—¿Por qué escondías tu identidad de millonaria y permanecías callada y humilde frente a un marido que nunca te aprecía? —Por amor, amiga mía. No lo entiendes. Si amas a un hombre, lo más importante que debes hacer es proteger su orgullo. Alicia era demasiado inocente en ese momento. Soñaba con encontrar el amor en los brazos de Axel, pero su matrimonio se convirtió en una lucha constante contra el desprecio y la frialdad de su esposo. Quien es un hombre tan imponente como impenetrable, y no está dispuesto a mostrar vulnerabilidad ni ceder el control que ejerce sobre su esposa. A medida que el conflicto se intensifica, el orgullo y el dolor los llevan al límite. Alicia está decidida a demostrar su valor y obtener el respeto que merece, mientras Axel debe enfrentar sentimientos que no sabe cómo manejar. En un juego de poder y emociones reprimidas, la sorpresa de convertirse en padres por primera vez les añade más desafíos. ¿Es posible reconstruir un amor cuando las heridas son tan profundas como el orgullo que las alimenta?
Ler maisTres años después. El tiempo pasó volando. Antes de que se dieran cuenta, ya habían transcurrido dos años desde aquel incidente en la playa. La mansión Thorne estaba iluminada y llena de risas. Era el cumpleaños número tres de los mellizos de Axel y Alicia, y toda la familia se había reunido para celebrar. En el jardín, decorado con globos y serpentinas, los niños correteaban entre risas. Leonel, con su cabello oscuro y ojos penetrantes como los de su padre, perseguía a su hermana Celia, quien había heredado la dulzura en la mirada de Alicia. Hope, ahora una niña de tres años, jugaba con ellos, su risa melodiosa llenando el aire y Matías tenía cinco. Stella la observaba con una sonrisa, apoyada en el hombro de Guillermo. —¿Quién diría que después de todo lo que pasamos, estaríamos aquí? —murmuró Stella. Guillermo besó su frente con ternura. —Yo siempre lo supe. Estábamos destinados a esto. No lejos de allí, Clara ayudaba a Samuel a colgar un cartel de "Feliz cumpleaños". Su vie
El aire era denso. La tensión se extendía como un manto invisible, cuando el hombre con un movimiento se removió, aún jadeante y con las marcas de los golpes en el rostro, bajo el agarre de los guardias. Sin embargo, su instinto de supervivencia era más fuerte, en un solo movimiento, pateó con fuerza el suelo, creando el impulso necesario para zafarse del agarre de uno de los guardias. Su codo impactó con brutalidad en la mandíbula del otro, logrando liberarse.Los ojos de Guillermo se encendieron con furia.—¡Deténganlo! —bramó, pero el hombre ya se había echado a correr.Guillermo no lo pensó dos veces y corrió tras él.Mientras el otro corría con la desesperación de un animal acorralado, moviendo las piernas con torpeza mientras zigzagueaba entre los callejones que rodeaban el hotel. Sin embargo, Guillermo estaba entrenando en persecución, sus pasos eran precisos, su cuerpo impulsado con una fuerza calculada, no en vano había sido soldado del ejército.Los latidos de su corazón r
El sonido de las olas rompiéndose suavemente contra la orilla creaba una melodía hipnótica. El sol del atardecer teñía el cielo de tonalidades doradas y naranjas, mientras la brisa marina traía consigo la fragancia salada del océano.Stella y Guillermo caminaban descalzos por la arena húmeda, con los dedos entrelazados. Era su luna de miel, un viaje soñado después de la boda. Decidieron llevar a los niños con ellos, con la ayuda de una niñera, para no separarse ni un solo día.—No puedo creer que ya estamos aquí —susurró Stella, contemplando el horizonte—. Todo ha pasado tan rápido…Guillermo sonrió, mirándola con devoción.—¿Te arrepientes?Stella giró la cabeza y lo miró con incredulidad.—Por supuesto que no —respondió con suavidad—. ¿Cómo podría?Guillermo le acarició el rostro, deslizando los dedos por su mejilla con ternura.—No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Porque yo tampoco cambiaría nada —su voz era firme, pero en sus ojos había algo más—. No importa lo que pase, Stell
El amanecer tiñó el cielo de tonos dorados cuando Samuel se levantó para llevarla. Aunque ella tenía pereza de levantarse, quería llegar a su casa antes de que llegara su hermano.Una hora después, Samuel estacionó el auto frente a la casa que Clara compartía con su madre y Guillermo antes de mudarse con Stella.La ciudad ya se había despertado, el aire de la mañana estaba impregnado de la fragancia fresca de los árboles y la promesa de un nuevo día.Clara, aún con la emoción de la noche anterior latiendo en su pecho, se giró para mirar a Samuel. Sus ojos se encontraron en un instante que se sintió eterno.—Gracias por todo, me encantó —susurró ella, apretando ligeramente su mano.Samuel sonrió y llevó su mano a sus labios, depositando un beso suave en su piel.—No tienes que agradecerme nada —murmuró—. Eres mi futura esposa. Mi única tarea es hacerte feliz. No tienes idea de la emoción que tengo al saber que me aceptaste en tu vida.Clara sintió una calidez expandirse en su pecho. To
