Alicia se sentó en el borde de su cama, sosteniendo el teléfono con una mano, mientras con la otra jugaba distraídamente con el borde de su bata luego de ducharse. Había llamado a Lupita, su mejor amiga, en busca de consuelo. La voz de ella era suave, intentando calmarla, tras escuchar todo lo que había ocurrido.—Tal vez, Alicia… él realmente quiso salvarte a ti. Algunos hombres simplemente no saben cómo expresarse y creo que él tuyo es de esos, de pocas palabras —dijo Lupita tras un silencio reflexivo.Alicia frunció el ceño, recordando la mirada que había captado en los ojos de Axel momentos antes de que se llevara a Stella en brazos. Había algo allí, una preocupación genuina, algo que no cuadraba con su habitual frialdad. Esa duda comenzó a instalarse en su mente, confundiéndola.—¿De verdad crees eso, Lupita? —preguntó Alicia, su voz cargada de escepticismo, aunque también de un poco de esperanza.—¿Conoces la forma más efectiva de comprobar si un hombre te ama o no? —dijo Lupit
Axel escuchó la voz del guardaespaldas al otro lado de la línea, informándole de la escena en el restaurante. Al terminar la llamada, una ira indescriptible lo invadió. Su rostro se oscureció como una tormenta, y con un movimiento brusco lanzó el teléfono contra la pared, destrozándolo en decenas de pedazos.Se levantó de su silla de golpe, haciéndola caer de manera ruidosa en el suelo, con sus movimientos firmes y cargados de energía contenida. Salió de la oficina con pasos largos y rápidos, sin mirar a nadie. Cuando cruzó por el área común, su asistente intentó detenerlo para discutir un asunto urgente, pero Axel solo ladró una orden—Quiero un nuevo teléfono en mi escritorio antes de que vuelva. Y no me molesten.Su voz helada y cortante dejó al asistente paralizado mientras Axel desaparecía en dirección al ascensor. No le importaba lo que estaba dejando pendiente. Su única prioridad era llegar al restaurante y enfrentar la situación que lo estaba enloqueciendo.El estacionamient
La paciencia de Alicia había llegado a su límite. Habían pasado horas desde que llegó al restaurante, y Axel no había aparecido. La conversación con Lupita y Chad había perdido su gracia, y su frustración solo había crecido con cada minuto que pasaba. Finalmente, dejó el tenedor sobre el plato con un golpe seco y miró a sus acompañantes.—Esto es ridículo. Vamos a un lugar más animado. Necesito despejarme —susurró, cruzando los brazos con determinación.Lupita la miró con preocupación.—Pero Alicia, ¿estás segura? No puedes beber, y... bueno, Axel podría enfadarse si se entera de que te fuiste por allí.Alicia soltó una risa amarga, al mismo tiempo que se encogía de hombros.—¿Enfadarse? Parece que no le importa lo que haga. Quizás debería darle una razón para molestarse. Vamos, aunque si no quieren venir conmigo, puedo irme sola —sentenció decidida.Sin darles tiempo a replicar, Alicia se levantó y ellos caminaron detrás de ella, mientras se dirigía hacia la salida. Chad, con su act
Axel la siguió apresuradamente, sus ojos enfocados en la figura de Alicia que avanzaba rápidamente hacia la salida. La alcanzó justo antes de que cruzara la puerta principal y, sin dudarlo, la sujetó por el brazo con una fuerza que la hizo detenerse en seco. Alicia giró la cabeza, enfrentándolo con una mirada llena de desafío.—¿Qué dijiste? —preguntó Axel, su voz baja, aunque cargada de una frialdad cortante.Alicia lo miró fijamente, sin rastro de vacilación en su expresión.—Ya me escuchaste, Axel, no eres sordo. ¡Divorciémonos! —repitió, enfatizando cada palabra como si quisiera clavar un puñal en su corazón.El tiempo pareció detenerse por un instante. Axel sintió que el mundo a su alrededor se desmoronaba. Las luces del bar y el bullicio de la multitud se desvanecieron, dejándolo solo con las palabras de Alicia resonando en su mente. Pero antes de que pudiera responder, Alicia se soltó de su agarre y salió corriendo hacia la noche.—¡Alicia! —gritó, pero ella no se detuvo, igno
