¿Por qué nos aferramos a lo que nos hace mal? Helena está desesperada, necesita dinero para pagar sus deudas que crecen y crecen ya que se ha quedado huérfana y debe hacerse cargo de su hermano menor que se enferma con frecuencia. Un puesto de secretaria presidencial de las INDUSTRIAS ALLER S.A. podría cambiar su vida, pero Helena jamás pensó que un requisito indispensable sería tener que soportar diariamente al CEO de la empresa, Sebastián Aller, hijo mayor y heredero de casi la totalidad de las riquezas, además de ser un ogro arrogante y narcisista . El deseo de Helena de una vida mejor se cruzará con los deseos de Sebastián, quien se regocija de que su riqueza va a aumentar al unirse en un matrimonio acordado con su nueva esposa Europea, hasta que una nueva cláusula del contrato que su abogado olvidó aparece como una piedra en su camino, Sebastián teme no poder cumplir con este nuevo requisito, perdiendo todo y dejando como nuevo CEO a su envidioso y resentido hermano menor Alan, quien hará lo imposible por destruir su vida. ¿Será Helena quien ayude a Sebastián a cumplir con esta cláusula? Helena no sabe hasta donde llegará con tal de que su hermano tenga una vida mejor.
Leer másSebastián se encontraba sentado en el banco de manera que él mismo había construido para sentarse a contemplar el jardín que Helena había trabajado durante todo el invierno y que ahora en primavera daba sus frutos. Flores de todos los colores decoraron con su belleza el fondo de la mansión de los Aller, y Sebastián no podía sentirse más realizado, ya no necesitaba más nada en la vida, ya lo tenía todo. O por lo menos así se había sentido hacía unos meses, porque desde que su cuñado había cumplido sus 18 años y tomó la decisión de irse a estudiar al extranjero psicología, la casa se sentía muy vacía. Aún recordaba cuánto habían llorado cuando despidieron al niño, que ya era todo un hombre, en el aeropuerto. No solo había llorado su hermana mayor, sino también él, luego de tantos años viviendo juntos se había convertido en su hermano menor y lo había tratado como tal, dándole todos los gustos y formando una hermosa relación que le hubiese gustado tener con Alan. La vida le había quit
Han pasado tres años desde los sucesos traumáticos que tuvieron a Sebastián y a Helena como protagonistas. Ambos no olvidaron su promesa de contraer matrimonio para sellar su amor para siempre, pero estuvieron de acuerdo en esperar a que las cosas estuvieran calmas para hacerlo. La prioridad de Helena era que Sebastián se recuperara al cien por ciento de sus heridas, y no solo del disparo en su hombro, sino también el de la pierna, haciendo una rehabilitación completa que llevó varios meses, pero finalmente estaba recuperado y volvió a ser el hombre atlético y lleno de energía que siempre había sido. Helena no pudo escapar de su dolor psicológico, luego de que el joven CEO le insistiera en que debía hacer terapia, finalmente la joven aceptó, con la condición de que su amado también tuviera sus propias sesiones para sanar su doloroso pasado, perdonar a su madre, aceptar como fueron los hechos de su abandono y también poder soltar a su hermano, aceptando que él no podía curar ni salva
-¡Helenaaaa!- gritó Sebastián desgarrándose la garganta.Katlyn observó desde el suelo con expresión de horror cómo Helena y Alan caían del balcón, quiso levantarse, pero el dolor la venció.Sebastián corrió con todas sus fuerzas hacia el balcón, con sus lágrimas nublando sus ojos negros por la conmoción de seguramente haber perdido a su amada, porque nadie sobrevive a un piso 27.Se asomó con el cuerpo temblando del horror por la tragedia, esperando encontrarse con las siluetas bajo la fuerte tormenta de los cuerpos contra el suelo abajo a lo lejos.Pero cuando su rostro se asomó por la cornisa, solo se encontró con el cuerpo inerte de su hermano menor rodeado en un gran charco de sangre, porque Helena se había agarrado de la baranda.-¡Sebastián!- Exclamó mientras trataba de no soltarse del caño mojado por la lluvia que la separaba de caer al vacío y morir en el acto.El joven CEO no dudó ni un segundo en tomarla de las muñecas, aunque el dolor de su hombro lo hiciera gritar del dol
Katlyn se cubrió su cabeza con sus manos contra el suelo cuando escuchó nuevamente el estruendo del arma llenar la habitación. Cuando todo se hizo silencio levantó su rostro hacia Alan, deseando encontrarlo muerto contra el suelo con un disparo en la cabeza.Pero se encontró con Alan parado en el lugar, agarrando su brazo mordido por la rubia y mirando fijamente hacia su hermano mayor.Helena miró con terror hacia Sebastián, le había errado el disparo, ni siquiera había tocado cerca de Alan, la bala había desaparecido por la ventana, seguramente golpeando muy lejos de allí.-Sebastián- exclamó haciendo que el joven CEO reaccionara y volviera a disparar varias veces seguido.El azabache entró en sí y volvió a apretar el gatillo con las manos temblorosas.Pero la pistola hizo clic una y otra vez, sin que ninguna bala saliera del cañón, que ahora estaba vacío.Había fallado la última bala que quedaba en el arma.Poco a poco Alan comenzó a reír, primero por lo bajo, luego una risa burlon
