Parecía que eso era una situación de nunca acabar, y a pesar de eso no pudo evitar sentir como si el aire hubiese sido arrancado de sus pulmones.
Axel, se veía aparentemente cariñoso mientras la mujer lo envolvía con sus brazos, mientras estaban rodeados de algunos de los amigos de su marido. Una mezcla de emociones la atravesó, asco, rabia y sintió un dolor en su pecho. Se mareó y se aferró al marco de la puerta, para no tambalearse. Entretanto, la mujer, en el regazo de Axel, se levantó y se giró hacia ella con una expresión altiva al notar su presencia. Sus ojos brillaban con una mezcla de satisfacción y desafío. —¡Oh! Mírenla, la señora finalmente decidió aparecer —dijo Brenda, con una sonrisa despectiva. Alicia respiró profundamente para contenerse. Sus manos temblaban, pero su rostro permanecía imperturbable. Dio un paso hacia adelante, clavando sus ojos en Brenda antes de hablar con un tono helado. —Gracias por tu servicio esta noche. Parece que mi esposo quedó muy satisfecho —pronunció con una tranquilidad que le impresionó hasta sí misma, cuando por dentro sentía una profunda agitación. Brenda, sorprendida por la calma de Alicia, dio un paso hacia ella, sus ojos chispeando de indignación. —¡¿Quién te crees que eres para que me hables así?! —soltó con veneno en la voz. Alicia alzó una ceja, ladeando la cabeza como si evaluara a la mujer frente a ella. Su voz se volvió aún más cortante. —Supongo que eres la prostituta contratada por mi marido. O... —hizo una pausa deliberada, dejando que las palabras se deslizaran con desprecio—. ¿No serás otra cosa? Brenda, incapaz de contener su rabia, alzó una mano para señalar a Alicia, pero esta la ignoró y siguió buscando en su mente para proferir las palabras que parecían haberse atragantado en su garganta. —¿Ser...? —Alicia completó con desdén—. ¿Ser la zorra que se especializa en seducir a los maridos de otras personas? El color abandonó el rostro de Brenda, reemplazado por un rojo furioso. —¿Sabes quién soy? ¡Soy la hija de la familia Smith! —pero como Alicia la ignoró, giró hacia Axel con los ojos llenos de lágrimas falsas. —Cariño, ¡mira cómo me habla esta mujer! ¿No vas a hacer nada? Me está ofendiendo. Alicia observó cómo Axel, lejos de consolar a Brenda, se sirvió tranquilamente una copa, sin siquiera levantar la mirada, como si todo le que estuviera sucediendo fuera ajeno a él. Se quedó en silencio por varios minutos, hasta que por fin habló —Eso es todo por hoy —dijo con frialdad—. Vete. La tensión en el ambiente era palpable. Brenda, descolocada por la indiferencia de Axel, intentó replicar, pero su mirada firme la silenció. Con un gesto brusco, agarró su bolso y caminó hacia la salida. Al pasar junto a Alicia, la golpeó deliberadamente con el hombro, pero ella ni se inmutó. El sonido de la puerta cerrándose dejó un silencio sepulcral. Alicia, incapaz de contenerse más, dio un paso hacia Axel, su voz temblando de emoción contenida. —¿Cuántas veces has traído a otras mujeres a nuestra casa? —siseó mientras su pecho subía y bajaba del enojo. Axel levantó la mirada, tomando un sorbo de vino antes de responder con una calma que solo intensificó la furia de Alicia. —No es nuestra casa. Es mi casa. —Dejó la copa en la mesa y la miró directamente, sus palabras goteando desdén—. Si no puedes soportarlo, ¡Lárgate! Pero no intentes enseñarme cómo hacer las cosas. El peso de sus palabras cayó sobre Alicia como una losa. Su corazón latía con fuerza, y sintió cómo las lágrimas amenazaban con brotar, pero se negó a dejarlas caer. Apretó los puños a los costados, tratando de encontrar algo de fortaleza en medio de la humillación. —Creo que deberías recordar las razones por las que me casé contigo —continuó Axel, su tono más frío que nunca—. Cuando lo hagas, no te vuelvas a confundir. No te quiero, esposa. Cada palabra era un golpe que la debilitaba. Pero, a pesar del dolor, Alicia levantó la barbilla, negándose a ceder ante su frialdad. Lo miró fijamente, con una mezcla de desdén y determinación. —Lo recuerdo perfectamente, Axel —murmuró, su voz baja, aunque cargada de intención. Axel le dio la espalda sin responderle, como si ella fuera un objeto que podía hacer a un lado porque ya no le importaba. Alicia sintió la rabia agitándose en su interior, aunque también la llama de determinación comenzaba a crecer. Mientras observaba, los recuerdos de su boda pasaron por su mente, como un eco lejano de promesas rotas. Sabía que Axel no la había amado, pero nunca imaginó que la indiferencia pudiera tomar la forma de una daga tan afilada. Alicia estaba decidida a no solo soportar