Horas más tarde, al llegar a la residencia después de que Jared la dejara en casa, Hayley subió a su habitación y se encerró en el baño para darse una ducha. Las horas que había pasado junto a sus amigos le habían permitido olvidar, aunque fuera por un momento, lo que sucedía en la editorial. Sin embargo, al regresar a casa, la realidad la abrumó nuevamente. Era complicado soportar que otros hablasen a sus espaldas. Aunque estaba convencida de que cancelar la publicación de su libro había sido la decisión correcta, una parte de ella se sentía triste y desanimada.Tras unos minutos bajo el agua, se vistió con una cómoda pijama y salió de su habitación en busca de su hermana. Sin embargo, al mirar alrededor, se dio cuenta de que Hanna no estaba allí y, evidentemente, se había marchado sin avisar. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez, al leer la carta que había dejado sobre la cama, comprendió sus razones.Desdobló el papel y comenzó a leerlo en voz alta, mientras se sentaba
Horas más tarde, al llegar a la residencia después de que Jared la dejara en casa, Hayley subió a su habitación y se encerró en el baño para darse una ducha. Las horas que había pasado junto a sus amigos le habían permitido olvidar, aunque fuera por un momento, lo que sucedía en la editorial. Sin embargo, al regresar a casa, la realidad la abrumó nuevamente. Era complicado soportar que otros hablasen a sus espaldas. Aunque estaba convencida de que cancelar la publicación de su libro había sido la decisión correcta, una parte de ella se sentía triste y desanimada.Tras unos minutos bajo el agua, se vistió con una cómoda pijama y salió de su habitación en busca de su hermana. Sin embargo, al mirar alrededor, se dio cuenta de que Hanna no estaba allí y, evidentemente, se había marchado sin avisar. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez, al leer la carta que había dejado sobre la cama, comprendió sus razones.Desdobló el papel y comenzó a leerlo en voz alta, mientras se sentaba
La lluvia arremetía con fuerza aquella mañana, mientras Hayley y Evan se preparaban para salir de casa. Tenían planes emocionantes para el día, pero el clima adverso les obligó a refugiarse en su hogar y disfrutar de la compañía mutua. Decidieron preparar el desayuno juntos, pero un repentino mareo se apoderó de Hayley, lo que llevó a Evan a terminar la comida mientras ella tomaba asiento, obligada a observar en silencio.No sabía por qué de pronto se sentía así, sin fuerzas y como si todo le diera vueltas.—¿Estás segura de que te encuentras bien? —lo escuchó preguntar por tercera vez, su voz impregnada de preocupación. Ella asintió, tratando de reprimir las náuseas que la atormentaban.—Sí, solo es un leve malestar, pero ya se me pasará —respondió, esforzándose por tranquilizarlo. Sin embargo, llevaba varios días lidiando con esos extraños síntomas, sin entender su origen.—No estoy seguro de que se te pase tan pronto. Te ves más pálida que ayer —señaló Evan, dejando ver su inquietu
—¿Estás segura de que no es nada grave? Déjame ver los resultados —exigió Hanna, su voz llena de preocupación mientras observaba la expresión conmocionada de su hermana.Hacía poco que habían salido de la clínica, donde Hayley había recibido la impactante noticia de que estaba embarazada. Aquello la había dejado perpleja; nunca imaginó que sus síntomas fueran indicativos de una nueva vida en su interior. La invadió la alegría y el miedo al pensar en lo que significaba ser madre, especialmente al enfrentarse a la realidad de la situación.Una vida crecía dentro de ella, y era la sensación más hermosa que había experimentado jamás. Llevó las manos a su vientre aún plano, imaginándose sosteniendo a su bebé. Según el doctor, apenas tenía cuatro semanas de embarazo. Pero ya ansiaba conocerlo.La voz de Hanna la sacó de su ensueño. La miró y sintió una punzada de inseguridad. No sabía si debía compartirle la noticia; temía incomodarla o hacerla sentir mal, especialmente considerando que hab
