Vampiros. Lucifer. La Muerte. ¿Qué tienen ellos en común? Ah, sí… Son considerados "monstruos", ¿verdad? Humanos. Ángeles. Arcángeles. ¿Y ellos qué tienen en común? Oh, por supuestos. Ellos son los "buenos", ¿cierto? Sin embargo, aquí todo puede pasar. Porque los monstruos tienen corazón y se pueden enamorar. Y se pueden enamorar de los buenos. Después de todo, el amor transciende más allá de las creencias y mitos populares. El amor traspasa cualquier barrera e incluso hasta los monstruos también pueden amar. Y cuando aman, lo hacen con todo el poder de su oscuro y negro corazón... ***** Obra registrada en Safe Creative. No se permite copia total o parcial. Ante cualquier tipo de plagio, se tomarán las medidas necesarias. Todos los derechos reservados ©.
Leer másSer el único mortal en medio de siete inmortales no es tarea sencilla… No, en serio, no lo es, pero mentiría si pensara que no le agrada pasar tiempo con dichos inmortales. Siete hermanos que representan, eh, ¿cómo decirlo sin ser suspicaz?, bueno, los siete pecados capitales. Zamiel, Zeth, Nick, Samael, Oriel, Azarel y Sariel. Todos ellos vampiros con más de 500 años y él, bueno, un mero mortal con un pequeño secreto que está a punto de revelar, pero no nos adelantemos.Cada cierto tiempo, mucho tiempo de hecho, el Creador escoge una pareja al azar que está a punto de convertirse en padres y le otorga un regalo al futuro bebé: una pizca de la Gracia Celestial. El alma de este bebé será eternamente pura y bondadosa… Libre de cualquier mal y de pecados. El bebé crecerá como cualquier ser humano y solo cuando se convierta en adulto ese regalo del Creador se reflejará en sus acciones. La misión es simple: ser la chispa de luz de la oscuridad.Y el tiempo transcurre y ese bebé hoy día es
Ser el mayor de siete hermanos tenía sus grandes ventajas, como ser el más fuerte, el más veloz, el más poderoso y el más atractivo. Nadie podía compararse con él. Era, en simple palabras, magnífico, magistral. Sus poderes no tenían límites y podía emplear cualquier artimaña que quisiera y conseguir lo que quisiera. Había conseguido conquistar al humano más bonito de la faz de la tierra y solo bastó una mísera mirada para que dicho humano cayera bajo sus encantos. Y no, no había utilizado sus artimañas, lo cual era decir algo, ¿verdad? Bah, nimiedades apartes. No podía quejarse, no cuando no tenía ningún motivo para hacerlo, aunque… No, de hecho, tenía muchas quejas porque sus hermanos pasaban de él y a veces lo sacaban de quicio. El mayor problema lo tenía con Zeth, porque claro, Zeth andaba rondando siempre cerca de su pareja. Sin embargo, por mucho que le costaba admitir, su misma pareja le había dicho que ayudaría a Zeth a superar su “supuesto enamoramiento”. A regañadientes lo ac
Se relamió los labios y sonrió, dejando a la vista sus puntiagudos y afilados colmillos, mientras se acercaba hacia su próximo, eh, bueno, polvo de turno. Su sangre parecía lava recorriendo por sus venas, al menos así estaría por los próximos minutos, antes de que el efecto caliente pasara y no sintiera nada más que el frío recorrer su cuerpo. Esto último estaba bien, era un vampiro después de todo. Se había alimentado hacia nada y debía aprovechar el momento.Se encontraba demasiado excitado y más que necesitado y el delicioso aroma que le llegaba a su nariz solo incrementaba sus instintos sexuales. Ah, no había nada más increíble que el placer de follarse a todo lo que se moviera, pero su preferencia siempre se inclinaba a los hombres mortales. Oh, sí, poder enterrar su duro y grueso pene hasta la empuñadura en un culo apretado y oír los gritos de placer del chico de turno mientras…—Ni se te ocurra ir detrás de alguno de ellos —Rodó los ojos y bufó algo por lo bajo, volteando en to
Había tenido un pésimo día… Bueno, no… Una pésima noche y no estaba de humor para soportar la locura colectiva de sus hermanos. Y por si eso fuera poco, ahora también tenía que soportar a la pareja de Zamiel dándole un discurso sobre “cuidado de la salud” a su hermano Oriel. Es que era el maldito colmo de todo. Si su hermano Oriel tenía un “desvío” alimenticio, ese no era asunto de nadie más que del mismo Oriel, pero claro, todo el mundo quería opinar sobre el estilo de vida del otro.Exhalando un suspiro, Azarel dejó que la rabia se asentara dentro de sí y pensó en todo lo que le había ocurrido hacía solo unas pocas horas antes. Todo había ido como cada noche, saliendo de cacería y disfrutando de las pequeñas cosillas que el mundo exterior siempre tenía reservado para él. Sus hermanos y él fueron a uno de los tantos bancos de sangre —dichos bancos de sangre eran parte del patrimonio familiar, muchas gracias—, se alimentaron y tuvieron una de esas tantas noches un poco alocadas, sobre
Ay, por todo el reino de Lucifer… Lo había hecho otra vez… Bueno, no es como si tuviera toda la culpa; es solo que no podía desperdiciar semejante manjar. Además, si tenía en cuenta que sus hermanos ya se habían saciado, él no era quien para hacer la vista gorda. Ahora que lo pensaba, era un poco extraño que sus hermanos se conformaban con tan poquito. Él no podría, de eso estaba seguro. Siempre quería más y más, nunca tenía suficiente y nunca podría cansarse de…—¿Dónde está todo el mundo? —Pestañeó en torno a Nick y se encogió de hombros—. Por lo que vale. Acabo de comprar un barrio privado en Nueva Orleans. Mi propio barrio privado y…—A Zami no le gustará eso —espetó una suave voz.Oh… La dueña de tan melodiosa voz no era otro que la pareja de su hermano mayor, Zamiel. Siendo honesto, a veces creía que ese chico debería estar loco para estar y pasearse en una mansión llena de vampiros, sobre todo si dicho chico era un humano. Lo cual también significaba comida fresca y exquisita.
