* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *
—Me estás consintiendo mucho... —susurro al abrazarlo y posar mi cabeza sobre su enorme pecho—. Ah... —suspiro...—¿Qué sucede? —Nada —contesto al cerrar mis ojos y sonreír.—No creo eso —musita muy suave mientras lo siento acariciar mis cabellos—. ¿Qué sucede?—Solo disfrutaba de tu perfume —preciso al aspirar su exquisito, varonil y elegante aroma.—A mí también... me fascina el aroma de tus... cabellos —precisa con su serena, pero seductora voz por lo grave y elegante que era.—Gracias pro acompañarme todas las mañanas a mis paseos.—Me gusta pasear contigo... —responde; y yo abro mis ojos, elevo mi mirada hacia él, le sonrío y, finalmente, lo beso.—Te quiero mucho, Bayá —susurro al acariciar una de sus mejillas con una de mis manos.—Yo también te quiero, Merlí —contesta al tomar mi mano con la que acariciaba su mejilla para llevarla hasta sus labios y besarla.—Eres un hombre muy ocupado.—Prometo hacer más tiempo para ti y nuestro hijo.—Te extraño mucho a veces —decido confesar.—Yo también lo hago —responde serio; y yo sonrío al observarlo.—¿De qué te ríes?—Me parece muy curioso el que siempre te mantengas muy serio.—Lo siento, yo...—Bueno, a excepción del se... xo —preciso con cierta picardía; y él se queda viéndome fijamente y de aquella manera que tanto me gustaba (con mucho deseo).—Tengo una sorpresa para ti...—¿Más se xo? —pregunto sonriente al enredar mis brazos en su cuello y besarlo.—¿Las hormonas? —inquiere divertido; y yo río.—Sí, las hormonas. Vamos... tenemos tiempo aún...—Merlí, para ti siempre haré tiempo —menciona de pronto; y yo me quedo en silencio a la vez que acuno sus mejillas y beso sus labios muy dulce y suavemente.—Quiero hacer el amor otra vez...—Yo también —¿Regresamos a mi habitación?—Te tengo una sorpresa antes...—¿Sabes algo?—¿Qué?—Me has estado consintiendo mucho esta semana, me das sorpresas a cada rato..., no sabía que fueras tan detallista. No lo parecías —señalo divertida; y él sonríe ligeramente—. Bayá...—Dime, te escucho...—¿Te gusta estar conmigo? —interrogo curiosa; y él se queda observándome muy fijamente.—¿Por qué crees que me levanto, todos los días, a las 4 y 30 de la mañana? Solo a ti se te ocurre dar un paseo a esta hora —bromea; y yo río.—¿Cuál es mi sorpresa?—Debes cerrar los ojos primero.—Uyyy... eso me intriga...—Vamos, ciérralos ya —me pide en un susurro; y yo obedezco—. Te guiaré...—Ay dios, siento que me voy a caer —río.—Yo te sostengo, confía en mí —musita en mi oído, con lo cual logra erizar toda mi piel.—Claro que sí —contesto; y solo me dejo guiar por él.—¿Preparada?—Sí...—Ya quiero ver mi sorpresa.—Bueno, entonces... ahí está —articula con su grave tono de voz (el cual era muy sexi.Cuando abro mis ojos, puedo veo, en uno de los jardines la mansión, una especie de habitación en medio de la naturaleza.—Bayá...—¿Te gusta?—¿Que si me gusta? Esto es... Observo atentamente el lugar, en el cual había una cuna, una especie de corralito de juegos, una silla para comer, una silla mecedora y muchas otras cosas más.—Es para que cuando vengas a dar tus paseos o leer en el jardín, puedas estar más tranquila teniendo a nuestro hijo a tu lado. El techo se hizo con protección uv y uva para que nuestro hijo siempre esté protegido del sol y... todo esto...