Cuidado

* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *

—Debes tener cuidado —me dice al ayudarme a sentarme sobre el césped, bajo un frondoso árbol.

—Descuida, estoy bien.

—El médico dijo que no podías hacer mucho esfuerzo.

—Sí, pero tampoco dijo que no podía hacer algo sola —señalo divertida; y él sonríe.

—Tienes una bonita sonrisa —digo de pronto, sin temor; y él se queda mirándome muy atento.

—Gra... gracias —señala algo incrédulo; y yo vuelvo a sonreír por ello.

—Siéntate, ven —le pido al dar golpecitos a un lado de mí.

—Sí..., claro... ¿No prefieres que pongamos la manta y sentarnos ahí?

—No. Me gusta esto..., sentarme directamente en el césped... ah —suspiro al cerrar mis ojos y sentir la suave brisa batir en mi rostro— delicioso aire fresco.

—Sí...

—¿Por qué no me habías contado de este lugar antes?

—Bueno... porque no te despegabas del jardín de amapolas —parece bromear; y yo río por ello.

—Gracias por traerme aquí. Me encantan estos lugares. La naturaleza es lo mejor de la vida —señalo al recostar mi espalda sobre el tallo del inmenso árbol.

—Me alegra que te haya gustado...

—Me encanta... —susurro al sonreírle.

—Permíteme por favor...

—Eres muy atento —comento cuando él empieza a colocar unas almohadas detrás de mi espalda para estar más cómoda—. No, esas son tus almohadas...

—Pero te las estoy dando a ti... y a nuestro bebé...

—O NUESTRA bebé —enfatizo sin detenerme a pensar; y él se queda mirándome sumamente atento—. Yo...

—¿Ya decidiste? —cuestiona de repente; y yo me quedo en silencio—. Solo faltan un par de días.

—Lo sé..., lo sé... —contesto al pensar en todo el tiempo que había pasado.

Ya solo me quedaban seis días para decidir. Si dejaba pasar esos seis días, ya no podía detener mi embarazo.

—¿Merlí? —lo escucho nombrarme y torno toda mi atención a él—. Lo siento, no quise in...

—No, no te preocupes..., está bien...

—Bien..., pronto no volver a preguntar —señala al dirigir su mirada a la canasta y el pequeño cooler que había traído para empezar a sacar la comida, frutas y postres.

—Bayá...

—¿Sí?

—En estos días..., bueno... yo —articulo muy nerviosa— yo te quería agradecer por todo lo que has estado haciendo por mí.

—No tienes nada que agradecer..., yo... solo cuidaba a mi esposa...

—Sí, claro —sonrío gentil— por el contrato —agrego; y él se queda viéndome.

—Yo... solo cuidaba a mi esposa —repite; y aquello me extraña.

—Pues está haciendo un buen trabajo, señor Costantini —preciso; y él vuelve a mirarme curioso.

—Merlí...

—Bayá... —contesto; y aquel hombre me sonríe.

—Debo contarte algo más...

—¿Qué cosa?

—Mi verdadero nombre no es Santiago Costantini...

—¿Es Bayá?

—Tampoco

—¿Entonces?

—Mi verdadero nombre es... Maximiliano...

—¿Maximiliano?

—Maximiliano Fisterra

—¿Maximiliano Fisterra?

—Sí... y lamento haber mentido, pero... casi nadie sabe mi nombre, excepto mi padre, mi madre, Ramsés y... también se lo había dicho a Daní.

—Sí, ahora recuerdo

—¿Recuerdas qué?

—Ella te llamaba así... Maxi...

—Nadie puede decir mi nombre a la ligera, incluso Danaí...

—Pues ella me lo dijo...

—Solo espero que no se lo haya dicho a nadie más porque le puede pe... —guarda silencio.

—Sí, prefiero no escuchar eso —preciso sonriente; y él también me sonríe—. Entonces... te llamas Maxi —susurro al tiempo en que lo miro a los ojos y, sin pensar mucho, llevo mi mano hasta una de sus mejillas; y él no se opone—. Maximiliano..., Maximiliano Fisterra

—Sí —musita sin quitar su mirada de mí.

—Me gusta tu nombre... Maximiliano —repito; y él sonríe

«Dios, debo estar loca por hacer esto», me digo en silencio, a la vez que me voy acercando lentamente a él.

