Axel salió de la sala dejando a Alicia sola. Su expresión no mostraba ningún signo de las emociones que lo atravesaban, pero una vez fuera, sacó su teléfono y marcó un número con rapidez.—Necesito que los cinco mejores chefs y las cinco mejores mujeres de servicio lleguen a mi casa lo antes posible —dijo directamente, sin molestarse en saludar. Tras recibir una confirmación inmediata, colgó sin más y guardó el teléfono en su bolsillo.Mientras tanto, Stella se había acercado a Alicia, quien aún estaba en la sala tratando de calmar su mente tras la última discusión. Stella, con su habitual arrogancia, se cruzó de brazos y comenzó a hablar en un tono que destilaba desprecio.—No entiendo cómo mi hermano sigue soportándote. Eres una muerta de hambre, Alicia. No tienes nada que ofrecerle, y tarde o temprano me encargaré de que se divorcie de ti y te vayas de esta casa.Alicia la miró fijamente, pero no respondió. Sabía que enfrentarse a Stella solo empeoraría las cosas. Sin embargo, la
Stella que estaba recostada en su cama, escuchó el ruido de pasos y un alboroto en el pasillo. Curiosa, abrió la puerta de su habitación y se encontró con una fila de nuevos sirvientes alineados, esperando instrucciones. Al verlos, sonrió con satisfacción. Estaba convencida de que Axel los había contratado para cuidarla a ella. “Por supuesto”, pensó, “mi hermano siempre me trata como a una reina”, pensó mientras sonreía de manera maliciosa.Con un aire de superioridad, Stella avanzó hacia ellos, pero cuando vio a Axel aparecer al final del pasillo, corrió hacia él emocionada, agarrándolo del brazo y llevándolo frente a su puerta.—¡Sabía que mi hermano era el mejor! —exclamó con un tono triunfante, mientras sus ojos se llenaban de falsa gratitud—. ¡Sabía que siempre cuidarías de mí!Axel, sin embargo, no mostró ninguna reacción emocional. Su rostro se mantuvo impasible mientras se zafaba de su agarre con un movimiento brusco. Sus pasos firmes dejaron a Stella atrás, confundida, mient
Alicia se sentó en el borde de su cama, sosteniendo el teléfono con una mano, mientras con la otra jugaba distraídamente con el borde de su bata luego de ducharse. Había llamado a Lupita, su mejor amiga, en busca de consuelo. La voz de ella era suave, intentando calmarla, tras escuchar todo lo que había ocurrido.—Tal vez, Alicia… él realmente quiso salvarte a ti. Algunos hombres simplemente no saben cómo expresarse y creo que él tuyo es de esos, de pocas palabras —dijo Lupita tras un silencio reflexivo.Alicia frunció el ceño, recordando la mirada que había captado en los ojos de Axel momentos antes de que se llevara a Stella en brazos. Había algo allí, una preocupación genuina, algo que no cuadraba con su habitual frialdad. Esa duda comenzó a instalarse en su mente, confundiéndola.—¿De verdad crees eso, Lupita? —preguntó Alicia, su voz cargada de escepticismo, aunque también de un poco de esperanza.—¿Conoces la forma más efectiva de comprobar si un hombre te ama o no? —dijo Lupit
Axel escuchó la voz del guardaespaldas al otro lado de la línea, informándole de la escena en el restaurante. Al terminar la llamada, una ira indescriptible lo invadió. Su rostro se oscureció como una tormenta, y con un movimiento brusco lanzó el teléfono contra la pared, destrozándolo en decenas de pedazos.Se levantó de su silla de golpe, haciéndola caer de manera ruidosa en el suelo, con sus movimientos firmes y cargados de energía contenida. Salió de la oficina con pasos largos y rápidos, sin mirar a nadie. Cuando cruzó por el área común, su asistente intentó detenerlo para discutir un asunto urgente, pero Axel solo ladró una orden—Quiero un nuevo teléfono en mi escritorio antes de que vuelva. Y no me molesten.Su voz helada y cortante dejó al asistente paralizado mientras Axel desaparecía en dirección al ascensor. No le importaba lo que estaba dejando pendiente. Su única prioridad era llegar al restaurante y enfrentar la situación que lo estaba enloqueciendo.El estacionamient
