* * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *
—¡POR FAVOR, BAYÁ! ¡NO PODEMOS HACER ESO! —¡MI HIJO ESTÁ AHÍ, RAMSÉS! ¡Y DANAÍ ES CAPAZ DE HACERLE CUALQUIER COSA! —preciso muy furioso.—¡LO SÉ, ¡LO SÉ, BAYÁ! ¡PERO PIENSA! ¡NO PODEMOS ENFRENTARNOS A SÁNCHEZ DE LA NOCHE A LA MAÑANA! ADEMÁS, ¡JO DER! ¡ESA MUJER SE ESTÁ PRECIPITANDO MUCHO! Está bien que Sánchez apenas controle una cuarta parte de todo el territorio, pero... tiene influencias, Bayá y puede llamar a gente que no necesariamente esté involucrada en nuestro negocio.—¿CREES QUE NO LO SÉ? ¡PERO QUÉ QUIERES QUE HAGA! ¡ME TIENE ATADO DE MANOS! ¡NO PUEDO HACER NADA! ¡NO CUANDO LA VIDA DE MI HIJO CORRE PELIGRO! ¡NO PUEDO HACER NADA! ¡NO PUEDO!—¡POR FAVOR, BAYÁ! ¡NO MINIMICEMOS EL PODER DE SÁNCHEZ!—¡NO LO HAGO! PERO... ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA...?—No sé, no sé, pero no podemos atacarlo ahora porque si tomamos a Sánchez, su familia no se quedará tranquila. Sabes lo que se viene después. Muchas revueltas, contra ataques, Bayá y sé que podríamos hacerles frente, pero no ahora, no con tremenda presión, sin un plan concreto y bien desarrollado. Lo único que lograremos es perder algo de poder.—¿ENTONCES QUE CARA JOS HAGO? —interrogo exasperado— YO NO PUEDO DEJAR A MI HIJO AHÍ!—¡BAYÁ, POR FAVOR! ¡NO PODEMOS ATACAR! ¡SERÍA CONTRAPRODUCENTE PARA NOSOTROS EN ESPECIAL! A DANAÍ CASI NADIE LA RESPETA, PERO TÚ... —me mira muy fijamente— TÚ TIENES UNA REPUTACIÓN Y UNA IMAGEN QUE CUIDAR, ¡NO PUEDES EXPONERTE A FRACASOS! ¡RECUERDA!—¡JO DER! —grito muy furioso al escucharlo, puesto que tenía mucha razón y eso me molestaba en sus niveles más altos.No obstante, no podía..., no podía dejarla ahí con la loca de ex novia que tenía.—NO PUEDO...—BAYÁ...—¡MI HIJO ESTÁ AHÍ!—¡Y MERLÍ! —me recuerda; y eso me enfurece mucho más—. ¡RECONÓCELO! ¡LO HACES MÁS POR ELLA QUE EL BEBÉ!!—¡NO! ¡CLARO QUE NO! ¡LOS DOS SON IMPORTANTES PARA MÍ!—¿Entonces ya reconoces que te interesa y que la quieres? —interroga frontal; y yo solo me quedo observándolo muy fijamente.A nadie que no fuese Merlí le había confesado lo que sentía por ella (ni siquiera a Ramsés). Lo último que quería era que alguien me viese doblegado frente a los encantos de una mujer. Sin embargo, tampoco quería negar que estaba enamorado de ella..., que estaba... COMPLETAMENTE ENAMORADO DE... MERLÍ FERNAND, mi pequeña fiera).—Bueno, ya no tienes que responder —señala mi amigo—. La respuesta es más que evidente —concreta; y yo no digo nada al respecto—. Me alegra saber que otra mujer ya pudo entrar en tu corazón, Bayá...—Quiero a los dos de regreso, Ramsés —expreso sincero al ir hacia la cama de Merlí y tomar una de sus almohadas para acariciarla con mis manos y observarla muy fijamente.—Bayá, no podemos atacar a Sánchez. Eso, incluso, sería mucho peor en el futuro. —Lo sé...—Sánchez no ostentará mucho poder territorial, pero tiene amigos fieles, así como influencias en los altos rangos.—YO TAMBIÉN.