23 de febrero de 2022.
Farah Brownbear.
—Pero quiero ir contigo… —suplica mi hija por décima vez esta mañana.
Mientras la escucho hablar y hablar, yo me muevo por la cocina verificando que esté todo listo para que ellas no tengan que hacer muchas cosas. Ya les preparé el almuerzo y guardé un poco en una vianda para llevarme, me ha quedado delicioso el pollo al horno que he realizado.
Ella sigue hablando de las razones por las que yo debo dejar que salgan y vean la ciudad. La más importante, según mi hija, es que le quedan solo tres días para ponerse al día y disfrutar lo más que puedan antes de que nos vayamos.
—No puedes ir conmigo al trabajo, es un riesgo para ti si saben quién eres —es todo lo que respondo mientras camino por el pasillo que da hacia su habitación. Quiero verificar que hizo sus tareas matutinas antes de irme. Sonrío mientras escucho sus pasos detrás de mí. Volteo a mirarla de reojo y la encuentro con sus brazos cruzados, un puchero en sus labios y viendo al piso, sin dejar de caminar.
Entro en su habitación y aprieto mis labios con fuerza para no reír. Se ve muy adorable cuando está molesta.
—Bueno, entonces salir con mi abuela a un parque de diversiones —repite la misma propuesta por enésima vez.
—Te he dicho que no. —Vigilo su habitación. Su cama ya está extendida, su ropa ordenada, sus zapatos al lado de la ropa y una hoja blanca con un dibujo plasmado en ella me hace caminar, yendo hacia él, para tomarlo entre mis manos temblorosas.
—Por favor, mami. Sé que estoy castigada y que lo que hicimos estuvo mal, pero ya nos vamos a ir y nunca más regresaremos. Solo quiero conocer los lugares con mi abuela.
—Tu abuela es muy reconocida en los medios, Estrella. No tiene más hijos, solamente a mí. ¿Sabes qué van a decir si llegan a verlas? ¿Cómo piensan explicar quién eres? Muchas personas en la empresa empezaron a especular luego de que las sacara de allí todas cubiertas, como si fuesen delincuentes. —Me volteo a mirarla y ella ya me está viendo apenada. Su rostro refleja culpa. Jamás habíamos tenido una conversación de esta magnitud y no me gusta, pero debo ponerla en su lugar desde pequeña, enseñarle los límites, o va a seguir haciendo locuras. Sé que lo de venir fue su idea, ella misma lo confesó. Admitió hacerlo porque tiene la absurda idea de conocer a su padre, o por lo menos verlo.
—Lo siento.
Le muestro el dibujo que tengo en mis manos y ella se ruboriza e intenta quitármelo, pero levanto mis manos, por lo que, al ser más baja que yo, no puede arrebatármelo.
—¿De verdad crees que podrás contra mí, niñita de seis míseros años?
—No tendré seis años toda la vida, mami —replica.
—Pero de momento, no puedes quitarme este dibujo. Está decomisado.
—¿Ahora también tengo prohibido dibujar? —Pregunta, molestándose de nuevo. Y una vez más, vuelve a verse adorable. Yo no me veo adorable cuando me enfado, así que ya sabemos a quién salió en este aspecto.
—Jamás te prohibiría nada. Este dibujo me ha gustado, por eso quiero quedármelo. Si me dices que no, entonces te lo entregaré, pero piénsalo bien…
—Dices que jamás me prohibirías nada, pero no me dejas salir a conocer la ciudad.
—Dime: ¿Cómo piensan hacer para que la gente no las reconozca?
En cuanto suelto la pregunta, su sonrisa se ensancha.
—La abuela y yo usaremos mis pelucas y lentes, vestiremos a la moda y nos maquillaremos como nunca antes lo habíamos hecho.
—Tú sí que no puedes maquillarte, eso sí está prohibido.
—Bueno, ella se maquillará y yo solo me pondré lentes… —Sé que miente, pero no me importa.
Ya de por sí me siento lo suficientemente culpable por no decirle a Archer que tiene una hija, por no dejar que Estrella conozca a su padre, como tanto quiere hacerlo. No voy a prohibirle salir.
—¿Prometes que saldrán disfrazadas?
—¡Lo prometo! —Chilla emocionada, mientras se lanza hacia mí y yo me agacho y la abrazo con la misma fuerza que ella está empleando —. Gracias, gracias, mami. Te amo un mundo.
—Yo también te amo, mi vida —susurro de regreso, acariciando su carita cuando me separo un poco de ella.
Estrella mira el dibujo entre los dedos de mi mano libre y lo toma, mirándolo, sonríe de manera nostálgica y asiente.
—Es tuyo mami, pero mis dibujos son muy valiosos. Así que cuídalos muy bien.
