Horas más tarde, llegaron al hospital, sus corazones inquietos resonando en un compás de ansiedad. Al cruzar las puertas del vestíbulo, el aire se tornó pesado con el olor a desinfectante, y el murmullo de la actividad hospitalaria se convirtió en un trasfondo distante que apenas lograba penetrar la mente de Hayley. Ella sabía que su hermana, necesitaba su apoyo, pero la incertidumbre de lo que encontrarían la llenaba de inquietud.Al llegar a la habitación, la joven se detuvo un momento, su mano temblorosa se detuvo en la manija de la puerta. Un instante después, empujó la puerta y entró. La imagen que se presentó ante sus ojos fue desgarradora. Hanna yacía en la cama, con una venda en el brazo y el rostro magullado por los golpes del accidente. Sus ojos, normalmente llenos de vida, estaban nublados de lágrimas que caían silenciosamente sobre su almohada.La expresión de Hanna se iluminó al verla, pero rápidamente se oscureció de nuevo por el dolor que la con
Los días habían transcurrido lentamente para Hanna, quien anhelaba ver a Alexander consciente después de que un golpe en la cabeza lo sumiera en un estado de coma. Había sido cautelosa al visitar la habitación donde se encontraba internado, a pesar de que la doctora le había recomendado reposo tras el aborto espontáneo que había sufrido recientemente. Sin embargo, su deseo de saber cómo estaba el hombre que amaba superaba cualquier dolor físico o emocional.Era consciente de que se estaba exponiendo innecesariamente y que su hermana tenía razón al aconsejarle esperar. Pero ya habían pasado tres días sin noticias sobre la recuperación de Alexander, y las posibilidades de que despertara eran inciertas. Ni siquiera el médico que lo atendía parecía tener certeza sobre el complicado estado del paciente.Esa mañana, como en las anteriores, Hanna se levantó con cuidado de la cama, decidida a ir a verlo antes de que Kenia llegara. No contaba con las fuerzas ni la estabilidad emocional para en
—¿Estás segura de que estarás bien? No quiero dejarte sola —preguntó Hayley, con una preocupación genuina reflejada en sus ojos. Hanna, intentando proyectar calma, negó con la cabeza.—Tranquila, estaré bien —respondió, aunque en su interior se debatía que sería de ella si no lograba que Alexander la recordara.Hayley asintió, no del todo convencida por la respuesta, pero decidió levantarse de la silla y marcharse.—Bien, no tardaré mucho, ¿sí? —dijo antes de salir de la habitación, dejando a su hermana sola con sus pensamientos.Aprovechando la oportunidad de que Hayley debía regresar a casa a traerle algo de ropa y a tomar un merecido descanso después de haber pasado todo el día a su lado, Hanna sintió una punzada de gratitud por lo atenta que había sido con ella. Aunque a menudo no había sido la mejor hermana mayor, en ese instante agradecía su presencia. Sin embargo, la culpa la invadió al pensar en la mentira que estaba tejiendo. Sabía que si le contaba lo sucedido con Alexander,
Sus palabras sonaban a súplicas; ella rogaba por algo que estaba fuera de su control. No había solución, no iba a recuperar su memoria, y no sabía si eso era bueno o malo.Sin embargo, si esa mujer con la que estaba casado era su verdadera esposa, significaba que la que yacía junto a él en ese instante era su amante.¿Por qué había llevado una vida de engaño y traición si, según sus padres, se había casado con la mujer que amaba? No tenía sentido. Pero no quería repetir los mismos errores del pasado, o al menos de antes de perder la memoria en el accidente. Estaba decidido a reparar el daño que había hecho a los demás y a empezar de nuevo, a crear nuevos recuerdos junto a su esposa y al hijo que esperaban.De repente, Alexander abrió los ojos, tomándola por sorpresa. Ella lo miró, sin saber muy bien qué hacer o decir, como si se reprochara a sí misma por haber ido hasta su habitación.Él reunió todas sus fuerzas para sentarse en la cama. A pesar de la ayuda que le ofreció la rubia, se
