Conforme pasaban los días, Hayley no sabía qué hacer para que Hanna saliera de su habitación. No podía dejarla encerrada en aquellas cuatro paredes por tanto tiempo, pues eso solo la sumiría en una depresión más profunda. A pesar de que Hanna intentaba fingir que estaba bien, Hayley percibía la tristeza que se ocultaba en su interior. Muchas noches la había escuchado llorar en silencio, y aunque deseaba ayudarla, comprendía que debía respetar su necesidad de espacio y tiempo para sanar emocionalmente.La conocía bien. Sabía que debía permitirle ese espacio hasta que se sintiera lista para abrirse sobre sus sentimientos.Pero para ello, debía lograr que saliera de aquella cueva en la que se había estado escondiendo durante la semana que llevaba quedándose allí con ellos. Se le ocurrió una manera de animarla a levantarse de la cama y no le costó mucho convencerla dar un paseo por el jardín de la residencia. Se detuvieron en una de las bancas que adornaban la pequeña fuente, una sorpre
Hayley no había vuelto a dirigirse a Evan desde aquel día. Más que enojada, se sentía frustrada y decepcionada. Intentó comprender los motivos que lo llevaron a actuar de esa manera, pero solo podía pensar que los beneficios que había recibido en la editorial no eran fruto de su propio esfuerzo, sino más bien un resultado de la influencia de su esposo.No lo merecía. No merecía estar en un lugar donde no pertenecía por su talento o desempeño. Durante tanto tiempo, había creído que su trabajo tenía verdadero potencial, que cada día estaba más cerca de cumplir su sueño de convertirse en una escritora reconocida y de ver su libro en alguna librería. Pero ahora, al enterarse de que Evan había influido en su contratación, comenzaba a dudar de su supuesto talento.¿Qué tal si no era tan buena escritora y su libro no tenía futuro? Faltaban pocas semanas para su publicación y no sentía ni una pizca de emoción. Por el contrario, le causaba ansiedad el simple hecho de imaginar que sus compañero
Horas más tarde, al llegar a la residencia después de que Jared la dejara en casa, Hayley subió a su habitación y se encerró en el baño para darse una ducha. Las horas que había pasado junto a sus amigos le habían permitido olvidar, aunque fuera por un momento, lo que sucedía en la editorial. Sin embargo, al regresar a casa, la realidad la abrumó nuevamente. Era complicado soportar que otros hablasen a sus espaldas. Aunque estaba convencida de que cancelar la publicación de su libro había sido la decisión correcta, una parte de ella se sentía triste y desanimada.Tras unos minutos bajo el agua, se vistió con una cómoda pijama y salió de su habitación en busca de su hermana. Sin embargo, al mirar alrededor, se dio cuenta de que Hanna no estaba allí y, evidentemente, se había marchado sin avisar. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez, al leer la carta que había dejado sobre la cama, comprendió sus razones.Desdobló el papel y comenzó a leerlo en voz alta, mientras se sentaba
Horas más tarde, al llegar a la residencia después de que Jared la dejara en casa, Hayley subió a su habitación y se encerró en el baño para darse una ducha. Las horas que había pasado junto a sus amigos le habían permitido olvidar, aunque fuera por un momento, lo que sucedía en la editorial. Sin embargo, al regresar a casa, la realidad la abrumó nuevamente. Era complicado soportar que otros hablasen a sus espaldas. Aunque estaba convencida de que cancelar la publicación de su libro había sido la decisión correcta, una parte de ella se sentía triste y desanimada.Tras unos minutos bajo el agua, se vistió con una cómoda pijama y salió de su habitación en busca de su hermana. Sin embargo, al mirar alrededor, se dio cuenta de que Hanna no estaba allí y, evidentemente, se había marchado sin avisar. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez, al leer la carta que había dejado sobre la cama, comprendió sus razones.Desdobló el papel y comenzó a leerlo en voz alta, mientras se sentaba
