Helena esperó el impacto que nunca llegó.
¿Había muerto instantáneamente y por eso no sentía dolor alguno?
Lentamente abrió los ojos, primero uno y luego el otro, y se encontró con la trompa del elegante automóvil con patente extranjera muy cerca de su rostro, su cuerpo convulsionaba de miedo al ver lo cerca que estuvo de morir.
Casi deja a su hermanito huérfano, la sola idea de pensar lo solo y triste que hubiese estado hizo que se le llenaran sus ojos celestes cielo de lágrimas cristalinas.
- ¡¿Pero en que carajos estabas pensando?! - Gritó Sebastián cuando salió de su vehículo, luego de que una extraña saliera de la nada y se le cruzara por delante. Casi estuvo a punto de atropellarla si no fuera por sus buenos reflejos.
Helena escuchó al hombre maldecir y asustada se levantó lentamente, sintiendo un fuerte dolor en la rodilla.
- ¿Acaso no ves por donde caminas mujer? - le gritó con dureza
La muchacha no se animó a levantar la vista, se sentía avergonzada por haber causado el accidente por no haber mirado al cruzar.
-¡Cómo lo siento!- exclamó con la cabeza gacha.
No vio el rostro del hombre, pero con tan solo ver su calzado de cuero negro perfectamente lustrado y su pantalón de sastre hecho a su medida del mismo color supo que era una persona importante y de mucho poder, lejos de tener una vida como la de ella.
-¡La próxima vez mira el maldito semáforo!
Exclamó con despreció Sebastián, al ver a la mujer exageradamente delgada que se inclinaba avergonzada frente a él. ¡Es una tabla! Pensó el joven heredero al ver sus inexistentes curvas. No pudo ver su rostro, porque su cabello largo y rojizo cubría su cara como una cascada de fuego, pero estaba seguro de que no era muy agraciada.
-¡Discúlpeme!
La mujer no dejaba de temblar y de pedir disculpas. Harto de tanta humillación de su parte, decidió volver a su vehículo y olvidarse del tema, tenía cosas más importantes que hacer.
Subió a su vehículo de lujo último modelo y le tocó bocina a la mujer, que aún no se había corrido de su camino.
Helena saltó asustada por el bocinazo y Sebastián no pudo evitar reírse de lo ridícula que se veía.
La joven desempleada caminó como pudo y salió del camino, apenas puso un pie en la vereda el vehículo aceleró pasando muy cerca suyo haciéndola tambalear y dobló en la esquina de la gran empresa.
¨Lunático¨ pensó desconcertada. Dio su segundo paso y se dio cuenta de que había pisado algo abultado, miro hacia abajo, era una cartera, una muy elegante y de cuero.
La tomó con curiosidad y la abrió.
Sus ojos se iluminaron de sorpresa al ver que dentro de la billetera había un gran fajo de billetes en dólares, tantos como nunca había visto en sus 24 años de vida. ¡Esa cantidad de dinero podría saldar sus deudas y más!
Tomó la identificación que estaba dentro y se encontró con un rostro joven y elegante.
-Sebastián Aller- leyó en voz alta.
¿De qué le sonaba ese apellido? Pensó confundida.
No pudo recordarlo, porque su mente no dejaba de pensar en el dinero. El hombre había sido despreciable con ella, alguien así no merecía un buen gesto.
-No Helena tú no eres así- Se retó a sí misma- Vas a devolver la cartera a su dueño.
La guardó en su bolso dispuesta a devolverla luego de la entrevista.
-¡¿Qué es todo este desastre?!- Gritó Sebastián al entrar a su nueva oficina y ver los muebles llenos de polvo, pilas de papeles y un olor a encierro insoportable. –¡Ey tú!- Llamó la atención de una empleada que lamentablemente justo pasaba por ahí.
-¿Si señor Aller?- dijo asustada
-¿Por qué mi oficina no está limpia y reluciente?
-Lo siento señor, pero yo no sé…
-¡No quiero una explicación quiero acción! ¡averigua de una m*****a vez y soluciónalo cuanto antes! - gritó tirando un cuaderno hacia la puerta
La mujer salió corriendo asustada buscando ayuda
Helena entró al gran edificio, y se quedó maravillada al ver los grandes ventanales que iluminaban la imponente sala de recepción de mármol color blanco y estilo minimalista. Miró el gran cartel sobre el escritorio de la hermosa y despampanante recepcionista.
