- ¡Esto es ridículo! - gritó el hijo menor de la importante familia Aller al abogado y a su hermano mayor, Sebastián Aller, que sonreía complacido por la nueva noticia mientras miraba a su hermano ponerse rojo como un tomate por la ira.
-Lo siento hermanito, pero son las últimas palabras de nuestro querido y difunto padre. - se burló de él.
-¡Pero esto no puede ser cierto! papá estaba loco si creyó que sería buena idea dejarte su puesto- protestó- ¡Eres un inútil!, gastas todo nuestro dinero en mujeres, alcohol y autos de lujo. ¡No tenes la menor idea de cómo administrar una empresa! ¡Yo debería ser quien tenga ese lugar! - Gritó golpeando la mesa de vidrio del despacho de abogados.
Sebastián, el hijo mayor y nuevo heredero de más de la mitad de las riquezas que había adquirido su padre con su empresa tecnológica, sonreía divertido sin decir nada, sabía que había ganado esta batalla. No le importaba que su hermano llore y patalee, no le daría ni un centavo más.
-Lo siento señor Aller-Le respondió a Alan el asustado abogado- Pero son los deseos de su padre, para usted el 35 por ciento de los ingresos y a su hermano Sebastián el 65 por ciento y el puesto que dejó libre el difunto Señor Aller. – Dijo revisando los documentos.
-¿Lo ves hermanito? Padre sabía quién era el más competente de los dos- dijo ampliando más su sonrisa y mostrando sus brillantes y relucientes dientes que parecían marfil.
-Hay una cosa más- dijo temeroso el delgado y escuálido señor, que parecía un insecto al lado de los dos adonis que tenía delante.
-¿Qué es?- Preguntó impaciente el mayor de los hermanos, quería marcharse de ahí cuanto antes, odiaba las reuniones y el papeleo, simplemente lo aburrían. No veía la hora de tener todo bajo su poder y en su billetera.
-Para poder cobrar la herencia y mantener el puesto de CEO de las industrias Aller deberá contraer matrimonio con la mujer que su padre acordó en el testamento. Él creía firmemente en la familia y las costumbres, no quería dejar una mala imagen para su empresa.
Ambos hermanos quedaron atónitos, pero más Sebastián, que nunca había sido hombre de una sola mujer, y no tenía en sus planes quedar encadenado en un matrimonio arreglado con una mujer insoportable y caprichosa que seguramente lo haría miserable.
-Esto se está poniendo interesante- exclamó divertido Alan, sabiendo que su hermano no podría aceptar esa cláusula.
-Cállate- gruñó el hermano mayor
-En el caso de que esto no se llegara a cumplir, el Señor Alan sería quien herede el puesto y la mayor parte de las ganancias.
-Basta de habladurías y dime de una vez quien va a ser la mujer con la suerte de casarse conmigo.
Alan puso los ojos en blanco, el abogado agarró el testamento y leyó en voz alta:
-La señorita Katlyn Walker, heredera y dueña de la empresa de cosmética más grande de Europa.
Ambos hermanos quedaron boquiabiertos al escuchar el nombre de la prometida de Sebastián.
Para el nuevo heredero, ahora no eran tan mala idea casarse, esa mujer dormía en colchones de euros, si juntaba sus riquezas con las de ella sería asquerosamente millonario, no tendría límites. Pensó saboreando e imaginando sus nuevas adquisiciones para cuando esté casado.
Pero Alan, que pensó que finalmente su hermano recibiría el castigo que merecía, ahora quería asesinarlo. Porque él sabía perfectamente quien era esa mujer, la había amado desde que tenía memoria, y había imaginado, una vez muerto su padre y con el poder en sus manos, en pedirle matrimonio. Pero ahora su hermano se la iba a quitar, ¡A la mujer de sus sueños! No podía permitir que ese idiota le pusiera las manos encimas a una mujer tan hermosa y prestigiosa como ella.
Alan se levantó de golpe de la mesa de reuniones, tirando la silla con brusquedad.
