Helena miró el mail con un solo ojo, esperando lo peor.
Pero lo que leyó la dejo boquiabierta
Señorita Helena Deluna Por favor presentarse en el Área de recursos humanos para una entrevista.
Firma:
INDUSTRIAS ALLER S.A.
La joven leyó y releyó el mensaje sin poder creer lo que estaba viendo. ¿Realmente le iban a dar una oportunidad?
No pudo evitar saltar de alegría haciendo un escándalo, provocando que los empleados que pasaban por ahí la miraran como bicho raro y le hicieran “Shh”
-Lo siento- dijo y sonrió para sí misma.
Pero luego lo pensó una vez más.
¿Y si entraba a la oficina de recursos humanos y se encontraba con el ogro de Aller tendiéndole una trampa?
Helena abrió su cartera y se encontró con los billetes del crimen, tenía que recuperar la billetera y explicar el malentendido, si se lo devolvía a tiempo quizás la dejarían irse sin ningún castigo.
Apresurada subió al ascensor y miró la gran cantidad de números de pisos que había
-m****a m****a- dijo con la mano temblorosa
No recordaba en cuál de ellos había bajado para tirar la billetera. Apretó el que creyó que podría ser y espero, moviéndose dentro del ascensor como animal enjaulado.
El ascensor se abrió y se abalanzó sobre el tacho de basura, pero estaba vacío. Habían cambiado la bolsa
-¡No puede ser!- exclamó desconcertada.
Resignada entró nuevamente al ascensor y picó el botón del piso de recursos humanos.
Helena caminó por el pasillo mirando nerviosa hacia todos lados.
Temía abrir la puerta de la oficina y encontrarse con ese diabólico hombre sonriendo de forma maliciosa, la sola idea de imaginar el castigo que recibiría le ponía los pelos de punta.
Tocó la puerta y se asomó
-Disculpe- dijo con la voz temblorosa, miró dentro, estaba el mismo hombre que la había echado, pero para su alivio sin rastros del Señor Aller. - Me mandaron un mail para una entrevista
El hombre levantó la mirada de los papeles en su escritorio y la observó de arriba abajo. Luego suspiró cansado y helena se sintió mal por molestarlo.
-Sí, pasa- dijo desganado
La joven entró y se sentó en la silla delante suyo. No podía dejar de mover la pierna nerviosa y de morderse el labio mientras el hombre buscaba su papel de entre tantos que tenía. Sintió el sudor correr por su frente y apretó con fuerza su bolso, escondiendo la evidencia del crimen.
-Aquí estas- dijo sacando el papel sucio.
Helena le sonrió incómoda y avergonzada.
-Realmente no tienes ninguna experiencia en el área y sería un problema para nosotros contratarte, ya que hay que instruirte desde cero.
-Lo sé, pero ¡Aprendo rápido!
-Tengo otras ofertas que realmente son más acordes, tienen años de experiencia y hasta carreras universitarias
Helena bajó la cabeza avergonzada, ella jamás había podido ser una profesional, su padre había estado gravemente enfermo desde que terminó el secundario. Desde ese momento, con tan solo 18 años, se dedicaba casi al cien por ciento a cuidarlo, la otra parte del tiempo trabajada de lo que conseguía. Sabía que no era la candidata perfecta.
-Señor, si me contrata no se va a arrepentir- exclamó con confianza.
El hombre la miró con escrutinio y suspiró derrotado
-Insisto en que no…-Dijo secamente- Pero igual estás contratada
-¿En verdad?
-El señor Aller ha insistido en contratarla a usted, no tengo idea porqué, pero lo que él dice se hace
La amplia sonrisa que Helena tenía en su rostro se borró cuando escuchó el nombre de quien le había hecho el día imposible.
¿Realmente sería capaz de contratarla tan solo para torturarla por el resto de su vida?
-Empieza el lunes- sentenció el hombre
Helena no dijo más nada, asintió en agradecimiento y salió de la oficina angustiada. Jamás pensó que ser contratada en un buen puesto la tendría así.
Llegó a su casa arrastrando los pies y cuando abrió la puerta se topó con David.
-David- Dijo asustada - ¿Está todo bien?
-En realidad estaba a punto de llamarte, Lucas está volando en fiebre, traté de bajarla, pero no pude.