La paciencia de Alicia había llegado a su límite. Habían pasado horas desde que llegó al restaurante, y Axel no había aparecido. La conversación con Lupita y Chad había perdido su gracia, y su frustración solo había crecido con cada minuto que pasaba. Finalmente, dejó el tenedor sobre el plato con un golpe seco y miró a sus acompañantes.—Esto es ridículo. Vamos a un lugar más animado. Necesito despejarme —susurró, cruzando los brazos con determinación.Lupita la miró con preocupación.—Pero Alicia, ¿estás segura? No puedes beber, y... bueno, Axel podría enfadarse si se entera de que te fuiste por allí.Alicia soltó una risa amarga, al mismo tiempo que se encogía de hombros.—¿Enfadarse? Parece que no le importa lo que haga. Quizás debería darle una razón para molestarse. Vamos, aunque si no quieren venir conmigo, puedo irme sola —sentenció decidida.Sin darles tiempo a replicar, Alicia se levantó y ellos caminaron detrás de ella, mientras se dirigía hacia la salida. Chad, con su act
Axel la siguió apresuradamente, sus ojos enfocados en la figura de Alicia que avanzaba rápidamente hacia la salida. La alcanzó justo antes de que cruzara la puerta principal y, sin dudarlo, la sujetó por el brazo con una fuerza que la hizo detenerse en seco. Alicia giró la cabeza, enfrentándolo con una mirada llena de desafío.—¿Qué dijiste? —preguntó Axel, su voz baja, aunque cargada de una frialdad cortante.Alicia lo miró fijamente, sin rastro de vacilación en su expresión.—Ya me escuchaste, Axel, no eres sordo. ¡Divorciémonos! —repitió, enfatizando cada palabra como si quisiera clavar un puñal en su corazón.El tiempo pareció detenerse por un instante. Axel sintió que el mundo a su alrededor se desmoronaba. Las luces del bar y el bullicio de la multitud se desvanecieron, dejándolo solo con las palabras de Alicia resonando en su mente. Pero antes de que pudiera responder, Alicia se soltó de su agarre y salió corriendo hacia la noche.—¡Alicia! —gritó, pero ella no se detuvo, igno
—Vamos a hacerle una prueba de ADN —siseó sin un ápice de emoción en su rostro.Stella comenzó a llorar desconsoladamente, como era su costumbre para poder manipularlo, aferrándose a su brazo, como si eso pudiera salvarla de las palabras que él acababa de pronunciar. Insistiendo en que el bebé que llevaba en su vientre pertenecía al doctor.A pesar de su dramatismo, Axel no mostró compasión. Su mirada estaba fija en ella, fría y cortante.—Como no has querido decir la verdad, no me dejas otra alternativa, Stella —su voz resonó en la habitación como un trueno—. Mañana iremos al hospital para hacerla. Ya tengo una muestra de ADN de ese doctor y voy a compararla con la del bebé en tu vientre.Stella se quedó paralizada, sus ojos abiertos de par en par, revelando su sorpresa y miedo. La confianza con la que Axel habló, dejó claro que ya no iba a aceptar excusas ni mentiras. Intentó decir algo, pero las palabras se atascaron en su garganta. De inmediato, su mente empezó a trabajar rápid
El sol de la mañana iluminaba cada rincón del Grand Luxe Hotel, envolviendo la piscina con un resplandor cálido. Alicia se estiró perezosamente en una tumbona, dejando que el calor relajara sus músculos tensos. A su lado, su amiga Lupita, que si podía consumir bebidas alcohólicas, sostenía una copa de vino tinto, observando el entorno con una mezcla de admiración y envidia.—Alicia, tu familia es realmente muy rica —comentó Lupita, dejando escapar un suspiro mientras giraba la copa en sus manos—. Lo que no entiendo es que, con tanto dinero y lujos, ¿Cómo puedes soportar conducir ese pequeño coche de segunda mano, todo destartalado? Es increíble.Las palabras de Lupita fueron como un interruptor en la mente de Alicia. Una chispa se encendió en su interior, iluminando algo que había permanecido en penumbras durante demasiado tiempo. Se incorporó lentamente, su mirada fija en el horizonte, mientras una idea tomaba forma en su mente.—Espera un momento —murmuró, levantándose con decisión