Beso su frente y vuelvo a colocarme recta. Acomodo mi falda color verde manzana en forma de tubo y la camisa de tirantes plateada con verde que llevo en la parte superior de mi cuerpo.
—Debo irme, pequeña. Cuídense mucho y pórtense bien.
—Sí, mami.
Salgo de su habitación y tomo una profunda respiración. La mirada verdosa del gigantesco Archer me mira y niego con la cabeza. Mi hija ha dibujado a su padre, y aunque se nota que es un dibujo de un niño, la verdad lo hace muy bien para su edad.
Tal parece que la cuestión del diseño no se limita solo a crear ropa, a organizar ambientes o edificios, a mi hija le gusta el diseño en general. Todo lo que tenga que ver tanto con plasmarlo como con crearlo. Sonrío recordando a Aarón. Él sería un muy buen tío y le enseñaría muchas cosas sobre eso, al fin y al cabo, es su área.
—No quieres que conozca a su padre, pero la motivas a que siga dibujando sobre él, e incluso te quedas un dibujo donde solo está él. No te entiendo, hija. —Mi madre aparece en el pasillo, con su cara de somnolienta y pijama amplio.
—Ni siquiera yo me entiendo, mamá. —Parpadeo para que las lágrimas no caigan y el maquillaje no se me arruine.
—En tres días tomaran caminos diferentes de manera definitiva. Todavía puedes decirle e intentar solucionar las cosas.
—No, no puedo. —Sacudo mi cabeza en negación mientras recuerdo las palabras de esa mujer, la mujer que me hizo tener que separarme de Archer en su momento.
—Tienes un miedo absurdo. No crie a una hija cobarde.
—No se trata solo de mí. Archer ya hizo su vida. Puede que no estén casados, pero está enamorado de ella.
—Puede que la quiera, sí, pero no nos engañemos. Ese amor no supera lo que siente por ti.
—Me da risa que mientras él cree que tú lo odias, resulta que lo defiendes y hasta lo adoras.
—Es imposible que alguien pueda odiar a ese chico. Es demasiado bueno. En su momento dudé de su bondad, pero luego viví el romance de ustedes. Sabía que te amaba, aún lo hace.
—Basta.
Mi celular suena y camino hacía el mesón de la cocina para tomarlo junto con mi cartera y una carpeta donde llevo las nuevas propuestas para quienes decidieron regresar a la empresa. Mi respiración se corta cuando veo que es Archer quien me llama.
—Por favor, hagan silencio —digo, cuando veo que mi hija llega hacia nosotras y me mira con fijeza. Mi madre se cruza de brazos y niega con su cabeza sin dejar de verme.
—¿Quién te habla, mami?
—Es Archer. —Miro como una enorme sonrisa se desplaza en sus labios y la señalo con mi dedo índice —. Ni se te ocurra decir algo que él pueda escuchar, y tú tampoco, mamá —prácticamente las amenazo.
Me indigno cuando veo como mi hija se cruza de brazos al igual que su abuela y ambas me miran de manera acusatoria. Lo que me faltaba.
—¿Sí? —Pregunta, cuando contesto la llamada. Dejo el celular entre mi hombro y mi oído, para tener mis manos libres y poder doblar el dibujo del gigantesco Archer y meterlo en mi cartera.
—Buen día, Farah. Espero que te encuentres bien. No sé si estás ocupada, pero quería comentarte cómo va el caso hasta ahora. Ya he puesto la demanda, así que en este momento Edward debe estarse enterando de a noticia.
—Ahora estoy ocupada, de salida hacia el trabajo y no me gusta hablar mientras manejo. Hoy estaré muy ocupada en el día.
—Sí, la verdad es que yo también, tengo mil cosas en la oficina retrasadas, por eso te quería preguntar si podemos vernos cuando ambos acabemos con todo y así hablamos con calma. Es mejor si tratamos todo en persona.
—Sí, está bien. Salgo a eso de las seis de la tarde.
—Perfecto —dice en un susurro —. Ah, oye. Recuerda no reaccionar ante ese hombre si llega a buscarte ¿vale?
—Te lo he prometido, Archer. No lo haré.
—Bien. Ten un buen día, Farah… —El susurro de mi nombre entre su voz enronquecida pone mi piel de punta.
—Tu igual, Archer —le digo en respuesta y cuelgo la llamada.
—¿Ahora le haces promesas? —La voz irónica y burlona de mi madre resuena detrás de mí y suspiro con pesadez.
—¿Son malas las promesas? —Le pregunta mi hija, mirándola con curiosidad.
—Depende de a quien se las hagas —le responde.
—Ya basta, mamá.
Me mortifico cuando veo que me llegan muchas notificaciones sobre mi caso con mi socio. Ya se ha filtrado a los medios. No entiendo cómo es que se enteran tan rápido de estas cosas.
—Debo irme, por favor, pórtense bien.