Industrias Aller S.A.
¡Pues claro! Que tonta era, la identificación decía Aller. ¿Pero eso significa que tenía la cartera del dueño de la empresa donde iba a pedir trabajo?
Su estómago se revolvió.
Oh por dios, debía devolverla antes de que malinterpreten su intención.
-Hola, disculpe yo venía…- No llegó a presentarse en recepción porque la misma mujer que se había cruzado con el nuevo jefe ogro le llamó la atención.
-¡Ey tú!- gritó la chica que venía corriendo directamente hacia ella.
Helena se asustó y apretó con fuerza su bolso, en donde tenía la cartera que había encontrado.
¿La habían descubierto?
La mujer la tomó del brazo y la jalo con fuerza
-¡Espera!- suplicó Helena- Te juro que yo no…
-¡No hay tiempo, el jefe ya llegó!
No no no, ¡La habían atrapado!
-Disculpame, pero yo vine por la entrevista al nuevo puesto de…
Helena no llegó a aclarar que venía al puesto de secretaria
-No hay tiempo para la entrevista, necesito que limpies su oficina antes de que nos eche a todos.
Helena se dejó arrastrar resignada a que no la iban a escuchar, supongo que debía obedecer si quería tener el puesto, quizás se empieza desde abajo literalmente limpiando suelos.
La mujer la llevó por el ascensor varios pisos arriba, y para ser exactos, al último de ellos.
Helena sintió sudor frío, nunca había estado en un lugar tan elegante, siempre había tenido trabajos de mala paga. Se miró en el espejo del ascensor y se dio cuenta de que estaba hecha un desastre, Tenía la rodilla lastimada y sangrando, las piernas y sus tacones salpicados de gotas de barro de la calle, y el pelo desprolijo, además de que su maquillaje se había corrido por el llanto.
-Llegamos- dijo la mujer
Helena salió del ascensor y se dio cuenta de que la mujer no había salido detrás de ella.
-Espera…- dijo Helena
-¡Adiós suerte!- dijo la mujer y cerró las puertas antes de que pudiera decir algo.
Helena se quedó sola en el largo pasillo, a un costado del camino había un balde con agua y varios productos de limpieza, los tomó como pudo y caminó hasta el final del pasillo rengueando de dolor, se encontró con una sola puerta de roble color rojizo con dibujos de leones furiosos. La pelirroja tragó saliva nerviosa y tocó la puerta. No recibió respuesta y entró.
-Permiso- dijo asustada
Vio que detrás de un gran escritorio de roble rojo similar a las puertas había un hombre dándole la espalda, mirando hacia la gran ciudad del otro lado del gran ventanal mientras hablaba por teléfono en un tono colérico.
-¡No me importa que salga un millón de dólares! Me lo traes igual- gritó al teléfono
-Disculpe señor- dijo Helena temblorosa en un hilo de voz
-¿Alan? ¿Y que tiene que ver el idiota de mi hermano en todo esto? El CEO soy yo, así que encárgate…
La muchacha dejó los productos sobre el suelo y enjuagó el trapo en el balde mezclando varios líquidos, luego se arremangó la camisa y hundió sus delgados brazos en el agua helada. Puso el trapo en el suelo y comenzó a refregar de rodillas, sintió una punzada de dolor en su rodilla lastimada, tuvo que tragarse el gemido de sufrimiento.
Sebastián estaba en medio de una caliente conversación con su contador sobre si comprar o no el nuevo reloj que había salido al mercado cuando sintió un fuerte olor invadir sus fosas nasales, picándole con molestia.
-Luego te llamo- dijo y colgó el teléfono.
