01/ La excusa perfecta.

01 de abril de 2015.

Universidad de Columbia.

Farah Brownbear

Me cuesta comprender el lugar en el que estoy. Esta no es mi habitación. Mi cabeza retumba con fuerza, y me hace apretar fuertemente los ojos, para poder contener el dolor de las punzadas que ella emite. Escucho mi nombre a lo lejos, como un breve susurro, uno lastimero.

Suena como a alguien que conozco a la perfección, y, al mismo tiempo, ese tono de voz viene cargado con ápice de decepción. Abro mis ojos y trato de recomponerme. Suspirando con fuerza y casi quiero sonreír cuando veo quien está frente a mí: Archer Alarcón, el dueño de mi pequeño corazón, el cual late como loco cuando siquiera escucha su nombre. Frunzo el ceño al ver cómo me mira. Él está en trance, como si no pudiera creer algo.

—¿Qué hiciste, Farah? —Susurra, retrocediendo dos pasos.

No entiendo de qué habla, hasta que quita su mirada de encima de mí y la posa a mi lado. Heikel duerme plácidamente en la misma cama donde yo me encuentro. Él está sin camisa y se le ve una nalga, la otra está tapada por la cobija que no lo cubre por completo. Bajo mi mirada, avergonzada con Archer, sin entender la situación.

¿Qué pasó? ¿Qué hago con Heikel en su habitación? ¿Cómo es que justamente Archer ha venido a parar aquí?

Entonces, todas mis preguntas se responden al recordar la noche anterior.

Archer…

Levanto mi mirada hacia el hombre que niega con su cabeza, tiene los ojos muy abiertos y el cuerpo entumecido. Me mira dolido y nunca nada me ha destrozado tanto.

—Tienes que irte, Archer. —Es todo lo que le digo. Tiene que alejarse de mí. Tengo que alejarlo de mí, así sea lo último que realmente quiera en la vida.

—¿No piensas decirme nada? ¿Aclararme por qué ambos están desnudos en la cama de la habitación de él? ¿No se supone que lo odiabas por ser el hijo de mil putas que es? —Archer aprieta sus dientes mientras habla. Está conteniéndose. Aun en una situación como esta, él no explota. No se da el lujo de perder los estribos, y eso me hace confirmar lo que tanto temo. No va a luchar. No va a ir en contra de quien siempre le ha manejado para estar de mi lado.

No puedo competir contra ella y el parentesco que tienen.

Bajo mi mirada una vez más y, en efecto, estoy desnuda. Todo es demasiado obvio: Heikel y yo hemos tenido relaciones. ¿Cómo pasó? ¿En qué momento pasó? ¿Yo le di mi consentimiento para que pasara? No lo sé. Soy consciente de todo lo que ocurrió antes, yo estaba decepcionada, cayendo en cuenta de que no iba a poder estar con la persona que quería. No tendríamos un futuro juntos. Así que me fui a un antro, con esas chicas que dicen ser mis amigas desde que entré a la universidad, y comencé a bailar y a tomar.

Luego de eso, no recuerdo nada.

Tengo que armarme de valor y alejarlo lo más que pueda de mí.

—¿Para qué quieres que te explique algo que está tan claro? —Pregunto, en automático. Por fuera hago mi mejor intento de mantener una expresión neutra, de descaro, pero por dentro, ya tengo mil trozos por lo rota que estoy.

—Me niego a creerlo —dice de inmediato, pero no deja de mirar de mi hacia Heikel y viceversa.

—Archer, vete.

—No.

—Vete, por favor.

—No, hasta que me expliques.

—Te explicaré, pero ahora debes irte.

—¿Por qué, Farah? ¿Hice algo malo? ¿Te dañé de alguna manera que estás desquitándote de esta forma? —Pregunta en un susurro lastimero. Será mejor que salga o voy a derrumbarme delante de él y va a saberlo todo.

—Sal y espérame en mi habitación, por favor.

Él estando aún un poco aturdido, sale del campus. Ahora estoy en la parte de alojamiento de los hombres, y debe estar yendo al de las mujeres. Eso si es que de verdad quiere hablar conmigo. Va a hacerlo, sé que sí, y yo tengo que entrar en el papel más grande, algo que jamás he interpretado nunca: el de un ser sin corazón que solo se burló y aprovechó de la bondad del Archer Alarcón.