Negó con la cabeza varias veces cuando se dio cuenta de que el valor de las acciones estaba cayendo. Esto no podía estar pasado, no cuando hacía solo unos minutos él había invertido una gran suma de dinero en dichas acciones. ¿Qué carajo estaba ocurriendo en Wall Street? ¿Qué estaba haciendo el corredor de bolsa? No, no y no. Necesitaba que esas acciones volvieran a estar en la cima, que tuvieran un valor mucho más alto que…—¿Qué estás haciendo, Zeth? —Rodó los ojos. Era el colmo que no pudiera centrarse por culpa de sus queridos hermanos—. Aléjate de mi pareja.—Solo estábamos conversando, Zami.Nick miró en torno a la misma disputa entre Zamiel y Zeth. Siempre era la misma historia. En serio, no entendía como sus hermanos podían estar todo el bendito día… Bueno, toda la bendita noche discutiendo por nimiedades cuando bien podrían estar buscando junto a él la manera de ganar más dinero.Nick era el único que se “preocupaba” por las finanzas de todo el mundo, incluyendo sus propios g
Soltó un bufido cuando oyó el inconfundible sonido de los dedos presionando las teclas, seguramente su hermanito estaba haciendo de las suyas, otra vez. Sin embargo, a veces realmente pensaba que debería hacer algo con Sariel porque, bueno, Sariel era un caso bastante peculiar. Pese a ello, hizo caso omiso y se centró en lo que verdaderamente le importaba y eso estaba justo frente a sus ojos.—En serio, creo que deberías dejar al idiota de mi hermano —imperó—. No sé qué es lo que viste en él. Ni siquiera es guapo.Había algo dentro de sí que emergía, crecía y florecía, algo mucho más oscuro que sus poderes y eso comenzó a ocurrir cada con más frecuencia y todo se debía a su querido hermano mayor y a la pareja de este.—Cállate —regañó el chico.—Estoy seguro de que Zamiel no te da lo que realmente necesitas —El chico lo miró con cara de póker—. Soy más fuerte, veloz, ágil y ni hablar de mi belleza.—Estás muy mal de la cabeza, Zeth. Por tu bien, espero que Zamiel no se entere de esto
Los oyó discutir, otra vez, por las mismas ridiculeces de siempre. A veces sus hermanos lo agotaban más de lo necesario y no, no era como si él fuera muy activo dentro de su peculiar familia. Ser el menor de 7 hermanos tenía sus buenas ventajas y, esporádicamente, por no decir siempre, se aprovechaba de ello.—No pondrás tus colmillos en el cuello de mi pareja —acusó Zamiel.—¿Por qué no? —preguntó Zeth, con tono altanero.—No puedo creer esto, ¡las empresas de...!—¿A quién le importa esas empresas? —interrumpió Oriel.—Hola, hermosura, ¿a qué hora sales a por el pan? —preguntó Samael a la pareja de Zamiel.—¡Ya basta! —exclamó Azarel.La disputa continuó entre sus queridos y amados hermanos. Zamiel era el mayor, seguido de Zeth, luego venía Nick, después Samael, Oriel, Azarel y por último estaba él, Sariel.Sentado cómodamente en su sofá preferido del living, los observaba con toda la parsimonia que se cargaba encima. No supo cuánto tiempo transcurrió, pero la cosa estaba en el hech
La misma escena se repetía una y otra vez; no era su culpa o, al menos, se convencía a sí misma de que no lo era.El cuerpo cayó inerte a sus pies, le regaló una mirada inexpresiva y salió rumbo a la salida del callejón. La negrura quedó atrás cuando alcanzó la calle principal. Las pocas farolas mortecinas le daban un toque nostálgico a su andar lento y su abrigo era lo suficientemente largo como para cubrir por completo su delgado cuerpo. Las solapas del sobretodo brindaban una espesa sombra a su pálido perfil y, la verdad, las pocas personas con las cuales se cruzó, no le prestaron real interés.Su rutina no variaba, aunque esporádicamente sentía la imperiosa necesidad de darle un nuevo giro, una vuelta de tuerca y quizá con suerte hallar algo que la hiciera reflexionar sobre lo que hacía para vivir, no, sobrevivir.Hacía mucho que había perdido el conteo de los años que llevaba siendo lo que era y ella no era otra cosa que un ser sin escrúpulos, una sanguijuela... Un monstruo; un m