Se dio vuelta con la intención de insultar a la persona de limpieza cuando…
-¿Qué producto de segunda mano es ese?- exclamó volteándose para castigar al conserje, sorprendiéndose al ver a la mujer escuálida que casi mata hace tan solo un rato. -¿Tú?- dijo con desprecio.Otra vez estaba en el suelo, con su cabello enmarañado cubriendo su identidad, parecía que ese era su estado natural.La mujer levantó su rostro asustada y finalmente la pudo ver.Sebastián debía admitir que no era fea, pero tampoco era la gran cosa para él, acostumbrado a mujeres despampanantes, de cuerpos esculturales y rostros exóticos. Tenía los ojos más grandes que jamás había visto y eso le incomodaba un poco, el color celeste de sus pupilas era único, como el cielo, pero en un día despejado de verano, sus labios eran finos y delicadamente rosados, su piel era tan pálida que parecía casi enfermiza, como si nunca hubiese salido a sol, su nariz era delgada y respingada, salpicada de unas pecas marrones, tenía una expresión de terror en su rostro que le hizo erizar la piel. Mechones de su c
Helena miró el mail con un solo ojo, esperando lo peor.Pero lo que leyó la dejo boquiabiertaSeñorita Helena Deluna Por favor presentarse en el Área de recursos humanos para una entrevista.Firma:INDUSTRIAS ALLER S.A.La joven leyó y releyó el mensaje sin poder creer lo que estaba viendo. ¿Realmente le iban a dar una oportunidad?No pudo evitar saltar de alegría haciendo un escándalo, provocando que los empleados que pasaban por ahí la miraran como bicho raro y le hicieran “Shh” -Lo siento- dijo y sonrió para sí misma.Pero luego lo pensó una vez más.¿Y si entraba a la oficina de recursos humanos y se encontraba con el ogro de Aller tendiéndole una trampa?Helena abrió su cartera y se encontró con los billetes del crimen, tenía que recuperar la billetera y explicar el malentendido, si se lo devolvía a tiempo quizás la dejarían irse sin ningún castigo.Apresurada subió al ascensor y miró la gran cantidad de números de pisos que había-mierda mierda- dijo con la mano temblorosaNo
-¡Mierda m****a!- Gritó Helena mientras corría hacia su primer día en el trabajo, nuevamente el Bus le había fallado y solo faltaban 5 minutos para las 9 AM, ¡No podía ser impuntual en su primer día! Llevaba sus zapatos de taco en sus manos, porque había aprendido la lección, se quitaría las zapatillas viejas pero cómodas al entrar. Cruzó la calle, esta vez mirando hacia ambos lados y entró a la empresa hecha un rayo. Mientras corría hacia la recepción, la hebilla de uno de los zapatos se enganchó en su remera nueva de hilo. -¡No puede ser!- exclamó frustrada y tironeó, estirando un largo hilo y descociendo la blusa- No no no- Negó mientras trataba de desenganchar el hilo, sin ver hacia adelante. -¡Cuidado!- Gritaron de fondo. Pero cuando Helena levantó la vista hacia adelante ya había chocado de frente con alguien y cayendo ambos al suelo. Helena levantó el zapato, el hilo se había soltado, pero cuando miró su blusa, un gran escote se había hecho mostrando el inicio de sus pequ
Sebastián miraba en silencio la pantalla de su computadora, donde se mostraba un video en blanco y negro que develada al ladrón de su cartera, más bien ladrona, porque la persona era nada más ni nada menos que su secretaria, ¡A quien había contratado para el mejor puesto! No podía creerlo, había sido bueno con ella después de todo, ¿Así le agradecía? -Voy a llamar a la policía inmediatamente- exclamó su gerente, levantando el tubo del teléfono. Rápidamente el CEO apretó el botón cortando la llamada- ¿Señor? -Por el momento no voy a tomar cartas en el asunto. -Pero señor Aller es una ladrona -Lo sé. Sebastián dirigió una fría mirada hacia el hombre, quien intimidado salió de la oficina sin decir más nada. No sabía porque, pero no quería alejar a la mujer de él, prefería tenerla cerca y tener esa carta guardada para un futuro. Helena tocó la puerta de la oficina de su jefe y esperó. -Pase- escuchó la voz grave del heredero y respiró hondo cerrando los ojos “Vamos Helena tú p
