Emely Watson permaneció diez años encerrada en un psiquiátrico, luego de que se le imputara a la corta edad de siete años el homicidio de su media hermana de un año. Cometió un error, y lo pagó con la oportunidad de tener una infancia normal.Pero ahora, diez años más tarde, se le presenta la oportunidad de tener una vida normal; volver a casa con su familia, recuperar a sus amigos de la infancia e incluso enamorarse por primera vez. Tantas emociones, tantas nuevas experiencias, toda una vida por delante. La única pregunta es si ella estará a la altura de todo eso, ya que siente que, en esa casa, los fantasmas del pasado la acosan. Emely comprenderá por las malas, que no todo es lo que aparenta ser, y que la vida fuera del psiquiátrico es más dura de lo que ella creía.
Leer másLas luces de los flashes se encienden, cegando por cuestión de segundos al joven sentado tras una mesa que se encuentra sobre una tarima. Él suspira profundo, y se fuerza a sí mismo a mantener sus ojos abiertos, observando con su profunda mirada azuleja al público sentado frente a él.—¿Alguien tiene alguna pregunta? —cuestiona, antes de rascar su nuca, un tanto nervioso.—Yo —un joven alza la mano. —. Joven Watson. 22/02/2018En la sala de espera del hospital reina un silencio sepulcral, dónde todos los presentes observan atónitos al hombre que lleva un traje azul manchado con sangre. Éste les devuelve la mirada, expresándoles todo el pesar que siente por no haber podido salvar la vida de aquella pobre chica, pero estos parecen no haber comprendido ninguna de sus palabras.—Les juro que hicimos todo lo posible. Capítulo 41
—Trece años de mi vida, Mark. Te di trece años de mi vida, porque te amo. Te amo de verdad, desde el primer momento en el que te vi sonreír para mí... yo solo te quería a ti, solo a ti.Mark permanece de rodillas frente a ella, está aturdido, y no puede levantarse. Siente como el líquido tibio brota de su cabeza, y el dolor punzante que la herida le provoca.—E-Eleanor...—Planeas dejarme —por primera vez, sus lágrimas son reales. —. ¡Planeas aban
Sentado en la barra de un bar, ubicado en el edificio contiguo al hospital, Mark se encuentra intentado ahogar sus penas con alcohol. Siente que su universo entero se ha venido abajo; y lo peor, es que él pudo haberlo evitado todo. Era previsible, su hija no estaba mentalmente estable, y debió haber intervenido desde el momento en el que la encontró en la sala, con sus manos manchadas por la sangre del perro. Ahora, estaba a punto de perder a sus pequeñas hijas, y eso lo hacía sentir impotente. Su vida se había arruinado, y estaba seguro de que, si las niñas lograban recuperarse totalmente, Eleanor se encargaría de alejarlas de él, igual a Matty.—Señor Watson. —lo saluda el o
Es un día jueves de 1999, el clima está realmente frío y las calles algo solitarias. Eleanor, de diecinueve años, camina a pasos apresurados por los pasillos de un enorme edificio; su falda es demasiado ajustada y los tacones chiman sus dedos, pero no le importa, ese día conocerá a su jefe y está dispuestas a darle una buena impresión. Apenas acaba de salir de una casa de acogida, y ya es tiempo de que vele por ella misma como toda una adulta.—Eleanor, llegas temprano —dice el hombre que la contrató, quien es algo así como el jefe de su jefe. —. Él ya debe estar por llegar, no es muy puntual, y olvida la mayoría de las cosas, por eso te contraté.
Emely abre los ojos lentamente, mientras se incorpora en la cama. Está oscuro, pero, aun así, puede notar que se encuentra en su habitación, por la ubicación de la ventana y la puerta del baño. Frunce ceño en confusión, ¿qué ha pasado? ¿Cómo llegó ahí? ¿Dónde están sus hermanas?Amplía los ojos cuando recuerda lo último que pasó antes de que quedara inconsciente. Con mucha prisa sale de la cama, y corre hacia la puerta para salir de ahí, y es cuando se da cuenta de que todo en esa casa se siente extraño, incluso ella. No se siente como sí misma. En el pasillo cercano a las gradas hay una luz encendida, ladea un poco la cabeza
¿Aún es de noche? ¿o ya ha amanecido? Ella no lo sabe. Ha perdido la noción del tiempo. Abre los ojos lentamente, sus párpados le pesan y siente como si alguien taladrara su cabeza. Al despertar por completo, se da cuenta de que aún no amanece, gira su rostro hacia la mesa de noche junto a su cama, y observa la hora en el despertador, aún son las tres de la madrugada. El tiempo ha pasado tan lento desde que volvió a casa a la una de la madrugada, con la respiración agitada y su cuerpo bañado en sudor luego de correr sin parar.Suspira profundo y se gira en la cama, mientras aparta el cabello de su rostro, húmedo por el sudor. Se incorpora hasta quedar sentada y masajea su sien dere
Emely observa con terror y dolor como el rostro de su hermano se torna rojo, a causa del llanto, mientras éste mantiene sus ojos puestos en ella y niega con la cabeza, negándose a creer lo que le ha dicho. Desesperada, gira el rostro en dirección a su padre, quien observa con angustia al menor, y en un intento por apaciguar las cosas, decide intervenir.—Matty, lo que tú madre dijo…—Lo que yo dije, ¿qué? —contesta Eleanor, saliendo de la casa junto a sus otras dos hijas, quienes también tienen lágrimas rodando s
Han pasado dos días, y como en los anteriores, Emely observa fijamente el exterior, a través de la ventana de la sala de estar, esperando pacientemente a ver el auto de sus vecinos, con la esperanza de poder ver a Matt llegar en bien a su casa.Su familia no se encuentra, lo que significa que podría salir sin recibir una reprensión, y de no ser por la orden de restricción que las madres de Matt le han puesto, figuradamente, ella se encontraría de pie frente a la casa de éstos, esperándolo con los brazos abiertos.Cuando el momento tan esperado llega, se incorpora en la silla hasta quedar de rodillas si