—Lo sé, pero no creo que sea hora de conflictos, Bayá. EL atacar a Sánchez ahora podría significar, en un futuro, atentados contra tu esposa y tu hijo. Los estarías exponiendo si haces eso.—Entonces, ¿QUÉ HAGO, RAMSÉS?—Primero, te recomiendo que te calmes y segundo, que nos pongamos a pensar en un plan para salvar a Merlí sin tener que recurrir a ayudar a Danaí a enfrentarse a Sánchez.—Yo creo que no deberíamos esperar tanto —preciso nervioso al ir hacia el tocador de Merlí y sacar de uno de sus cajones una pequeña cadenita que le regalé.Una cadenita con el dije de un ángel, el cual era nuestro pequeño hijo).—NO, NO PODEMOS ESPERAR —señalo muy firme al salir de la habitación de mi esposa para ir a la mía.—¡BAYÁ! ¡BAYÁ! —me grita mi amigo mientras siento sus pasos detrás de los míos—. ¡POR FAVOR, BAYÁ! ¡VENGA! ¡CÁLMATE! ¡SENTÉMONOS A CONVERSAR Y A PLANEAR OTRA ESTRATEGIA PARA SALVAR A MERLÍ!—¡YO NO PUEDO ESPERAR TANTO TIEMPO, RAMSÉS! MERLÍ ESTÁ EN LAS MANOS DE DANAÍ—le recuerdo al terminar de subir las escaleras y dirigirme a mi cuarto.—¡JO DER, BAYÁ! ¡SOY CONSCIENTE DE QUE MERLÍ ESTÁ CON DANAÍ Y SÉ LO QUE ES CAPAZ DE HACER ESA MUJER!—¡PUES NO LO PARECE! —refuto al dirigirme a mi caja fuerte secreta. Coloco la clave, la abro y después, digito la clave en la cual tenía mi arse nal personal, así como una serie de documentos importantes.—Necesitaré esto —señalo al tomar una carpeta—. Y también una de estas —agrego al tomar un ar ma y guardarla en la cintura de mi pantalón. —¡BAYÁ!—¡¿QUÉ QUIERES?!—¡DEBES TRANQUILIZARTE PARA PENSAR!—¡NO! ¡NO PUEDO! ¡NO ME PIDAS ESO! ¡NO CUANDO LA VIDA DE MI ESPOSA Y MI HIJO ESTÁN EN RIESGO! ¡ASÍ QUE YA DEJA DE INSISTIR!—¡PONDRÁS EN RIESGO LA VIDA DE MERLÍ! —grita de pronto; y yo me giro a verlo fijamente.—¿QUÉ HAS DICHO? —increpo muy serio.—Lo que escuchaste. Si actúas impulsivamente, ten por seguro que la única perjudicada sería Merlí y, por ende, tu hijo, Bayá.—¿POR QUÉ LO DICES?—Porque nada te garantiza que la loca de Danaí libere a Merlí a salvo. PIENSA EN ESO. ¿TE DIO ALGÚN TIPO DE GARANTÍA? —cuestiona de pronto; y yo me quedo en silencio y pensativo.—NO —contesto finalmente.—Tú no puedes confiar en la palabra de esa mujer —me recuerda de repente—. SABES QUE DANAÍ CARECE DE RESPETO A SU PALABRA, ASÍ QUE NO ES GARANTÍA DE ALGO. ASÍ QUE NO PUEDES FIARTE EN QUE TE REGRESARÁ A MERLÍ DESPUÉS.—¡MIER DA! —vocifero al golpear la puerta de mi habitación—. ENTONCES, ¿QUÉ ES LO QUE DEBO DE HACER? ¡ME SIENTO PERDIDO, RAMSÉS! ¡LO ÚNICO QUE DESEO ES QUE MERLÍ Y NUESTRO HIJO VUELVAN A MÍ, A NUESTRA CASA Y QUE VIVAMOS TRANQUILOS LOS TRES ¡NO QUIERO MÁS! ¡LA QUIERO A ELLA! ¡QUIERO A MI HIJO! ¡JO DER! ¡VOY A ACABAR CON DANAÍ CUANDO TODO ESTO TERMINE! ¡LO PROMETO! ¡ELLA VA A PAGAR TODO LO QUE ESTÁ HACIENDO AHORA! ¡VA A PAGAR POR CADA LÁGRIMA QUE HA HECHO DERRAMAR A MERLÍ! ¡Y PAGARÁ POR EL MIEDO QUE LE ESTÁ HACIENDO SENTIR A MI MUJER Y EL CUAL TRANSMITE A NUESTRO HIJO! ¡LO VA A PAGAR! ¡LO VA A PAGAR MUY CARO! ¡Y LO FIRMO CON MI PALABRA! ¡NADIE AMENAZA A MAXIMILIANO FISTERRA! ¡NADIE LE DICE QUÉ HACER A MAXIMILIANO FISTERRA! ¡NADIE SE CUESTRA A LA MUJER DE MAXIMILIANO FISTERRA! ¡NADIE SE MEE CON MI MUJER! ¡NADIE! ¡Y MUCHO MENOS CON NUESTRO HIJO! ¡MI PRIMOGÉNITO!