—Vamos a hacerle una prueba de ADN —siseó sin un ápice de emoción en su rostro.Stella comenzó a llorar desconsoladamente, como era su costumbre para poder manipularlo, aferrándose a su brazo, como si eso pudiera salvarla de las palabras que él acababa de pronunciar. Insistiendo en que el bebé que llevaba en su vientre pertenecía al doctor.A pesar de su dramatismo, Axel no mostró compasión. Su mirada estaba fija en ella, fría y cortante.—Como no has querido decir la verdad, no me dejas otra alternativa, Stella —su voz resonó en la habitación como un trueno—. Mañana iremos al hospital para hacerla. Ya tengo una muestra de ADN de ese doctor y voy a compararla con la del bebé en tu vientre.Stella se quedó paralizada, sus ojos abiertos de par en par, revelando su sorpresa y miedo. La confianza con la que Axel habló, dejó claro que ya no iba a aceptar excusas ni mentiras. Intentó decir algo, pero las palabras se atascaron en su garganta. De inmediato, su mente empezó a trabajar rápid
El sol de la mañana iluminaba cada rincón del Grand Luxe Hotel, envolviendo la piscina con un resplandor cálido. Alicia se estiró perezosamente en una tumbona, dejando que el calor relajara sus músculos tensos. A su lado, su amiga Lupita, que si podía consumir bebidas alcohólicas, sostenía una copa de vino tinto, observando el entorno con una mezcla de admiración y envidia.—Alicia, tu familia es realmente muy rica —comentó Lupita, dejando escapar un suspiro mientras giraba la copa en sus manos—. Lo que no entiendo es que, con tanto dinero y lujos, ¿Cómo puedes soportar conducir ese pequeño coche de segunda mano, todo destartalado? Es increíble.Las palabras de Lupita fueron como un interruptor en la mente de Alicia. Una chispa se encendió en su interior, iluminando algo que había permanecido en penumbras durante demasiado tiempo. Se incorporó lentamente, su mirada fija en el horizonte, mientras una idea tomaba forma en su mente.—Espera un momento —murmuró, levantándose con decisión
El sol caía implacable sobre la costa, reflejándose en la pintura reluciente del auto deportivo que Alicia conducía con precisión calculada. Las olas del mar se agitaban en el horizonte, creando un ritmo acompasado que contrastaba con los latidos acelerados de su corazón. La brisa marina acariciaba su rostro, pero no lograba disipar las nubes de pensamientos oscuros que la perseguían.A su lado, Lupita sonreía ampliamente, levantando las manos, mientras pegaba grititos de emoción, disfrutando de la libertad que ambas sentían al alejarse de los problemas que dejaron atrás.Lupita, a su lado, levantaba las manos y lanzaba grititos de emoción. Su risa era un bálsamo en medio de las tormentas internas que Alicia enfrentaba.—¡Esto es vida! —exclamó Lupita, mirando el paisaje con ojos brillantes—. Este coche está de lujo. Mucho mejor que ese trasto viejo que tenías.Alicia sonrió, pero su mirada permaneció fija en la carretera. Aunque por fuera aparentaba tranquilidad, su mente estaba llen
El ambiente en el vestíbulo del hotel era tranquilo, pero Alicia sentía un nudo en el estómago que no podía ignorar. La mirada que Stella le había lanzado hace unos momentos seguía persiguiéndola. No había sido una mirada desafiante, arrogante o para humillarla, como esperaba de su cuñada, sino algo completamente diferente, miedo puro.Stella, al percatarse de que Alicia la había visto, hizo de nuevo un gesto casi imperceptible con la mano, como si intentara llamar su atención sin que el hombre que estaba a su lado lo notara. Ese movimiento hablaba más que mil palabras. Ella estaba en peligro.Alicia sintió que su corazón se aceleraba. A pesar de sus diferencias con Stella, no podía ignorar esa señal de auxilio. Observó cómo Stella y el hombre alto se dirigían al ascensor. Ella se mordió el labio inferior, tratando de decidir qué hacer. Por instinto, sabía que algo no estaba bien. ¿La hermana de Axel había sido secuestrada? La posibilidad le revolvía el estómago.Lupita, que había es
