Ha sido duro, lo sé. Espero que sigan leyendo y deseen igual que yo que Helena reciba el amor que realmente merece.
Sebastián se despertó en la mullida cama de su pent-house, la luz de la mañana entró por el gran ventanal molestando su visión y sintió un fuerte dolor de cabeza producto de lo consumido en la noche. -Argh- se quejó esquivando los rayos blancos girándose hacia el otro lado, encontrándose con la mujer pelirroja que aún dormía plácidamente, pero no por el cansancio de una noche salvaje, porque el joven heredero perdió su racha y su fama de ser un don juan en la cama, ahora se sentía avergonzado, con su ego por el piso, no ha sido capaz de disfrutar a la hermosa mujer ni ella de confirmar lo que estaba en boca de todos y que todas las mujeres querían confirmar por cuenta propia. Que no había otro como Sebastián Aller en la cama. “Lo siento, no puedo” Exclamó saliendo de encima de la hermosa mujer y sentándose a un costado completamente humillado. No podía quitar la imagen de la joven que hace días vagaba por su mente, fue mala idea elegir a una pelirroja para saciar el deseo que tenía
Helena no sabe cuánto tiempo caminó desde el motel de media estrella hasta su pequeño departamento del otro lado de la ciudad, con su vestido roído en la parte de abajo, sus pies descalzos porque era imposible para ella apurar el paso con los zapatos de fiesta, sus piernas apenas enjuagadas con el agua de la canilla para disimular lo sucedido, su cabello suelto hacia los costados tratando de tapar las marcas de su piel desnuda, la incomodidad de usar la ropa interior arruinada y manoseada por alguien más cubriendo su parte íntima adolorida y que suplicaba por ser lavada con fuerza cuanto antes para quitar la sensación de suciedad y lo peor de todo es que a cada paso que daba sentía que una parte de su alma se iba por su boca en cada suspiro agitado, las puntadas de dolor no le tuvieron piedad a la pobre mujer, que trataba de no pensar en ello y aceleraba más y más el paso, deseando llegar a tiempo a su trabajo para no ser despedida. Llegó a la puerta de su monoambiente y antes de abr
Helena dejó a su hermanito con la vecina y caminó hacia su trabajo. Ya era muy tarde, había fracasado, perdiendo su racha de puntualidad y se odió por ello, revisó una vez más su billetera con la esperanza de encontrar algo de dinero doblado entre los papeles, pero no, seguía vacía. No podía tomar un taxi, ni siquiera un bus y todavía le faltaba como 20 minutos más de caminata. Mientras caminaba a duras penas, tratando de no renguear mucho y pensando en qué excusa sería la mejor para explicar el motivo de su atraso pasó por la puerta del hospital donde pasó casi toda su vida por su padre y luego su hermanito enfermo. Se detuvo un segundo mirando la entrada, sintiendo el latir de sus entrañas pidiendo ser curadas. Se había enjuagado por todos lados, pero aun así el dolor persistía. “Quizás podría entrar y que me atiendan” Meditó. Pero luego pensó en la gran deuda que tenía con el hospital.“No, no puedo endeudarme aún más” Negó frenéticamente abrazándose a sí misma y continuando con
-Oh dios…Helena realmente deseaba saber qué había sucedido anoche, la ausencia de los recuerdos le generaba una impotencia terrible. Lo que no esperaba era verse a sí misma en un video bailando de una manera tan descarada y desenfrenada entre dos hombres que jamás había visto antes, con una sonrisa amplia y tonta dibujada en el rostro ¡Disfrutando de lo que estaba haciendo y lo que le estaban haciendo!, meneándose hasta abajo, manchando el vestido que no era suyo y dejando que esos dos hombres la manosearan mientras se restregaba contra ellos. Esa no era ella, no podía serlo. Esto es lo que eres en realidad, una zorra barata que se entrega a cualquiera con tan solo un vaso de alcoholDecía en el cuerpo del mail-Quizás tienen razón- exclamó en voz baja. Ella había pensado que todo lo que le habían hecho en la fiesta había sido culpa de alguien más, pero parece que no, que ella misma se lo buscó. Helena comenzó a agitarse, sentía que el aire no le entraba por los pulmones, apretó c
