El sol caía implacable sobre la costa, reflejándose en la pintura reluciente del auto deportivo que Alicia conducía con precisión calculada. Las olas del mar se agitaban en el horizonte, creando un ritmo acompasado que contrastaba con los latidos acelerados de su corazón. La brisa marina acariciaba su rostro, pero no lograba disipar las nubes de pensamientos oscuros que la perseguían.A su lado, Lupita sonreía ampliamente, levantando las manos, mientras pegaba grititos de emoción, disfrutando de la libertad que ambas sentían al alejarse de los problemas que dejaron atrás.Lupita, a su lado, levantaba las manos y lanzaba grititos de emoción. Su risa era un bálsamo en medio de las tormentas internas que Alicia enfrentaba.—¡Esto es vida! —exclamó Lupita, mirando el paisaje con ojos brillantes—. Este coche está de lujo. Mucho mejor que ese trasto viejo que tenías.Alicia sonrió, pero su mirada permaneció fija en la carretera. Aunque por fuera aparentaba tranquilidad, su mente estaba llen
El ambiente en el vestíbulo del hotel era tranquilo, pero Alicia sentía un nudo en el estómago que no podía ignorar. La mirada que Stella le había lanzado hace unos momentos seguía persiguiéndola. No había sido una mirada desafiante, arrogante o para humillarla, como esperaba de su cuñada, sino algo completamente diferente, miedo puro.Stella, al percatarse de que Alicia la había visto, hizo de nuevo un gesto casi imperceptible con la mano, como si intentara llamar su atención sin que el hombre que estaba a su lado lo notara. Ese movimiento hablaba más que mil palabras. Ella estaba en peligro.Alicia sintió que su corazón se aceleraba. A pesar de sus diferencias con Stella, no podía ignorar esa señal de auxilio. Observó cómo Stella y el hombre alto se dirigían al ascensor. Ella se mordió el labio inferior, tratando de decidir qué hacer. Por instinto, sabía que algo no estaba bien. ¿La hermana de Axel había sido secuestrada? La posibilidad le revolvía el estómago.Lupita, que había es
Alicia ajustó el uniforme de limpiadora que acababa de conseguir, sintiendo cómo la tela áspera le rozaba la piel. Había sobornado a una empleada del hotel con una suma considerable para obtenerlo, y aunque su corazón latía con fuerza, su determinación no flaqueó. Se colocó la gorra, bajó la cabeza y tomó un carrito de limpieza antes de dirigirse al pasillo donde estaba la habitación de Stella. Sabía que cada segundo contaba.Empujó la puerta con discreción, simulando ser una empleada más. Al entrar, lo primero que notó fue el silencio opresivo, cargado de tensión. El hombre estaba de pie junto a la ventana, revisando su teléfono, mientras Stella, sentada en el borde de la cama, mantenía la cabeza baja. Alicia contuvo el aliento al ver los moretones que cubrían los brazos de su cuñada, visibles por las mangas arremangadas de su camisa. El maquillaje corrido en su rostro y sus ojos hinchados hablaban de horas de llanto. No cabía duda de que Stella había sido maltratada.Alicia tomó
El viaje al hospital fue silencioso, pero cargado de emociones tensas. Axel conducía con la mandíbula apretada, sus manos firmemente sujetas al volante, mientras Alicia miraba por la ventana con el ceño fruncido. Stella estaba sentada en el asiento trasero, abrazándose a sí misma, sus ojos hinchados de tanto llorar.Axel no dijo una palabra durante todo el trayecto, pero su mirada se desviaba constantemente hacia Alicia, buscando cualquier señal de que estuviera herida. Su mente repetía una y otra vez la imagen del hombre arrastrándola por el vestíbulo. El miedo en sus ojos se había grabado como un eco imposible de silenciar, atormentándolo.Cuando llegaron al hospital, Axel no perdió el tiempo. Bajó rápidamente del coche y abrió la puerta para Alicia, ignorando por completo su mirada de enfado.—Vamos, necesitamos que un médico las examine —dijo con firmeza, extendiendo la mano para ayudarla a bajar.—¡No me toques! No necesito tu ayuda, Axel. Estoy perfectamente bien —respondió Al