el desdén de Axel, sino que encontraría la manera de darle una razón para recordar que ella no era una simple pieza más en su tablero. Sus manos temblaban ligeramente, pero sus ojos reflejaban una determinación nueva. Llevó una mano a su vientre, recordando la vida que crecía dentro de ella. Ese secreto sería su fuerza, su esperanza. Porque mientras Axel la considerara insignificante, Alicia sabía que estaba construyendo algo mucho más importante que su orgullo, un futuro en el que ella y su hijo estarían por encima de cualquier humillación. Una única lágrima intentó rodar por su mejilla, pero ella se la secó rápidamente, porque no iba a permitir que Axel viera ninguna debilidad en ella; sin embargo, mientras lo veía alejarse, no pudo evitar sentir una punzada de dolor en el pecho. Porque a pesar de todo, una parte de ella aún amaba a ese hombre frío y distante. Pero en ese momento, algo cambió dentro de Alicia. La humillación y el desprecio de Axel habían plantado una semilla de resentimiento que comenzaba a crecer, por eso, sin contenerse, le respondió. —¡Al menos deberías ser más selectivo! —exclamó, haciendo que los pasos de Axel se detuvieran, mientras las miradas de sus amigos se posaban en ella.Axel se detuvo en seco. Los murmullos de sus amigos desaparecieron en el eco del salón cuando giró lentamente sobre sus talones. Su mirada, helada y cargada de una autoridad incuestionable, se clavó en Alicia.—¿Qué dijiste? —preguntó, su tono bajo, pero con un filo cortante que hacía que cualquier persona retrocediera, excepto Alicia.Ella levantó la barbilla, sosteniendo su mirada con una frialdad que no sentía del todo, pero que había aprendido a fingir. Sabía que cualquier muestra de debilidad solo lo alimentaría.—Dije que, al menos, deberías elegir mejor. Siento que tu visión y tus gustos empeoran cada vez más y para ser un miembro de la familia Thorne, es patético.Un murmullo ahogado surgió entre los amigos de Axel. Nadie se atrevía a hablarle de esa manera. Sin embargo, Alicia no apartó la mirada. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también sabía que Axel no soportaba los desafíos. Era un hombre que, aunque no conocía la empatía, encontraba placer en dominar.Efectivamen
Alicia se despertó con los primeros rayos del amanecer que se filtraban a través de las cortinas. La habitación estaba fría y silenciosa, un reflejo perfecto de la ausencia de Axel. Miró hacia el lado de la cama que él solía ocupar, pero no estaba. No había regresado. No era una sorpresa. Había pasado tantas noches vacías como esta que ya había aprendido a no esperar su regreso.Con un suspiro, se levantó y se envolvió en una bata de seda. Caminó hasta el ventanal, mirando hacia el jardín que estaba cubierto por una ligera neblina matutina. La vista le daba una extraña sensación de paz, pero su mente estaba lejos de estar tranquila. Recordando los eventos de la noche anterior, apretó los puños con determinación.Caminó hacia la mesita donde había dejado su teléfono. Marcó un número que tenía memorizado y esperó con paciencia mientras el tono sonaba.“Buenos días, señora Alicia” respondieron al otro lado de la línea.—Necesito que investigues a Brenda Smith —dijo sin preámbulos, su vo
Mientras Axel se giraba para salir, Alicia lo observó fijamente, con pensamientos oscuros cruzando por su mente. Stella no era una buena mujer. Había sido siempre arrogante y prepotente, utilizando su posición como hermana de Axel para justificar su comportamiento. Alicia recordó cómo, en el pasado, la empresa de sus padres había enviado gente a cobrar las deudas que el novio de Stella había acumulado, y todo había terminado en tragedia, cuando Stella perdió el hijo que esperaba.Ella, para vengarse, le lloró a su hermano, quien, furioso, convencido de que sus padres eran responsables del aborto espontáneo de su hermana, utilizó su influencia para hundir la empresa familiar de sus padres. Fue un golpe devastador. La reputación de los padres de Alicia quedó hecha añicos, rodeada por un gran escándalo y acusaciones legales que llevaron a los medios a perseguirlos sin descanso. En ese momento, todos pensaron que los padres de Alicia se habían quitado la vida debido a la presión, pero e