—Es maravilloso. Ni siquiera se me hubiese ocurrido hacer algo así—Con esto, no quiero decir que solo tú te debas encargar del bebé, yo también lo haré. Me tomaré más tiempo para estar a tu lado y al lado de él.—Bayá..., muchas gracias.—Eres mi esposa, Merlí.—Aun así, muchas gracias —susurro; y le doy otro beso.—Bueno... —se aclara la garganta— ¿de qué estábamos hablando antes? —interroga con picardía; y yo entendía a lo que se refería.—Vamos a mi habitación —susurro sobre sus labios; y el muerdo el inferior para después tomar su mano y empezar a caminar hasta mi habitación para poder hacerlo mío... otra vez.—Tienes prisa —señala divertido; y yo sonrío.—Apresúrate... —es lo único que respondo, cuando de repente, él me detiene, me lleva hacia un rincón de uno de los jardines.—Bayá...—Acuéstate, yo tampoco puedo aguantar tanto —señala; y yo sonrío a la vez que me echo sobre el césped con su ayuda y, finalmente él se coloca entre mis piernas y levanta mi vestido.Lo veo quitarse sus pantalones completamente hasta quedar solo en boxers y luego, solo empieza a besarme completa.—Bayá —susurro su nombre muy excitada.—Merlí —contesta al tiempo en que ha empezado a dejar muchos besos en mi barriga—, mi hijo —articula de pronto; y yo sonrío.—Bayá —gimo cuando ha comenzado a ir cuesta abajo—. BAYÁ —jadeo más fuerte cuando su experta lengua ha iniciado a repartir maravillosas caricias en mi parte más sensible.En ese instante, a mí no me queda más remedio que disfrutar de las maravillas que hacía mi esposo... por contrato....(sonrío).«De contrato o no; es el mejor», sentencio en mi mente mientras jadeo.Bayá, en los últimos días, se había estado comportando mucho más atento de lo que era (lo cual me gustaba, aunque no podía negar que, en cierto momento, se me había hecho algo extraño). Aunque no tendría que serlo..., no tenía por qué ser extraño.** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—¿CÓMO ES QUE SE ATREVIÓ A HACER ESO? —cuestiona Ramsés al golpear mi escritorio.—Ramsés, cálmate.—BAYÁ, DANAÍ HA SOBRE PASADO LOS LÍMITES.—Eso lo sé —respondo serio.—¿Tú sabes qué sucedería si Merlí se llega a enterar que pasaste una noche con tu ex novia?—YO NO LO QUISE, RAMSÉS —aclaro rápidamente.—¿Y crees que Merlí lo creerá?—No pienso contárselo —articulo muy firme, serio y tajante.—Yo también creo que lo mejor es no contárselo por ahora. Porque después deberás hacerlo, si no quieres que Danía lo haga primero. ES QUE NI SIQUIERA ENTIENDO CÓMO ES QUE SIGUE VIVA AÚN ¡JODER! —reniega—. Bayá, si tú me autorizas, yo podría ir ahora mismo a la mansión de Cabanillas y...—TÚ NO LE HARÁS NADA A DANAÍ, RAMSÉS —objeto muy serio al tomar mi copa de whiskey y beberla de un solo trago.—¡POR FAVOR, BAYÁ! La mujer te dro gó y tú, aun así, ¿no quieres hacer nada.—NO.—¿POR QUÉ? —interroga mucho más serio.—Porque no...—¿Es que acaso te sigue interesando?—¿TE VOLVISTE LOCO, RAMSÉS?—Sí, espero estar loco y que eso no sea verdad.—¿QUÉ COSA?—Que no me estés dejando encargarme de Danaí.—NO PUEDES LASTIMAR A DANAÍ. LA NECESITO —señalo muy serio; y mi amigo parece sorprenderse.—¿QUÉ ES LO QUE HAS DICHO?—LO QUE ESCUCHASTE, LA NECESITO —enfatizo relajado; y Ramsés frunce su ceño y endurece su gesto en general.