—¡MUY BIEN! ¡MUY BIEN! ¡ESTOY DE ACUERDO CONTIGO! Cuando todo esto acabe, debemos pensar en qué haremos con Danaí, pero... mientras tanto, debemos concentrarnos en hacer otra cosa, Bayá. TE LO REPITO: NO PODEMOS ATACAR A SÁNCHEZ. NO ES EL MOMENTO. —¿TIENES PENSADO ALGÚN PLAN?—TENGO UNO, PERO CREO QUE PODRÍAMOS IDEAR UNO MUCHO MEJOR.—Solo quiero a mi esposa y mi hijo de regreso, Ramsés —digo al tiempo en que vuelvo a mi cama y me siento en ella para ponerme a recordar mis noches con Merlí. Aquellas noches en las que la hice mía de toda forma posible. Aquellas noches en las que me dispuse a acariciar su vientre, actual hogar de nuestro futuro bebé.—Dios, necesito a mi mujer —murmuro con libertad; y mi amigo se sorprende mucho de escucharme—. Por mi hijo —agrego; y él sonríe irónico.—Sí, claro... por tu hijo —agrega del mismo modo; y eso me incomodó un poco.—Entonces... NO ATACAREMOS A SÁNCHEZ.—NO, no atacaremos a nuestra mafi a rival.—Entonces... ideamos un plan para sacar a mi esposa e hijo de donde sea que los tenga DANAÍ —pronuncio con mucha rabia.—SÍ, ESO HAREMOS. ASÍ QUE DEBEMOS BAJAR AHORA PARA RECIBIR INFORMACIÓN QUE HAYA RECOPILADO TODOS NUESTROS HOMBRES —precisa mi amigo al ir hacia la salida de mi habitación.—Creo saber dónde puede estar.—¿Cómo lo sabes?—Por la foto que me envió —señalo; y siento la ira apoderarse e invadirme por completo nuevamente— Creo que... pude reconocer el lugar.—¿Cuál es? ¿Qué tan seguro es que sea el lugar que piensas?—Bueno, no estoy tan seguro, pero, como sea, encontraré a Merlí y la traeré de regreso a mi lado. Ni siquiera permitiré que pase esta noche fuera de su casa.—Muy bien, muy bien, Bayá. ¿Sabes algo?—Te escucho... —preciso, pero Ramsés se queda callado—. RAMSÉS —lo nombro más fuerte; y él reacciona—. TE ESCUCHO —le repito; y él se aclara la garganta.—Perdón, me quedé pensando en toda esta situación.—Dime, ¿QUÉ ES LO QUE PIENSAS?—¿HASTA QUÉ HORA TE DIO PLAZO DANAÍ PARA IR ANTE ELLA?—NO ME DIO HORA, pero pensaba ir ahora. Estoy seguro de que no demorará en llamarme.—Bueno, entonces, Bayá, más nos vale estar preparados de una vez. Tenemos que idear el plan ya para que cuando ella llame, tú ya estés listo para salir y no levantemos sospecha alguna.—Tienes toda la razón —respondo adusto; y luego..., luego solo me levanto de la cama y empiezo a caminar hasta la sala de mi casa (lugar en el que me esperaban mis hombres).¡Aquí otro capítulo más! Por cierto, espero que recuerden que realicé una solicitud para que "Maximiliano Fisterra" estuviese gratis el mayor tiempo posible. El pedido fue que al menos fuese así por 15 días (los cuales ya se cumplieron); sin embargo, creo que se ha extendido por más tiempo <3 ¡Y eso se debe al apoyo de todos y todas ustedes! ¡No olviden seguir recomendando la historia por favor! ¡Gracias a miles y, ahora sí, lindo fin de semana! ¡Nos leemos el lunes!
