MI SEÑOR

MI SEÑORES

Crimen
Tatty G.H  Completo
goodnovel18goodnovel
9.6
11 Reseñas
79Capítulos
58.9Kleídos
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Resumen
Índice

En los años 30, después del asesinato de su amiga, Dulce es subastada por un burdel, y comprada por un postor secreto. ¿Quién es el hombre que la rescata y termina por hundirla? Rafael Riva es un enigma. Y ella... ¿quién es ella realmente?

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Yanett Campos Gonzalez
tiene final o no porque la buenas historias no tienen final
2024-06-01 11:19:40
0
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Carmen Mercado
Que emoción que continuará la historia, ya mismo comienzo a leer Mi Madame ...
2023-06-26 17:27:26
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Marlene Manuelo Flores
abra una segunda parte?
2023-04-21 05:06:15
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Nerys Puello
hola yo me leí este libro y quedó dónde el sabe que ella es hija de su peor enemigo y quedó dónde ella se Hiba está es la segunda parte porque no se ve como si continuará bueno voy a ver gracias una admiradora de tu lectura muy bien libro muy bien escrito gracias por compartir muchos éxitos Venezuel
2023-03-04 20:10:57
1
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Mar Del Lara Melgar
que historia más fascinante... me encantooooo!! gracias.. :)
2023-02-21 07:58:33
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Andreina Ochoa
10/10 excelente novela
2023-02-10 09:43:40
1
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Yarely Ramirez
esperando el segundo libro porfavor escritora ya lleva más de una semana que se terminó
2023-02-10 06:21:14
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Evy Pal
Enamorada de ti novela ... Muy buen redacción Buenos personajes... Super req no 7
2023-01-31 06:30:27
2
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Abigail Siempre
me gusto mucho la historia que estas escribirndo muchas felicidades ,y quisiera saber para cuando estaran los proximos capitulos ,espero que sea pronto
2023-01-08 03:12:46
2
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Maicol D Melendez Canturin
excelente historia muy entendida. me quedé cautivado al iniciar. espero con ansias la trayectoria de Dulce
2022-12-10 04:49:28
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Eri Gomez
cada cuánto tiempo actualizas?
2023-01-19 06:04:18
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79 chapters
PREFACIO
—¡Basta! ¡Solo esta vez deténgase! —le rogó ella entre llantos, aferrada a su pierna mientras su bata roja resbalaba de sus delgados hombros. La había visto. Un sonoro golpe de metal contra mi puerta me hizo apretar los ojos, a la vez que mis propios sollozos aterrados me ensordecían los oídos. Quería que parará, solo esa vez. Solo una última vez. —¡Déjela en paz! —volvió a suplicarle ella, su voz se oía ronca a causa de lo mucho que ya había gritado esa noche—. ¡Por favor, solo una vez más! ¡Solo esta vez...! —¡Suéltame ya, zorra! —le gritó él con una estruendosa voz grave—. ¡Me tienes harto! Posteriormente, escuché el seco impactó de la barra de metal contra algo blando, seguido de un desgarrador grito agonizante. —¡Isabel! Me giré rápidamente y con las dos manos me aferré a la perilla de la puerta, comencé a abrirla... —¡No! —exclamó ella—. ¡Quédate dentro, Dulce! ¡No salgas! A través de la pequeña rendija que había logrado abrir, la pude ver tendida en el suelo, a los pie
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LIBERAME
Descargó la barra de metal contra mi cuerpo, y yo apenas alcancé a cubrirme con los brazos antes de sentir el golpe. Grité de dolor a la vez que escuchaba mi brazo izquierdo romperse. Por milésima vez, deseé morir como mi hermana. Deseé que acabara conmigo rápido. —¡Vamos, ponte de pie, m*****a mocosa! Con sumo esfuerzo, intenté ponerme de rodillas, pero con un brazo roto y múltiples golpes, ya no tenía fuerzas para defenderme. Solo quería seguirla, a donde sea que ella e hubiese ido, quería ir tras ella. —Por favor, ya... ya... Él levantó de nuevo la barra y me amenazó con ella. Riéndose mientras yo temblaba a sus pies. —¡Qué pequeña tan miedosa! Deberías agradecer seguir viva. ¡Yo te permito vivir! ¡Tu vida es mía! Tensó los brazos y riendo a carcajadas, descargó la barra de nuevo. Yo cerré los ojos y me preparé para el golpe, para gritar y verlo disfrutar mi sufrimiento... Sin embargo, el golpe del metal contra mis costillas nunca llegó. Solo escuché un disparo y, p
