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Capítulo 4 - Lo hago por amor

Helena miró el mail con un solo ojo, esperando lo peor.

Pero lo que leyó la dejo boquiabierta

Señorita Helena Deluna Por favor presentarse en el Área de recursos humanos para una entrevista.

Firma:

INDUSTRIAS ALLER S.A.

La joven leyó y releyó el mensaje sin poder creer lo que estaba viendo. ¿Realmente le iban a dar una oportunidad?

No pudo evitar saltar de alegría haciendo un escándalo, provocando que los empleados que pasaban por ahí la miraran como bicho raro y le hicieran “Shh”  

-Lo siento- dijo y sonrió para sí misma.

Pero luego lo pensó una vez más.

¿Y si entraba a la oficina de recursos humanos y se encontraba con el ogro de Aller tendiéndole una trampa?

Helena abrió su cartera y se encontró con los billetes del crimen, tenía que recuperar la billetera y explicar el malentendido, si se lo devolvía a tiempo quizás la dejarían irse sin ningún castigo.

Apresurada subió al ascensor y miró la gran cantidad de números de pisos que había

-m****a m****a- dijo con la mano temblorosa

No recordaba en cuál de ellos había bajado para tirar la billetera. Apretó el que creyó que podría ser y espero, moviéndose dentro del ascensor como animal enjaulado.

El ascensor se abrió y se abalanzó sobre el tacho de basura, pero estaba vacío. Habían cambiado la bolsa

-¡No puede ser!- exclamó desconcertada.

Resignada entró nuevamente al ascensor y picó el botón del piso de recursos humanos.

Helena caminó por el pasillo mirando nerviosa hacia todos lados.

Temía abrir la puerta de la oficina y encontrarse con ese diabólico hombre sonriendo de forma maliciosa, la sola idea de imaginar el castigo que recibiría le ponía los pelos de punta.

Tocó la puerta y se asomó

-Disculpe- dijo con la voz temblorosa, miró dentro, estaba el mismo hombre que la había echado, pero para su alivio sin rastros del Señor Aller. - Me mandaron un mail para una entrevista

El hombre levantó la mirada de los papeles en su escritorio y la observó de arriba abajo. Luego suspiró cansado y helena se sintió mal por molestarlo.

-Sí, pasa- dijo desganado

La joven entró y se sentó en la silla delante suyo. No podía dejar de mover la pierna nerviosa y de morderse el labio mientras el hombre buscaba su papel de entre tantos que tenía. Sintió el sudor correr por su frente y apretó con fuerza su bolso, escondiendo la evidencia del crimen.

-Aquí estas- dijo sacando el papel sucio.

Helena le sonrió incómoda y avergonzada.

-Realmente no tienes ninguna experiencia en el área y sería un problema para nosotros contratarte, ya que hay que instruirte desde cero.

-Lo sé, pero ¡Aprendo rápido!

-Tengo otras ofertas que realmente son más acordes, tienen años de experiencia y hasta carreras universitarias

Helena bajó la cabeza avergonzada, ella jamás había podido ser una profesional, su padre había estado gravemente enfermo desde que terminó el secundario. Desde ese momento, con tan solo 18 años, se dedicaba casi al cien por ciento a cuidarlo, la otra parte del tiempo trabajada de lo que conseguía. Sabía que no era la candidata perfecta.

-Señor, si me contrata no se va a arrepentir- exclamó con confianza.

El hombre la miró con escrutinio y suspiró derrotado

-Insisto en que no…-Dijo secamente- Pero igual estás contratada

-¿En verdad?

-El señor Aller ha insistido en contratarla a usted, no tengo idea porqué, pero lo que él dice se hace

La amplia sonrisa que Helena tenía en su rostro se borró cuando escuchó el nombre de quien le había hecho el día imposible.

¿Realmente sería capaz de contratarla tan solo para torturarla por el resto de su vida?

-Empieza el lunes- sentenció el hombre

Helena no dijo más nada, asintió en agradecimiento y salió de la oficina angustiada. Jamás pensó que ser contratada en un buen puesto la tendría así.

Llegó a su casa arrastrando los pies y cuando abrió la puerta se topó con David.

-David- Dijo asustada - ¿Está todo bien?

-En realidad estaba a punto de llamarte, Lucas está volando en fiebre, traté de bajarla, pero no pude.

La joven corrió hasta el cuarto de su hermano, puso su mano en la frente del pequeño y la sacó alarmada cuando corroboró que estaba hirviendo

-Hay que llevarlo al hospital cuanto antes.