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * * —Por favor, suéltame —suplico al tiempo en que ya no aguanto más y me quiebro frente a ella. —¡Eso no pienso hacerlo! ¡Ni así Bayá logre ayudarme a controlar el territorio de Sánchez! ¡Yo no te soltaré! ¡No permitiré que ustedes dos vuelvan a estar juntos! ¡Y MUCHO MENOS SI ESTÁS ESPERANDO UN HIJO DE ÉL! —¡NO! Yo... ya no quiero —lloro mucho más fuerte. —¿Qué quieres decir? —cuestiona muy interesada al prestarme toda su atención. —Que yo ya no quiero... —me quiebro más. —¡HABLA YA! —grita exasperada. —Que yo ya no quiero a este bebé —digo entre lágrimas para después romper en un intenso llanto. Me sentía avergonzada por haber dicho ello, pero... la estúpida rabia me abía ganado. —Eso sería MUUUUY FÁCIL —sonríe muy divertida—, pero ni creas que lo haré —agrega muy seria—. Primero, porque Bayá se encargaría de deshacerse de mí si se entera que yo me deshice de su primogénito —señala—. Por otro lado y LO MÁS IMPORTANTE, es que si ese beb
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —Eso es nuestro plan, mi amor —señala cariñosa al acariciar una de msi manos que estaban sobre su escritorio. En eso, suena mi celular y yo llevo la mano que ella acariciaba a mi bolsillo. Saco mi móvil, lo enciendo y me doy cuenta de que es un mensaje de Ramsés, a´si que lo abro rápidamente, pues esperaba noticias sobre el rescate de Merlí y mi hijo. Entro al mensaje y... "Están a salvo. Tu esposa y tu hijo están a salvo", leo y siento una enorme tranquilidad envolverme. —¿Mi amor? —escucho su insoportable voz—. Maxi, mi amor... —No te muevas; no se te ocurra moverte —amena zo complacido al mirarla fijamente. Danaí me mira con mucha extrañeza hasta que, de pronto, mis hombres (quienes habían tenido la orden de ex terminar a los suyos) se hacen presente en su despacho. —No te muevas —vuelvo a advertir cuando me doy cuenta de que trata de sacar su arm a. —Maximiliano, ¿qué significa esto? —pregunta nerviosa; y yo sonrío. —Primero, amo
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —Señor Bayá —me habla uno de mis hombres cuando estoy a punto de subir a mi auto para ir a mi casa y ver a mi esposa. —Que sea rápido. —Las condiciones, señor Bayá. ¿En qué condiciones quiere que esté... —Denle lo suficiente como para que ella y su bebé puedan estar bien —señalo muy serio—. El niño, aunque no sea mi hijo —preciso porque estaba muy seguro de eso—, debe estar bien. —Sí, señor Bayá —contesta; y después de eso termino de caminar hacia mi auto, entrar en él y comenzar a conducir hasta mi casa. Al llegar a la mansión, estaciono mi auto y voy directo a su habitación; sin embargo, el ver a Ramsés en la sala, me detiene. —¿Ramsés? —Bayá —me habla serio. —¿Qué haces aquí? Pensé que estarías ya en tu casa. ¿Hay algo que haya pasado? —NO, NO... todo salió bien; solo hubo un hombre herido, pero nada más. Ya está siendo atendido. —Bien, bien... —Bueno, en realidad, SÍ pasó algo, Bayá —dice de pronto. —¿QUÉ PASÓ? —interrogo adus
* * * * * * * * * MERLÍ * * * * * * * * * * Él me observa fijamente y, por alguna extraña razón, lo noto un poco tranquilo. Eso me sorprende, ya que esperaba a que estuviese furioso, después de que yo le pidiera a Ramsés, su mejor amigo, que no quería verlo por este día. Sin embargo, había cambiado de opinión. Necesitaba verlo y hablar con él cuanto antes y comunicarle la decisión que había tomado y la cual era la mejor para los dos o, mejor dicho... para los tres..., porque también era lo mejor para mi hijo. —Buena noche —saluda; y yo asiento con mi cabeza lentamente. —Buena noche —contesto serena al mirarlo a los ojos también—. Quisiera que podamos hablar por favor —le pido; y él se queda en silencio por unos segundos (los cuales parecieron minutos). —Yo también quiero lo mismo —me contesta muy serio. «Bien, ahí va apareciendo él. El verdadero Maximiliano Fisterra», pienso en silencio al ver su gesto adusto. —Bien, entonces... —miro el sillón que estaba a un lado del sofá en el