Stella ignoró por completo la mano que Alicia le extendió en un intento de cordialidad. Con una actitud altiva, le pasó a un lado y se dirigió directamente hacia la habitación que Axel había preparado para ella. Axel siguió a su hermana sin decir nada, dejando a Alicia sola en el vestíbulo con un nudo en el estómago.Dentro de la habitación, Stella se giró hacia su hermano, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza fingida y determinación.—Hermano, ¿por qué sigues con esa mujer? —preguntó con voz temblorosa, intentando sonar dolida—. Ella y sus padres son las peores personas del mundo, están cortados todos con el mismo patrón. ¡No me gusta! ¡Deberías divorciarte de ella!Axel cerró la puerta tras él y cruzó los brazos, observándola con una mezcla de cansancio e incredulidad.—Hermana, creo que primero deberías ocuparte de tus propios asuntos, antes de meter tus narices en las mías, Stella. ¿Quién es el padre del bebé? —preguntó, sin rodeos, su tono helado y directo.Stella inmediata
Axel salió de la sala dejando a Alicia sola. Su expresión no mostraba ningún signo de las emociones que lo atravesaban, pero una vez fuera, sacó su teléfono y marcó un número con rapidez.—Necesito que los cinco mejores chefs y las cinco mejores mujeres de servicio lleguen a mi casa lo antes posible —dijo directamente, sin molestarse en saludar. Tras recibir una confirmación inmediata, colgó sin más y guardó el teléfono en su bolsillo.Mientras tanto, Stella se había acercado a Alicia, quien aún estaba en la sala tratando de calmar su mente tras la última discusión. Stella, con su habitual arrogancia, se cruzó de brazos y comenzó a hablar en un tono que destilaba desprecio.—No entiendo cómo mi hermano sigue soportándote. Eres una muerta de hambre, Alicia. No tienes nada que ofrecerle, y tarde o temprano me encargaré de que se divorcie de ti y te vayas de esta casa.Alicia la miró fijamente, pero no respondió. Sabía que enfrentarse a Stella solo empeoraría las cosas. Sin embargo, la
Stella que estaba recostada en su cama, escuchó el ruido de pasos y un alboroto en el pasillo. Curiosa, abrió la puerta de su habitación y se encontró con una fila de nuevos sirvientes alineados, esperando instrucciones. Al verlos, sonrió con satisfacción. Estaba convencida de que Axel los había contratado para cuidarla a ella. “Por supuesto”, pensó, “mi hermano siempre me trata como a una reina”, pensó mientras sonreía de manera maliciosa.Con un aire de superioridad, Stella avanzó hacia ellos, pero cuando vio a Axel aparecer al final del pasillo, corrió hacia él emocionada, agarrándolo del brazo y llevándolo frente a su puerta.—¡Sabía que mi hermano era el mejor! —exclamó con un tono triunfante, mientras sus ojos se llenaban de falsa gratitud—. ¡Sabía que siempre cuidarías de mí!Axel, sin embargo, no mostró ninguna reacción emocional. Su rostro se mantuvo impasible mientras se zafaba de su agarre con un movimiento brusco. Sus pasos firmes dejaron a Stella atrás, confundida, mient
Alicia se sentó en el borde de su cama, sosteniendo el teléfono con una mano, mientras con la otra jugaba distraídamente con el borde de su bata luego de ducharse. Había llamado a Lupita, su mejor amiga, en busca de consuelo. La voz de ella era suave, intentando calmarla, tras escuchar todo lo que había ocurrido.—Tal vez, Alicia… él realmente quiso salvarte a ti. Algunos hombres simplemente no saben cómo expresarse y creo que él tuyo es de esos, de pocas palabras —dijo Lupita tras un silencio reflexivo.Alicia frunció el ceño, recordando la mirada que había captado en los ojos de Axel momentos antes de que se llevara a Stella en brazos. Había algo allí, una preocupación genuina, algo que no cuadraba con su habitual frialdad. Esa duda comenzó a instalarse en su mente, confundiéndola.—¿De verdad crees eso, Lupita? —preguntó Alicia, su voz cargada de escepticismo, aunque también de un poco de esperanza.—¿Conoces la forma más efectiva de comprobar si un hombre te ama o no? —dijo Lupit
Axel escuchó la voz del guardaespaldas al otro lado de la línea, informándole de la escena en el restaurante. Al terminar la llamada, una ira indescriptible lo invadió. Su rostro se oscureció como una tormenta, y con un movimiento brusco lanzó el teléfono contra la pared, destrozándolo en decenas de pedazos.Se levantó de su silla de golpe, haciéndola caer de manera ruidosa en el suelo, con sus movimientos firmes y cargados de energía contenida. Salió de la oficina con pasos largos y rápidos, sin mirar a nadie. Cuando cruzó por el área común, su asistente intentó detenerlo para discutir un asunto urgente, pero Axel solo ladró una orden—Quiero un nuevo teléfono en mi escritorio antes de que vuelva. Y no me molesten.Su voz helada y cortante dejó al asistente paralizado mientras Axel desaparecía en dirección al ascensor. No le importaba lo que estaba dejando pendiente. Su única prioridad era llegar al restaurante y enfrentar la situación que lo estaba enloqueciendo.El estacionamient