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PROTEGEME
—Dulce, ¿te gustaría estudiar? Miré a quien consideraba más que mi hermana, y de inmediato asentí con entusiasmo. —¡Sí, sí quiero! Me encantaría poder hacerlo. Ella me sonrió, y vi en sus ojos ese brillo que rara vez me mostraba. Ese día también parecía feliz, aun cuando estaba por visitar al amo en su habitación. —Bien, porque yo te enviaré a la escuela —declaró y yo me emocioné tanto que salté de la cama y me abracé a su delgada cintura. Era tan esbelta que mis manos la rodearon por completo. —¿En verdad, Isa? ¿Tú puedes hacer hago así? Con ternura, me acarició la cabeza antes de volver la mirada al espejo frente a ella y seguir peinando su largo cabello castaño. Isa era admirable, hermosa, inteligente, y mucho más madura que yo. Mientras yo tenía apenas 15 años, ella ya había cumplido 25. —Claro que puedo hacerlo. Cuando nos marchemos de aquí, haré todo eso para mí hermanita. Abrazada a ella, alcé la cabeza y apoyé el mentón en su hombro. Le sonreí. —Gracias. E
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CONDENAME
La miré con lágrimas en los ojos. Me dolía mucho el brazo, y no tenía fuerzas para zafarme de su agarre. —Por... por favor... —¿Dulce? Te llamas Dulce, ¿verdad? Asentí repetidas veces. —Qué nombre tan lindo y adorable, tan acorde a ti. Eres bonita bajo esos golpes, sin duda a los clientes les gustaras. Temblé y ella me sonrió con extrema dulzura. —¿Qué edad tienes, Dulce? Debes ser muy joven, pareces una chiquilla. —Tengo.... 19 años... Sentí unas lágrimas rodar por mis mejillas. Y al ver esos ojos grises sin compasión, supe que yo no era libre, todo lo contrario. Mi destino sería peor que lo que acababa de dejar atrás. —Bien, Dulce, te diré qué haces aquí y qué es este sitio. Estás aquí por qué ya no le servirás a Fabian, él esta muerto. Ahora eres propiedad de Odisea. Ella pareció ver lo poco que yo entendía de todo eso, ya que agregó con orgullo: —Odisea es un prestigioso y exclusivo burdel —declaró complacida—. Y tú serás una chica de humo. Tu trabajo será servir
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ADORAME
Por orden expresa del Fundador, me quedé resguardada en esa habitación por días, siendo vigilada día y noche por un fornido hombre en la puerta. Solo después de dos días sin comunicación con el exterior, una chica poco mayor que yo entró una mañana. A pesar de dolor de mi brazo, rápidamente salté de la cama y me refugié en el rincón opuesto a la puerta, lo más lejos posible de ella. Al verme tan a la defensiva, ella meneó la cabeza y sonrió. Era bonita, de cabello claro y esbelto cuerpo; me recordó a Isabel. —Tú debes de ser Dulce, ¿o me equivoco? —preguntó con suavidad, acercándose a mí con cuidado. Sin saber qué pensar de ella, asentí. Pero me mantuve en el rincón. —Genial, porque el Fundador me envió para revisar tu brazo —me mostró una pequeña caja que traía consigo. Con algo de estupor, bajé la mirada a mi brazo. El yeso aun picaba, y no sabía si había mejorado o no. Así que, aun desconfiando de ella, dejé mi rincón y volví a la cama. Me senté en el borde mientras la
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ATRAEME
Mantenía las manos en puños sobre las rodillas, siempre mirando al suelo, esperando con ansías a que mi padre se levantará y volviéramos a casa. Pero ese día, eso no pasó. Mi padre lanzó una maldición y arrojó sus cartas sobre la mesa, furioso. —¡Maldita sea! El hombre con quién jugaba era maduro, alto y robusto, con una barba amplia y unos ojos maliciosos. No me gustaba. —Vaya, amigo. Lo que te hace falta, es subir las apuestas. Con cantidades así, nunca ganaras. Mi padre chasqueó la lengua y dijo. —Lo sé, lo sé... —A iniciado un nuevo siglo, la era del glamour, el dinero, el cine, las artes... Las mujeres —sentí sus ojos lascivos en mí—... Deberías apostar algo más valioso. Mi padre lo miró. —¿Más valioso que el dinero? —Si, mucho más. Sentí sus ojos posarse en mí, yo mantuve la vista abajo, ansiosa por irme de aquel sombrío lugar. —Es más, ya que deseas ampliar tus horizontes en este mundo, yo puedo ayudarte. La epoca de oro te puede traer una fortuna mayor.
