18 de febrero de 2022.
Los Ángeles, California.
Farah Brownbear.
—¿Seguro que estás bien, amor? —Le pregunto a mi niña, ella rueda sus ojos y voltea a mirarme con cara de pocos amigos.
—¿Otra vez esa pregunta, mamá? Soy una niña grande que sabe decirte cuándo está mal y cuando no —me aclara, y yo levanto mis brazos en modo de paz.
Si ella me lo dice con tanta firmeza, le creo. Es una niña de siete años que suele ser transparente en todos los sentidos. Es sincera, demasiado. No tiene pelos en la lengua y si hay algo que no le gusta, no solo te lo dice, sino que sugiere de una vez hacer algo al respecto para que, eso que no le gusta, cambie a algo que le gusta.
Creo que ha estado conviviendo mucho conmigo. He tratado de cambiar, pero por más que trato, no puedo; con ella soy un amor de persona, ella me lo dice, soy la mejor mamá del mundo, sé que sí…, pero mi carácter para con los demás no cambia, e incluso a ella en ocasiones le hablo un poco fuerte para que me haga caso, porque es toda una revoltosa.
Estrella quiere vivir la vida moviéndose de un lado a otro, conocer cada mínimo rincón del mundo y su curiosidad no le permite mantenerse quieta en la misma habitación. Fue todo un reto tenerla encerrada en un hospital por mucho tiempo.
Cuando la tuve, yo intenté una vez más no hacerme esto a mí, y mucho menos a ella. Tampoco era justo para su padre, ella merecía conocerlo, y él, saber que tenía una hija recién nacida, pero por culpa de esa mujer, nunca pude acercarme, nunca pude hablarle como debía.
Tenía que alejarme de él porque, de no ser así, saldría perjudicado.
Todavía vivo con el peso de las decisiones que he tomado; así como con el miedo que estremece mi cuerpo de saber que en algún momento Archer podría llegar a descubrir lo que oculto y también le pertenece. Va a odiarme. Va a detestarme y tendrá toda la razón del mundo en hacerlo, pero no iba a sacrificar su futuro por mi bienestar.
—¿Cuándo comenzaré a ir a clases como las personas normales, mami? —Estrella se levanta de su mueble especial, uno que ella misma diseñó para mandarlo a hacer. No me culpen si luego de todo lo que hemos pasado le cumplo prácticamente todos sus caprichos.
Se encamina hacia mí y se sienta sobre mis piernas, quitándome la carpeta que tenía entre mis manos y cerrándola, para después ponerla sobre la mesa. Perfecto. No marqué la hoja si el párrafo por el que iba del bendito y extenso contrato que acababa de llegarme hace unas horas.
No le digo nada. Ya les dije, esta niña es mi debilidad.
La única que puede hacerme travesuras y no salir mal parada por ello. De hecho, se aprovecha al ser consciente de eso.
—Pronto, hija. Lo prometo. —Y es cierto. Ya estoy haciendo todas las averiguaciones pertinentes para darle a mi niña la vida más normal posible.
—Pero debo seguir usando pelucas, mami. Me debes comprar una nueva —sonrío. Esta niña no pide, ella ordena. Es digna hija de su madre. Aunque, en ocasiones, tiene esa bondad, sencillez y ternura excesiva que su padre siempre tuvo.
—Ya tienes como diez pelucas, no te compraré otra.
—Pero quiero una azul que vi en una tienda hace dos días cuando pasé por allí con la abuela.
—Ah… ya entendía. Ustedes dos se vuelven cómplices contra mí.
—Ella también está de acuerdo.
—Voy a tener que hablar seriamente con mi madre. Y a todas estas: ¿Para qué quieres otra peluca? Ni siquiera deberías seguir usando las que tienes. Tu cabello está creciendo nuevamente, lo tienes hermoso —acaricio su cabeza mientras se lo digo. Esas raíces color chocolate se asoman y yo sonrío al notar mi cabello del mismo color.
¡Toma esa, Archer! Mi hija sacó el color de tus ojos, y hasta tu color de piel, pero tiene mi cabello, cejas y personalidad. En cuanto a la personalidad salió a ambos, pero la mía predomina más.
Sonrío sin poderlo evitar, pero se borra enseguida de mis labios cuando escucho sus siguientes palabras.
—¿Y si en mi nuevo colegio se burlan de mi por estar así?
—¿Por qué se burlarían de ti? —Frunzo el ceño y me pongo recta de inmediato. Aquí va a arder Troya. Soy capaz de buscar en todo el país a quien ha metido inseguridades en mi hija y destrozarlo —. ¿Te han dicho algo que te ha hecho sentir incómoda?
