No

* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *

—Sí, mi amor —le hablo a mi hijo mientras acaricio mi barriga—, ya falta muy poquito para que puedas estar en mis brazos y los de tu padre —señalo al sonreír mientras tomo otra fresa para llevarla a mi boca—. ¿Sabías que antes no me gustaban las fresas? —le pregunto a mi bebé— No, no me gustaban —le contesto sonriente—, pero desde que fue uno de mis antojos por ti, pues... ya no pude dejarlas —señalo muy relajada—. Ah... —suspiro— no sabes cómo quisiera que tu padre estuviese aquí todo el día; sin embargo, sé que no es posible; es un hombre muy ocupado —susurro al seguir acariciando mi vientre—. Pero me prometió que estaría con nosotros a un mes del parto y meses después también. Seremos sus consentidos —señalo divertida; y río—. Yo... —sonrío— jamás imaginé que.... podría amar tanto y... mucho menos a tu  padre —menciono con mayor diversión—, pero... me di cuenta de que no es el hombre frío que aparenta ser, sino... es dulce..., es tierno y... sé que me quiere... —susurro contenta—. Además, él... me confesó su verdadero nombre y me ha dicho más cosas que... él reservaba para sí y su familia. Yo era una simple extraña, pero... él confió en mí. Tu padre es... muy especial para m... AAAAH —grito muy fuerte al escuchar una explosión, la cual logra aturdirme—. Dios..., dios, dios —articulo muy nerviosa y cargada de nervios, al tiempo en que bajo de mi cama a como pueda para dirigirme al baño....

—Dios... tranquilo, bebé. Tranquilo, mi amor —le pido cuando siento un muy ligero dolor—, yo no permitiré que nada te pase —le prometo al entra al baño y encerrarme para después dirigirme a aquella pared que conducía a una salida secreta.

Bayá ya me había advertido que, ante cualquier hecho fuera de lo común o atentado, recurriera a esa salida; y la explosión que acababa de escuchar, lo ameritaba.

—Dios, dios, dios —digo al llevar mis manos a mi vientre— dios... ah —me quejo al volver a sentir ese ligero dolor—. Tranquilo, mi amor, mami no dejará que nada te pase —preciso al dirigirme a las toallas.

Detrás de estas, estaba le lector de retinas. La máquina las lee y una puerta secreta se abre.

—Tranquilo, mi amor —le pido a mi bebé.

De pronto, escucho un...

—¡DETÉNGASE! —me gritan, pero yo no hago caso.

Trato de entrar al escondite y presionar el botón que lo volvería a cerrar; sin embargo, alguien me toma de los cabellos y coloca algo en mi boca y nariz.

—Mmmmm ¡SUÉLTENME! —grito al tiempo en que forcejeo para no oler lo que ellos querían—. ¡SUÉLTENME! —grito más fuerte al arañar la cara de uno.

—¡JODER! —se queja y me tira una bofetada, pero eso no me detiene de seguir forcejeando.

—¡AYUDAAAAA!

—SUJÉTENLA MÁS FUERTE Y USEN MÁS! —ordena alguien, al tiempo en que más hombre viene a mí y, de pronto, entre todos me logran controlar y uno se dispone a poner algo en mi nariz y estoy segura que es para dormirme.

—NOOOO ¡SUÉLTENMEEEEEEE! ¡AYUDAAA! ¡BAYÁAAAAAAAA!

** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *

Llego a mi fortaleza, pero... no veo nada preocupante. No hay ataque alguno, no hay explosión alguna, no hay... ruido.

—¿Qué pasa? ¿No se supone que nos estaban atacando? —cuestiono extrañado al mirar a mi jefe de seguridad.

—Señor... —se acerca a mí, después de bajar de su camioneta—, acaban de informar que todos se han retirado.

—¿QUÉ ES LO QUE HAS DICHO? —pregunto mucho más serio y confundido.

—SEÑOR —se presenta ante mí otro de mis hombres.

—¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?! —grito a todos, al entrar al punto central de mi fortaleza y ver a todos sin herida de gravedad—. ¡¿NO SE SUPONE QUE NOS ESTABAN ATACANDO?! ¡QUIERO UNA EXPLICACIÓN! ¡EXIJO UNA EXPLICACIÓN! —exclamo mucho más fuerte.