Mi pulso se acelera, siento mi corazón retumbar demasiado y, cuando estoy a escasos milímetros de sus labios, los siento tensarse, mas no se aleja de mí, así que eso significaba que...

—¿También lo quieres? —susurro; y cuando hago ello, puedo llegar a rozar sus labios (los cuales humedece de una manera tan seductora).

—Sí —contesta a la vez que su mano viaja hasta la base de mi mentón—, lo quiero —determina y, sin esperar más, nos besamos.

Nos besamos, en un inicio, muy lentamente, como reconociéndonos, pero mientras más avanzaba el beso, más libres nos sentíamos de invadir la boca del otro. Siento su lengua abrirse paso en mi cavidad y, con mucha dedicación, empieza a explorarla de una manera que me estaba volviendo loca. Quería más, mucho más; sin embargo, la falta de aire nos detuvo; no obstante, no fue por mucho tiempo, ya que nuestras miradas suplicaban por más, así que sin perder segundo alguno, decidimos volver a dejarnos llevar por aquello que, extrañamente había aparecido y se iba intensificando sin poderlo evitar.

—Bayá... —musito con la voz entrecortada, pero sin separarme de sus labios.

—Merlí —pronuncia al tiempo en que su tórax se ensancha, producto de su irregular respiración.

—Ya... ya lo decidí...

—¿Qué? —interroga confuso.

—Ya lo decidí —indico al mirarlo a sus ojos—. Quiero tenerlo..., quiero que la tengamos. No sé si es varón o mujer, pero quiero ser madre... ¿qué hay de ti? —interrogo; y su respuesta me sorprende, pues... fue otro de sus deliciosos besos.

—Sí, sí quiero —agrega muy contento; y yo sonrío para después tomar sus mejillas y acercarlo a mí para continuar besándolo.

Lo que más me gusta es que él no se opone, sino todo lo contrario, parece disfrutarlo tanto como yo.

—Bayá... —pronuncio su nombre de una forma muy nueva para mí.

—Merlí —articula con la voz ronca para luego continuar besándome.

Él me besaba y yo sentía mi cuerpo querer volver a experimentar aquel deseo intenso que sentí cuando él y yo..., en mi habitación...

«Aunque quisiera que sea distinto esta vez», pienso al seguir besándolo.

—Bayá —articulo su nombre al tomar una de sus manos.

—¿Qué... qué sucede? —cuestiona agitado; y yo sonrío.

—¿Qué tan privado es este lugar? —interrogo algo tímida al tiempo en que siento mis mejillas arder.

Él me queda mirándome muy fijamente, como tratando de descifrar mis palabras hasta que, de un momento a otro, parece haberlo hecho.

—Muy privado —precisa muy serio; y yo sonrío.

—Eso..., eso es bueno —señalo; y él comienza a acariciar mi rostro delicadamente.

—Tú... ¿estás segura de esto? —pregunta algo temeroso; y entendía por qué.

—Sí —contesto con mucha seguridad—. ¿Y tú?

—Sí —responde firme.

Luego de ello, después de su respuesta, llevo msi manos a su camisa y empiezo a desvestirlo.

—Merlí —pronuncia excitado al ayudarme con su camisa y así terminar de quitársela muy rápidamente.

Acto seguido, yo dejo de recostarme sobre el árbol para echarme completamente sobre el césped.

—Con cuidado —me pide; y yo sonrío, provocando que él también lo haga.

—Deja de preocuparte tanto —le pido al llevar mis manos hasta su espalda, la cual era muy ancha, tonificada, bien trabajada, así como su piel era muy suave y tersa—. Dios... —jadeo de pronto al sentir sus manos por el interior de mi vestid y deslizándose por todas mis piernas.

Bayá termina de colocarse, muy delicadamente entre mis piernas y comienza a bajar de mi boca por todo mi cuello hasta llegar al escote de mi vestido y deslizar aquel con sus manos hasta mi cintura.

Así, mis senos quedan en total libertad, puesto que no traía puesto brasier alguno.

—Merlí —pronuncia mi nombre de una forma extraña.

Después, solo se inclina hacia mis pechos y comienza a besarlos.