El resplandor de las luces flotando en el cielo se reflejaba en los ojos de Clara, quien apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo. Su corazón latía con una intensidad que casi le dolía en el pecho.Samuel, aún sujetando su mano con firmeza, se arrodilló frente a ella.—Clara… —Su voz era profunda, pero tenía un leve temblor que delataba su emoción—. Desde el momento en que te vi por primera vez, supe que eras la mujer perfecta para mí. Que eras la clase de mujer con la que vale la pena compartir cada instante, cada sonrisa y cada sueño.Clara sintió cómo sus labios se entreabrían, incapaz de encontrar palabras para interrumpirlo.—He esperado este momento con ansias, pero también con certeza. Porque no tengo dudas de que eres la persona con la que quiero despertar cada día. —Samuel sacó una pequeña caja aterciopelada de su bolsillo, y lo abrió, dejando ver el hermoso anillo de diamantes.Los murmullos entre los demás comensales que se habían asomado para ver el espectáculo de dr
Un par de meses después.Samuel observó su reflejo en el espejo mientras ajustaba su corbata. No recordaba la última vez que había sentido la necesidad de prepararse con tanto esmero para una cita, pero esta vez era diferente. Clara era la mujer ideal.Desde su primer encuentro, hubo algo en ella que lo atrajo de manera irremediable. Su sonrisa reservada, la calma que transmitía con cada palabra y la manera en que observaba el mundo como si escondiera secretos que solo ella entendía. No era una mujer que se deslumbrara fácilmente, lo supo desde el principio. Y tal vez por eso mismo, sentía la necesidad de demostrarle que valía la pena confiar en él.Inspiró profundamente y tomó las llaves. Hoy quería que todo fuera perfecto.Clara, por su parte, intentaba estar serena, como si esa salida fuera una más, pero su reflejo en el espejo la delataba.Se había cambiado de vestido tres veces, algo poco común en ella. Al final, eligió uno sencillo, de tela fluida y un color que resaltaba la c
Alicia sintió el primer indicio fue apenas un calambre sutil en el vientre. No le prestó demasiada atención, acostumbrada a las molestias típicas del embarazo avanzado. Sin embargo, cuando la punzada se repitió con mayor intensidad, Alicia supo que algo estaba ocurriendo, tenía la sensación de que la hora había llegado.Su respiración se aceleró y una sensación de anticipación la recorrió. Su instinto le decía que no había tiempo que perder.—Axel… —llamó con un tono entre tenso y expectante.No tuvo que repetirlo.Axel apareció en la habitación en menos de un segundo, como si hubiera estado esperando ese momento toda su vida. Su mirada recorrió su rostro y luego descendió hasta su vientre, más abultado que nunca.—¿Qué pasa, princesa? —preguntó, aunque la expresión de pánico en sus ojos revelaba que ya lo sabía.Alicia sintió otra contracción y se aferró a la sábana.—Creo que es hora.Axel quedó inmóvil.Ni siquiera respiró.El mundo pareció detenerse, mientras la información llegab
Samuel siempre había sido un hombre paciente. No se apresuraba en nada, pero cuando algo realmente le interesaba, no dudaba en actuar. Y ahora mismo, Clara ocupaba su mente más de lo que él estaba dispuesto a admitir.De hecho, había estado un poco distraído en su trabajo, porque no podía dejar de pensar en una manera de poder conquistarla. Aunque habían tenido algunas salidas informales, como caminatas al atardecer, paseros a parques, idas al cine, visitas a la heladería, conversaciones largas bajo la sombra de los árboles, decidió que era hora de dar un paso más.Quería una cita formal. Algo que dejara en claro sus intenciones.La invitó con un mensaje sencillo: "Clara, ¿te gustaría salir conmigo a una cena formal este viernes?"No hubo rodeos ni excusas. Clara tardó en responder, pero cuando lo hizo, la respuesta lo hizo sonreír."Sí, me encantaría".Samuel se aseguró de elegir un restaurante elegante, pero acogedor. Un lugar que le permitiera a Clara sentirse cómoda sin la presió
Días después.La mansión estaba en completo silencio cuando Alicia llegó a casa. A diferencia de otras noches, las luces en la sala estaban apagadas, y un aroma a jazmín flotaba en el aire.Frunció el ceño con curiosidad. ¿Dónde estaba Axel?Al dar unos pasos, un tenue resplandor se filtró desde el comedor. Al girar la esquina, el panorama la tomó por sorpresa.Un sendero de pétalos de rosa cubría el suelo, guiándola hasta la mesa iluminada por velas. Dos copas de vino descansaban junto a una elegante cena dispuesta con precisión. El violín de una suave melodía flotaba en el ambiente, llenando el espacio con una calidez inesperada.Y en el centro de todo, Axel, vestido con un traje impecable, la observaba con una sonrisa que mezclaba confianza y algo más… ¿Nervios?Alicia entrecerró los ojos, cruzando los brazos.—¿Qué estás tramando, Axel Thorne?Él se encogió de hombros con fingida inocencia y le extendió la mano.—Nada en particular. Solo quiero cenar con mi esposa y consentirla. ¿