-¡Noooo!- El disparo salió del arma, llenando con el estruendo la oficina. Sebastián aún estaba con los ojos fuertemente cerrados y respirando agitado por el shock, sintiendo que el aire dejaba de entrar a sus pulmones. “¿Acaso ya estoy muerto?” Se preguntó al no sentir el disparo en su frente. “Quizás fue instantáneo y no sentí dolor alguno” Abrió los ojos, primero uno, luego el otro. Encontrándose con que Alan no estaba parado justo sobre él y lo primero que pudo reconocer fue el techo color negro de su oficina. “Sigo vivo” pensó finalmente. Instintivamente se giró hacia Helena, que estaba tirada en el suelo a unos metros de él, en el mismo lugar de siempre. Eso fue un alivio, Alan no se había llevado a la pelirroja. Quiso arrastrarse hacia ella, intentar de alguna forma protegerla con su cuerpo. Pero un quejido detrás suyo lo detuvo. El CEO se giró sobre su cuerpo, sintiendo el fuerte dolor de su hombro, haciéndolo volver a las sensaciones agónicas del disparo. Cuando sus
Katlyn se cubrió su cabeza con sus manos contra el suelo cuando escuchó nuevamente el estruendo del arma llenar la habitación. Cuando todo se hizo silencio levantó su rostro hacia Alan, deseando encontrarlo muerto contra el suelo con un disparo en la cabeza.Pero se encontró con Alan parado en el lugar, agarrando su brazo mordido por la rubia y mirando fijamente hacia su hermano mayor.Helena miró con terror hacia Sebastián, le había errado el disparo, ni siquiera había tocado cerca de Alan, la bala había desaparecido por la ventana, seguramente golpeando muy lejos de allí.-Sebastián- exclamó haciendo que el joven CEO reaccionara y volviera a disparar varias veces seguido.El azabache entró en sí y volvió a apretar el gatillo con las manos temblorosas.Pero la pistola hizo clic una y otra vez, sin que ninguna bala saliera del cañón, que ahora estaba vacío.Había fallado la última bala que quedaba en el arma.Poco a poco Alan comenzó a reír, primero por lo bajo, luego una risa burlon
-¡Helenaaaa!- gritó Sebastián desgarrándose la garganta.Katlyn observó desde el suelo con expresión de horror cómo Helena y Alan caían del balcón, quiso levantarse, pero el dolor la venció.Sebastián corrió con todas sus fuerzas hacia el balcón, con sus lágrimas nublando sus ojos negros por la conmoción de seguramente haber perdido a su amada, porque nadie sobrevive a un piso 27.Se asomó con el cuerpo temblando del horror por la tragedia, esperando encontrarse con las siluetas bajo la fuerte tormenta de los cuerpos contra el suelo abajo a lo lejos.Pero cuando su rostro se asomó por la cornisa, solo se encontró con el cuerpo inerte de su hermano menor rodeado en un gran charco de sangre, porque Helena se había agarrado de la baranda.-¡Sebastián!- Exclamó mientras trataba de no soltarse del caño mojado por la lluvia que la separaba de caer al vacío y morir en el acto.El joven CEO no dudó ni un segundo en tomarla de las muñecas, aunque el dolor de su hombro lo hiciera gritar del dol
Han pasado tres años desde los sucesos traumáticos que tuvieron a Sebastián y a Helena como protagonistas. Ambos no olvidaron su promesa de contraer matrimonio para sellar su amor para siempre, pero estuvieron de acuerdo en esperar a que las cosas estuvieran calmas para hacerlo. La prioridad de Helena era que Sebastián se recuperara al cien por ciento de sus heridas, y no solo del disparo en su hombro, sino también el de la pierna, haciendo una rehabilitación completa que llevó varios meses, pero finalmente estaba recuperado y volvió a ser el hombre atlético y lleno de energía que siempre había sido. Helena no pudo escapar de su dolor psicológico, luego de que el joven CEO le insistiera en que debía hacer terapia, finalmente la joven aceptó, con la condición de que su amado también tuviera sus propias sesiones para sanar su doloroso pasado, perdonar a su madre, aceptar como fueron los hechos de su abandono y también poder soltar a su hermano, aceptando que él no podía curar ni salva