La joven corrió hasta el cuarto de su hermano, puso su mano en la frente del pequeño y la sacó alarmada cuando corroboró que estaba hirviendo
-Hay que llevarlo al hospital cuanto antes.
Luego de varias horas de espera finalmente los doctores lograron bajarle la fiebre y le dieron el alta, con la condición que tomara cada ocho horas los medicamentos que le recetaron. Helena sabía que serían costosos, pero con la salud de su hermano no podía negociar.
-Lleva a Lucas al auto mientras termino el papeleo- le pidió a su amigo- Gracias David, realmente te estoy quitando todo tu tiempo con esto.
El joven le sonrió de forma comprensiva.
-No te preocupes, es más, hoy cocino yo si no te molesta, realmente necesitas descansar
Helena le sonrió como pudo, era cierto, estaba agotada, había sido un día duro.
Se acercó a la recepción y leyó la factura. A su deuda total se habían sumado unos 1500 dólares.
M****a, ¿Cuándo voy a poder pagar esto? Debía agradecer que los médicos aún entendieran a Lucas, porque podrían negarse con semejante deuda, ya estaba llegando a los 20.000 en total.
Luego miró su bolso, recordando el dinero
No Helena, eres una mujer de principios con una buena educación, vas a ir y devolver el dinero, aunque sea de forma anónima. Se reprendió a sí misma.
Pero tu jefe tiene mucho dinero, para él es solo un vuelto, en cambio para ti puede ser el alivio que necesitas. Le dijo otra vocecita en la cabeza.
Sacó el dinero del bolso y con miedo lo contó
Había unos 12.000 dólares, con eso podría saldar una parte y le darían más tiempo para el resto.
Sin pensarlo dos veces apoyó el fajo de billetes sobre el escritorio.
-Voy a pagar las facturas- le dijo a la recepcionista
Cuando la mujer tomó el dinero Helena cerró los ojos con fuerza, sintiéndose la peor persona del mundo. Ahora era una delincuente y no le había robado a cualquiera, sino a su propio jefe.
Al otro día Helena se levantó temprano y comprobó con alivio que su hermano ya se encontraba mejor
-Pequeño a desayunar, luego te quedas con la Señora Rosa mientras salgo ¿Si?
El niño ya acostumbrado a quedarse con la vecina mientras Helena buscaba trabajo no chistó por esto.
Mientras el pequeño desayunaba con un vaso de leche caliente viendo los dibujitos, la joven agarró los sobres que tenía en el buzón.
“Segundo aviso de desalojo” “Deuda de luz” “Deuda de Gas” “Factura hospital”
Hace ya varios meses que no pagaba el alquiler, el conserje había sido paciente con ella desde la muerte de su padre, pero le había advertido que se le estaba agotando el tiempo.
-Hele ¿Hay galletitas? - Dijo el pequeño sacándola de sus pensamientos
Helena caminó hacia la cocina y abrió el estante, estaba casi vacío, solo quedaba un paquete de arroz y una leche en polvo.
-Lo siento cariño me olvidé de comprar- Mintió- En la casa de Rosa comes ¿Si?
El pequeño asintió obediente y siguió mirando la televisión.
Helena tuvo que darle la espalda y cubrirse el rostro avergonzada, se le llenaron los ojos de lágrimas, no tenía dinero ni para llenar la heladera y pretendía pagar el alquiler.
Salió del departamento con el niño y tocó la puerta de al lado, de dentro salió una mujer desaliñada
-Hola Rosa, sé que no te avisé con tiempo, pero realmente necesito que se quede contigo por unas horitas- suplicó
-Niña, no me pagas hace tres meses el cuidado del niño.
La mujer se hizo a un lado y el pequeño entró.
-Pórtate bien Lu- Sonrió a duras penas- Escucha Rosa, voy a traerte el dinero lo antes posible
-Esta es la última vez que te lo cuido a menos que pagues- Sentenció la mujer cerrando la puerta.
Mientras Helena caminaba por las calles de la ciudad, dejando su curriculum en los lugares, supo que tenía que tomar la decisión correcta
Voy a tener que tomar el empleo de secretaria presidencial, aunque tenga que soportar los malos tratos de mi jefe, de otra forma voy a hundirme en mis deudas.
Tiró todos los curriculums a la basura. Abrió su billetera vieja y roída y contó los billetes que le quedaban.
Algunos dólares.
