lentamente.
—Sí, Bayá. Sí lo ha hecho...
—¡NO PUEDE SER POSIBLE! ¡¿Por qué le cree a esa mujer antes de preguntarme?! —reniego
—¡BAYÁ! ¡LE HA MOSTRADO FOTOS JOD ER! ¡¿QUÉ QUIERES QUE PIENSE TU MUJER?! ¡PONTE EN SU LUGAR! SE SIENTE HERIDA
—¡PERO ES UNA MENTIRA!
—PERO PARA ELLA, ¡EN ESTE MOMENTO, ES UNA VERDAD! Espera a que esté más tranquila para que puedan conversar.
—Yo no estuve con Danaí; estoy seguro de eso —señalo al llevar mis manos hasta mi nuca y apretarla—. No pude haber estado con ella si me quedé dormido. Porque estoy seguro que me dormí. Ella me dio algo, recordé eso. Ella me dio algo en el whiskey que tomé. YO NO DORMÍ CON ELLA, ¡ESTOY SEGURO!
—¡Ya, Bayá! Cálmate. Sé que podrás explicárselo a Merlí después, pero ahora te sugiero que la dejes descansar. Se siente muy agotada y... no se siente e buen ánimo por las fotos que le mostró Danaí y por otras cosas más que le dijo y las cuales desmentí.
—¿Qué dijo?
—Lo del matrimonio, lo de tu trato con Danaí. Merlí dijo que estabas jugando con ella y otras cosas más.
—Pero yo le dije que era mentira. Le conté mis planes incluso.
—Eso está bien, hiciste bien.
—SÍ, CLARO, PERO.... ¿DE QUÉ ME ES ÚTIL? Merlí no me ha creído.
—Ella solo está dolida por las fotos, pero estoy segura de que después se sentirá mejor y conversará contigo.
—Quiero verla, Ramsés —expreso sincero al mirar hacia el segundo piso.
—Hazlo después, Bayá. Ella necesita dormir un poco, después de todo lo que ha pasado.
—¿Por qué cree lo primero que le muestran? —cuestiono algo decepcionado y triste.
—Debes entenderla, Bayá. Nada de lo que ha vivido y a lo que ha tenido que adaptarse es fácil.
—Lo sé. YO LO SÉ —señalo consciente—. Sin embargo... —exhalo con pesadez—, no puedo evitar sentirme... —me quedo en silencio antes de admitir libremente mis sentimientos.
—¿No puedes evitar sentirte...
—Molesto —miento, ya que, en realidad, me sentía triste—. Molesto porque ha creído lo primero que le han dicho.
—Debiste contarle antes, Bayá.
—¿Para qué? ¿Para que se molestara?
—Si no confías en tu esposa, entonces cómo quieres que sigan juntos.
—Basta, Ramsés...
—Bayá, mejor usa este tiempo para tranquilizarte también. Será mejor si conversan cuando AMBOS están más tranquilos. Ahora no.
—Me preocupa mucho mi hijo. ¿Cómo está él? ¿Qué dijo el médico?
—Dijo que tu hijo está bien, pero, aun así, recomendó que Merlí fuese mañana al hospital.
—Quisiera verlo, tocar el vientre de Merlí...
—Lo podrás hacer mañana, Bayá.
—Esto es injusto, Ramsés —preciso decepcionado. Ella debería dejarme explicarle todo antes.
—Bayá, por favor, te pido que la comprendas.
—Pareces más su amigo que el mío —preciso; y él sonríe.
—Soy tu amigo, Bayá, tu hermano. Si te doy ese consejo es porque creo que ahora no harán más que discutir.
—Yo... —suelto aire lenta y pesadamente— haré lo que me pides —señalo poco convencido y aún decepcionado, triste y... molesto también, ya que ella decidió creer en la palabra de Danaí.
—Me parece una buena decisión.
—Bien... —contesto; y luego de ello, me doy media vuelta para salir nuevamente de mi casa.
—¿A dónde vas?
—Quiero estar solo. NO QUIERO ESTAR AQUÍ. También necesito pensar para no dejarme llevar por la cólera y decepción —respondo frustrado para luego continuar con mi camino.
*******En la noche********
Estaciono mi auto y me quedo pensando dentro de él. Había pasado casi todo el día fuera de casa, pensando en la manera en la que debería afrontar las cosas con la testaruda mujer que se estaba robando mi atención, por la testaruda mujer que, aunque me molestara reconocerlo, estaba empezando a sentir eso que, alguna vez, creí no volvería a sentir.
—Por favor, que todo salga bien —pido al salir del auto, sacar mis llaves, mi móvil y mi cartera.
Luego, camino hacia la entrada principal de la mansión e ingreso. Cuando lo hago, la veo a ella..., estaba sentada sobre el sofá y... acariciando su vientre mientras entonaba una suave melodía; y eso logró tranquilizarme mucho. Me tranquilizó escucharla cantar y me tranquilizó verla... calmada..., muy serena.