—Vamos a hacerle una prueba de ADN —siseó sin un ápice de emoción en su rostro.Stella comenzó a llorar desconsoladamente, como era su costumbre para poder manipularlo, aferrándose a su brazo, como si eso pudiera salvarla de las palabras que él acababa de pronunciar. Insistiendo en que el bebé que llevaba en su vientre pertenecía al doctor.A pesar de su dramatismo, Axel no mostró compasión. Su mirada estaba fija en ella, fría y cortante.—Como no has querido decir la verdad, no me dejas otra alternativa, Stella —su voz resonó en la habitación como un trueno—. Mañana iremos al hospital para hacerla. Ya tengo una muestra de ADN de ese doctor y voy a compararla con la del bebé en tu vientre.Stella se quedó paralizada, sus ojos abiertos de par en par, revelando su sorpresa y miedo. La confianza con la que Axel habló, dejó claro que ya no iba a aceptar excusas ni mentiras. Intentó decir algo, pero las palabras se atascaron en su garganta. De inmediato, su mente empezó a trabajar rápid
El sol de la mañana iluminaba cada rincón del Grand Luxe Hotel, envolviendo la piscina con un resplandor cálido. Alicia se estiró perezosamente en una tumbona, dejando que el calor relajara sus músculos tensos. A su lado, su amiga Lupita, que si podía consumir bebidas alcohólicas, sostenía una copa de vino tinto, observando el entorno con una mezcla de admiración y envidia.—Alicia, tu familia es realmente muy rica —comentó Lupita, dejando escapar un suspiro mientras giraba la copa en sus manos—. Lo que no entiendo es que, con tanto dinero y lujos, ¿Cómo puedes soportar conducir ese pequeño coche de segunda mano, todo destartalado? Es increíble.Las palabras de Lupita fueron como un interruptor en la mente de Alicia. Una chispa se encendió en su interior, iluminando algo que había permanecido en penumbras durante demasiado tiempo. Se incorporó lentamente, su mirada fija en el horizonte, mientras una idea tomaba forma en su mente.—Espera un momento —murmuró, levantándose con decisión
El sol caía implacable sobre la costa, reflejándose en la pintura reluciente del auto deportivo que Alicia conducía con precisión calculada. Las olas del mar se agitaban en el horizonte, creando un ritmo acompasado que contrastaba con los latidos acelerados de su corazón. La brisa marina acariciaba su rostro, pero no lograba disipar las nubes de pensamientos oscuros que la perseguían.A su lado, Lupita sonreía ampliamente, levantando las manos, mientras pegaba grititos de emoción, disfrutando de la libertad que ambas sentían al alejarse de los problemas que dejaron atrás.Lupita, a su lado, levantaba las manos y lanzaba grititos de emoción. Su risa era un bálsamo en medio de las tormentas internas que Alicia enfrentaba.—¡Esto es vida! —exclamó Lupita, mirando el paisaje con ojos brillantes—. Este coche está de lujo. Mucho mejor que ese trasto viejo que tenías.Alicia sonrió, pero su mirada permaneció fija en la carretera. Aunque por fuera aparentaba tranquilidad, su mente estaba llen
El ambiente en el vestíbulo del hotel era tranquilo, pero Alicia sentía un nudo en el estómago que no podía ignorar. La mirada que Stella le había lanzado hace unos momentos seguía persiguiéndola. No había sido una mirada desafiante, arrogante o para humillarla, como esperaba de su cuñada, sino algo completamente diferente, miedo puro.Stella, al percatarse de que Alicia la había visto, hizo de nuevo un gesto casi imperceptible con la mano, como si intentara llamar su atención sin que el hombre que estaba a su lado lo notara. Ese movimiento hablaba más que mil palabras. Ella estaba en peligro.Alicia sintió que su corazón se aceleraba. A pesar de sus diferencias con Stella, no podía ignorar esa señal de auxilio. Observó cómo Stella y el hombre alto se dirigían al ascensor. Ella se mordió el labio inferior, tratando de decidir qué hacer. Por instinto, sabía que algo no estaba bien. ¿La hermana de Axel había sido secuestrada? La posibilidad le revolvía el estómago.Lupita, que había es