—BAYÁ —me nombra muy serio y con la mirada fija en mí.—¿Sí?—SERÉ FRONTAL—No espero menos de ti, Ramsés.—Tú... ¿Sigues enamorado de Danaí, Baya?—AHORA NO PREGUNTO, LO AFIRMO. Te volviste loco, Ramsés.—No encuentro otra explicación mejor, Bayá. La mujer te dio no sé qué cosa en tu whiskey, te llevó a su cama, ha atentado contra tu mujer y... no sé qué más. PARA SERTE SINCERO —me mira muy serio—, me parece sorprendente que no hayas tomado medidas en el asunto. Si otro fuese el que haya hecho eso, estoy seguro de que no le hubieses dado oportunidad alguna.—NECESITO A DANAÍ, RAMSÉS.—¡¿PARA QUÉ BAYÁ?!—¡TÚ LO SABES! Yo no puedo dejar que Danaí gane terreno y poder. Sí, es buena en muchas cosas, pero es muy poco astuta para otras. Por ejemplo, ella continúa creyendo que yo sigo enamorado igual que la primera vez en que la vi.—Y eso no es cierto, ¿verdad?—¡CLARO QUE NO, RAMSÉS! ¡YO LO HE DICHO! ¡ESA ES UNA COMPLETA LOCURA!—¡¿ENTONCES?!—TÚ LO SABES. SI NECESITO A DANAÍ, SOLO ES PARA HACERME DEL PODER QUE TIENE Y DEL QUE QUIERE OBTENER —señalo—. NADA MÁS —agrego tajante; y mi amigo se tranquiliza.—Bueno..., yo...Mi amigo se ve interrumpido por la entrada intempestiva de uno de mis subordinados—QUE SEA IMPORTANTE —advierto adusto.—Señor —se muestra un poco preocupado.—¿QUÉ SUCEDE?—Señor, acabamos de recibir información del punto Rojo.—¿QUÉ PASA CON EL PUNTO ROJO? —interrogo al ponerme de pie (igual con Ramsés).—Un ataque, señor. Nos están atacando. Los están atacando. Nos han tomado desprevenidos—. Esperamos sus órdenes, señor Bayá.—¡¿ÓRDENES?! ¡¿ÓRDENES?! —grito furioso al salir rápidamente de mi oficina—. ¡YA DEBEMOS ESTAR ACTUANDO!—SEÑOR, HEMOS MANDADO REFUERZOS.—¡NO MANDEN A TODOS! ¡DEBEN ASEGURAR TODOS LOS LUGRES! ¡TODAS NUESTRAS PROPIEDADES! —¡SÍ, SEÑOR!—¡RAMSÉS! —grito.—TE SIGO, TE SIGO —me grita mientras lo veo subiendo a su auto—. Te veo en el lugar sorpresa. —NO DEMORES —preciso muy molesto y, sin más, termino de subir a mi vehículo para empezar a conducir a toda velocidad.El Punto Rojo era mi fortaleza y... nadie se metía con la fortaleza de Maximiliano Fisterra.¡Hola! Aquí les traigo el capítulo de hoy y disculpen por haberme desaparecido ayer ;) Que disfruten mucho de este episodio!
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—Sí, mi amor —le hablo a mi hijo mientras acaricio mi barriga—, ya falta muy poquito para que puedas estar en mis brazos y los de tu padre —señalo al sonreír mientras tomo otra fresa para llevarla a mi boca—. ¿Sabías que antes no me gustaban las fresas? —le pregunto a mi bebé— No, no me gustaban —le contesto sonriente—, pero desde que fue uno de mis antojos por ti, pues... ya no pude dejarlas —señalo muy relajada—. Ah... —suspiro— no sabes cómo quisiera que tu padre estuviese aquí todo el día; sin embargo, sé que no es posible; es un hombre muy ocupado —susurro al seguir acariciando mi vientre—. Pero me prometió que estaría con nosotros a un mes del parto y meses después también. Seremos sus consentidos —señalo divertida; y río—. Yo... —sonrío— jamás imaginé que.... podría amar tanto y... mucho menos a tu padre —menciono con mayor diversión—, pero... me di cuenta de que no es el hombre frío que aparenta ser, sino... es dulce..., es tierno y..