Entró a una tienda de segunda mano y compro un lindo conjunto económico para verse un poco más decente en su primer día. Mientras se miraba al espejo se quitó las lágrimas de coraje
-No olvides que lo estás haciendo por Luquitas.
-¡Mierda m****a!- Gritó Helena mientras corría hacia su primer día en el trabajo, nuevamente el Bus le había fallado y solo faltaban 5 minutos para las 9 AM, ¡No podía ser impuntual en su primer día! Llevaba sus zapatos de taco en sus manos, porque había aprendido la lección, se quitaría las zapatillas viejas pero cómodas al entrar. Cruzó la calle, esta vez mirando hacia ambos lados y entró a la empresa hecha un rayo. Mientras corría hacia la recepción, la hebilla de uno de los zapatos se enganchó en su remera nueva de hilo. -¡No puede ser!- exclamó frustrada y tironeó, estirando un largo hilo y descociendo la blusa- No no no- Negó mientras trataba de desenganchar el hilo, sin ver hacia adelante. -¡Cuidado!- Gritaron de fondo. Pero cuando Helena levantó la vista hacia adelante ya había chocado de frente con alguien y cayendo ambos al suelo. Helena levantó el zapato, el hilo se había soltado, pero cuando miró su blusa, un gran escote se había hecho mostrando el inicio de sus pequ
Sebastián miraba en silencio la pantalla de su computadora, donde se mostraba un video en blanco y negro que develada al ladrón de su cartera, más bien ladrona, porque la persona era nada más ni nada menos que su secretaria, ¡A quien había contratado para el mejor puesto! No podía creerlo, había sido bueno con ella después de todo, ¿Así le agradecía? -Voy a llamar a la policía inmediatamente- exclamó su gerente, levantando el tubo del teléfono. Rápidamente el CEO apretó el botón cortando la llamada- ¿Señor? -Por el momento no voy a tomar cartas en el asunto. -Pero señor Aller es una ladrona -Lo sé. Sebastián dirigió una fría mirada hacia el hombre, quien intimidado salió de la oficina sin decir más nada. No sabía porque, pero no quería alejar a la mujer de él, prefería tenerla cerca y tener esa carta guardada para un futuro. Helena tocó la puerta de la oficina de su jefe y esperó. -Pase- escuchó la voz grave del heredero y respiró hondo cerrando los ojos “Vamos Helena tú p
Sebastián no tiene idea de cuánto tiempo ha estado observando en silencio a Helena desde su oficina. La ha visto teclear sin parar, con sus dedos largos y delgados, relamerse sus finos labios dejando una capa fina de brillo haciendo que el joven heredero se relamiese los propios, imaginando a qué saben los de su secretaria. “Seguramente a cerezas frescas” Pensó -¡Helena!- gritó una voz chillona que irritó al CEO y lo hizo volver a la realidad- ¿Te enteraste de que Katlyn va a hacer una despedida de soltera? Un grupo de mujeres rodeó a Helena alejándola de su visión. -No sabía… -Ay Carlita ¡pero si estamos todas invitadas! -¿A si? -Sí, tú también -Agradezco la invitación chicas, pero no puedo dejar a mi hermanito solo, diviértanse ustedes -Ay vamos Helena, ¿Realmente te lo vas a perder? ¡Va a ser la fiesta del año! -Claro, después de la boda- corrigió otra -Si si, pero en esta va a haber stripper Las chicas rieron divertidas y sonrojadas por eso Pero a Helena realmente
-¡Filma esto!- Exclamó Katlyn a una de las chicas, quien encendió la cámara de su celular y comenzó a grabar a Helena. La secretaria presidencial bailaba en el medio de la pista, danzando con movimientos lentos y con los ojos cerrados, la joven drogada levantó lentamente su falda por encima de sus muslos blancos como el papel, mostrando el inicio de su ropa interior ancha color rosa para nada sexi. -Haz un acercamiento a eso- señaló divertida la rubia- ¡La mejor despedida del mundo!, no necesito strippers con esto. Helena se sentía en un sueño psicodélico, todo le daba vueltas, no podía ver nada ni a nadie y las luces de colores del boliche parecían fuegos artificiales que molestaban en sus ojos sensibles a la luz, la música sonaba tan fuerte que la sentía en su cerebro. “Necesito bailar, necesito moverme” Gritaba en su cabeza bailando con más fuerza, sentía que si dejaba de moverse se apagaría. -Que calor…- balbuceó aún con los ojos aún cerrados, sintiendo todo su cuerpo con una