—No, nunca, pero…
—Pero… —Me pongo impaciente. Cuando se trata de mi hija y su bienestar me vuelvo una leona sin escrúpulos.
—Es que vi una película con la abuela y en ella los niños se burlaban de una niña que tuvo cáncer, se burlaban de su cabello y como se veían las venas en su cuerpo…
Yo la mato.
Me llevarán presa, pero ¿Cómo se le ocurre a mi madre ponerle ese tipo de películas a la niña?
Sin embargo, aprovecho la oportunidad para darle una lección de vida a Estrella.
—Cariño, debes saber una cosa: en esta vida hay personas buenas, que han aprendido de la bondad, a diferenciar el bien del mal y a explotar más su lado genuino, siendo racionales, amables y respetuosos; pero también hay de aquellos que, aunque están conscientes de que muchas cosas están mal, de igual manera las hacen, pero es porque son crueles. Hay unos terceros, que son esos seres pequeñitos que aún no son conscientes de la vida, sus altas y bajas, se burlan sin ser conscientes de que está mal, y todo lo que debes hacer en ese caso es tratar de guiarlos con una buena explicación del por qué no deben hacer eso.
>>A lo que voy es que, independientemente del por qué lo hagan; nunca debes frenar tu avance por una o varias críticas. Siempre sé tú misma ante el mundo. Realiza las cosas que quieras y los comentarios negativos tómalos como impulsos para crecer y crecer.
>>Las críticas o burlas de parte de una persona vienen por tres razones: lo hacen porque son así de… —recuerdo que estoy hablando con mi hija y trato de frenar mi temperamento y la palabra ‘’m****a’’ que estaba por salir de mis labios —, malos, porque no les gusta que brilles y triunfes, o porque de verdad quieren ayudarte. En tu caso, si te dicen algo de tu cabello, a manera de burla solo debes darles una respuesta. Solo una…
—¿Cuál, mami? —Preguntó estando genuinamente interesada.
—Por lo menos mi cabello crecerá, en comparación con tu nula inteligencia y amabilidad.
—¿Significa que yo si soy inteligente y amable?
—Y que tu cabello será el más hermoso del mundo. Lo prometo.
—Igual quiero seguir usando mis pelucas —decide —, pero es porque me gustan sus distintos colores, ya no importa si saben que no tengo cabello —me regala una amplia sonrisa, mientras asiente, estando de acuerdo con sus palabras. Verla sonreír y entender lo que le digo me hace muy feliz. Yo no hago lo que acabo de aconsejarle, porque si se burlan o critican les caigo encima. Literalmente. Pero mi hija no tiene por qué saberlo.
Beso si nariz y le doy dos pequeñas palmadas en su pierna. Ella ya sabe que es para que se levante, y así lo hace.
—Debo ir a hablar con tu abuela de un asunto muy importante —aclaro.
Tomo la carpeta que mi hija había dejado sobre la mesa y mientras la ojeo, camino hacia la habitación donde está mi madre.
—Voy a matarte —es todo lo que le digo una vez que entro y me lanzo sobre su cama, acostándome, sin importar si está de acuerdo o no con que lo haga.
—¿Y ahora que hizo este pobre ser para que quieras asesinarlo? —Dramatiza. Ella se sienta a mi lado y empieza a acariciar mi cabello. Me arrimo más hacia ella y dejo mi cabeza sobre su regazo para que me mime un poco más.
—Dejaste que Estrella viera una película sobre una niña que…
—Fue un accidente. La estaban dando en la tele, yo estaba haciendo un pastel y cuando regresé al living la quise quitar, pero ella me pidió que la dejara y me sentara con ella. No puedo decirle que no a nada, mi cielo. Lo sabes. Soy débil con esa niña.
—Eres débil con todos —reprocho.
—Dios santo, es que no entiendo tu carácter. Bendito sea el hombre que te aguante.
—No volveré a enamorarme, madre. Así que no habrá ningún hombre que me aguante.
—Date la oportunidad de volver a amar, Farah. Es el sentimiento más bonito que se puede experimentar en esta vida. Estás joven, eres exitosa y a pesar de tu carácter, hay un sentido de lealtad y bondad en ti que los hombres que también son leales y bondadosos matarían por tener.
—No quiero.
—Él va a casarse. Ya debes superarlo.
—Lo superé desde hace mucho.
—¿Es por eso que hace unos días llorabas mientras veías las noticias de su compromiso? Te vi. Las vi. Hasta a tu hija le dolió saberlo, estuvo triste por varios días. ¿Es justo esto, Farah? ¿De verdad tanto miedo te causó esa mujer como para darle el gusto? ¿Hasta cuándo seguiremos escondiéndonos de esta manera? La Farah que conozco se enfrentaría a ella, al mundo, a todo.