—AH... —gimo cuando ha atrapado uno de mis pezones— Bayá —pronuncio al cerrar mis ojos y dedicarme a disfrutar de aquella maravillosa estimulación mientras deslizo mis manos por toda su espalda.

Bayá pasa a mi otro pezón y me regala las mismas caricias, logrando que ambos se endurezcan mucho.

—Dios... —musito al sentir sus manos deshacerse de mi única prenda interior—. Bayá... —articulo su nombre muy deseos mientras mis manos viajan a sus pantalones para empezar a quitarle su cinturón.

—Merlí —susurra al comenzar a regalarme besos en todo mi vientre. Bayá saborea mi piel con su deliciosa lengua hasta bajar a aquella zona tan sensible de mí

—Bayá... AH —gimo cuando su boca ha empezado a atacar esa zona—. AH... AH... —gimo al disfrutar aquello al máximo.

Nunca antes había sentido algo igual, no sabía lo maravilloso que era; sin embargo, ahora sabía que, desde este momento, era algo que no quería dejar de tener y de hacer.

Veo a Bayá hundiendo su rostro entre mis piernas para continuar deleitándome con su deliciosa boca. Aquella imagen logra excitarme mucho más hasta el punto de tomar sus cabellos y presionar para que no abandonar aquel lugar de mi cuerpo.

Gimo mucho más hasta que de repente, él se detiene repentinamente y vuelve a colocarse entre mí y besarme en los labios.

—Deliciosa —susurra al mirarme con lujuria— DELICIOSA —confirma al morder mi labio inferior.

—Bayá —articulo al empezar a quitarle sus pantalones.

—¿Ansiosa? —cuestiona seductor y divertido (lo cual me gustó mucho).

—SÍ —decido ser muy honesta; y él sonríe.

—Yo también —musita de una forma extraña nuevamente—, pero... ¿estás segu...

—Muy segura —me adelanto; y ambos nos sonreímos mucho.

—Bien...—es lo único que dice; y después, solo termina de bajarse los pantalones.

Finalmente, solo se dedica a explorar mi interior... a hundirse en mí.

—AAAH... —jadeo muy complacida.

Bayá comienza a entrar y salir de mí de una forma muy lenta y tortuosa, aquel parecía querer ser delicado; no obstante, yo quería que fuese más rápido.

—Por favor, más... —le pido; y él sonríe.

—El bebé... o... o... la bebé

—El sexo es fundamental AH... en el embarazo —completo y sonríe.

—Está bien..., está bien..., seré buen esposo —contesta sonriente; y empieza a aumentar su ritmo.

Entra y sale de mí con más rudeza, la cual me encantaba. Me dediqué a disfrutar de cada una de sus firmes estocadas, de nuestro vaivén, de su experiencia porque... sabía que no cualquier hombre te llevaba a la gloria, según Cassandra, y yo debía admitir que me sentía como si estuviera en el mejor lugar del mundo. Me sentía libre y muy, muy complacida, sentía demasiado placer que, en un momento, llegó a explotar en un muy fuerte orgasmo de ambos.

—Dios... —musito agitada; y él sonríe para después besarme fugazmente en los labios.

—Merlí —musita mi nombre de manera especial; y yo le devuelvo el beso.

Después..., después solo nos quedamos abrazados, tratando de regular nuestras respiraciones.

** * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * *

* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *

—¿Lista? ...

—Lista —me responde al darme un beso.

Los meses habían pasado y hoy conoceríamos el sexo de nuestro bebé o... nuestra bebé, como siempre ella aclaraba.

—Bueno, entremos —preciso; y tomo su mano para entrar al consultorio.

Ahí, como era costumbre ella se sube a la camilla y empieza a ser examinada hasta que llega el momento esperado.

—Bueno... —sonríe el doctor— debo anunciarles que... serán los padres de un hermoso varón —señala sonriente; y aquello me tomó por sorpresa.

—Varón —susurro; y Merlí me sonríe.

—SÍ, VARÓN —precisa emocionada—. Lo que queríamos... —precisa; y yo no sabía cómo reaccionar a eso, pues, siendo honesto conmigo, jamás había sentido tanta felicidad como ahora.