-¿A dónde vas hermanito?- preguntó con un tono insoportable e irritante.
-Ya no tengo nada que hacer aquí, disfruta de tus riquezas hermano, ojalá que la vida te dé lo que te mereces.
-Lo mismo espero hermanito. –
Alan salió de la oficina cerrando la puerta con fuerza.
-Encárgate de todo el papeleo y del compromiso- le ordenó al abogado- Debo ir a ordenar mi nueva oficina- Sonrió victorioso.
Al final de cuentas ese viejo arrogante y narcisista había sido bueno en algo. Dijo para sí mismo, pensando en su padre a quien nunca había soportado en vida.
-Gracias por cuidarlo, enserio, la niñera no quiso venir porque fue sin anticipación y…
-Está bien Hele, no te preocupes. Y vete rápido que no vas a llegar a la entrevista
Helena De Luna le sonrió a su mejor y único amigo David, no sabía cómo agradecerle por aceptar cuidar a su pequeño hermano a último momento. Desde que su padre había muerto de una grave enfermedad habían sido solo ellos dos contra el mundo. Lucas se había convertido en un hijo para Helena, pero también había sido muy difícil para ella esta responsabilidad, porque el pequeño era un niño muy delicado y que se enfermaba con regularidad, teniendo que correr varias veces al mes al hospital y dejar debiendo grandes facturas que no tenía idea cuando iba a poder pagar.
Pero hoy tenía algo de esperanza, porque había encontrado en internet que buscaban a una nueva secretaria para el nuevo CEO de una empresa tecnológica de la que no tenía idea, pero parecía que daban buena paga, y realmente necesitaba el dinero.
-¡Gracias David Gracias!- Dijo saltando encima suyo y abrazándolo con fuerza
El joven rio de la actitud infantil de su amiga, pero disfrutando del abrazo, luego la soltó, aunque realmente no quería.
-Apúrate. - le ordenó con una sonrisa.
Helena le dio un beso en la frente a su hermanito que estaba en el suelo jugando con sus viejos juguetes.
-Sé bueno con David ¿Si? En un rato vuelvo.
El niño asintió sin dejar de jugar.
-Cualquier cosa me llamas- le dijo a su amigo antes de salir.
-Si, si, ¡vete de una vez!
Helena le sonrió y salió corriendo de su pequeño monoambiente en el centro de la ciudad.
La joven estaba corriendo con el corazón en la garganta, el bus había demorado más de la cuenta en llegar y estaba llegando con el tiempo justo.
Divisó el gran edificio de miles de ventanas y muchos pisos que estaba en la vereda de en frente y que tenía un gran cartel iluminado que decía “INDUSTRIAS ALLER S.A.”.
Cruzó la calle, pero como siempre había sido una mujer torpe y distraída, su tobillo se dobló porque no estaba acostumbrada a los zapatos de tacón y calló en cuatro patas en el duro cemento de la calle, raspándose la rodilla y manchando con agua sucia su curriculum
-¡Maldita sea!- sacudió el papel que ahora estaba arruinado e impresentable.
Intentó levantarse adolorida cuando escuchó el rechinar de unas llantas.
Todo pasó muy rápido, vio como un vehículo negro de alta gama se acercaba a gran velocidad hacia ella y que parecía que no iba a lograr frenar.
Helena no hizo otra cosa que cerrar los ojos con fuerza y pensar en que su hermanito se quería sin nadie en este mundo.
