Si hay algo que define a Archer Alarcón es su timidez, ternura y amabilidad. Es un hombre que muy difícilmente pierde los estribos y se enfada, pero, así como tiene sus virtudes también tiene sus defectos: es controlable, manipulable e indefenso.

Él conoció a Farah en la primaria y el flechazo por ella, fue instantáneo. De esos amores a primera vista que muy pocos padecen, pero que a él le tocó vivir en carne propia. El miedo que sentía de ser rechazado, nunca lo dejó hablar de sus sentimientos, y fue en la secundaria cuando, por culpa de su mejor amigo, Farah supo de los sentimientos de él por ella.

Poco a poco se fueron acercando y su amor fortaleciendo. Vivian en un cuento de hadas donde cada caricia se sentía el cielo y esos pequeños besos secretos los llevaban a volar alto, muy alto…, hasta que, de un momento a otro, todo se estropeó.

Ella, al ser mayor por dos años, entró primero en la universidad, sus prioridades eran otras; ya no quería estar con un niño, o al menos, eso fue lo que le dijo a Archer, pero él no estaba dispuesto a dejarla ir, lucharía por su gran amor.

Su madre le contaba de esas historias donde los protagonistas tenían muchos tipos de trabas y piedras en el camino que no los hacía avanzar, pero el amor entre ellos era más fuerte que cualquier cosa, y, al final, lograban vencer.

Pero todo se desplomó un día que la visitó en su casa y se encontró con una grata sorpresa.

Archer quedó muy destrozado, aunque…, no. Él no podía creer que Farah, su pura, dulce e inocente Farah, haya hecho algo como eso; así que la buscó, la enfrentó y la hizo hablar. Él fue testigo de cómo, desde ese momento, hasta la actualidad, Farah adquirió una máscara fría que se adueñó de su rostro y ser.

Dejó de insistir en buscarla cuando ella se lo pidió. Farah admitió su pecado, y estuvo de acuerdo en que él era demasiado para ella, que merecía algo mejor, pero también le pidió una despedida digna, cosa que él no le negó. Porque es que Archer jamás le negaba nada a Farah, y esa vez no fue la excepción.

Hoy en día Archer Alarcón ha seguido adelante: maneja su propio bufete de abogados, mantiene al aire su programa de radio y sigue trabajando con su amigo Ángel como presentador de su canal dos veces por semana; así como también ha logrado avanzar de manera sentimental, pues, su novia actual acaba de obtener un anillo de compromiso con el que estuvo más que de acuerdo.

Todo suena como la vida perfecta… ¿verdad?

Una vez, en medio de sus borracheras, Archer aseguró que ya no tendría corazón para Farah Brownbear. Ella quedaría en el olvido para siempre.

Pero…

¿Qué pasará cuando su ex regrese y no solo traiga consigo los recuerdos de un amor fallido, sino también al pequeño fruto que dejó la antigua pasión que hubo entre ambos?

¿Será capaz de aceptar la realidad de los hechos?

¿O seguirá pensando que los millonarios no tienen corazón?