Miro al ser despreciable que se encuentra a mi lado. Anoche por un momento pensé que estaba conociendo a otro Heikel, pero ¿Qué más podía esperar de alguien que está destinado a ser una m****a de persona? Toda la familia de este italiano está metido en cosas turbias. Los rumores cada vez son más fuertes y el que él siempre vaya escoltado a todos lados, lo confirma.

Comienzo a mover su cuerpo y lo despierto. No se puede negar su belleza, porque lo es, pero yo tengo ojos para nadie más que Archer. Estoy perdida por él, y nada ni nadie va a hacer que mi corazón desee a otro.

—¿che diavolo? —Dice en su idioma. Se pone de lado y mira mi rostro —¿Cosa stai facendo qui?

—Estás hablando en tu idioma —advierto.

—Perdón. —Se sienta en la cama y toma su cabeza entre sus manos antes de masajear sus sienes con sus dedos índice y medio —¿Qué estás haciendo aquí?

—No lo sé, tú dime. ¿En qué momento nos revolcamos tú y yo?

—¿Tú y yo? Nosotros no hemos tenido sexo, ya quisieras —dice, muy seguro.

—Entonces, ¿qué hacemos acostados desnudos sobre tu cama? —Pregunto, teniendo ganas de llorar.

Él deja de frotar su cabeza y voltea a mirarme. Dejo de mirarlo yo y poso mi mirada al frente y mis ojos se cristalizan. Ni siquiera el propio Heikel sabe qué pasó. Parecer ser que nos emborrachamos tanto que no fuimos conscientes ni de nuestros propios actos.

—¡Santo diavolo! —Se levanta y mira su cuerpo, luego hacia mí, y aunque estoy cubierta con la sábana blanca, la aprieto más contra mí, porque me siento rara de que me vea así —. No entiendo, pero podría jurar que no pasó nada.

—¡Yo confié en ti! ¡Comenzaba a creer que eras una persona diferente a la que todos dicen!

—¡No me puedes culpar por algo que yo tampoco entiendo! ¿Okey? Esto es cosa de los dos, no solo mía —replica, y comienzo a sollozar porque sé que tiene razón. La tiene.

—Archer acaba de irse. Nos vio. Me odia…

—Merda —susurra —. Hablaré con él.

—No vas a hablar con él. A pesar de todo, esta es la excusa perfecta para alejarlo de mí.

—¿Y por qué querrías alejarlo de ti?

Entonces, sin poder contenerme más, terminé soltando todo aquello que me angustiaba. Sollocé y lloré en los brazos de Heikel mientras le contaba.

—No es justo para él —deduce.

—Ni para mí, pero así está la situación.

—Tengo cámaras y auriculares en toda mi habitación. Las ha puesto mi padre, por mi seguridad —me explica, un poco alejado y sin querer mirarme la cara —. Sé que eso suena un poco turbio, pero en mi mundo, es la única manera de asegurarse de mi bienestar, y por eso él lo hace.

—Entonces los rumores sobre ser el príncipe de la mafia son ciertos…

—Traeré las grabaciones esta tarde y se sabrá qué pasó —corta él lo que yo estaba diciendo y comienza a vestirse.

—¿Tú me ayudarías? —Le pregunto, con un nudo en la garganta.

—¿A qué? —Pregunta. Ciertamente, no le importa que yo vea su desnudez mientras se viste, pero tampoco lo miro, porque de verdad no me interesa.

—A que Archer deje de amarme… Tengo que obligarlo a soltarme.

—¿Te vas a dar por vencida sin siquiera intentar?

—No hay nada que intentar.

—Bien. Independientemente de si nos acostamos o no, que eso ya se verá en los videos, yo voy a hacer como que sí, y actuaremos como si estuviésemos juntos.

—¿Qué ganarías tú cumpliendo mis pedidos?

—Seguir siendo el tercero de la discordia. El chico malo que rompe relaciones solo por diversión. —Se encoge de hombros y toma su celular, comenzando a manipularlo entre sus dedos —. Acabo de apagar las cámaras, tienes tres minutos para vestirte y salir de aquí antes de que vuelvan a activarse. —Me informa y yo asiento.

Por algún motivo, confío en él.

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