Merlí ya no me rechazaba y yo... yo tenía que confesar que estaba enamorado de ella... y estaba seguro de que ya era desde hace mucho tiempo, pero, en ese entonces, no quería admitirlo.

—Varón... sí —musito; y ella me sonríe.

—La misma cara de siempre —menciona al fruncir su ceño—, pero sé que estás feliz —agrega; y yo trato de sonreírle, pero no puedo debido a la sorpresa.

—Vaya... tenemos a un padre muy impresionado...

—Gracias, doctor.

—Sí, gracias, doctor —preciso yo también y le doy la mano.

Después, los dos salimos del hospital y regresamos a la casa, no sin antes detenernos a comprar ropa para nuestro bebé.

—Gracias por todo...

—Merlí..., eres mi esposa...

—Gracias...

—No..., no agradezcas por favor. Es mi hijo también —señalo serio; y ella sonríe.

—Varón... —sonríe muchísimo más— la ropita que le hemos comprado está preciosa, pero... ¿no crees que hemos exagerado un poco? —pregunta al ver su habitación llena de bolsas.

—No, claro que no. Nuestro hijo merece todo lo que se le pueda dar —contesto; y beso su frente.

—Mmmm... ya es tarde —bosteza—. Nos entretuvimos mucho en las tiendas. En la última, tuvieron que sacarnos —menciona divertida; y yo río por verla tan feliz.

—Es hora de que descanses —preciso al dirigirla a su ducha para bañarla—. ¿Quieres un baño de tina?

—Sí por favor —responde como una niña; y yo le doy un suave beso en sus rosados labios.

—Vamos —indico; y la llevo hasta su bañera.

Termino de lavar todo su cuerpo, de hacerle el amor y, finalmente, la llevo a su cama para acostarla.

—Eres un buen niñero —bromea; y yo le sonrío para después darle un beso.

—Descansa...

—Bayá —me detiene de irme.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —pregunto preocupado; y ella sonríe.

—Te quiero —murmura tímida; y yo me quedo sin palabras.

Era la primera vez que me decía te quiero y eso... eso..., eso me... alegraba, me hacía sentir aquella sensación rara en el pecho, esa... calidez...

—Yo también te quiero —le correspondo; y ella se queda acariciando mi rostro.

—Buena noche..., Maximiliano... —me llama por mi nombre por primera vez.

—Buena noche... Merlí... —respondo; y nos besamos.

Quisiera quedarme en su habitación, hacerle el amor otra vez; sin embargo, debía respetar su decisión sobre dormir en habitaciones diferentes aún. Ella quería eso, a pesar de que nuestra relación haya avanzado, y yo lo iba a respetar.

—Que descanses —susurra; y le doy otro beso.

—Dulces sueños —le deseo, termino de cubrirla bien y luego, salgo de su habitación y voy a la mía.

Al llegar a mi cuarto, me quito la ropa y voy al baño para cepillarme los dientes. Finalmente, me coloco mi pijama y me dispongo a ir a la cama para dormir; sin embargo, el sonido de mi celular me detiene.

—Danaí —leo; y respondo con molestia—. ¿Qué quieres?

—Es urgente —se escucha muy seria.

—¿Qué pasó?

—Sánchez, algo pasa con Sánchez, estoy segura —señala alterada.

—¿Qué sabes de él? —pregunto más serio de lo normal.

—Creo que pretende sorprendernos. Necesito que vengas a mi mansión, necesitamos una reunión urgente, no podemos esperar.

—¿QUÉ TAN GRAVE ES?

—BAYÁ, ES SERIO —responde verdaderamente preocupada—. DEBES VENIR. NO QUIERO SORPRESAS. ME HA COSTADO MUCHO LLEGAR HASTA DONDE ESTOY AHORA Y NO LO VOY A PERDER POR TUS CAPRICHOS.

—A MÍ NO ME LEVANTAS LA VOZ —advierto muy serio; y ella se calla—. YA SALGO PARA ALLÁ —contesto sin ánimos; y me cambio de ropa para salir de mi casa.

Evelyn Zap

¡Aquí el segundo capítulo! Como saben, las actualizaciones depende de la participación de todas y todos ustedes, así que sigan animándose a dejar comentarios, reseñas y recomendar "Maximiliano Fisterra" ;) ¡Lindo día o noche, según corresponda!

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