Sebastián no tiene idea de cuánto tiempo ha estado observando en silencio a Helena desde su oficina. La ha visto teclear sin parar, con sus dedos largos y delgados, relamerse sus finos labios dejando una capa fina de brillo haciendo que el joven heredero se relamiese los propios, imaginando a qué saben los de su secretaria. “Seguramente a cerezas frescas” Pensó -¡Helena!- gritó una voz chillona que irritó al CEO y lo hizo volver a la realidad- ¿Te enteraste de que Katlyn va a hacer una despedida de soltera? Un grupo de mujeres rodeó a Helena alejándola de su visión. -No sabía… -Ay Carlita ¡pero si estamos todas invitadas! -¿A si? -Sí, tú también -Agradezco la invitación chicas, pero no puedo dejar a mi hermanito solo, diviértanse ustedes -Ay vamos Helena, ¿Realmente te lo vas a perder? ¡Va a ser la fiesta del año! -Claro, después de la boda- corrigió otra -Si si, pero en esta va a haber stripper Las chicas rieron divertidas y sonrojadas por eso Pero a Helena realmente
-¡Filma esto!- Exclamó Katlyn a una de las chicas, quien encendió la cámara de su celular y comenzó a grabar a Helena. La secretaria presidencial bailaba en el medio de la pista, danzando con movimientos lentos y con los ojos cerrados, la joven drogada levantó lentamente su falda por encima de sus muslos blancos como el papel, mostrando el inicio de su ropa interior ancha color rosa para nada sexi. -Haz un acercamiento a eso- señaló divertida la rubia- ¡La mejor despedida del mundo!, no necesito strippers con esto. Helena se sentía en un sueño psicodélico, todo le daba vueltas, no podía ver nada ni a nadie y las luces de colores del boliche parecían fuegos artificiales que molestaban en sus ojos sensibles a la luz, la música sonaba tan fuerte que la sentía en su cerebro. “Necesito bailar, necesito moverme” Gritaba en su cabeza bailando con más fuerza, sentía que si dejaba de moverse se apagaría. -Que calor…- balbuceó aún con los ojos aún cerrados, sintiendo todo su cuerpo con una
-Piérdanse idiotas- gruñó uno de los amigos de Alan a los dos hombres que apretaban a Helena en medio de la pista, los nombrados gruñeron molestos de que otro hombre quisiera arruinarles la fiesta, pero cuando se giraron hacia donde venía la voz sus rostros pasaron a uno de terror, el otro amigo de Alan se acercó poniéndose al lado. -¿No escucharon? ¡Lárguense! ¡shu! ¡fuera! Ambos apretaron con fuerza las muelas con el cuerpo temblando de la ira, no podían gritarles ni pelear, ya habían perdido la batalla y a la chica, porque ellos y todos los demás que estaban en la pista sabían quiénes eran esos dos hombres de camisas de telas costosas, pantalones a medida y relojes del valor de una casa, eran los amigos o más bien ¨Los secuaces¨ así les decían algunos, de Alan Aller, que prácticamente era el dueño del lugar, casi todas las noches estaban ahí zumbando, molestando a la gente y llevándose las mejores mujeres, ellos elegían y ya no había nada más que hacer. Sin protestar, se aleja
-Ahora largo- -Pero Alan ¿No quieres que filmemos o algo? -Sí, ¿porque no nos divertimos un rato cada uno? La noche está en pañales. Alan frunció el ceño con molestia y sus ojos marrones parecieron volverse negros al clavarse en los rostros de sus dos amigos, quienes tragaron saliva nerviosos arrepintiéndose de la sugerencia de divertirse los tres con Helena. Alan no quería compartir a la colorada que ahora estaba acostada detrás suyo en la cama de un motel barato, porque sí Alan podría ser asquerosamente rico, pero no gastaría un centavo de más en una noche con una mujerzuela. La quería sola para él, a veces compartía con los idiotas de sus compañeros de fiesta, pero está vez era distinto, estaba más que ansioso por cerrar la puerta y quedarse a solas con ella. -No- sentenció cerrando de un portazo la habitación. Todo se quedó en silencio, Alan aún estaba con su cuerpo hacia la puerta cuando escuchó un gemido bajo detrás suyo, sintió el sonido excitante y femenino recorrer