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DESEAME
Después de esa última vez, no lo volví a ver. No me buscó ni una vez, y yo lo agradecí en verdad. Porque, aunque esa noche no me había tocado, temía que el cualquier momento lo hiciera. Y yo no estaba lista para eso. No quería ser utilizada así. Aunque no pudiera dejar Odisea, no quería ser una prostituta. Y mucho menos de un hombre como él. Pero una semana después de que un médico viniera a quitarme el yeso del brazo, Susan entró a mí habitación con una gran bolsa. La miré con curiosidad. —El Fundador me ha ordenado que te arreglé. Me senté en la cama, mirando como ella sacaba un enorme y largo vestido rojo de la bolsa. Al verlo, comencé a temer lo peor. Quizás él iba a desquitarse conmigo por lo de esa última noche. Trague fuerte. —¿Para qué? —inquirí con creciente miedo. Susan negó. —No puedo decírtelo, lo siento. Solo sé que debes obedecer. Con algo de renuencia, dejé que me metiera en una gran tina y me lavara el cabello. Y con miedo le permití ponerme el vest
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CONOCEME
Esa misma noche, después de concluir la subasta, fui arrastrada hasta una pequeña habitación. Donde una chica me sacó el vestido con rapidez, para después pasarme un extraño conjunto de encaje. Miré los diminutos trozos de tela en mis manos. Luego alcé la mirada. —¿Qué...? Ella me colocó un bata negra encima, y con un gesto impaciente, abrió la puerta. —Póntelo. El comprador te espera. Apresúrate o te arrepentirás. Cuando salió, yo me senté sobre una silla y miré el conjunto. Enrojecí. Era lencería erótica de encaje color rojo, o al menos, los tres pequeños trozos en mis manos lo parecían. —No... no puedo ponerme esto... El conjunto se trataba de un sujetador, un liguero y lo que parecía una diminuta tanga, todos casi trasparentes. Además, también incluía una especie de gargantilla que se conectaba al resto de las piezas a través de unos delgados tirantes negros. Suspiré, llena de vergüenza. No era capaz ni de imaginarme vestida con eso. —¡Apresúrate! Escondí la ca
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TEMEME
¿Por qué me había comprado? ¿Por qué había gastado 15 millones de dólares en alguien como yo? Yo no era ni la mitad de atractiva que el resto de las chicas de Odisea, y a todas ellas les complacía servirle al Fundador. Pero yo... Yo apreté los labios cuando él me hizo girarme sobre el estómago y con una gran mano me presionó contra la cama, obligándome a colocarme en 4 patas. Jadeé sujetándome con las uñas a las sábanas rojas. —No... no me haga esto —le supliqué desesperada—. Por favor... Sin escucharme, él se inclinó sobre mi espalda y me tomó del cabello con una sola mano. Me obligó a erguir la cabeza. Entonces, todo el aire abandonó mis pulmones en una lenta exhalación. —¿Esperabas privacidad? —inquirió el señor Riva con burla. En ese momento, por primera vez en la noche, fui consciente de lo que era Odisea. Pues frente a mí, había un enorme y lujoso espejo que sustituía la cabecera de la cama. De la peor manera, me di cuenta de lo que significaba ser una chica de humo, y
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PRESENTAME
Abracé a Susan por segunda vez esa mañana, como si abrazarla impidiera todo lo que iba a ocurrir conmigo de allí en adelante. —Te visitaré, sí el Señor lo permite. Si eso era un consuelo, no me hizo sentir mejor. Esos eran mis últimos minutos en Odisea, los últimos instantes que pasaba bajo la protección del burdel. —Te echaré de menos, Su —le dije hablando contra su hombro—. No quisiera irme. No quiero... Ella me palmeó la espalda. —¿Hay algo que pueda hacer por ti, Dulce? Cualquier cosa que necesites, lo que sea. Te ayudaré. Sonreí un poco. ¿Yo? ¿Qué podría necesitar alguien como yo? No tenía nada, ni nadie, estaba sola. Mi única amiga había muerto, y mi vida ya ni siquiera era mía. En realidad, nunca había tenido una vida propia. —Gracias, pero... —Piénsalo bien. Debe haber algo. Pero yo negué y me separé de ella sorbiendo por la nariz. No había nada que necesitara, porque ya no deseaba nada, me había resignado. Susan lo entendió y sin insistir, me llevó por los pasillos r
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