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—¿Te gusta?—Ya basta...—¿Te gustó? ¿Linda no? —cuestiona muy sonriente—. Bayá es tan... guapo y, en esta fotografía sale TAN bien...—Basta, ya basta...—¿Por qué? Si estas fotografías están muy bonitas —menciona muy divertida al verme sufrir—. Mira esta de aquí...—Ya basta, ya no sigas...—Mmm... Y no has visto esta; es mi favorita. El lunar de Maxi es tan sexi...—¡Ya! ¡Basta! —grito muy fuerte al no poder soportar más seguir viendo las fotos.—¡TÚ A MÍ NO ME GRITAS! —exclama al ponerse de pie y abofetearme—- NO ME GRITAS —repite más fuerte—. ¡TÚ NO ESTÁS FRENTE A CUALQUIERA! ¡TÚ ESTÁS FRENTE A LA FUTURA ESPOSA DE MAXIMILIANO FISTERRA! ¡LA VERDADERA MUJER QUE AMA!—Por favor, ya basta —pido al sentir una decepción muy fuerte—. Ya basta —suplico al empezar a llorar muchísimo más y sin temor a contenerme.—Lo sé..., sé cómo has de sentirte, pero no te culpo. Ya ha habido otras ilusas que se enamoraron de Bayá, pero... tú, al igual que las o
* * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—¡POR FAVOR, BAYÁ! ¡NO PODEMOS HACER ESO! —¡MI HIJO ESTÁ AHÍ, RAMSÉS! ¡Y DANAÍ ES CAPAZ DE HACERLE CUALQUIER COSA! —preciso muy furioso.—¡LO SÉ, ¡LO SÉ, BAYÁ! ¡PERO PIENSA! ¡NO PODEMOS ENFRENTARNOS A SÁNCHEZ DE LA NOCHE A LA MAÑANA! ADEMÁS, ¡JO DER! ¡ESA MUJER SE ESTÁ PRECIPITANDO MUCHO! Está bien que Sánchez apenas controle una cuarta parte de todo el territorio, pero... tiene influencias, Bayá y puede llamar a gente que no necesariamente esté involucrada en nuestro negocio.—¿CREES QUE NO LO SÉ? ¡PERO QUÉ QUIERES QUE HAGA! ¡ME TIENE ATADO DE MANOS! ¡NO PUEDO HACER NADA! ¡NO CUANDO LA VIDA DE MI HIJO CORRE PELIGRO! ¡NO PUEDO HACER NADA! ¡NO PUEDO!—¡POR FAVOR, BAYÁ! ¡NO MINIMICEMOS EL PODER DE SÁNCHEZ!—¡NO LO HAGO! PERO... ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA...?—No sé, no sé, pero no podemos atacarlo ahora porque si tomamos a Sánchez, su familia no se quedará tranquila. Sabes lo que se viene después. Muchas revueltas, contra ataques, Bayá y sé que podríam
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * * —Por favor, suéltame —suplico al tiempo en que ya no aguanto más y me quiebro frente a ella. —¡Eso no pienso hacerlo! ¡Ni así Bayá logre ayudarme a controlar el territorio de Sánchez! ¡Yo no te soltaré! ¡No permitiré que ustedes dos vuelvan a estar juntos! ¡Y MUCHO MENOS SI ESTÁS ESPERANDO UN HIJO DE ÉL! —¡NO! Yo... ya no quiero —lloro mucho más fuerte. —¿Qué quieres decir? —cuestiona muy interesada al prestarme toda su atención. —Que yo ya no quiero... —me quiebro más. —¡HABLA YA! —grita exasperada. —Que yo ya no quiero a este bebé —digo entre lágrimas para después romper en un intenso llanto. Me sentía avergonzada por haber dicho ello, pero... la estúpida rabia me abía ganado. —Eso sería MUUUUY FÁCIL —sonríe muy divertida—, pero ni creas que lo haré —agrega muy seria—. Primero, porque Bayá se encargaría de deshacerse de mí si se entera que yo me deshice de su primogénito —señala—. Por otro lado y LO MÁS IMPORTANTE, es que si ese beb