«Tal vez, Ramsés no se equivocó», pienso al continuar mirándola cuando, sin esperarlo, me ve.
Al observarme, ella se para del sofá, me mira fijamente y...
—Te estaba esperando —articula con mucha tranquilidad; y eso me hace sentir más relajado y aliviado.
¡Aquí el capítulo de hoy! ¡Lindo día! ¡Sigan comentando y recomendando la historia por favor! :')
* * * * * * * * * MERLÍ * * * * * * * * * * Él me observa fijamente y, por alguna extraña razón, lo noto un poco tranquilo. Eso me sorprende, ya que esperaba a que estuviese furioso, después de que yo le pidiera a Ramsés, su mejor amigo, que no quería verlo por este día. Sin embargo, había cambiado de opinión. Necesitaba verlo y hablar con él cuanto antes y comunicarle la decisión que había tomado y la cual era la mejor para los dos o, mejor dicho... para los tres..., porque también era lo mejor para mi hijo. —Buena noche —saluda; y yo asiento con mi cabeza lentamente. —Buena noche —contesto serena al mirarlo a los ojos también—. Quisiera que podamos hablar por favor —le pido; y él se queda en silencio por unos segundos (los cuales parecieron minutos). —Yo también quiero lo mismo —me contesta muy serio. «Bien, ahí va apareciendo él. El verdadero Maximiliano Fisterra», pienso en silencio al ver su gesto adusto. —Bien, entonces... —miro el sillón que estaba a un lado del sofá en el
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * ¿Cómo me sentía ante lo que acababa de suceder? Muy desconcertado, así como... inevitablemente fastidiado. Inevitablemente fastidiado porque... a ella no pareció importarle o intimidarle el hecho de que yo la ame nazara con su abuela y su mejor amiga. De hecho, no pareció importarle nada, ya que se había mostrado muy tranquila durante toda la conversación y eso me exasperaba, debido a que ella era como una fiera, una verdadera fiera que me daba la contra y no precisamente con suaves susurros como lo había hecho hoy, sino que se defendía, así que me fue muy extraña y, hasta cierto punto, exasperante su pasiva actitud. —Dios, esa mujer piensa volverme loco —señalo al sentarme en el sofá, llevar mis manos a mi nuca, agachar la cabeza y exhalar con pesadez—. Me quiere volver loco..., loco..., aunque... aún no es consciente de que, tal vez, ya lo haya hecho —acepto como todo un imbé cil.—. ¡JODER! ¡Qué mujer para más exasperante! —remarco al pen
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —¿Cómo te sientes? —¿Cómo quieres que me sienta? —respondo serio al seguir repasando los planos que tenía sobre mi escritorio—. Sigue sin hablarme y… —¿Y? —Y lo que más me preocupa es que su estado de ánimo ha vuelto a bajar. Me informan que su apetito ha disminuido, que para casi todo el día para en su habitación y que ahora, incluso, ya no habla con nadie en la mansión —enumero frustrado—. ¿Cómo quieres que me sienta, Ramsés? —Maximiliano —Me siento preocupado, frustrado…, molesto —suspiro con pesadez al dejar de mirar los planos, recostarme sobre mi silla y tirar mi cabeza hacia atrás—. Me siento muy molesto conmigo. De algún modo, yo provoqué todo esto. Yo provoqué que ella estuviera así. —Veo que te preocupa mucho Merlí. —Me preocupa mi hijo. Si ella no está bien, mi hijo tampoco lo está. —¿En serio, Bayá? ¿Aún lo seguirás negando, a pesar de todo lo que ha pasado entre ustedes? —Ya basta, Ramsés. Ese no es asunto tuyo —contesto
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —Mi esposa, QUIERO VER A MI ESPOSA —exijo angustiado, al no tener respuesta alguna del médico. —Señor, Costantini, por favor, le pedimos que se cal… —MI ESPOSA. QUIERO VER A MI ESPOSA —arremeto al querer entrar a la sala de partos, pero mi amigo me detiene. —¡SUÉLTAME, RAMSÉS! —¡BAYÁ! Tu hijo… Lo has asustado —reclama; y de pronto soy consciente de que la pequeña criatura que estaba en mis brazos, estaba llorando muy fuerte. Mi corazón se oprime, pero no puedo hacerlo, no podía tranquilizarme y no podía darle tranquilidad a él. Necesitaba verla…, necesitaba ver a su madre, necesitaba ver a mi esposa, necesitaba… —Necesito verla. Necesito ver a mi esposa, doctor. DÍGAME DÓNDE ESTÁ —Enfermera, por favor, llévese al bebé a la sala de cuidados para recién nacidos. —NO. No quiero que se lo lleven —preciso adusto al mirar a la enfermera con sus brazos estirados hacia mí—. Mi hijo se queda conmigo. No quiero que se lo lleven. —Está bien, se