Me acerco y dejo un beso en la mejilla de ambas antes de salir del departamento.
Cuando estoy en el auto me entra la locura y saco el dibujo de Archer. ¿Cómo fue que mi hija logró plasmarlo tan bien?
Frunzo el ceño, y busco en internet la imagen donde él anuncia su compromiso. Sabía que la había visto antes. El dibujo de mi hija es la imagen donde su padre sale posando para las cámaras junto a su prometida, solo que lo hizo sin ella y cortó el brazo que él estira para sujetar la cintura de la mujer.
—Ay, no… —Susurro, recordando que había otra hoja blanca debajo de esta, era un boceto que aún no comenzaba a dibujar, pero sé que la mujer a la que pintará no es a Darla —. No puedo seguir con esto —miro al dibujo con fijeza y toco la hoja en la parte donde están sus ojos color esmeralda —. No es sano para ninguno de los dos que nos estemos juntando nuevamente como lo hacemos. Sé que es meramente profesional, y que a lo mejor tu no tengas reacción alguna ante mi cercanía, pero yo no puedo evitar quererte, Archer.
¿A quién engaño? Nunca he dejado y nunca dejaré de amarlo.
Suspiro y saco de la guantera un pequeño estuche de maquillaje para retocarme y quitar la lagrima que se ha desplazado por mi rostro.
Esta tarde cuando nos veamos voy a pedirle que me ponga a otro abogado. Esto me está afectando. Antes no me dejaba llevar, porque, aunque estábamos en la misma ciudad, pocas veces nos veíamos, lograba distraerme lo suficiente como para no pensar en él, pero ahora no es solo él, también tengo a mi hija aquí, con su mismo color de ojos y las inmensas ganas de conocer al ser que ayudó en su creación.
A lo mejor me vea como la mala del cuento, y no me importa seguirlo siendo, siempre y cuando Archer pueda ser feliz con su prometida y mi hija pueda tener una vida normal, sin complicaciones o alguna otra enfermedad que la limite.
Importan ellos. Solo eso.
Mi conciencia lanza una pregunta muy válida para el argumento estúpido que acabo de darme a mí misma: ¿Y tú? ¿Dónde quedas tú? Eres igual de importante que ellos dos.
Niego con mi cabeza y guardo nuevamente el dibujo en mi cartera. Pongo el auto en marcha, enrumbándome a la empresa.
Enorme sorpresa la que me llevo cuando estaciono frente a ella y dos de los vigilantes se acercan a mí. El chico que siempre recibe mi auto y se lo lleva hacia el estacionamiento y retrocedo un poco cuando miro como Edward da grandes pasos hacia mí, pero es agarrado por otros dos guardias. —¡Tú m*****a perr*a! —Me grita, intentando soltarse de mí. Sus ojos son rojos, pero no por haber llorado, él se ha tomado todos los licores de la ciudad, por lo que veo —¡¿Cómo te atreviste?! ¡¿Cómo pudiste?! Prácticamente me muerdo la lengua para no responderle y poder cumplir con mi promesa a Archer. Dejo de mirarlo y en medio de sus gritos y los flashes que no sé de dónde vienen, levanto mi cabeza y mentón, con determinación, y me adentro al edificio. Todo mundo me mira con la boca y ojos muy abiertos, impresionados. Supongo que no solo su asombro es por lo que acaba de pasar, sino por la reacción de mi parte. Normalmente no me hubiese podido controlar. La Farah de hace unos meses se hubiese l
>>Pero hubo dos sobrevivientes y también vieron los videos de seguridad de la empresa. Piensan que ella estuvo de nuestra parte todo este tiempo. Creen que como impedimos que la mataran y la llevamos con nosotros, forma parte de nuestro equipo, y no es así. —¿Pero entonces sigue contigo? —Sí, no la puedo dejar ir hasta que esté a salvo o logre comprobar que no trabaja para mí. —Y supongo que ella quiere irse. —Supones bien, pero yo no la dejo ir. Por eso es que te digo que es un secuestro. Es por su bien. —Se encoge de hombros al decirlo, y se acerca más a mí, quitando las manos de mi rostro y juntando nuestras frentes —. En el fondo no quiero encontrar alguna prueba y quiero dejar que ellos sigan creyendo que ella trabaja para mí, porque así no tendría que dejarla ir… —Te gusta… —Susurro, sonriendo. —Creo que es más que eso… —¿Y ella? —Ella es una testaruda de m****a —se aparta de mí y suspira fuertemente, mirando hacia el piso, como quedando en un pequeño trance que lo hace n