—La Farah que conoces ahora sería capaz de todo, tienes razón, pero también sabe cuándo debe parar o darse por vencida.
—Es una lástima que pienses así.
—¿Por qué me dices todo esto, mamá? —Pregunto en un susurro, aun cuando sé qué es lo que le pasa. Necesito escucharlo de ella para tomar una decisión correcta.
—Sé que te dije que estaba bien que lo hicieras, pero…
—¿Es por la empresa?—Es lo único que nos dejó tu padre. No quiero perder eso de él. Si crees que es necesario que la vendamos, entonces accede y firma el contrato. Es tuya ahora, desde que el murió pasó a tus manos, pero… —deja de hablar y levanto un poco mi mirada para ver su rostro angustiado. Ella está conteniéndose para no llorar.—Él me trató mal, mamá —reprocho, aunque sé que lo hizo por mi bien. Sé que mi padre tenía razón, pero las palabras que me dijo tiempo antes de su accidente, me dolieron muchísimo, todavía trato de olvidarlas.—No te trató mal. Te dijo una verdad necesaria.—Lo sé, pero…—¿Cómo harás con los empleados? Dejarás a mucha gente sin trabajo.—Seguiré allí, solo...—Solo venderás la mayoría de tus acciones de Daniels y te quedarás con una parte mínima, lo que lo hará el dueño absoluto de las empresas, y ya sabes lo que pienso. A pesar de todo, todos los trabajadores que están allí, lo están por ti. La mayoría renunciará al verlo tomar el mando y ser ese hombr
01 de abril de 2015.Universidad de Columbia.Farah BrownbearMe cuesta comprender el lugar en el que estoy. Esta no es mi habitación. Mi cabeza retumba con fuerza, y me hace apretar fuertemente los ojos, para poder contener el dolor de las punzadas que ella emite. Escucho mi nombre a lo lejos, como un breve susurro, uno lastimero.Suena como a alguien que conozco a la perfección, y, al mismo tiempo, ese tono de voz viene cargado con ápice de decepción. Abro mis ojos y trato de recomponerme. Suspirando con fuerza y casi quiero sonreír cuando veo quien está frente a mí: Archer Alarcón, el dueño de mi pequeño corazón, el cual late como loco cuando siquiera escucha su nombre. Frunzo el ceño al ver cómo me mira. Él está en trance, como si no pudiera creer algo.—¿Qué hiciste, Farah? —Susurra, retrocediendo dos pasos.No entiendo de qué habla, hasta que quita su mirada de encima de mí y la posa a mi lado. Heikel duerme plácidamente en la misma cama donde yo me encuentro. Él está sin camisa
Cuando acabo de vestirme, salgo de la habitación y voy hacia la mía. Cuando llego medito un poco sobre lo que pasará una vez abra la puerta. Así que tomo el pomo y lo giro, adentrándome en mi habitación.Archer se encuentra sentado en uno de los dos pequeños muebles que hay en ambos extremos de la habitación, quedando mi cama en medio de ellos. Él está encorvado, sentado hacia adelante, y con sus dedos entrecruzados. Levanta un poco su cabeza y me mira.Contengo mi respiración al ver sus ojos rojizos.—Venía a decirte que acabo de entrar a esta universidad. Quería que fuese sorpresa —es el primero en hablar. Nunca nada dolió tanto, como saber aquello. Él hizo lo que prometió. Estaríamos juntos costase lo que costase, así que se esforzó porque estuviésemos en el mismo lugar, así viésemos distintas materias, diferentes carreras.—Archer…—Dime que lo que vi es un error, Farah. Dímelo y cerramos este tema —más que un pedido era una súplica. Una lágrima traicionera rodó desde mi ojo izqui
21 de febrero de 2022.New york.Farah Brownbear.Desabrocho el cinturón que pertenece a mi asiento y espero pacientemente a que todos los pasajeros bajen del avión, hasta que llega mi turno de bajar, y lo hago. No quise comprar un vuelo en la zona VIP porque he aprendido desde hace pocos años a no darme esos lujos. He invertido el dinero en la enfermedad de mi hija y no me arrepiento en lo absoluto. Podría quedar sin absolutamente nada y no me importaría, siempre y cuando Estrella esté bien.Me entregan las maletas y salgo del aeropuerto, trato de ignorar todos los puestos que están con periódicos o cualquier medio informativo. Ese bendito compromiso cubre cada página principal o portada de cualquier revista, hasta en ICON lo pusieron de primera plana, y no he podido hacer o decir nada al respecto porque eso es lo que está vendiendo y lo más importante y sonado del momento.Ya superé a Archer Alarcón, así que no me importa lo que haga con su vida. Puede casarse, divorciarse y estar c