Hayley había tomado la decisión de compartir una noticia que cambiaría el rumbo de sus vidas. Había organizado una cena familiar con Evan y sus padres, y aunque la idea de revelar su embarazo la llenaba de emoción, también la invadía una profunda ansiedad. No podía evitar preguntarse cómo reaccionarían todos ante la noticia. La incertidumbre se cernía sobre ella como una sombra, oscureciendo el brillo de la noticia que, en el fondo, deseaba celebrar.Después de una cena que transcurrió de manera agradable, Hayley se armó de valor para dar el siguiente paso. Sin embargo, antes de hacerlo, decidió ir al baño para preparar su mente y calmar sus nervios. Al salir, dispuesta a regresar a la sala escuchó a Stephen, su suegro, hablando en voz baja con Evan, y decidió detenerse un momento para escuchar.—Padre, te repito que lo nuestro es real. Tal vez al principio no lo fue, pero mis sentimientos por Hayley son sinceros y la amo—declaró Evan, su voz cargada de determinación.—¿Y qué hay del
—Lo estoy...—Han pasado tres días desde que hiciste la prueba y los exámenes de sangre, ¿por qué no me lo habías dicho?—preguntó Evan, su tono lleno de dolor y confusión.—No sabía cómo... Sé lo importante que es para ti la empresa, y un bebé no significaría nada en comparación con el negocio—respondió ella, sintiendo cómo el peso de sus palabras la aplastaba.—¿Por qué asumes que no es importante para mí nuestro hijo?—preguntó Evan, su voz se tornó intensa.—Te escuché hablar con tu padre. Iba a darles la noticia, pero dijiste que no estaba dentro de tus planes tener un bebé, que estabas dispuesto a cambiar de opinión solo para salvar el legado—explicó Hayley, sintiéndose vulnerable.El dolor se reflejaba en su expresión, y Evan no pudo evitar sentirse mal y culpable. Se acercó, olvidando por completo que solo llevaba puesta una toalla y dejando un rastro de gotas de agua por el suelo. Acortó la distancia entre ellos y la abrazó, besando la coronilla de su cabeza con ternura.—Hayle
Seis meses...Después del anuncio de su embarazo, Hayley se encontraba en una etapa de su vida que nunca había imaginado. La noticia de que esperaba gemelos había sacudido no solo su mundo, sino también el de toda la familia Bourousis. Evan, su esposo, había experimentado una montaña rusa de emociones desde que supo que iban a ser padres. La noticia de que tendrían gemelos lo había llevado a las lágrimas de felicidad. Era un hombre que siempre había pensado que la soledad era la mejor compañía, y ahora, con la llegada de sus hijos, y la increíble esposa con la que se había casado sentía que su mundo estaba completo. La alegría en su corazón era palpable.Los padres de Evan, especialmente Stephen, también se habían visto profundamente conmovidos. La familia Bourousis, que se había visto obligada a enfrentar una situación delicada con respecto al negocio, ahora se unía en torno a la esperanza y la alegría. La noticia también había tenido un impacto notable en la empresa familiar; sus t
La sala de espera de la clínica estaba impregnada de una tensión palpable. Hayley había sido ingresada de urgencia tras romper fuente, y aunque los médicos habían asegurado que tanto ella como los gemelos estaban bien, la incertidumbre de lo que estaba por venir pesaba en el aire. Evan, sentado en un sillón, miraba constantemente el reloj, cada segundo se sentía como una eternidad. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, mezclándose con los murmullos de sus padres, quienes se mantenían a su lado, compartiendo su ansiedad.A medida que el tiempo avanzaba, la preocupación en la sala crecía. La noticia de que uno de los bebés tenía el cordón umbilical alrededor del cuello había sacudido al pequeño grupo. Evan se levantó, caminando de un lado a otro, incapaz de permanecer quieto. Su mente estaba llena de imágenes de Hayley, de su amor, de la vida que estaban a punto de construir juntos.—¿Por qué está tardando tanto? —preguntó Evan, su voz temblando levemente.—Los médicos saben