Luego de varias horas de espera finalmente los doctores lograron bajarle la fiebre y le dieron el alta, con la condición que tomara cada ocho horas los medicamentos que le recetaron. Helena sabía que serían costosos, pero con la salud de su hermano no podía negociar.

-Lleva a Lucas al auto mientras termino el papeleo- le pidió a su amigo- Gracias David, realmente te estoy quitando todo tu tiempo con esto.

El joven le sonrió de forma comprensiva.

-No te preocupes, es más, hoy cocino yo si no te molesta, realmente necesitas descansar

Helena le sonrió como pudo, era cierto, estaba agotada, había sido un día duro.

Se acercó a la recepción y leyó la factura. A su deuda total se habían sumado unos 1500 dólares.

M****a, ¿Cuándo voy a poder pagar esto? Debía agradecer que los médicos aún entendieran a Lucas, porque podrían negarse con semejante deuda, ya estaba llegando a los 20.000 en total.

Luego miró su bolso, recordando el dinero

No Helena, eres una mujer de principios con una buena educación, vas a ir y devolver el dinero, aunque sea de forma anónima. Se reprendió a sí misma.

Pero tu jefe tiene mucho dinero, para él es solo un vuelto, en cambio para ti puede ser el alivio que necesitas. Le dijo otra vocecita en la cabeza.

Sacó el dinero del bolso y con miedo lo contó

Había unos 12.000 dólares, con eso podría saldar una parte y le darían más tiempo para el resto.

Sin pensarlo dos veces apoyó el fajo de billetes sobre el escritorio.

-Voy a pagar las facturas- le dijo a la recepcionista

Cuando la mujer tomó el dinero Helena cerró los ojos con fuerza, sintiéndose la peor persona del mundo. Ahora era una delincuente y no le había robado a cualquiera, sino a su propio jefe.

Al otro día Helena se levantó temprano y comprobó con alivio que su hermano ya se encontraba mejor

-Pequeño a desayunar, luego te quedas con la Señora Rosa mientras salgo ¿Si?

El niño ya acostumbrado a quedarse con la vecina mientras Helena buscaba trabajo no chistó por esto.

Mientras el pequeño desayunaba con un vaso de leche caliente viendo los dibujitos, la joven agarró los sobres que tenía en el buzón.

“Segundo aviso de desalojo” “Deuda de luz” “Deuda de Gas” “Factura hospital”

Hace ya varios meses que no pagaba el alquiler, el conserje había sido paciente con ella desde la muerte de su padre, pero le había advertido que se le estaba agotando el tiempo.  

-Hele ¿Hay galletitas? - Dijo el pequeño sacándola de sus pensamientos

Helena caminó hacia la cocina y abrió el estante, estaba casi vacío, solo quedaba un paquete de arroz y una leche en polvo.

-Lo siento cariño me olvidé de comprar- Mintió- En la casa de Rosa comes ¿Si?

El pequeño asintió obediente y siguió mirando la televisión.

Helena tuvo que darle la espalda y cubrirse el rostro avergonzada, se le llenaron los ojos de lágrimas, no tenía dinero ni para llenar la heladera y pretendía pagar el alquiler.

Salió del departamento con el niño y tocó la puerta de al lado, de dentro salió una mujer desaliñada

-Hola Rosa, sé que no te avisé con tiempo, pero realmente necesito que se quede contigo por unas horitas- suplicó

-Niña, no me pagas hace tres meses el cuidado del niño.

La mujer se hizo a un lado y el pequeño entró.

-Pórtate bien Lu- Sonrió a duras penas- Escucha Rosa, voy a traerte el dinero lo antes posible

-Esta es la última vez que te lo cuido a menos que pagues- Sentenció la mujer cerrando la puerta.  

Mientras Helena caminaba por las calles de la ciudad, dejando su curriculum en los lugares, supo que tenía que tomar la decisión correcta

Voy a tener que tomar el empleo de secretaria presidencial, aunque tenga que soportar los malos tratos de mi jefe, de otra forma voy a hundirme en mis deudas.

Tiró todos los curriculums a la basura. Abrió su billetera vieja y roída y contó los billetes que le quedaban.

Algunos dólares.

Entró a una tienda de segunda mano y compro un lindo conjunto económico para verse un poco más decente en su primer día. Mientras se miraba al espejo se quitó las lágrimas de coraje

-No olvides que lo estás haciendo por Luquitas.

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