04 de abril de 2022
Farah Brownbear
—¿Entonces…?
Winston me mira por el retrovisor luego de subirme al auto.
Yo todavía me encuentro sin palabras. Abro y cierro la boca un par de veces, sin saber qué decir o cómo actuar. Él sonríe, sabiendo la respuesta antes de que yo pueda dársela.
Paso saliva con fuerza a través de mi garganta.
—¿Solucionaste todo en la empresa? —Prueba con hacer otra pregunta antes de comenzar a alejar el auto del lugar de donde acabo de salir.
Parpadeo cayendo en cuenta de lo que significan los papeles que tengo en mis manos.
—Supongo que no puedo dejar a cargo a Stella, está embarazada… —le recuerdo.
—Por lo menos esta pregunta sí me la estás respondiendo —bromea.
—Creo que ascenderé a Josh Fernsby. Tengo entendido que ya se graduó. Es perfecto para el puesto. Yo seguiré estando al mando de la empresa, pero trabajaré desde casa y él será quien siga en mi linea. Creo que eso no le gustará mucho a Analía porque ellos ahora es que están solucionando las cosas, están comenzando a salir oficialmente, y el que ella vaya a ser su secretaria puede que no sea una buena jugada. A lo mejor no soporta ver a su novio dándole órdenes y termina con él… otra vez.
—Pienso que deberías pensar en grande.
—¿Ah, sí?
—Sí. Deberías darle un poco de crédito. A lo mejor les gusta todo eso del juego de jefe y empleada y él termina empotrándola a ella del escritorio de la oficina cuando nadie los ve.
—No creí que a tu edad siguieras con ese tipo de pensamientos, Winston, me sorprendes —me hago la asombrada y lo escucho reír.
—Yo solo digo que, si no quieres que ellos creen ese tipo de recuerdos en tú oficina, mejor cédele otra a Josh. No le des la tuya.
—No planeaba hacerlo.
—Me parece bien.
Sonrío cuando de repente una idea llega a mi mente.
—Estoy volviendo a pensar en grande, Winston —le comunico.
—¿Ah, sí?
—Sí.
—¿Qué tienes en mente?
—Regalos. Muchos regalos.
Y así fue. Compré muchos peluches de ositos blancos y unas tarjetitas que guindé de sus cuellos una vez que llegué a casa. Mi madre se detuvo en la entrada del living y me observó con una ceja levantada.
—¿Qué estás haciendo?
—Ser feliz. ¿Quieres ayudarme? —Le respondo, y su sonrisa se amplía.
Camina hacia mí y observa con mayor detalle todo.
—¿Qué debo hacer?
—Llama al señor de la mudanza. Dile que en una hora exacta puede venir a buscar todo para que comience a repartirlo.
—¿Qué es lo que va a repartir?
—Ya verás. Archer, Estrella y tú tienen sus ositos aquí y se enterarán primero.
—Ahora me dejaste intrigada.
No decimos nada más y la veo llamar al señor que nos hizo la mudanza hacia esta mansión y que dejó su contacto por si necesitábamos algún otro trabajo.
Y ha llegado el momento.
Una hora después miro como Jean sube los peluches a su camioneta, la cual esta vez es más pequeña que las que usó en nuestra mudanza, y se retira con ellos para comenzar a dárselos a todos mis conocidos y allegados.
Cuando estoy por entrar miro el auto de Archer estacionarse y mi reacción es inmediata. Corro hacia el auto y abro la puerta derecha de atrás, donde está Estrella.
—¡¿Cómo le fue a la niña de mi vida en su primer día de clases?! —Pregunto emocionada y ella se lanza a mí para abrazarme. Trato de sujetarla bien y de mantenerme yo estable. No quiero accidentes.
No ahora…
—¡Mami! ¡Mami! ¡Fue increíble! —Mi sonrisa se amplía todavía más cuando la escucho hablar con mucha alegría.
Miro a Archer salir del lado del conductor y luego cerrar su puerta y colocarle seguro al auto.
—Ella no me quiso decir nada. Dice que quiere contarnos juntos como le fue —el padre de mi hija exclama, acercándose a mí y dejando un casto beso en mis labios.
