Capítulo 122. Capítulo final.

El aire era denso. La tensión se extendía como un manto invisible, cuando el hombre con un movimiento se removió, aún jadeante y con las marcas de los golpes en el rostro, bajo el agarre de los guardias. Sin embargo, su instinto de supervivencia era más fuerte, en un solo movimiento, pateó con fuerza el suelo, creando el impulso necesario para zafarse del agarre de uno de los guardias. Su codo impactó con brutalidad en la mandíbula del otro, logrando liberarse.

Los ojos de Guillermo se encendieron con furia.

—¡Deténganlo! —bramó, pero el hombre ya se había echado a correr.

Guillermo no lo pensó dos veces y corrió tras él.

Mientras el otro corría con la desesperación de un animal acorralado, moviendo las piernas con torpeza mientras zigzagueaba entre los callejones que rodeaban el hotel.

Sin embargo, Guillermo estaba entrenando en persecución, sus pasos eran precisos, su cuerpo impulsado con una fuerza calculada, no en vano había sido soldado del ejército.

Los latidos de su corazón r
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