Axel negó con la cabeza, una mezcla de resignación y ternura en sus ojos. Alicia no pudo evitar reír suavemente ante el gesto de su esposo.—Parece que esa jovencita nunca se cansa —comentó Alicia, poniendo los ojos en blanco.Axel suspiró y se inclinó ligeramente hacia ella antes de hablar.—Volveré enseguida. Es mejor que vaya a ver qué está tramando ahora.Alicia asintió, observando cómo su esposo salía de la habitación con pasos firmes y decididos. A pesar de su renuencia a que él le gustara más, debía admitir que sentía algo tranquilizador en su presencia, en la forma en que asumía la responsabilidad sin titubeos.Su sombra se desvaneció tras la puerta, dejándola con una sensación de ligera curiosidad sobre lo que estaba pasando en la habitación contigua. Incapaz de resistirse, Alicia se levantó con cuidado, asegurándose de que nadie estuviera mirando, y decidió seguirlo. "No puede ser algo tan importante como para que me lo cuenten, pero yo puedo averiguarlo sola” pensó, avanz
El ambiente en la habitación de hospital estaba cargado de tensión y emociones cruzadas. Stella permanecía sentada en la cama, con el rostro iluminado por un rubor que oscilaba entre la timidez y el desafío. Su confesión había caído como una bomba, rompiendo el silencio y dejando a los hombres de la habitación atónitos.Guillermo, siempre tan profesional y sereno, dio un paso hacia atrás, como si buscara distancia física de la situación que acababa de desatarse. Temía la reacción de su jefe y la incomodidad era evidente en su postura. Su mirada fija en el suelo denotaba cierto nerviosismo, pero sus labios se curvaron ligeramente en una sonrisa de cortesía.—Señorita, no diga esas cosas —respondió con voz firme, pero educada—. Tenemos estatus desiguales. Yo soy… un simple guardaespaldas, y usted es la princesa de la familia Thorne. Somos demasiado diferentes, y cualquier relación entre nosotros sería absolutamente inapropiada.Axel, que hasta ese momento había contenido su reacción, d
Alicia lo miró directamente a los ojos, su voz cargada de determinación.—¿Crees que puedes decidir por mí? ¿Me has preguntado si estoy dispuesta a dormir contigo en la misma habitación? Pues tengo noticias para ti. No dormiré en tu habitación, Axel. Prefiero quedarme en la mía. —dijo finalmente, rompiendo el silencio. Axel frunció el ceño, claramente sorprendido por su negativa, se quedó por unos segundos procesando lo que ella había dicho. Luego, como si la respuesta fuera obvia, levantó las cejas con un gesto que denotaba confianza.—¿Por qué no? Eres mi esposa y estás embarazada de mi hijo. Es natural que compartamos la habitación. Este asunto no es negociable.La respuesta de Axel, directa y carente de matices, hizo que Alicia apretara los labios, tratando de contener una risa sarcástica que amenazaba con escaparse. —Natural sería si nos amáramos, pero ese no es nuestro caso —respondió Alicia con frialdad —. Por si lo has olvidado, nuestro matrimonio fue solo un acto de caridad
La brisa suave de la tarde acariciaba las mejillas de Alicia mientras salía del hospital. Había tomado la decisión de marcharse sin avisar a nadie. No estaba dispuesta a tener más confrontaciones, con Axel.Necesitaba espacio, un lugar donde pudiera respirar y pensar con claridad.La idea de regresar al hotel no le resultaba atractiva. Había algo incómodo en permanecer en un lugar que ahora asociaba con el reciente caos. Entonces, casi por capricho, decidió hacer algo que pocas personas podían permitirse: decidió comprarse una villa en la ciudad donde vivía.Alicia sacó su teléfono y llamó a un agente inmobiliario de lujo que conocía. —Necesito una villa, la más costosa en la zona más lujosa y exclusiva de la ciudad —fue su orden.En menos de una hora, había cerrado el trato, el precio era exorbitante, pero para ella no significaba nada. Después de todo, era heredera de una fortuna considerable que rara vez utilizaba.Mientras se dirigía a su nueva propiedad, Alicia no pudo evitar s