-Piérdanse idiotas- gruñó uno de los amigos de Alan a los dos hombres que apretaban a Helena en medio de la pista, los nombrados gruñeron molestos de que otro hombre quisiera arruinarles la fiesta, pero cuando se giraron hacia donde venía la voz sus rostros pasaron a uno de terror, el otro amigo de Alan se acercó poniéndose al lado. -¿No escucharon? ¡Lárguense! ¡shu! ¡fuera! Ambos apretaron con fuerza las muelas con el cuerpo temblando de la ira, no podían gritarles ni pelear, ya habían perdido la batalla y a la chica, porque ellos y todos los demás que estaban en la pista sabían quiénes eran esos dos hombres de camisas de telas costosas, pantalones a medida y relojes del valor de una casa, eran los amigos o más bien ¨Los secuaces¨ así les decían algunos, de Alan Aller, que prácticamente era el dueño del lugar, casi todas las noches estaban ahí zumbando, molestando a la gente y llevándose las mejores mujeres, ellos elegían y ya no había nada más que hacer. Sin protestar, se aleja
-Ahora largo- -Pero Alan ¿No quieres que filmemos o algo? -Sí, ¿porque no nos divertimos un rato cada uno? La noche está en pañales. Alan frunció el ceño con molestia y sus ojos marrones parecieron volverse negros al clavarse en los rostros de sus dos amigos, quienes tragaron saliva nerviosos arrepintiéndose de la sugerencia de divertirse los tres con Helena. Alan no quería compartir a la colorada que ahora estaba acostada detrás suyo en la cama de un motel barato, porque sí Alan podría ser asquerosamente rico, pero no gastaría un centavo de más en una noche con una mujerzuela. La quería sola para él, a veces compartía con los idiotas de sus compañeros de fiesta, pero está vez era distinto, estaba más que ansioso por cerrar la puerta y quedarse a solas con ella. -No- sentenció cerrando de un portazo la habitación. Todo se quedó en silencio, Alan aún estaba con su cuerpo hacia la puerta cuando escuchó un gemido bajo detrás suyo, sintió el sonido excitante y femenino recorrer
Sebastián se despertó en la mullida cama de su pent-house, la luz de la mañana entró por el gran ventanal molestando su visión y sintió un fuerte dolor de cabeza producto de lo consumido en la noche. -Argh- se quejó esquivando los rayos blancos girándose hacia el otro lado, encontrándose con la mujer pelirroja que aún dormía plácidamente, pero no por el cansancio de una noche salvaje, porque el joven heredero perdió su racha y su fama de ser un don juan en la cama, ahora se sentía avergonzado, con su ego por el piso, no ha sido capaz de disfrutar a la hermosa mujer ni ella de confirmar lo que estaba en boca de todos y que todas las mujeres querían confirmar por cuenta propia. Que no había otro como Sebastián Aller en la cama. “Lo siento, no puedo” Exclamó saliendo de encima de la hermosa mujer y sentándose a un costado completamente humillado. No podía quitar la imagen de la joven que hace días vagaba por su mente, fue mala idea elegir a una pelirroja para saciar el deseo que tenía
Helena no sabe cuánto tiempo caminó desde el motel de media estrella hasta su pequeño departamento del otro lado de la ciudad, con su vestido roído en la parte de abajo, sus pies descalzos porque era imposible para ella apurar el paso con los zapatos de fiesta, sus piernas apenas enjuagadas con el agua de la canilla para disimular lo sucedido, su cabello suelto hacia los costados tratando de tapar las marcas de su piel desnuda, la incomodidad de usar la ropa interior arruinada y manoseada por alguien más cubriendo su parte íntima adolorida y que suplicaba por ser lavada con fuerza cuanto antes para quitar la sensación de suciedad y lo peor de todo es que a cada paso que daba sentía que una parte de su alma se iba por su boca en cada suspiro agitado, las puntadas de dolor no le tuvieron piedad a la pobre mujer, que trataba de no pensar en ello y aceleraba más y más el paso, deseando llegar a tiempo a su trabajo para no ser despedida. Llegó a la puerta de su monoambiente y antes de abr