Helena esperó el impacto que nunca llegó.¿Había muerto instantáneamente y por eso no sentía dolor alguno?Lentamente abrió los ojos, primero uno y luego el otro, y se encontró con la trompa del elegante automóvil con patente extranjera muy cerca de su rostro, su cuerpo convulsionaba de miedo al ver lo cerca que estuvo de morir.Casi deja a su hermanito huérfano, la sola idea de pensar lo solo y triste que hubiese estado hizo que se le llenaran sus ojos celestes cielo de lágrimas cristalinas.- ¡¿Pero en que carajos estabas pensando?! - Gritó Sebastián cuando salió de su vehículo, luego de que una extraña saliera de la nada y se le cruzara por delante. Casi estuvo a punto de atropellarla si no fuera por sus buenos reflejos.Helena escuchó al hombre maldecir y asustada se levantó lentamente, sintiendo un fuerte dolor en la rodilla.- ¿Acaso no ves por donde caminas mujer? - le gritó con durezaLa muchacha no se animó a levantar la vista, se sentía avergonzada por haber causado el accid
-¿Qué producto de segunda mano es ese?- exclamó volteándose para castigar al conserje, sorprendiéndose al ver a la mujer escuálida que casi mata hace tan solo un rato. -¿Tú?- dijo con desprecio.Otra vez estaba en el suelo, con su cabello enmarañado cubriendo su identidad, parecía que ese era su estado natural.La mujer levantó su rostro asustada y finalmente la pudo ver.Sebastián debía admitir que no era fea, pero tampoco era la gran cosa para él, acostumbrado a mujeres despampanantes, de cuerpos esculturales y rostros exóticos. Tenía los ojos más grandes que jamás había visto y eso le incomodaba un poco, el color celeste de sus pupilas era único, como el cielo, pero en un día despejado de verano, sus labios eran finos y delicadamente rosados, su piel era tan pálida que parecía casi enfermiza, como si nunca hubiese salido a sol, su nariz era delgada y respingada, salpicada de unas pecas marrones, tenía una expresión de terror en su rostro que le hizo erizar la piel. Mechones de su c
Helena miró el mail con un solo ojo, esperando lo peor.Pero lo que leyó la dejo boquiabiertaSeñorita Helena Deluna Por favor presentarse en el Área de recursos humanos para una entrevista.Firma:INDUSTRIAS ALLER S.A.La joven leyó y releyó el mensaje sin poder creer lo que estaba viendo. ¿Realmente le iban a dar una oportunidad?No pudo evitar saltar de alegría haciendo un escándalo, provocando que los empleados que pasaban por ahí la miraran como bicho raro y le hicieran “Shh” -Lo siento- dijo y sonrió para sí misma.Pero luego lo pensó una vez más.¿Y si entraba a la oficina de recursos humanos y se encontraba con el ogro de Aller tendiéndole una trampa?Helena abrió su cartera y se encontró con los billetes del crimen, tenía que recuperar la billetera y explicar el malentendido, si se lo devolvía a tiempo quizás la dejarían irse sin ningún castigo.Apresurada subió al ascensor y miró la gran cantidad de números de pisos que había-mierda mierda- dijo con la mano temblorosaNo
-¡Mierda m****a!- Gritó Helena mientras corría hacia su primer día en el trabajo, nuevamente el Bus le había fallado y solo faltaban 5 minutos para las 9 AM, ¡No podía ser impuntual en su primer día! Llevaba sus zapatos de taco en sus manos, porque había aprendido la lección, se quitaría las zapatillas viejas pero cómodas al entrar. Cruzó la calle, esta vez mirando hacia ambos lados y entró a la empresa hecha un rayo. Mientras corría hacia la recepción, la hebilla de uno de los zapatos se enganchó en su remera nueva de hilo. -¡No puede ser!- exclamó frustrada y tironeó, estirando un largo hilo y descociendo la blusa- No no no- Negó mientras trataba de desenganchar el hilo, sin ver hacia adelante. -¡Cuidado!- Gritaron de fondo. Pero cuando Helena levantó la vista hacia adelante ya había chocado de frente con alguien y cayendo ambos al suelo. Helena levantó el zapato, el hilo se había soltado, pero cuando miró su blusa, un gran escote se había hecho mostrando el inicio de sus pequ