Sebastián se encontraba sentado en el banco de manera que él mismo había construido para sentarse a contemplar el jardín que Helena había trabajado durante todo el invierno y que ahora en primavera daba sus frutos. Flores de todos los colores decoraron con su belleza el fondo de la mansión de los Aller, y Sebastián no podía sentirse más realizado, ya no necesitaba más nada en la vida, ya lo tenía todo. O por lo menos así se había sentido hacía unos meses, porque desde que su cuñado había cumplido sus 18 años y tomó la decisión de irse a estudiar al extranjero psicología, la casa se sentía muy vacía. Aún recordaba cuánto habían llorado cuando despidieron al niño, que ya era todo un hombre, en el aeropuerto. No solo había llorado su hermana mayor, sino también él, luego de tantos años viviendo juntos se había convertido en su hermano menor y lo había tratado como tal, dándole todos los gustos y formando una hermosa relación que le hubiese gustado tener con Alan. La vida le había quit
- ¡Esto es ridículo! - gritó el hijo menor de la importante familia Aller al abogado y a su hermano mayor, Sebastián Aller, que sonreía complacido por la nueva noticia mientras miraba a su hermano ponerse rojo como un tomate por la ira.-Lo siento hermanito, pero son las últimas palabras de nuestro querido y difunto padre. - se burló de él.-¡Pero esto no puede ser cierto! papá estaba loco si creyó que sería buena idea dejarte su puesto- protestó- ¡Eres un inútil!, gastas todo nuestro dinero en mujeres, alcohol y autos de lujo. ¡No tenes la menor idea de cómo administrar una empresa! ¡Yo debería ser quien tenga ese lugar! - Gritó golpeando la mesa de vidrio del despacho de abogados.Sebastián, el hijo mayor y nuevo heredero de más de la mitad de las riquezas que había adquirido su padre con su empresa tecnológica, sonreía divertido sin decir nada, sabía que había ganado esta batalla. No le importaba que su hermano llore y patalee, no le daría ni un centavo más.-Lo siento señor Aller-
Helena esperó el impacto que nunca llegó.¿Había muerto instantáneamente y por eso no sentía dolor alguno?Lentamente abrió los ojos, primero uno y luego el otro, y se encontró con la trompa del elegante automóvil con patente extranjera muy cerca de su rostro, su cuerpo convulsionaba de miedo al ver lo cerca que estuvo de morir.Casi deja a su hermanito huérfano, la sola idea de pensar lo solo y triste que hubiese estado hizo que se le llenaran sus ojos celestes cielo de lágrimas cristalinas.- ¡¿Pero en que carajos estabas pensando?! - Gritó Sebastián cuando salió de su vehículo, luego de que una extraña saliera de la nada y se le cruzara por delante. Casi estuvo a punto de atropellarla si no fuera por sus buenos reflejos.Helena escuchó al hombre maldecir y asustada se levantó lentamente, sintiendo un fuerte dolor en la rodilla.- ¿Acaso no ves por donde caminas mujer? - le gritó con durezaLa muchacha no se animó a levantar la vista, se sentía avergonzada por haber causado el accid
-¿Qué producto de segunda mano es ese?- exclamó volteándose para castigar al conserje, sorprendiéndose al ver a la mujer escuálida que casi mata hace tan solo un rato. -¿Tú?- dijo con desprecio.Otra vez estaba en el suelo, con su cabello enmarañado cubriendo su identidad, parecía que ese era su estado natural.La mujer levantó su rostro asustada y finalmente la pudo ver.Sebastián debía admitir que no era fea, pero tampoco era la gran cosa para él, acostumbrado a mujeres despampanantes, de cuerpos esculturales y rostros exóticos. Tenía los ojos más grandes que jamás había visto y eso le incomodaba un poco, el color celeste de sus pupilas era único, como el cielo, pero en un día despejado de verano, sus labios eran finos y delicadamente rosados, su piel era tan pálida que parecía casi enfermiza, como si nunca hubiese salido a sol, su nariz era delgada y respingada, salpicada de unas pecas marrones, tenía una expresión de terror en su rostro que le hizo erizar la piel. Mechones de su c