* * * * * * * * * MERLÍ * * * * * * * * * * —Tu habitación seguirá siendo la del primer piso —informa cuando entramos a la enorme casa blanca en la que había vivido los últimos meses—. No puedes hacer muchos esfuerzos aún, así que... evitar las escaleras ayudará —precisa como si fuera un tutor imponiendo disciplina. —Entiendo… —susurro al ver a mi pequeño bebé y sonreírle—. ¿Quieres conocer nuestra habitación, mi amor? ¿Sí? Pues vamos, mami te la mostrará…, mi pequeño ángel —musito al admirar su angelical rostro—, mi pequeño… —¿Aún no has decidido el nombre? —No, aún no —preciso muy apenada al verlo—. Tú… ¿tienes alguno en mente? —Algunos, pero… tú puedes elegirlo. —Quiero escuchar alguno. —No son tan buenos…, creo… —Igual. Quiero escucharlos. —Está bien, pero vamos a tu habitación. Tú y el bebé deben descansar. —¿Más de lo que descansamos en el hospital? —articulo divertida; y él esboza una casi inadvertida sonrisa—. Bueno…, vamos —concreto; y juntos entramos a mi dormitorio
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * La veo en la habitación de nuestro hijo, estaba con él en sus brazos, mirándolo de la misma forma en la que yo solía hacerlo. Le susurra algo que no puedo llegar a escuchar y, al final, le sonríe; y nuestro hijo a ella también. —Eres tan hermoso, mi pequeño Maximiliano —musita al suspirar y juntar su bello rostro al de nuestro bebé—. Te amo con mi vida…, eres mi vida —señala; y en ese momento, decido acercarme. —Y ustedes son la mía… —expreso mientras la abrazo por detrás y ella cierra sus ojos —Maximiliano —pronuncia mi nombre; y yo aprovecho en dejar un suave beso en su cuello. —Merlí…, mi Merlí —susurro; y ella sonríe. Me había dado cuenta de que le gustaba que yo le dijera “mi Merlí”; y tenía que confesar que… a mí me gustaba decírselo. —Te amo…, te amo a ti y… amo a nuestro hijo. —Son mi vida, Merlí. —Lo sé, lo sé, mi amor —pronuncia tímida; y yo sonrío. —Parece que tuvieras miedo de llamarme así. —No es miedo… —¿Entonces? —
* * * * * * * * * DANAÍ * * * * * * * * * * —¿Esos son los resultados, doctor? —Sí, señora, estos son —informa al entregarme el sobre blanco que tenían en sus manos—, pero veo que su esposo no está. —No, pero puede entregármelo a mí sin ningún problema. —De todas maneras, si el señor quiere una nueva copia, no dude en acercarse a laboratorio para que se le otorgue nuevamente. —¿Cómo? ¿Laboratorio le puede entregar otra copia? —Sí, claro. Puede hacerlo. —Bien…, entiendo —Yo me retiro, señora. —No. Por favor, no, doctor. Quédese un momento aquí por favor. —¿Se siente mal, señora? —No, doctor. Todo lo contrario, es usted un gran médico. —Entonces, ¿en qué la puedo ayudar? —Verá, doctor… —articulo serena al abrir el sobre y leer los resultados. “Vaya, esto era más que esperado, pero… va en contra de mis planes” —Seré muy franca. Estos resultados no me gustan. —Son los únicos que hay, señora. —Lo sé, doctor, pero no me gustan. Ese hombre atractivo que ha estado aquí es el v
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * * —¿Qué es este lugar, Maximiliano? —escupe con mucha molestia. —Tu nueva casa. —Yo tengo mi casa. —Entonces ve a ella. —NO, TÚ NO ME PUEDES HACER ESTO. ¡NO NOS PUEDES HACER ESTO! —grita al venir hacia mí y enseñarme al bebé—. ¿En serio piensas hacerle esto a nuestro hijo? —Se quedarán aquí hasta que yo termine de resolver algunas cosas. —Esto es otra cárcel. Más bonita, pero otra cárcel, al fin y al cabo. Yo no quiero estar aquí. Yo quiero estar DONDE DEBO ESTAR. EN TU CASA, COMO LA SEÑORA FISTERRA, TU ESPOSA. —Eso no se podrá por ahora. —¡LO SABÍA! ¡SABÍA QUE NO HABLABAS EN SERIO CUANDO DIJISTE QUE LA DEJARÍAS! —¡SILENCIO! ¡YA DEJA DE GRITAR! Si no te gusta este lugar, puedes irte, yo no tengo ningún problema. Pero si quieres quedarte a mi lado, es aquí donde debes estar. —Me hiciste una promesa. Te lo recuerdo. Prometiste que la dejarías. —La dejaré cuando sea el momento. Ahora, me voy. Ah… Danaí… —No te vayas, quédate con noso