Sebastián miraba en silencio la pantalla de su computadora, donde se mostraba un video en blanco y negro que develada al ladrón de su cartera, más bien ladrona, porque la persona era nada más ni nada menos que su secretaria, ¡A quien había contratado para el mejor puesto! No podía creerlo, había sido bueno con ella después de todo, ¿Así le agradecía? -Voy a llamar a la policía inmediatamente- exclamó su gerente, levantando el tubo del teléfono. Rápidamente el CEO apretó el botón cortando la llamada- ¿Señor? -Por el momento no voy a tomar cartas en el asunto. -Pero señor Aller es una ladrona -Lo sé. Sebastián dirigió una fría mirada hacia el hombre, quien intimidado salió de la oficina sin decir más nada. No sabía porque, pero no quería alejar a la mujer de él, prefería tenerla cerca y tener esa carta guardada para un futuro. Helena tocó la puerta de la oficina de su jefe y esperó. -Pase- escuchó la voz grave del heredero y respiró hondo cerrando los ojos “Vamos Helena tú p
Sebastián no tiene idea de cuánto tiempo ha estado observando en silencio a Helena desde su oficina. La ha visto teclear sin parar, con sus dedos largos y delgados, relamerse sus finos labios dejando una capa fina de brillo haciendo que el joven heredero se relamiese los propios, imaginando a qué saben los de su secretaria. “Seguramente a cerezas frescas” Pensó -¡Helena!- gritó una voz chillona que irritó al CEO y lo hizo volver a la realidad- ¿Te enteraste de que Katlyn va a hacer una despedida de soltera? Un grupo de mujeres rodeó a Helena alejándola de su visión. -No sabía… -Ay Carlita ¡pero si estamos todas invitadas! -¿A si? -Sí, tú también -Agradezco la invitación chicas, pero no puedo dejar a mi hermanito solo, diviértanse ustedes -Ay vamos Helena, ¿Realmente te lo vas a perder? ¡Va a ser la fiesta del año! -Claro, después de la boda- corrigió otra -Si si, pero en esta va a haber stripper Las chicas rieron divertidas y sonrojadas por eso Pero a Helena realmente
-¡Filma esto!- Exclamó Katlyn a una de las chicas, quien encendió la cámara de su celular y comenzó a grabar a Helena. La secretaria presidencial bailaba en el medio de la pista, danzando con movimientos lentos y con los ojos cerrados, la joven drogada levantó lentamente su falda por encima de sus muslos blancos como el papel, mostrando el inicio de su ropa interior ancha color rosa para nada sexi. -Haz un acercamiento a eso- señaló divertida la rubia- ¡La mejor despedida del mundo!, no necesito strippers con esto. Helena se sentía en un sueño psicodélico, todo le daba vueltas, no podía ver nada ni a nadie y las luces de colores del boliche parecían fuegos artificiales que molestaban en sus ojos sensibles a la luz, la música sonaba tan fuerte que la sentía en su cerebro. “Necesito bailar, necesito moverme” Gritaba en su cabeza bailando con más fuerza, sentía que si dejaba de moverse se apagaría. -Que calor…- balbuceó aún con los ojos aún cerrados, sintiendo todo su cuerpo con una
-Piérdanse idiotas- gruñó uno de los amigos de Alan a los dos hombres que apretaban a Helena en medio de la pista, los nombrados gruñeron molestos de que otro hombre quisiera arruinarles la fiesta, pero cuando se giraron hacia donde venía la voz sus rostros pasaron a uno de terror, el otro amigo de Alan se acercó poniéndose al lado. -¿No escucharon? ¡Lárguense! ¡shu! ¡fuera! Ambos apretaron con fuerza las muelas con el cuerpo temblando de la ira, no podían gritarles ni pelear, ya habían perdido la batalla y a la chica, porque ellos y todos los demás que estaban en la pista sabían quiénes eran esos dos hombres de camisas de telas costosas, pantalones a medida y relojes del valor de una casa, eran los amigos o más bien ¨Los secuaces¨ así les decían algunos, de Alan Aller, que prácticamente era el dueño del lugar, casi todas las noches estaban ahí zumbando, molestando a la gente y llevándose las mejores mujeres, ellos elegían y ya no había nada más que hacer. Sin protestar, se aleja