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * ¿Cómo me sentía ante lo que acababa de suceder? Muy desconcertado, así como... inevitablemente fastidiado. Inevitablemente fastidiado porque... a ella no pareció importarle o intimidarle el hecho de que yo la ame nazara con su abuela y su mejor amiga. De hecho, no pareció importarle nada, ya que se había mostrado muy tranquila durante toda la conversación y eso me exasperaba, debido a que ella era como una fiera, una verdadera fiera que me daba la contra y no precisamente con suaves susurros como lo había hecho hoy, sino que se defendía, así que me fue muy extraña y, hasta cierto punto, exasperante su pasiva actitud. —Dios, esa mujer piensa volverme loco —señalo al sentarme en el sofá, llevar mis manos a mi nuca, agachar la cabeza y exhalar con pesadez—. Me quiere volver loco..., loco..., aunque... aún no es consciente de que, tal vez, ya lo haya hecho —acepto como todo un imbé cil.—. ¡JODER! ¡Qué mujer para más exasperante! —remarco al pen
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —¿Cómo te sientes? —¿Cómo quieres que me sienta? —respondo serio al seguir repasando los planos que tenía sobre mi escritorio—. Sigue sin hablarme y… —¿Y? —Y lo que más me preocupa es que su estado de ánimo ha vuelto a bajar. Me informan que su apetito ha disminuido, que para casi todo el día para en su habitación y que ahora, incluso, ya no habla con nadie en la mansión —enumero frustrado—. ¿Cómo quieres que me sienta, Ramsés? —Maximiliano —Me siento preocupado, frustrado…, molesto —suspiro con pesadez al dejar de mirar los planos, recostarme sobre mi silla y tirar mi cabeza hacia atrás—. Me siento muy molesto conmigo. De algún modo, yo provoqué todo esto. Yo provoqué que ella estuviera así. —Veo que te preocupa mucho Merlí. —Me preocupa mi hijo. Si ella no está bien, mi hijo tampoco lo está. —¿En serio, Bayá? ¿Aún lo seguirás negando, a pesar de todo lo que ha pasado entre ustedes? —Ya basta, Ramsés. Ese no es asunto tuyo —contesto
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —Mi esposa, QUIERO VER A MI ESPOSA —exijo angustiado, al no tener respuesta alguna del médico. —Señor, Costantini, por favor, le pedimos que se cal… —MI ESPOSA. QUIERO VER A MI ESPOSA —arremeto al querer entrar a la sala de partos, pero mi amigo me detiene. —¡SUÉLTAME, RAMSÉS! —¡BAYÁ! Tu hijo… Lo has asustado —reclama; y de pronto soy consciente de que la pequeña criatura que estaba en mis brazos, estaba llorando muy fuerte. Mi corazón se oprime, pero no puedo hacerlo, no podía tranquilizarme y no podía darle tranquilidad a él. Necesitaba verla…, necesitaba ver a su madre, necesitaba ver a mi esposa, necesitaba… —Necesito verla. Necesito ver a mi esposa, doctor. DÍGAME DÓNDE ESTÁ —Enfermera, por favor, llévese al bebé a la sala de cuidados para recién nacidos. —NO. No quiero que se lo lleven —preciso adusto al mirar a la enfermera con sus brazos estirados hacia mí—. Mi hijo se queda conmigo. No quiero que se lo lleven. —Está bien, se
* * * * * * * * * MERLÍ * * * * * * * * * * —Tu habitación seguirá siendo la del primer piso —informa cuando entramos a la enorme casa blanca en la que había vivido los últimos meses—. No puedes hacer muchos esfuerzos aún, así que... evitar las escaleras ayudará —precisa como si fuera un tutor imponiendo disciplina. —Entiendo… —susurro al ver a mi pequeño bebé y sonreírle—. ¿Quieres conocer nuestra habitación, mi amor? ¿Sí? Pues vamos, mami te la mostrará…, mi pequeño ángel —musito al admirar su angelical rostro—, mi pequeño… —¿Aún no has decidido el nombre? —No, aún no —preciso muy apenada al verlo—. Tú… ¿tienes alguno en mente? —Algunos, pero… tú puedes elegirlo. —Quiero escuchar alguno. —No son tan buenos…, creo… —Igual. Quiero escucharlos. —Está bien, pero vamos a tu habitación. Tú y el bebé deben descansar. —¿Más de lo que descansamos en el hospital? —articulo divertida; y él esboza una casi inadvertida sonrisa—. Bueno…, vamos —concreto; y juntos entramos a mi dormitorio