—Señor —habla alguien—. Es cierto, nos atacaron, pero... luego, se fueron sin explicación alguna, señor —cuenta; y aquello me resulta muy extraño.

Me voy a un lado y comienzo a pensar en la extraña situación cuando de pronto siento una fuerte opresión en mi pecho, era... una preocupación extrema y...

—¡MI FAMILIA! —grito desesperado al empezar a correr hacia la salida e ir hasta mi auto.

—¡BAYÁ! —me grita Ramsés.

—¡MERLÍ! ¡MI HIJO! —grito desesperado al entrar a mi auto, pero mi amigo me detiene—. ¡¿QUÉ HACES?! ¡TENGO QUE IR A VER A MI FAMILIA! 

—EN TU CARRO NO LLEGARÁS, VAMOS EN EL HELICÓPTERO —me habla muy fuerte para reaccionar; y yo asiento.

—Sí, sí, tienes razón —señalo al empezar a correr al interior de mi fortaleza e ir hacia donde se encontraba el helicóptero—. ¡JODER! ¡¿DÓNDE ESTÁ EL HELICÓPTERO?! —pregunto enfurecido y, de pronto veo que recién estaba llegando—. ¡AAAHHHGGG! —reniego.

—BAYÁ, TRANQUILO.

—¡¿TRANQUILO?! ¡¿CÓMO ME PIDES ESTAR TRANQUILO?! ¡MI ESPOSA Y MI HIJO ESTÁN SOLOS EN LA MANSIÓN!

—¡BAYÁ! ¡TUS HOMBRES SE ENCARGARÁN!

—¡MÁS LES VALE PORQUE SI NO LA PAGARÁN MUY CARO! —amenazo cuando, de pronto, mi celular suena insistentemente.

Lo saco y recibo la llamada.

—¿QUÉ PASÓ? —es lo primero que pregunto al ver que la llamada venía del número de mi casa.

—Señor... —es la voz de mi mayordomo.

—MI ESPOSA, ¡¿CÓMO ESTÁ MI ESPOSA?!

—Lo siento mucho, señor... —tose—. Se llevaron a la señora —me informa; y en ese instante, la ira empieza a recorrer todo mi cuerpo.

—AAAAAAAAAAAAGGGGHHH —grito muy fuerte al tirar mi celular al piso y romperlo.

—¡BAYÁ! ¡¿QUÉ PASA?!

—¡LOS TIENEN! ¡LSO TIENEN! ¡MERLÍ! ¡MI HIJO! ¡LOS TIENEN! —grito desesperado al empezar a caminar de un lado a otro y sin pensar en otra cosa más.

Siento cómo la desesperación me gana y se apodera por completo de mí cuando mi amigo me sostiene de los hombres.

—¡BAYÁ! ¡TRANQUILO! ¡REACCIONA, HOMBRE!

—¡LAS PAGARÁN! —grito de pronto al mirar a mi amigo fijamente—. ¡QUIEN SEA QUE LO HAYA HECHO, LA PAGARÁ! ¡LA PAGARÁ CON SU VIDA! ¡HABRÁ DESEADO N O NACER! —prometo muy firme y furioso.

** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *

—Ayuda... —trato de gritar, pero no emito más que un susurro—ayuda... —pido nuevamente a la vez que empiezo a llorar, debido a que estaba sintiendo un ligero dolor en mi vientre.

No era muy fuerte, pero me preocupaba, no quería que nada le pasara a mi hijo. Era lo único que me importaba: él.

—Ayuda por favor —pido al empezar a llorar—. Se lo suplico, ayuda..., mi bebé —preciso; y lloro más fuerte, al tiempo en que termino de abrir mis ojos para así encontrarme con la imagen de ella.

—Hasta que despertó la princesita...

—Por favor..., no le hagas nada a mi hijo —le suplico.

—Hijo —pronuncia con rabia—. Es por ese hijo que Maximiliano esta contigo y no quiere deshacerse de ti.