La doctora había dado de alta a Hanna días después del accidente, y ella sintió una profunda gratitud al salir de esa habitación que se había convertido en un refugio de tristeza y soledad. A pesar de que su hermana había estado a su lado durante la semana de su internamiento, Hanna se había encerrado en sí misma, ocultando sus emociones para evitar hablar de lo que la atormentaba. Se sentía apagada y taciturna, como si una sombra la envolviera.Esa mañana, Evan había llegado con Hayley para llevarla a casa, sugiriendo que lo mejor sería que se quedara con ellos por un tiempo. Aunque anhelaba la soledad y el regreso a su hogar —ese lugar que Alexander le había regalado y donde cada rincón estaba impregnado de recuerdos compartidos— también sabía que esos recuerdos podrían ser dolorosos. La idea de enfrentarse a su pasado le causaba una punzada en el corazón.Levantó la vista de su móvil y fijó su mirada en Evan, el hombre que había conquistado el corazón de su hermana en un tiempo sor
Conforme pasaban los días, Hayley no sabía qué hacer para que Hanna saliera de su habitación. No podía dejarla encerrada en aquellas cuatro paredes por tanto tiempo, pues eso solo la sumiría en una depresión más profunda. A pesar de que Hanna intentaba fingir que estaba bien, Hayley percibía la tristeza que se ocultaba en su interior. Muchas noches la había escuchado llorar en silencio, y aunque deseaba ayudarla, comprendía que debía respetar su necesidad de espacio y tiempo para sanar emocionalmente.La conocía bien. Sabía que debía permitirle ese espacio hasta que se sintiera lista para abrirse sobre sus sentimientos.Pero para ello, debía lograr que saliera de aquella cueva en la que se había estado escondiendo durante la semana que llevaba quedándose allí con ellos. Se le ocurrió una manera de animarla a levantarse de la cama y no le costó mucho convencerla dar un paseo por el jardín de la residencia. Se detuvieron en una de las bancas que adornaban la pequeña fuente, una sorpre
Hayley no había vuelto a dirigirse a Evan desde aquel día. Más que enojada, se sentía frustrada y decepcionada. Intentó comprender los motivos que lo llevaron a actuar de esa manera, pero solo podía pensar que los beneficios que había recibido en la editorial no eran fruto de su propio esfuerzo, sino más bien un resultado de la influencia de su esposo.No lo merecía. No merecía estar en un lugar donde no pertenecía por su talento o desempeño. Durante tanto tiempo, había creído que su trabajo tenía verdadero potencial, que cada día estaba más cerca de cumplir su sueño de convertirse en una escritora reconocida y de ver su libro en alguna librería. Pero ahora, al enterarse de que Evan había influido en su contratación, comenzaba a dudar de su supuesto talento.¿Qué tal si no era tan buena escritora y su libro no tenía futuro? Faltaban pocas semanas para su publicación y no sentía ni una pizca de emoción. Por el contrario, le causaba ansiedad el simple hecho de imaginar que sus compañero
Horas más tarde, al llegar a la residencia después de que Jared la dejara en casa, Hayley subió a su habitación y se encerró en el baño para darse una ducha. Las horas que había pasado junto a sus amigos le habían permitido olvidar, aunque fuera por un momento, lo que sucedía en la editorial. Sin embargo, al regresar a casa, la realidad la abrumó nuevamente. Era complicado soportar que otros hablasen a sus espaldas. Aunque estaba convencida de que cancelar la publicación de su libro había sido la decisión correcta, una parte de ella se sentía triste y desanimada.Tras unos minutos bajo el agua, se vistió con una cómoda pijama y salió de su habitación en busca de su hermana. Sin embargo, al mirar alrededor, se dio cuenta de que Hanna no estaba allí y, evidentemente, se había marchado sin avisar. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez, al leer la carta que había dejado sobre la cama, comprendió sus razones.Desdobló el papel y comenzó a leerlo en voz alta, mientras se sentaba