04/ Cuatro días. p2

Voy a la cocina y caliento café ya hecho en el microondas para luego tomarme un poco mientras sigo leyendo las estupideces que ponen. A lo lejos miro a Darla entrar a la ducha y yo miro la hora, estoy bien de tiempo, tiempo un poco de sobra antes de irme a la empresa.

[Jezabel: ¡Ya lo leí! ¿Lo prometes?]

Frunzo el ceño al leer lo que escribe. ¿Prometer qué?

Ah, y otra vez me han ignorado.

De todas maneras, lo que puse, es cierto.

[Ángel: Lo prometo, niña intocable]

[Jezabel: Bien, iré]

[Ángel: Y si no pretendías ir, te buscaba yo mismo y te llevaba cargada]

[Jezabel: Quisiera verte intentarlo]

[Ángel: ¿Acaso me estás retando?]

[Stella: Niños, basta]

[Ángel: ¿Niños? Respeta Gilabert]

[*Ángel ha agregado a un número nuevo al grupo*]

Escupo el café que tengo en la boca y con suma rapidez agarro una pequeña toalla de la encimera de la cocina para limpiarlo. Voy hacia la habitación y tomo un pequeño pañuelo al que le rocío un poco de alcohol para pasarlo sobre el aparato. Jamás reacciono así, pero esta vez me tomó por sorpresa.

¡¿Por qué Ángel ha integrado a Farah a nuestro grupo?¡

¡¿Y sin avisar?!

[Farah: ¿Qué es esto? ¿Por qué ahora estoy en un grupo que se llama ‘’El Burdel de los triple A’’?]

[Ángel: Bienvenida al grupo, Farah. Te extrañaba]

[Farah: Gracias, Ángel. Muy amable, pero ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es esto?]

[Stella: ¡Hola, jefa!]

[Farah: ¿Stella? Te vi hace unos segundos por los pasillos de la oficina. Acabas de llegar ¿no?]

[Stella: Vine temprano a adelantar trabajo]

[Farah: Ah]

[Jezabel: ¿Farah? ¡Dios! ¡Farah!]

[Farah: Ajá]

[Jezabel: ¿Te acuerdas de mí? ¡Soy la que las ayudó a ti y a Stella a escuchar a Elizabeth declararle su amor a Aarón! IMPOSIBLE OLVIDARLO…]

[Farah: Yo solo pasé por ahí, no sé de qué hablas…]

[Jezabel: ¿Debo recordarte que también te pusiste celosa de que ella sí estuviese cerca de AQUELLOS chicos…?]

[Farah: Repito: no sé de qué hablas. Tengo una reunión urgente, debo irme]

[Ángel: ¿De qué chicos hablan?]

[Archer: Hasta yo tengo curiosidad]

[Aarón: Un momento, ¿Hablan del cumpleaños de Stella? ¿Espiaron mi conversación con Elizabeth?]

[Stella: Farah tiene razón, tenemos una muy importante reunión que durará toda una semana. Nos vemos la semana que viene. Adiós]

[Aarón: Ya nos veremos en casa, Stella]

[Jezabel: ¿Cómo hago para autoeliminarme de este mundo? Siempre digo y hago cosas que minutos después razono y noto que estaban mal. Jé]

[Archer: Tranquila, así te queremos. Eres igual a alguien a quien estoy llamando en este momento para mandarlo a la…]

Envío el mensaje sin terminarlo y dejo de leer la conversación para llamar a Ángel.

—¿Me dejas dormir más y luego te molestas por lo que hice? —Pregunta.

—No. Me dices ahora por qué hiciste eso.

—Bien. —Escucho un ruido en la otra linea y una exhalación antes de que empiece a hablar: —fue tu culpa —. Es lo primero que dice.

—¡¿Perdón?! —Me altero.

—¿Por qué todo mundo me pide perdón? Sé que soy importante y muchos me creen una entidad superior, pero no se pasen.

Bufo. Él y su ego de m****a.

—A ver, prostituto de callejón, dime en este momento, por qué metiste a Farah a nuestro grupo.

—Dijiste que ella se puso feliz al hablarte de nosotros. Que sonrió y te dijo que fue un buen día y la pasamos muy bien cuando fui a verla a Los Ángeles. ¿No fue así? —Bajo mi mirada y no le respondo. Fue así. —Dijiste que ella no nos había dejado de considerar sus amigos.

—Lo hace. Aún lo somos —le confirmo en un susurro. No sé por qué duele, pero lo hace.

—Ya estamos muy grandes como para seguir con esto del rencor, Archer —admito que sus palabras me sorprenden, más que nada porque vienen de él —. Ella fue una pieza fundamental en nuestra adolescencia y nosotros en la suya. Y si bien, es cierto que estuvieron juntos, también es cierto que no funcionó, punto. Independientemente del motivo, ya todos seguimos adelante. Tú te vas a casar, y eso está bien, puede con que yo bromee con no aceptar a tu novia, pero es tu decisión y siempre respetaré la decisión de mis amigos, si quieres estar con ella, yo soy feliz por ti, y si Farah me considera su amigo y yo todavía la quiero, porque lo hago y mucho, ¿quién soy para negarme a serlo?

