Gula.

Ay, por todo el reino de Lucifer… Lo había hecho otra vez… Bueno, no es como si tuviera toda la culpa; es solo que no podía desperdiciar semejante manjar. Además, si tenía en cuenta que sus hermanos ya se habían saciado, él no era quien para hacer la vista gorda. Ahora que lo pensaba, era un poco extraño que sus hermanos se conformaban con tan poquito. Él no podría, de eso estaba seguro. Siempre quería más y más, nunca tenía suficiente y nunca podría cansarse de…

—¿Dónde está todo el mundo? —Pestañeó en torno a Nick y se encogió de hombros—. Por lo que vale. Acabo de comprar un barrio privado en Nueva Orleans. Mi propio barrio privado y…

—A Zami no le gustará eso —espetó una suave voz.

Oh… La dueña de tan melodiosa voz no era otro que la pareja de su hermano mayor, Zamiel. Siendo honesto, a veces creía que ese chico debería estar loco para estar y pasearse en una mansión llena de vampiros, sobre todo si dicho chico era un humano. Lo cual también significaba comida fresca y exquisita.
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