Ya se habían ido todos de la oficina, finalmente Helena se sintió segura y tranquila, sin todos esos ojos juzgando a lo lejos. Tomó su bolso y se dispuso a volver a su casa, deseando que el día de hoy se acabara de una m*****a vez. Pero al pasar por al lado de la gran oficina de su jefe se sorprendió de que la luz aún estaba encendida, se asomó curiosa y lo vio caminar de una punta hacia la otra, mirando hacia el ventanal con el teléfono en el oído. -¡Pero te dije que no lo sé! Hace tan solo una semana tomé el puesto, ¡los movimientos contables del anterior CEO no los tengo! - hizo una pausa, escuchando a la persona del otro lado mientras cerraba el puño con impotencia- ¡Tú eres mi contador tú deberías saber estas cosas, no yo! Sebastián tiró el teléfono con fuerza sobre el escritorio y se sentó con pesadez. La pelirroja amagó con dejar a su jefe solo con ese problema, pero algo dentro suyo le decía que era una buena oportunidad para hacer buena letra con él. Envió un mensaje a su
-…Y pensaba que los manteles podrían ser rosas… -Está bien. -Sabes que es mi color favorito. -Lo sé. -¡Así que el vestido debería tener algunos toques rosados! no te voy a decir como es el vestido en eso quédate tranquilo- le guiñó el ojo -Bueno. -Pero tu traje también debería tener algo rosado para que combinemos… -Si querida. Sebastián estaba en automático con su prometida, no tenía idea de hace cuanto que estaba hablándole de idioteces de la boda que realmente no le interesaban, pero se sentía como una eternidad. De todas formas, él no podía hacer nada al respecto, porque ella ya tenía todo planeado colabore él o no. Su opinión no importaba, solo tenía que estar ese día y dar el sí. El CEO estaba sentado en su escritorio desde temprano con Katlyn, pero desde que Helena había llegado a su puesto de trabajo, no podía evitar dirigir su mirada disimuladamente a la pelirroja a cada rato. Vio como Carmen, la ex secretaria de su difunto padre, se acercó a ella y comenzaron a
-Tranquila Hele, vas a poder sobrellevar esto, estoy aquí contigo- David consoló a Helena, acariciando su espalda con suavidad- Además, no estás sola en esto. ¿Quién es el padre? Creo que deberías decirle y que se haga cargo como corresponde- Exclamó el joven, tratando con todas sus fuerzas que no se notara los celos que sentía en ese momento al caer en la cuenta que su amiga probablemente formaría una vida con otro hombre, otra persona a la que había elegido antes que a él. La pelirroja estaba encorvada hacia adelante, cubriendo su rostro y moviendo la cabeza de un lado hacia el otro negando sin parar, sintiéndose aturdida por toda la información nueva que le estaba tirando David por la cabeza, incapaz de pensar que algo así podría solucionarse. ¿Cómo le explicaría a su mejor amigo que no tenía ni idea de quién era el padre de esa pobre criatura?¿Cómo le explicaría que ese niño no fue producto del amor o del deseo, sino de una violación?Simplemente no podía, ni siquiera era capaz
Helena llegó temprano y más que nunca a la oficina sabiendo que ahora eran dos, que cargaba un niño que no ha deseado en su vientre. Caminó hasta su escritorio tratando de no tocar por pura inercia su barriga inexistente y se sentó fingiendo que estaba todo bien, que nada había cambiado desde ayer y que los correos de su casilla de la empresa eran tan interesantes como para tener la cara casi pegada a la pantalla de la computadora. -¡DeLuna!- gritó el CEO desde su oficina, haciendo sobresaltar a su secretaria por el grito innecesario que propinó su jefe. Para algo estaba el interno, para que no gritara como un animal.La joven pelirroja se levantó lentamente de su asiento, como si la barriga ya le pesara y caminó hasta la gran oficina con la vista al frente, ignorando las miradas de odio a las que ya se estaba acostumbrando. Helena tocó la puerta, solo por cortesía y se asomó. -¿Me llamó señor?Claro que me llamó, creo que todo el edificio se enteró. Sebastián estaba sentado en s