Alicia ajustó el uniforme de limpiadora que acababa de conseguir, sintiendo cómo la tela áspera le rozaba la piel. Había sobornado a una empleada del hotel con una suma considerable para obtenerlo, y aunque su corazón latía con fuerza, su determinación no flaqueó. Se colocó la gorra, bajó la cabeza y tomó un carrito de limpieza antes de dirigirse al pasillo donde estaba la habitación de Stella. Sabía que cada segundo contaba.Empujó la puerta con discreción, simulando ser una empleada más. Al entrar, lo primero que notó fue el silencio opresivo, cargado de tensión. El hombre estaba de pie junto a la ventana, revisando su teléfono, mientras Stella, sentada en el borde de la cama, mantenía la cabeza baja. Alicia contuvo el aliento al ver los moretones que cubrían los brazos de su cuñada, visibles por las mangas arremangadas de su camisa. El maquillaje corrido en su rostro y sus ojos hinchados hablaban de horas de llanto. No cabía duda de que Stella había sido maltratada.Alicia tomó
El viaje al hospital fue silencioso, pero cargado de emociones tensas. Axel conducía con la mandíbula apretada, sus manos firmemente sujetas al volante, mientras Alicia miraba por la ventana con el ceño fruncido. Stella estaba sentada en el asiento trasero, abrazándose a sí misma, sus ojos hinchados de tanto llorar.Axel no dijo una palabra durante todo el trayecto, pero su mirada se desviaba constantemente hacia Alicia, buscando cualquier señal de que estuviera herida. Su mente repetía una y otra vez la imagen del hombre arrastrándola por el vestíbulo. El miedo en sus ojos se había grabado como un eco imposible de silenciar, atormentándolo.Cuando llegaron al hospital, Axel no perdió el tiempo. Bajó rápidamente del coche y abrió la puerta para Alicia, ignorando por completo su mirada de enfado.—Vamos, necesitamos que un médico las examine —dijo con firmeza, extendiendo la mano para ayudarla a bajar.—¡No me toques! No necesito tu ayuda, Axel. Estoy perfectamente bien —respondió Al
Axel negó con la cabeza, una mezcla de resignación y ternura en sus ojos. Alicia no pudo evitar reír suavemente ante el gesto de su esposo.—Parece que esa jovencita nunca se cansa —comentó Alicia, poniendo los ojos en blanco.Axel suspiró y se inclinó ligeramente hacia ella antes de hablar.—Volveré enseguida. Es mejor que vaya a ver qué está tramando ahora.Alicia asintió, observando cómo su esposo salía de la habitación con pasos firmes y decididos. A pesar de su renuencia a que él le gustara más, debía admitir que sentía algo tranquilizador en su presencia, en la forma en que asumía la responsabilidad sin titubeos.Su sombra se desvaneció tras la puerta, dejándola con una sensación de ligera curiosidad sobre lo que estaba pasando en la habitación contigua. Incapaz de resistirse, Alicia se levantó con cuidado, asegurándose de que nadie estuviera mirando, y decidió seguirlo. "No puede ser algo tan importante como para que me lo cuenten, pero yo puedo averiguarlo sola” pensó, avanz
El ambiente en la habitación de hospital estaba cargado de tensión y emociones cruzadas. Stella permanecía sentada en la cama, con el rostro iluminado por un rubor que oscilaba entre la timidez y el desafío. Su confesión había caído como una bomba, rompiendo el silencio y dejando a los hombres de la habitación atónitos.Guillermo, siempre tan profesional y sereno, dio un paso hacia atrás, como si buscara distancia física de la situación que acababa de desatarse. Temía la reacción de su jefe y la incomodidad era evidente en su postura. Su mirada fija en el suelo denotaba cierto nerviosismo, pero sus labios se curvaron ligeramente en una sonrisa de cortesía.—Señorita, no diga esas cosas —respondió con voz firme, pero educada—. Tenemos estatus desiguales. Yo soy… un simple guardaespaldas, y usted es la princesa de la familia Thorne. Somos demasiado diferentes, y cualquier relación entre nosotros sería absolutamente inapropiada.Axel, que hasta ese momento había contenido su reacción, d