—No, mentira —refuto al instante—. A él no le importo —decido mentir—, solo me usa. Tenías razón —señalo; y empiezo a llorar más fuerte.

—Pobre ilusa, pero... no sé por qué no te creo nada.

—Por favor, no le hagas nada a mi bebé.

—¡CLARO QUE NO! ¡NO SEAS ES TÚPIDA! Bayá me despreciaría. Después de todo, ¡ES SU SANGRE!! —reniega; y yo me preocupa más por la integridad de mi bebé—. No entiendo cómo Maximiliano pudo haberse acostado contigo —señala con mucha rabia.

—Fue por rabia; él no me quiere, no lo hizo por amor —explico; y ella ríe.

—¡PUES SIGO SIN CREERTE! ¡PERO LO QUE SEA! ¡ASÍ DESPRECIE A ESE NIÑO, NO PUEDO HACER NADA! —grita furiosa—. ¡ES SU FAMILIA Y DEBO RESPETAR ESO! —exclama con mucha molestia.

—Gracias..., gracias —expreso muy sincera.

—NO, NO ME AGRADEZCAS NADA PORQUE... EL QUE NO QUIERA DAÑAR L BEBÉ, NO SIGNIFICA QUE NO QUIERA HACERTE NADA A TI.

—Por favor, por favor, no...

—¿Qué? ¿Tienes miedo?

—Solo pido por mi bebé —preciso al continuar llorando.

—¡CÁLLATE! —ordena de pronto al tiempo en que me tira una bofetada (la cual es tan fuerte que logra hacerme arder la piel).

—Okey..., okey, okey —decido ser obediente para que ella no se enfureciera más y terminara haciendo algo por dañar a mi bebé.

Sin embargo, vuelvo a sentir otra fuerte bofetada.

—¡CÓMO DETESTO QUE SEAS ASÍ! 

—Lo siento, lo siento —pido al no saber qué hacer ni decir.

—¡TÚ TE ATRAVESASTE EN MI CAMINO! ¡ME ESTORBAS!

—Por favor..., no le hagas nada a mi bebé

—No entiendo cómo pudiste quedarte, después de todo lo que te dije aquel día. ¡BAYÁ ME AMA A MÍ!

—Por favor, suéltame... —pido.

No podía gritarle, ya que ahora no podía pensar solo en mí, sino mi prioridad era mi bebé.

—¡¿Quieres que te lo demuestre?!

—Por favor.

—¡ÉL TE USA! —me dice, pero no le creía, ya que Maximiliano me había demostrado que me amaba.

No obstante, no pretendía refutarla solo por mantener a salvo a mi bebé.

—¡ÉL SE ACUESTA CONMIGO CADA NOCHE QUE PUEDE! ¡SIEMPRE VA A VISITARME! ¡HACEMOS EL AMOR LAS VECES QUE PODAMOS Y LUEGO, REGRESA A TI PARA CONTINUAR CON SU TRATO! ¡PERO ÉL NO TE AMA! —grita; y todo lo que ha dicho me parece una vil mentira.

Bayá me quería, él... me deseaba a mí; era imposible que estuviese con ella. Él... me quería, me lo había dicho..., me había dicho que yo era la única mujer qu ele importaba y que por ella no sentía más que desprecio.

«Mentira, debe ser una vil mentira», señalo en mi mente al mirarla.

—¿NO ME CREES VERDAD? —cuestiona de pronto, pero yo no digo nada—. Bueno..., si no me crees a mí, tal vez, creas en las pruebas que tengo para ti —señala al tomar un sobre y sacar de aquel lo que parecían ser... fotos.

Ella pone una silla frente a mí y se sienta en ella.

—Tengo unas postales muy lindas —precisa.

De repente, voltea una de las fotografías y lo que veo en ella, me rompe el corazón en mil pedazos. En ella estaba la mujer que tenía al frente y quien era mi esposo... completamente... desn udos.

—No —susurro al tiempo en que una lágrima baja por mi mejilla.

Evelyn Zap

¡Hola! ¡Buen día! Espero que tengan un bonito fin de semana. Aquí les dejo más de la historia de Merlí y Bayá. ¡Nos leemos el lunes!

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