—Los extrañé hoy —le susurró contra sus labios.
—Nos extrañas siempre, mamá —dice Estrella, y Archer y yo sonreímos cuando la vemos voltear sus ojos.
—Dinos… ¿Cómo te fue hoy?
—Pensé que no le gustaría a ningún niño o niña, porque todavía tengo mi cabello muy corto. Cuando llegué quise devolverme a buscar alguna de mis pelucas, pero entonces, al entrar, todos me trataron normal. Tiempo después fue que la maestra le contó a los otros niños que yo estuve enferma, y me dijeron que lo sentían mucho, fue muy bonito.
—Ha sido un gran día, entonces —le digo.
—Así es. Y para papi también. ¡Dile papá!
—Tenemos los casos que queríamos. Obtuvimos más crédito y reconocimiento en las empresas y, desde que esta pequeña niña me acompaña en mi show de radio el rating está por los cielos. Hoy nos dieron la cifra oficial. Somos el canal de radio más oído en los Estados Unidos.
—¡Eso es en todo el país, mami!
—Y también compré entradas para que vayamos los tres a ver un juego de béisbol este fin de semana —concluye Archer.
—Vaya… son muchas cosas.
—¡Vivan los New York Yankees! —Vitorea Estrella.
—¡Que vivan! —Gritamos su padre y yo al mismo tiempo.
Bajo a Estrella y tomo su mano derecha, mientras Archer le toma la izquierda. Los tres caminamos hacia la entrada. Nuestra niña nos sigue contando cosas sobre la escuela y yo la miro con adoración al verla con su pequeño uniforme.
Cuando estamos por entrar, los hago detenerse y sonrío.
—Yo también tengo algo que decirles, pero primero deberán ir al living y sentarse junto con la abuela para poder hablar y darles algo que he comprado para ustedes.
Estrella sale corriendo hacia el living, supongo que en la búsqueda de su abuela y emocionada por el regalo que le daré y Archer me mira. Con fijeza. Y extrañeza.
—¿Qué ocurre? —Pregunta.
—Lo sabrás ahora, cuando entres y estés atento a lo que diré y a lo que te daré.
Él camina varios pasos que yo retrocedo hasta que ya no hay espacio para hacerlo más y choco contra la puerta detrás de mí. Sonrío y él toma mi cintura. Nos hace pegarnos, sin que haya espacio alguno entre nosotros.
—No voy a decirte.
—Solo quiero besarte bien.
—Ya me besaste.
—Pero no pude besarte como quería porque estaba Estrella en medio.
—Entonces bésame, Archer…
Ni siquiera he terminado de hablar cuando ya su boca está estampada contra la mía. Mueve sus labios con templanza, me hace querer más de él. Su lengua toca mi labio inferior y pierdo la cordura. Agarro su camisa con fuerza, acercándolo más a mí y profundizando el beso.
Sus manos van a mi trasero y lo aprieta sin descaro.
Cuando comienzo a sentir su erección chocando contra mi vientre decido que es suficiente.
Voy a terminar arrastrándolo hacia mi habitación y no podré decir lo que quiero decir.
—Vamos al living.
Mientras caminamos, me rio al ver cómo Archer sacude su cabeza, tratando de concentrarse y lleva sus manos a su paquete para tratar de que no se note lo que se ha creado con tan solo un profundo beso.
Una vez que llegamos, Estrella está sentada sobre el mueble, impaciente. Resopla a vernos llegar y cruza sus brazos. Volteo a mirar a mi madre, quien está a su lado, también con sus brazos cruzados. Tienen la misma forma de ser. Son idénticas.
Archer se siento al lado de Estrella, quien queda en medio de ellos dos.
Tomo una gran bocanada de aire y luego sonrío.
—Solo quiero que sepan que… los amo mucho —comienzo por decir.
Los tres me miran expectantes. Mi mamá enarca una ceja, mi hija frunce sus labios y su padre ladea la cabeza.
—Eso era lo que me decías cuando tenías quince y querías pedirme algo. Normalmente era que me dejaras salir con tus amigas a rumbear.
—¡Mamá! —Reprocho, pero ellos se ríen.
—Nosotros también te queremos, cariño. Pero, tu hija debe bañarse, hacer sus deberes escolares, comer y dormir. Yo debo ir a revisar toda la mansión junto con Rosa. Ya sabemos cómo es de eficiente y le gusta mostrarme que todo está en su lugar antes de marcharse a su casa, y tu futuro esposo, supongo que está muy cansado después de una larga jornada laboral —Cierro mis ojos con fuerza al escuchar a mi mamá hablar. En cambio, ella se voltea hacia Archer y lo mira con la misma ceja enarcada —. Sin presiones por llamarte el futuro esposo de mi hija…
—No hay presiones, Rebeka. No dijiste nada que no sea cierto. En algún momento, que espero no sea muy lejano, tú hija llevará mi apellido y yo seguiré siendo el hombre más afortunado por pasar toda mi vida a su lado.
—Okey, eso fue muy tierno, y romántico… —susurro, tratando de no saltar sobre él y comerlo a besos —, pero no van a robar mi momento. Van a cerrar la boca y van a ver lo que tengo para ustedes.
—¡Lenguaje, mamá! —Se queja Estrella.
—Cierto, cierto. No se dice cerrar la boca, se dice: por favor hagan silencio porque tengo algo para decirles.
—¡Dinos ya! Me tienes impaciente.
Sí. Mi pequeña hija hoy tiene mi humor. Pero nada cambiará el mío.
—Mejor se los muestro.
Me acerco detrás de uno de los muebles y saco tres cajitas donde están tres peluches.
—Necesito que lo tengan en sus manos y cuando les diga los abran. ¿De acuerdo?
—¡Es un peluche!
—Sí, pero este peluche trae una información que tendrás que leer en voz alta, mi vida.
Hago entrega oficial de las cajas y la primera que abre la suya con mucha desesperación es mi hija. Abre su boca enormemente cuando ve el oso con tutu blanco. Tiene una cartita en medio que dice:
—Ábreme y léeme —murmura mi pequeña niña mientras lee. Puedo notar que ya mi madre miró el suyo y sus ojos los tiene empañados. Lleva su mano a su corazón y solloza. Estrella lee —: felicidades, futura hermana, en siete meses y medio nos conoceremos. ¿Hermana? —Ella abre mucho los ojos y comienza a reír —¡¿Hermana?! ¡Seré una hermana mayor!
—Felicidades futuro papá, en siete meses y medio nos conoceremos —escucho a Archer hablar y no deja de mirar su oso entre sus manos, tiene con él la pequeña ecografía que fui a buscar hoy.
—El mío dice lo mismo, solo cambia el ‘futura abuela’ —comenta mi madre, limpiando sus lágrimas.
Sin previo aviso, Archer se levanta del mueble y camina hacia mí.
—Gracias… —toma mi rostro entre sus manos y me besa antes de abrazarme con fuerza —. Sigues haciéndome el hombre más feliz del planeta. Te amo, Farah. Prometo no fallarte nunca.
—Lo sé, Archer. También te amo.
Su mano derecha va en la búsqueda de mi abdomen y mi aliento se entrecorta cuando deja suaves caricias en mi piel.
Escucho a Estrella consolar a su abuela quien sigue llorando.
—¿Sabes en qué estoy pensando? Cuando comenzó todo el revuelo de mi hija interrumpiendo mi boda, las revistas decían que yo no tenía corazón por haber dejado a Darla Montreal plantada en el altar, y también decían que tú y yo éramos tal para cual, porque eras tan fría, que al igual que yo, pareciera que no llevas ese órgano viviente dentro de tu pecho, pero hoy más que nunca, puedo asegurarles que si tenemos corazón. A lo mejor no en nuestros pechos, pero es porque han sido creados. Estrella, Luna y este o esta bebé que viene en camino, son nuestro corazón. Nuestro motor y fuerza para enfrentarnos a todo en esta vida.
Él ha dicho Luna…
Mis ojos se cristalizan y lo abrazo una vez más. Estrella y Rebeka se unen a nuestro abrazo y es entonces cuando, en medio de ello, les susurro:
—Los millonarios tenemos corazón.
.
.
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Fin.
Falta el segundo epílogo que es exclusivo de Buenovela. En unas horas lo subo junto con los agradecimientos y la información sobre el tercer libro. Espero que les haya gustado.
16 de marzo de 2022 El viaje luego del almuerzo con los cumpleañeros Ángel Alcacer Desabotono los tres primeros botones de la camisa de mi traje. Al sentarme, ya me he quitado mi saco y he desajustado un poco mi corbata. No me interesa verme elegante para la persona con la que me veré. Sean negocios o no, esta persona, aunque es admirable debido a la impecable trayectoria de su carrera, por otro lado, es detestable. Él le ha hecho cosas a ella que la han llevado a la tristeza, al desconcierto y a ser infeliz. Algo que, desde que la conocí, no tolero. No me gusta verla hablar con miedo, no me gusta verla llorar, no me gusta escucharla desear que todo hubiese sido diferente. No lo tolero. Quiero arruinar a todo aquel que le hace daño. Nadie es digno de la presencia de ella. Ni siquiera yo. Pero algo tengo muy en claro: y es que nadie lo hará mejor que yo, si se tratara de conquistarla y hacerla feliz. Trabajaría al máximo para que ella me aceptara, para que me diera una oportunida
¡Buenas! Paso por aquí humildemente.Bueno, les agradezco de todo corazón a quienes han apoyado esta historia y la anterior. Espero que decidan quedarse e ir por Jezabel y Ángel que será la tercera y última historia de esta trilogía.Tengo tres datos extras para que sepan y si se interesan puedan ir a ver o estar al pendiente de cuando ocurra:En estos días estaré subiendo la sinopsis del tercer libro que estará titulado ''Los Millonarios no sufren por falta de amor''. Así que, pido que estén al pendiente para que lo guarden en sus bibliotecas.Heikel será el protagonista de el primer libro de una serie llamada ''Italia en llamas'', que subiré para el año que viene, pero será en otra plataforma. Sería un total de cuatro libros: Cosa Nostra, Ndrangheta, La Camorra y Sacra Corona Unit. Esos son los nombres y, como puede notarse, prevalece el tema Romance Oscuro, Mundo Mafia, Erotismo, etc.Tengo otros libros que me gustaría ofrecerles como Lectura: Princesas Infernales, Demonios Inferna
Por ciertas cuestiones, he decidido no subir más historias a esta plataforma. Voy a acabar con los 2 que están en proceso (Snape y El Amor es un mito), porque firmé un contrato y debo cumplirlo. Si quieren saber sobre el tercer libro de esta trilogía y el segundo de Realeza Infernal, pueden buscarme en Book-net o en mi IG: Aiis Fernández.Fue una decisión difícil, por todo el apoyo que he tenido acá, pero algunas cosas no duran para siempre. Quisiera poder seguir, pero se me dificulta por muchas razones. Sé que no soy una escritora profesional, ni mucho menos. También sé que no voy a llegar a serlo, pero eso no significa que no quiera darle lo mejor a mis historias.Saludos!
Si hay algo que define a Archer Alarcón es su timidez, ternura y amabilidad. Es un hombre que muy difícilmente pierde los estribos y se enfada, pero, así como tiene sus virtudes también tiene sus defectos: es controlable, manipulable e indefenso.Él conoció a Farah en la primaria y el flechazo por ella, fue instantáneo. De esos amores a primera vista que muy pocos padecen, pero que a él le tocó vivir en carne propia. El miedo que sentía de ser rechazado, nunca lo dejó hablar de sus sentimientos, y fue en la secundaria cuando, por culpa de su mejor amigo, Farah supo de los sentimientos de él por ella.Poco a poco se fueron acercando y su amor fortaleciendo. Vivian en un cuento de hadas donde cada caricia se sentía el cielo y esos pequeños besos secretos los llevaban a volar alto, muy alto…, hasta que, de un momento a otro, todo se estropeó.Ella, al ser mayor por dos años, entró primero en la universidad, sus prioridades eran otras; ya no quería estar con un niño, o al menos, eso fue l
Marzo 2019.Archer Alarcón.—Llegó tu momento de brillar —susurra Ángel en mi oído y yo volteo a mirarlo con cara de pocos amigos.—¿A qué te refieres? —Coloco mis manos en jarras y miro a la pobre limpiadora detrás de él, ella me está vigilando muy atentamente, pero ya me he prometido que no romperé ninguna copa esta vez.Fue una promesa de honor que me hice a mí mismo.—¿Ves a esas chicas de allá atrás? Te están mirando desde hace rato —miente, sé que miente.—No le creas, Cura Joven. Sabes de los juegos mentales de nuestro amigo, no vayas a caer —bufo. ¿De verdad piensa que caeré en las redes de alguien que conozco muy bien?Diría que está muy equivocado, pero si hay algo de lo que estoy muy consciente y no cambio por nada del mundo, aunque sé que está mal, es que me dejo disuadir por todo el mundo. Más si son mis amigos.Ángel empina la botella de alcohol en mis labios y masajea mis hombros, está preparándome como si me fuese a enviar a un ring de boxeo. Cuando dejo de tomar una c
18 de febrero de 2022.Los Ángeles, California.Farah Brownbear.—¿Seguro que estás bien, amor? —Le pregunto a mi niña, ella rueda sus ojos y voltea a mirarme con cara de pocos amigos.—¿Otra vez esa pregunta, mamá? Soy una niña grande que sabe decirte cuándo está mal y cuando no —me aclara, y yo levanto mis brazos en modo de paz.Si ella me lo dice con tanta firmeza, le creo. Es una niña de siete años que suele ser transparente en todos los sentidos. Es sincera, demasiado. No tiene pelos en la lengua y si hay algo que no le gusta, no solo te lo dice, sino que sugiere de una vez hacer algo al respecto para que, eso que no le gusta, cambie a algo que le gusta.Creo que ha estado conviviendo mucho conmigo. He tratado de cambiar, pero por más que trato, no puedo; con ella soy un amor de persona, ella me lo dice, soy la mejor mamá del mundo, sé que sí…, pero mi carácter para con los demás no cambia, e incluso a ella en ocasiones le hablo un poco fuerte para que me haga caso, porque es tod
—¿Es por la empresa?—Es lo único que nos dejó tu padre. No quiero perder eso de él. Si crees que es necesario que la vendamos, entonces accede y firma el contrato. Es tuya ahora, desde que el murió pasó a tus manos, pero… —deja de hablar y levanto un poco mi mirada para ver su rostro angustiado. Ella está conteniéndose para no llorar.—Él me trató mal, mamá —reprocho, aunque sé que lo hizo por mi bien. Sé que mi padre tenía razón, pero las palabras que me dijo tiempo antes de su accidente, me dolieron muchísimo, todavía trato de olvidarlas.—No te trató mal. Te dijo una verdad necesaria.—Lo sé, pero…—¿Cómo harás con los empleados? Dejarás a mucha gente sin trabajo.—Seguiré allí, solo...—Solo venderás la mayoría de tus acciones de Daniels y te quedarás con una parte mínima, lo que lo hará el dueño absoluto de las empresas, y ya sabes lo que pienso. A pesar de todo, todos los trabajadores que están allí, lo están por ti. La mayoría renunciará al verlo tomar el mando y ser ese hombr
01 de abril de 2015.Universidad de Columbia.Farah BrownbearMe cuesta comprender el lugar en el que estoy. Esta no es mi habitación. Mi cabeza retumba con fuerza, y me hace apretar fuertemente los ojos, para poder contener el dolor de las punzadas que ella emite. Escucho mi nombre a lo lejos, como un breve susurro, uno lastimero.Suena como a alguien que conozco a la perfección, y, al mismo tiempo, ese tono de voz viene cargado con ápice de decepción. Abro mis ojos y trato de recomponerme. Suspirando con fuerza y casi quiero sonreír cuando veo quien está frente a mí: Archer Alarcón, el dueño de mi pequeño corazón, el cual late como loco cuando siquiera escucha su nombre. Frunzo el ceño al ver cómo me mira. Él está en trance, como si no pudiera creer algo.—¿Qué hiciste, Farah? —Susurra, retrocediendo dos pasos.No entiendo de qué habla, hasta que quita su mirada de encima de mí y la posa a mi lado. Heikel duerme plácidamente en la misma cama donde yo me encuentro. Él está sin camisa