-¡Noooo!- El disparo salió del arma, llenando con el estruendo la oficina. Sebastián aún estaba con los ojos fuertemente cerrados y respirando agitado por el shock, sintiendo que el aire dejaba de entrar a sus pulmones. “¿Acaso ya estoy muerto?” Se preguntó al no sentir el disparo en su frente. “Quizás fue instantáneo y no sentí dolor alguno” Abrió los ojos, primero uno, luego el otro. Encontrándose con que Alan no estaba parado justo sobre él y lo primero que pudo reconocer fue el techo color negro de su oficina. “Sigo vivo” pensó finalmente. Instintivamente se giró hacia Helena, que estaba tirada en el suelo a unos metros de él, en el mismo lugar de siempre. Eso fue un alivio, Alan no se había llevado a la pelirroja. Quiso arrastrarse hacia ella, intentar de alguna forma protegerla con su cuerpo. Pero un quejido detrás suyo lo detuvo. El CEO se giró sobre su cuerpo, sintiendo el fuerte dolor de su hombro, haciéndolo volver a las sensaciones agónicas del disparo. Cuando sus
Sebastián vio todo rojo, su vista sólo podía enfocar a Helena sin ropa contra el suelo con sus ojos celestes apagados y sin vida y Alan encima suyo en contra de su voluntad.Todo pasó en un segundo.-¡Ahh!- gritó con bronca el CEO, aventándose contra Alan, alejando sus manos asquerosas y su lengua del cuerpo de la pelirroja, quien dentro de su shock sintió que el peso se liberaba, pero aún no reaccionaba.Katlyn vio como los dos hermanos chocaron contra el duro escritorio y comenzaron a forcejear en una danza violenta en la que no supo quién estaba ganando y quién perdiendo. Pero supo que no podía quedarse mirando, tenía que huir de ahí, porque si Alan ganaba, su vida estaba condenada.Estuvo a punto de salir corriendo de allí, pero la culpa y el remordimiento la invadieron. Miró a Helena, que aún estaba contra el suelo con la mirada a la nada y supo que no podía dejarla, jamás se lo perdonaría.Corrió hacia ella lo más rápido que su cuerpo pudo y se arrodilló frente a la pelirroja.-
Helena tenía apretado con fuerza el corpiño entre sus manos que temblaban de la impotencia, el hombre acababa de amenazarla con su hija y sabía que no había vuelta atrás. Si, estaba la posibilidad de intentar escaparse, forcejear con ese hombre y quizás terminar muerta. ¿De qué serviría eso? Su hija quedaría sin su madre y ese hombre sería el tutor legal.La sola idea de imaginar a ese monstruo con la tutela de su hija le daba náuseas.Alan se apoyó contra el escritorio y se cruzó de brazos, esperando que obedeciera a su fetiche oscuro.-Apúrate no tengo toda la noche- sentenció mirándola fijamente con sus peligrosos ojos negros.En ese momento la pelirroja supo que Alan la iba a observar fijamente mientras se desnudaba.Tragó saliva pesadamente y bajó la mirada hacia sus pies mientras se quitaba su blusa.Quedó con su cuerpo, ahora cambiado por el embarazo, solo cubierto por su corpiño blanco, se abrazó a sí misma y pudo sentir la mirada penetrante del menor de los Aller en sus pecho
En un movimiento rápido, Helena fue metida dentro de la oficina de Sebastián y arrojada lejos de la puerta, que ahora se había cerrado con cerrojo y un hombre que para nada era su amado le impedía correr hacia su escapatoria ya que estaba en medio de su camino.Por la conmoción de todo lo que había pasado hace tan solo unos segundos, a la pelirroja le costó recobrar la cordura y entender lo que estaba pasando y quien la había tomado del brazo y privado de su libertad.-Te extrañé mucho linda- exclamó esa voz grotesca que vibró en su oído e hizo temblar sus piernas.Ahora entendía porque la voz grave y siniestra de Alan provocaba que su cuerpo temblara en fuertes espasmos y que la voz de su cabeza le gritara que algo no estaba bien si estaba cerca de él.Es que ese hombre realmente había sido quien había abusado de ella, quien le había susurrado cosas grotescas en su oído mientras la profanaba sin piedad, ahora todo encajaba a la perfección para ella, al ver el rostro siniestro y oscur
Alan arrastró a Katlyn hasta el ascensor y subieron hasta el último piso, donde estaba la oficina privada que había sido de su hermano mayor y que pronto sería suya cuando naciera su hijo varón y pudiera cobrar toda su herencia y por lo tanto todos los patrimonios que había dejado su difunto hermano. Katyln se apoyó en el espejo más lejano en el ascensor, alejándose lo más que pudo de Alan. -No sé qué estás planeando Cariño, pero por favor no sigas… -Que me digas cariño ya no tiene ningún efecto en mí, ya no me tienes a tus pies. -¡Alan ya lo tienes todo! Me tienes a mí, tienes a tu heredero y toda la empresa de tu familia ¡Detente!- suplicó -Cállate- sentenció el hombre, mirando su reflejo en el espejo. Se había puesto su mejor traje que se ajustaba perfectamente a su espalda triangular y a su estrecha cintura, con pantalones de pinzas y una camisa, todo del mismo color negro, al igual que sus ojos y su cabello. Se agachó y se lustró con un pañuelo sus brillantes zapatos de cu