Sintiéndome completamente extrañada porque no tomen la llamada, decido marcar su número. Puede ser que todavía duerman, pero de mi madre no lo creo. Ella sí que suele ser madrugadora, y si estuviese durmiendo igual se despertara con el sonido porque ella es de las que se despierta con cualquier mínimo ruido.—Hola ¿hija? —escucho mucho ruido desde el otro lado de la llamada y frunzo el ceño.—Estuve llamando al teléfono del departamento. ¿Por qué no contestabas? ¿Estabas durmiendo?—No. Estoy despierta, muy despierta —se escucha emocionada, y, aunque me hace reír, también me parece extraño.—¿Por qué tanta felicidad?—Estamos cometiendo una locura.Ay Dios, no. Sus locuras son muy extremistas.—¿Qué están haciendo, mamá? ¿Qué hace Estrella despierta a esta hora? —Pregunto, temiendo su respuesta.—No te puedo decir, hija. Lo siento mucho.—Pásame a mi hija.—Pero…—Ya.—¿Mami?—¿Qué travesuras están haciendo, Estrella? —Sé que le pregunto en vano.—Nosotras… este… eh…—Estrella, te qui
—Analía, llama a los trabajadores que fueron despedidos y ofrézcale sus propios puestos más una indemnización. Si alguno no quiere regresar porque ya consiguió trabajo o algún otro motivo, de todas maneras, te pido que revises su liquidación para darles un poco más de dinero a causa de despido y también busca reemplazo para ellos. Pero solo si alguno no regresa. Si regresan todos, obviamente no busques a nadie más. ¿Cuántos trabajadores fueron despedidos?—Veintisiete, señorita —la miro fijamente y ella baja sus hombros y se pone nerviosa. No quiero intimidarla, porque es que mi reacción no es para ella. Es para ese maldito imbécil que despidió a veintisiete personas que eran claves para el funcionamiento de la empresa.—Lo voy a matar —siseo entre mis dientes. Paso mis manos por mi rostro con frustración y vuelvo a voltearme a mirar a mis trabajadores. Todos se ponen rectos en cuanto ven que me dirijo a ellos —. Voy a vigilar que me hagan todo como se debe para esta semana. Olvídense
21 de febrero de 2022.Archer Alarcón.Le pongo seguro al auto una vez que me bajo de él y cierro su respectiva puerta. Trago con fuerza mirando el enorme edificio frente a mí. Ahora entiendo a Stella, podré haberlo visto muchas veces anteriormente, incluso podría venir a diario y siempre sentiría lo mismo: da una sensación de miedo mezclado con emoción. Este lugar crea una de las revistas más importantes del país y del mundo, y encima, comandado por una mujer con carácter, fuerza y dedicación.Nadie hubiese sacado adelante a esta empresa como lo hizo Farah. No tiene comparación alguna.Y no lo digo como su ex, o porque tenga ese tipo de sentimientos por ella aun, que no es el caso, sino porque he sido testigo de cuanto le ha costado mantenerse en la cima y llegar donde está, y que, aún con todas las adversidades, nunca se dio por vencida.Respiro profundamente y quiero reírme de mi porque no puedo evitar sentirme como ese chiquillo tímido y al que le costaba decir o hacer las cosas p
—¿Por qué estoy viendo muchas cuentas bancarias vacías? ¿Registro de gente a la que han echado con una liquidación tan pobre? ¿Quejas de maltrato laboral? ¿Qué es esto Farah? —Decido pasar a lo verdaderamente importante. —Iba a venderle esta empresa a Edward Daniels. —Tienes que estar bromeando. —Hablo en serio. Iba a quedarme en Los Ángeles a vivir y ya quería descansar de todo esto. Estaban pasando muchas cosas en ese momento y no pensé, simplemente actué. No me importaba tener que venderlo todo para tener el dinero necesario para… —La observo apretar sus labios y cerrar sus ojos con fuerza. Suspira y vuelve a mirarme —, para algo personal. —Okey… —Así que accedí a venderle mis acciones. Yo tan solo me quedaría con una minoría, él básicamente sería el dueño de todo. —Ese hombre no tiene buenas referencias en los negocios que ha hecho. Ha tenido éxito pasando por sobre todo y todos. —Le informo. —No lo sé, ¿vale? Solo sé que yo llevaba tiempo conociéndolo y se veía como alguien