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —Eso es nuestro plan, mi amor —señala cariñosa al acariciar una de msi manos que estaban sobre su escritorio. En eso, suena mi celular y yo llevo la mano que ella acariciaba a mi bolsillo. Saco mi móvil, lo enciendo y me doy cuenta de que es un mensaje de Ramsés, a´si que lo abro rápidamente, pues esperaba noticias sobre el rescate de Merlí y mi hijo. Entro al mensaje y... "Están a salvo. Tu esposa y tu hijo están a salvo", leo y siento una enorme tranquilidad envolverme. —¿Mi amor? —escucho su insoportable voz—. Maxi, mi amor... —No te muevas; no se te ocurra moverte —amena zo complacido al mirarla fijamente. Danaí me mira con mucha extrañeza hasta que, de pronto, mis hombres (quienes habían tenido la orden de ex terminar a los suyos) se hacen presente en su despacho. —No te muevas —vuelvo a advertir cuando me doy cuenta de que trata de sacar su arm a. —Maximiliano, ¿qué significa esto? —pregunta nerviosa; y yo sonrío. —Primero, amo
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * —Señor Bayá —me habla uno de mis hombres cuando estoy a punto de subir a mi auto para ir a mi casa y ver a mi esposa. —Que sea rápido. —Las condiciones, señor Bayá. ¿En qué condiciones quiere que esté... —Denle lo suficiente como para que ella y su bebé puedan estar bien —señalo muy serio—. El niño, aunque no sea mi hijo —preciso porque estaba muy seguro de eso—, debe estar bien. —Sí, señor Bayá —contesta; y después de eso termino de caminar hacia mi auto, entrar en él y comenzar a conducir hasta mi casa. Al llegar a la mansión, estaciono mi auto y voy directo a su habitación; sin embargo, el ver a Ramsés en la sala, me detiene. —¿Ramsés? —Bayá —me habla serio. —¿Qué haces aquí? Pensé que estarías ya en tu casa. ¿Hay algo que haya pasado? —NO, NO... todo salió bien; solo hubo un hombre herido, pero nada más. Ya está siendo atendido. —Bien, bien... —Bueno, en realidad, SÍ pasó algo, Bayá —dice de pronto. —¿QUÉ PASÓ? —interrogo adus
* * * * * * * * * MERLÍ * * * * * * * * * * Él me observa fijamente y, por alguna extraña razón, lo noto un poco tranquilo. Eso me sorprende, ya que esperaba a que estuviese furioso, después de que yo le pidiera a Ramsés, su mejor amigo, que no quería verlo por este día. Sin embargo, había cambiado de opinión. Necesitaba verlo y hablar con él cuanto antes y comunicarle la decisión que había tomado y la cual era la mejor para los dos o, mejor dicho... para los tres..., porque también era lo mejor para mi hijo. —Buena noche —saluda; y yo asiento con mi cabeza lentamente. —Buena noche —contesto serena al mirarlo a los ojos también—. Quisiera que podamos hablar por favor —le pido; y él se queda en silencio por unos segundos (los cuales parecieron minutos). —Yo también quiero lo mismo —me contesta muy serio. «Bien, ahí va apareciendo él. El verdadero Maximiliano Fisterra», pienso en silencio al ver su gesto adusto. —Bien, entonces... —miro el sillón que estaba a un lado del sofá en el
* * * * * * * * * BAYÁ * * * * * * * * * * ¿Cómo me sentía ante lo que acababa de suceder? Muy desconcertado, así como... inevitablemente fastidiado. Inevitablemente fastidiado porque... a ella no pareció importarle o intimidarle el hecho de que yo la ame nazara con su abuela y su mejor amiga. De hecho, no pareció importarle nada, ya que se había mostrado muy tranquila durante toda la conversación y eso me exasperaba, debido a que ella era como una fiera, una verdadera fiera que me daba la contra y no precisamente con suaves susurros como lo había hecho hoy, sino que se defendía, así que me fue muy extraña y, hasta cierto punto, exasperante su pasiva actitud. —Dios, esa mujer piensa volverme loco —señalo al sentarme en el sofá, llevar mis manos a mi nuca, agachar la cabeza y exhalar con pesadez—. Me quiere volver loco..., loco..., aunque... aún no es consciente de que, tal vez, ya lo haya hecho —acepto como todo un imbé cil.—. ¡JODER! ¡Qué mujer para más exasperante! —remarco al pen