Ya se habían ido todos de la oficina, finalmente Helena se sintió segura y tranquila, sin todos esos ojos juzgando a lo lejos. Tomó su bolso y se dispuso a volver a su casa, deseando que el día de hoy se acabara de una m*****a vez. Pero al pasar por al lado de la gran oficina de su jefe se sorprendió de que la luz aún estaba encendida, se asomó curiosa y lo vio caminar de una punta hacia la otra, mirando hacia el ventanal con el teléfono en el oído. -¡Pero te dije que no lo sé! Hace tan solo una semana tomé el puesto, ¡los movimientos contables del anterior CEO no los tengo! - hizo una pausa, escuchando a la persona del otro lado mientras cerraba el puño con impotencia- ¡Tú eres mi contador tú deberías saber estas cosas, no yo! Sebastián tiró el teléfono con fuerza sobre el escritorio y se sentó con pesadez. La pelirroja amagó con dejar a su jefe solo con ese problema, pero algo dentro suyo le decía que era una buena oportunidad para hacer buena letra con él. Envió un mensaje a su
-…Y pensaba que los manteles podrían ser rosas… -Está bien. -Sabes que es mi color favorito. -Lo sé. -¡Así que el vestido debería tener algunos toques rosados! no te voy a decir como es el vestido en eso quédate tranquilo- le guiñó el ojo -Bueno. -Pero tu traje también debería tener algo rosado para que combinemos… -Si querida. Sebastián estaba en automático con su prometida, no tenía idea de hace cuanto que estaba hablándole de idioteces de la boda que realmente no le interesaban, pero se sentía como una eternidad. De todas formas, él no podía hacer nada al respecto, porque ella ya tenía todo planeado colabore él o no. Su opinión no importaba, solo tenía que estar ese día y dar el sí. El CEO estaba sentado en su escritorio desde temprano con Katlyn, pero desde que Helena había llegado a su puesto de trabajo, no podía evitar dirigir su mirada disimuladamente a la pelirroja a cada rato. Vio como Carmen, la ex secretaria de su difunto padre, se acercó a ella y comenzaron a
-Tranquila Hele, vas a poder sobrellevar esto, estoy aquí contigo- David consoló a Helena, acariciando su espalda con suavidad- Además, no estás sola en esto. ¿Quién es el padre? Creo que deberías decirle y que se haga cargo como corresponde- Exclamó el joven, tratando con todas sus fuerzas que no se notara los celos que sentía en ese momento al caer en la cuenta que su amiga probablemente formaría una vida con otro hombre, otra persona a la que había elegido antes que a él. La pelirroja estaba encorvada hacia adelante, cubriendo su rostro y moviendo la cabeza de un lado hacia el otro negando sin parar, sintiéndose aturdida por toda la información nueva que le estaba tirando David por la cabeza, incapaz de pensar que algo así podría solucionarse. ¿Cómo le explicaría a su mejor amigo que no tenía ni idea de quién era el padre de esa pobre criatura?¿Cómo le explicaría que ese niño no fue producto del amor o del deseo, sino de una violación?Simplemente no podía, ni siquiera era capaz
Helena llegó temprano y más que nunca a la oficina sabiendo que ahora eran dos, que cargaba un niño que no ha deseado en su vientre. Caminó hasta su escritorio tratando de no tocar por pura inercia su barriga inexistente y se sentó fingiendo que estaba todo bien, que nada había cambiado desde ayer y que los correos de su casilla de la empresa eran tan interesantes como para tener la cara casi pegada a la pantalla de la computadora. -¡DeLuna!- gritó el CEO desde su oficina, haciendo sobresaltar a su secretaria por el grito innecesario que propinó su jefe. Para algo estaba el interno, para que no gritara como un animal.La joven pelirroja se levantó lentamente de su asiento, como si la barriga ya le pesara y caminó hasta la gran oficina con la vista al frente, ignorando las miradas de odio a las que ya se estaba acostumbrando. Helena tocó la puerta, solo por cortesía y se asomó. -¿Me llamó señor?Claro que me llamó, creo que todo el edificio se enteró. Sebastián estaba sentado en s
-¡Atención todos!- chilló Katlyn haciendo que todos los empleados se callaran, dejaran sus conversaciones a la mitad y se acercaran hacia donde estaba ella agitando unos sobres rosados en sus manos. Todos la rodearon en un círculo y la mujer sonrió victoriosa de tener la atención como tanto le gustaba. Justo en ese mismo momento Helena entró al edificio y no pudo evitar acercarse al tumulto con curiosidad, encontrando a Katlyn en el medio, se asomó entre la gente y se adelantó, temiendo que la mujer estuviera hablando mal de ella. Una parte de helena gritó para sus adentros: “No eres la gran cosa ¿Por qué esa mujer hablaría de vos, una simple empleada?”Pero la pelirroja no podía evitarlo, parecía que a todos les encantaba hablar de ella e inventar cosas, además parecía que nadie se olvidaba de la noche de despedida de soltera de Katlyn, provocando que Helena tampoco pudiera pasar página, aunque lo intentara. -Chicas, sé que todas están ansiosas por la gran boda de Sebastián y Ka
Helena se abalanzó sobre el inodoro, pero nada Salió de su estómago vacío, los nervios y el estrés ni siquiera la dejaban poder vomitar para terminar con el malestar que la aquejaba, se levantó resignada y cabizbaja, salió del cubículo sin mirar hacia adelante, chocando con alguien que justo entraba al baño al mismo tiempo en que ella intentaba salir. -Lo siento…La pelirroja levantó el rostro dando un saltito hacia atrás por la sorpresa de encontrarse a un hombre en el baño de mujeres. -¿Qué hace usted aquí?, es el baño de damas- exclamó Helena sonrojada, como si fuera un vestuario y ella estuviera en paños menores. -¿Segura?- el hombre hizo un gesto con su cabeza hacia algo que estaba detrás de la secretaria presidencial, ella se volteó buscando qué estaba viendo el hombre desconocido de la voz familiar y vio que contra la pared había varias letrinas, su rostro se puso rojo instantáneamente de la vergüenza. -¡Lo siento!- gritó avergonzadaEl hombre rió divertido y Helena le pre
-Helena- habló Sebastián viniendo de los baños y parándose delante del escritorio de la mujer. -¿Sí señor? -Ven conmigo a mi oficina “¿Y ahora que hice?” Se preguntó la joven mientras lo seguía por detrás. -¿Qué necesita señor? El CEO se apoyó contra su escritorio y se apretó el ceño con las manos respirando profundo, tratando de juntar fuerzas para hablar desde la sinceridad. -Primero, por favor no me llames más “señor”, “señor Aller” y esas cosas, puedes llamarme Sebastián- le indicó de la manera más suave en la que él podía decir las cosas Helena quedó sorprendida por ello, como si su jefe quisiera acortar las distancias entre ambos ahora que había visto que su hermano menor rondaba alrededor de la pelirroja. -Está bien…. Sebastián…- sonó raro decirlo, no creía poder acostumbrarme a ello. El CEO sonrió de lado satisfecho y Helena pensó que se veía gracioso sonriendo, como si estuviera haciendo todo el esfuerzo del mundo para parecer más humano. -Escucha Helena…. Debe
Helena no sabía cómo hizo para llegar a su trabajo al día siguiente, se sentía un zombie, sin vida y sin ningún propósito. Se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar de manera automática, contestando mails y acomodando el papeleo, ignorando las miradas de la gente y las de su jefe, que sabía que la vigilaba a través del panel de vidrio de su oficina, realmente no le importaba. Tomó una carpeta que el CEO le había pedido que revisara e intentó quitar los ganchitos que unían las hojas, no salían y la colorada comenzó a temblar y a ponerse roja. -Maldita sea- Murmuró con frustración, intentó sacar el metal con sus uñas, porque no le importaba romperlas, nunca había tenido lindas uñas después de todo, pero no salían- ¡No puede ser!- protestó con los ojos llorosos- ¡Porque nada me sale bien!- Gritó y de un tirón quitó los ganchos, cortándose un dedo en el camino.Miró la herida abierta, por la cual salió el líquido espeso y carmesí, y se sintió más aliviada, como si por esa pequeña