>>Si te molesta que esté en el grupo o piensas que tendrás problemas con tu pareja por esto, pues perfecto, la saco y armo otro grupo yo con ella y le pregunto a los demás si quieren estar, pero no nos vayas a poner a elegir por favor. Tienes las de ganar, porque lo que pasó fue culpa de Farah, y por ello te elegiría a ti, pero no sería justo y me decepcionaría que lo hicieras justamente tú, el más sabio, comprensivo y bueno de nosotros tres.

>>Si alguna vez me pones a elegir, te caerías de mi pedestal, cura joven.

Jamás lo había escuchado sonar tan sincero.

—No lo preguntaba con esa intención. En cierta forma me alegra que ella esté abriéndose a otras personas y más si son aquellas con las que ya tuvo una gran amistad, es solo que, admito que me da un poco de miedo.

—Sé por qué te da miedo, y odio hacer esto, en serio, pero debo dejar las cosas en claro. Sabes que, si no lo hago, no soy yo.

—Dilo.

—Si tú no quisieras a Farah, o la quisieras solo como a una amiga, entonces no tendrías miedo por su pronto acercamiento a todos nosotros. Ambos sabemos, Archer, que ya te está desestabilizando. Apenas escuchaste que venía de regreso te tembló todo. Creías haberla superado, porque no estaba presente, pero incluso en su ausencia, tus sentimientos nunca se fueron, solo se durmieron. Cuatro días, amigo.

—Quiero a Darla, sé que si lo doy todo de mi va a funcionar.

—No hay peor engaño que el que se hace uno mismo.

—No estoy enamorado de Farah. Eso se acabó hace años. —Trato de sonar convencido y determinado.

—Yo solo cumplo con mi deber de amigo de decirte las cosas de frente. Tú decides si las tomas o no.

Él cuelga la llamada y yo me quedo mirando la pantalla del celular. Me siento sobre mi cama, y tiro el pequeño pañuelo con alcohol que había tomado antes para limpiar mi celular, al pequeño cesto de basura que está debajo de un escritorio que está en una de las cuatro esquinas de la enorme habitación.

-

—¿A dónde me llevas? —Sonrío, apretando mi mano en la suya. Ella me lleva a rastras hacia el lago que está en la parte trasera de la mansión de los Abernathy.

Estamos en noche buena y se nos ha ocurrido escaparnos del intercambio de regalos que suelen hacer en estas fechas, para hablar conmigo. Me ha dicho que quiere decirme algo. Todavía no sé qué es, pero me causa curiosidad. El lago está completamente a oscuras y solo, no hay ni un alma alrededor. Supongo que todos están disfrutando de esta noche en familia. Lo único que ilumina un poco el lugar es la luz de la luna.

—Estás temblando… —Sonríe Farah cuando nos detenemos. Ella lleva mis manos a su cintura, me hace apretarla, dejar que su espalda se pegara más del árbol en el que se ha recostado —, y tu rostro se ha enrojecido. Te ves tan tierno y adorable…

—Tiemblo porque hace frío —me excuso.

—Hace un calor de los mil demonios, Archer —se burla, llevando su mano a mi frente y limpiando una gota de sudor que venía cayendo.

—Es que… —Mi respiración se corta de repente cuando siento como baja más mis manos, dejándolas en su trasero.

—Apriétalas —Pide, en un susurro. Y yo, esclavo de sus deseos, hago todo lo que me pide —. ¿Por qué tiemblas, Archer?

—Yo…

—¿No es algo que deseas? Podemos irnos si quieres, no pasa nada. Puedo esperarte para cuando estés listo.

¿Quién lo diría? Una chica esperando a que un chico esté listo para tener sexo.

—Te deseo con mi vida, Farah. —Susurro.

—Entonces tómame, Archer. Soy tuya. Tuya para siempre.

Y allí, parados, y penetrándola contra ese árbol fue que Farah y yo tuvimos nuestra primera vez. Ella tenía veintiún años recién cumplidos y yo aún dieciocho, en unos dos meses cumpliría los diecinueve.

En ese momento supe que Farah de esas chicas que no se conformaban con follar solo en la cama, era de la que les gustaba hacerlo en infinidades de lugares y yo, no era quien para negarme a complacerla.

-

—¿Te encuentras bien, chiquito? —La voz de Darla me hace sacudir mi cabeza y regresar al presente.

La miro fijamente y trago saliva con fuerza. ¿Qué m****a estoy haciendo?

—Todo bien, cariño —susurro, levantándome de la cama y yendo al closet a buscar un traje para ponerme luego de haberme duchado —. Voy a prepararme.

Evito su mirada y camino con rapidez hacia afuera, en la búsqueda del baño que ella usó para tenerla lejos de mí. No quiero que vea la culpa en mis ojos.

No debería de estar pensando en estas cosas cuando estoy a nada de casarme.

Cuatro días.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo