Evan Bourousis se encuentra en una encrucijada inesperada al tener que buscar una esposa para proteger el legado familiar que le dejó su abuelo. Aunque su pasión es su trabajo y no anhela el matrimonio, se ve obligado a cumplir con una regla del testamento familiar tras recibir el negocio de su padre. La búsqueda de la candidata ideal se complica cuando la elegida escapa, lo que lleva a su hermana menor, Hayley, a asumir su identidad. Obligada por las circunstancias y la deuda familiar, Hayley se convierte en la esposa de Evan. Sin embargo, esta farsa pronto se transforma en una trampa emocional mientras ambos lidian con secretos familiares que podrían destruirlos. ¿Podrán superar las mentiras que los rodean antes de que sea demasiado tarde?
Leer másAl día siguiente, Hayley despertó al sentir los suaves rayos del sol colarse a través de la ventana. Sus ojos se abrieron lentamente, tratando de acostumbrarse a la luz que inundaba la habitación. Desorientada, se sentó en la cama, mirando a su alrededor, sin poder recordar dónde se encontraba hasta que la realidad la golpeó con fuerza. Un sonoro suspiro escapó de sus labios.Se dio cuenta de que aún llevaba puesto el vestido de la noche anterior y, confundida, reparó en la manta que le cubría parcialmente el cuerpo. No recordaba haberse arropado. “¿Quién había sido?” se preguntó, extrañada.De repente, sus ojos se abrieron de par en par al pensar en la única persona que invadía su mente; Evan. Era el único que vivía en aquella mansión, y la idea de que él había entrado en su habitación mientras ella dormía provocó un ligero sonrojo en sus mejillas. Se sintió avergonzada por lo atento que había sido aquel hombre.Incorporándose de la cama, arrastró los pies por el suelo frío y se dir
Horas más tarde, Hayley y Evan se despidieron de los pocos familiares y amigos presentes en la ceremonia, dejando atrás un ambiente lleno de falsa felicidad todos, siendo parte de un guión forzado. Y allí estaba ella, interpretando un papel que odiaba mientras que él, actuaba tan bien que parecía que se le daba genuino.Se subieron al auto que los estaba esperando, y el chófer puso en marcha el coche dirigiéndose al nuevo hogar de los recién casados. Los Bourousis eran dueños de varias propiedades, y una de ellas era una ostentosa residencia situada en una de las mejores zonas de la ciudad.Al llegar, Hayley fue recibida de manera inesperada por un peludo amigo de cuatro patas. Un perro de pelaje blanco y suave, con ojos brillantes y una cola rizada que se movía con entusiasmo, comenzó a olfatearla con curiosidad. Su euforia al notar la presencia de Evan era evidente, como si el tiempo de separación hubiera sido una eternidad. La joven, sorprendida por la alegría del animal, se sintió
La mansión Bourousis se alzaba majestuoso bajo el cielo despejado de nubes. Los jardines, decorados con flores y cintas de seda, contrastaban con el sombrío ambiente que reinaba tanto dentro como fuera de la propiedad. En una de las habitaciones principales, Hayley contemplaba su reflejo en el espejo de cuerpo entero, fijado en la pared. Sus ojos azules, brillaban con lágrimas contenidas mientras sus dedos temblorosos acariciaban el delicado encaje de su vestido de novia. Sin duda era precioso, a pesar de ser usado en una boda que no significaba nada para ella.La joven observó con detenimiento cada detalle de su apariencia, buscando cualquier imperfección que la delatara. Su cabello castaño estaba recogido en un elegante moño con algunos mechones suelto sobre su frente, enmarcando su rostro que, aunque hermoso, carecía de la alegría que debería que caracterizaba a una novia en su día especial.Una lágrima resbaló por su mejilla, pero la secó con cuidado para no estropear su maquilla
La cena se llevó a cabo en un salón elegante, adornado con flores blancas y doradas. Hayley, vestida con un sencillo vestido negro tomado del armario de su hermana, se sentía completamente fuera de lugar en aquella mansión. Si las circunstancias hubieran sido diferentes, habría contemplado todo con emoción; sin embargo, en ese momento, solo deseaba despertar de aquella pesadilla.—Cambia esa expresión, ¿quieres? —ordenó su padre en un susurro para que nadie más los escuchara—. Te presentaré al señor Bourousis y su hijo. Deberías verte feliz, niña.Ella lo miró, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar nuevamente. Pero las apartartó con rapidez. No lloraría, se negaba a hacerlo y rogaba que estas no la traicionaran.—No tengo elección, ¿verdad? —respondió en voz baja y él negó con la cabeza.—Deberías estar agradecida con tu hermana. Si no hubiera huido, no estarías aquí a pocos minutos de conocer al heredero más codiciado de la ciudad —comentó su padre, intentando convencerla
Ese día el cielo grisáceo parecía estar presagiando la tormenta que se avecinaba para la familia Hamilton. En la oficina de su prestamista, Jacob se encontraba en un estado de desesperación palpable provocando que el ambiente se volviera tenso. Su rostro, surcado por arrugas de preocupación que se acentuaban cada vez más ante su expresión de desasosiego debido a la delicada situación en la que estaba, evidenciaba la angustia que sentía al pensar en las deudas que ahogaban a su familia. Jacob siempre había sido un hombre de sueños y ambiciones. Decidió invertir el dinero que le había prestado uno de los magnates más importantes de la ciudad, Stephen Bourousis, en una serie de negocios prometedores. Confiado en su juicio, se dejó llevar por las promesas de un grupo de hombres carismáticos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había caído en una trampa. Aquellos supuestos socios eran estafadores que desaparecieron con su dinero. La incredulidad lo abrumó al enterarse de que no solo