La lluvia arremetía con fuerza aquella mañana, mientras Hayley y Evan se preparaban para salir de casa. Tenían planes emocionantes para el día, pero el clima adverso les obligó a refugiarse en su hogar y disfrutar de la compañía mutua. Decidieron preparar el desayuno juntos, pero un repentino mareo se apoderó de Hayley, lo que llevó a Evan a terminar la comida mientras ella tomaba asiento, obligada a observar en silencio.No sabía por qué de pronto se sentía así, sin fuerzas y como si todo le diera vueltas.—¿Estás segura de que te encuentras bien? —lo escuchó preguntar por tercera vez, su voz impregnada de preocupación. Ella asintió, tratando de reprimir las náuseas que la atormentaban.—Sí, solo es un leve malestar, pero ya se me pasará —respondió, esforzándose por tranquilizarlo. Sin embargo, llevaba varios días lidiando con esos extraños síntomas, sin entender su origen.—No estoy seguro de que se te pase tan pronto. Te ves más pálida que ayer —señaló Evan, dejando ver su inquietu
—¿Estás segura de que no es nada grave? Déjame ver los resultados —exigió Hanna, su voz llena de preocupación mientras observaba la expresión conmocionada de su hermana.Hacía poco que habían salido de la clínica, donde Hayley había recibido la impactante noticia de que estaba embarazada. Aquello la había dejado perpleja; nunca imaginó que sus síntomas fueran indicativos de una nueva vida en su interior. La invadió la alegría y el miedo al pensar en lo que significaba ser madre, especialmente al enfrentarse a la realidad de la situación.Una vida crecía dentro de ella, y era la sensación más hermosa que había experimentado jamás. Llevó las manos a su vientre aún plano, imaginándose sosteniendo a su bebé. Según el doctor, apenas tenía cuatro semanas de embarazo. Pero ya ansiaba conocerlo.La voz de Hanna la sacó de su ensueño. La miró y sintió una punzada de inseguridad. No sabía si debía compartirle la noticia; temía incomodarla o hacerla sentir mal, especialmente considerando que hab
Hayley había tomado la decisión de compartir una noticia que cambiaría el rumbo de sus vidas. Había organizado una cena familiar con Evan y sus padres, y aunque la idea de revelar su embarazo la llenaba de emoción, también la invadía una profunda ansiedad. No podía evitar preguntarse cómo reaccionarían todos ante la noticia. La incertidumbre se cernía sobre ella como una sombra, oscureciendo el brillo de la noticia que, en el fondo, deseaba celebrar.Después de una cena que transcurrió de manera agradable, Hayley se armó de valor para dar el siguiente paso. Sin embargo, antes de hacerlo, decidió ir al baño para preparar su mente y calmar sus nervios. Al salir, dispuesta a regresar a la sala escuchó a Stephen, su suegro, hablando en voz baja con Evan, y decidió detenerse un momento para escuchar.—Padre, te repito que lo nuestro es real. Tal vez al principio no lo fue, pero mis sentimientos por Hayley son sinceros y la amo—declaró Evan, su voz cargada de determinación.—¿Y qué hay del
—Lo estoy...—Han pasado tres días desde que hiciste la prueba y los exámenes de sangre, ¿por qué no me lo habías dicho?—preguntó Evan, su tono lleno de dolor y confusión.—No sabía cómo... Sé lo importante que es para ti la empresa, y un bebé no significaría nada en comparación con el negocio—respondió ella, sintiendo cómo el peso de sus palabras la aplastaba.—¿Por qué asumes que no es importante para mí nuestro hijo?—preguntó Evan, su voz se tornó intensa.—Te escuché hablar con tu padre. Iba a darles la noticia, pero dijiste que no estaba dentro de tus planes tener un bebé, que estabas dispuesto a cambiar de opinión solo para salvar el legado—explicó Hayley, sintiéndose vulnerable.El dolor se reflejaba en su expresión, y Evan no pudo evitar sentirse mal y culpable. Se acercó, olvidando por completo que solo llevaba puesta una toalla y dejando un rastro de gotas de agua por el suelo. Acortó la distancia entre ellos y la abrazó, besando la coronilla de su cabeza con ternura.—Hayle