23 de febrero de 2022.Archer Alarcón.—No. No, no, no, no, no. ¡¿Por qué?! —La escucho gritar y golpear la puerta con una mano, pues la otra la tiene ocupada intentando sujetar bien tanto el postre como su cartera —. ¡Maldición!—¿Tan malo es? Digo, puedes llamar a los vigilantes que estaban allá afuera…Ella voltea a mirarme, y, por un momento, vuelvo a ser ese chico tímido que le avergonzaba decir estupideces. Farah se molestaba porque luego de que dijera las cosas, no las sostenía. Decía que por más vergüenza que uno sienta, lo hecho, hecho está, y no cambiará, así que hay que vivir con ello y no pensar tanto en las cosas.Solo se debe seguir adelante intento superarlo. Punto.—Ya cambiaron de turno, pero los que se fueron, tuvieron que haberle avisado a los que entraron que estamos acá, así que esperar a los vigilantes sería una buena opción, pero hay dos cosas que me hacen afirmarte que ellos no vendrán en nuestra ayuda. Al menos, no pronto.—¿Qué cosas? —Pregunto, comenzando a
—Lo he arruinado por tu culpa… —murmura entrecortadamente. Su pequeño llanto no la deja hablar bien y no puedo evitar pegarme más a ella y tomar su barbilla para que me mire fijamente.Estamos demasiado cerca. A nuestros cuerpos solo los separa nuestra ropa, la cual se toca por nuestra cercanía. Sus profundos ojos negros con líneas rojizas debido al llanto me miran con debilidad, con tristeza, e incluso podría jurar que me están gritando mil cosas que no sé interpretar.Solloza, mirándome fijamente, y siento mis ojos pinchar también, pero trato de contenerme lo más que pueda. Sus delicadas facciones se contraen cuando traga saliva con fuerza. Acerca su rostro un poco más y nuestras narices son las que ahora entran en contacto. La siento temblar. Cada vez va más vulnerable.—Quiero consolarte con las mismas fuerzas con las que quiero besarte —me sincero.—Si lo haces no habrá vuelta atrás, Archer. Será incluso peor —gimotea.—Sin embargo, estás allí, sujetando con fuerzas un dibujo que
24 de febrero de 2022.Farah Brownbear.Me remuevo incómoda y aprieto con fuerza la almohada, simulando que es esa persona prohibida a la que quisiera tener a mi lado. Siempre hago lo mismo, la hago pasar por él. No quiero dejarlo ir, pero luego suena la alarma y me saca de mi ensoñación.Solo que… esta vez no hay alarma alguna, y mejor aún —o podría decirse que en vez de mejor debería ser peor—, esta almohada no se siente como una. Se siente de carne y hueso, muy realista.¿Saben de esa sensación que tienen cuando están durmiendo y el sueño es tan pesado que por más que intentan despertar, no pueden hacerlo? Bueno, así estoy desde hace muchos minutos. Quiero levantarme, pero, al mismo tiempo, quiero seguirme sintiendo protegida entre los brazos de este hombre al que mi imaginación está creando.Pero esperen…Él sí estaba acá conmigo…Y este abrazo se siente tan real…Abro mis ojos de golpe.Primero separo mi rostro del suyo y abro mis ojos tan grandes que si cualquier persona me vier
Miro a Analía detrás de él, y ella vuelve a encogerse. Mentiría si dijera que no estoy disfrutando esto. —¿Ustedes son pareja? —Pregunta Archer de repente, mirándolos fijamente. —No. De hecho, Analía tiene novio, pero ese novio no es Josh. ¿Cómo es que terminaron en esto? —Lo siento… —la escucho susurrar, y bufo. —Cariño, te dejaré dos lecciones que tu decidirás si vas a tomar o no: la primera es que pase lo que pase, jamás te arrepientas de hacer algo que te ha gustado mucho. La segunda es que, si ese algo que te gusta, puede dañar a un tercero o incluso a ti misma, entonces deja a ese tercero y quédate con lo que te gusta, porque luego las consecuencias podrían ser fatales. —Sí, bueno, no sé si sea atrevido que le responda a mi superior ya que podría despedirme… —es Josh quien habla porque Analía parece un cachorrito asustado. —Agradezco la sinceridad y que me digan las cosas de frente a que lo hagan a mis espaldas. Allí si los despediría con todo el gusto del mundo. —Solo que
24 de febrero de 2022.Farah Brownbear.Estoy perdida.Creo que tomaré a Winston, lo sacaré del asiento conductor para subirme yo y manejar a toda potencia hasta chocar fuertemente contra algo. Me suicidaré. Así Archer no me odia tanto luego de descubrir la verdad.—Te juro que, si bajas ahora, en vez de quedarte en shock como ya lo estás, vas a lograr que se sepa algo que todavía nadie está listo para escuchar.—Si… ¿Verdad? —Le pregunto, pero mis piernas se niegan a obedecer. Tengo miedo de lo que vaya a pasar ahora.Observo como mi madre mira a Archer como si se hubiese topado con un fantasma. Ella, con mucha lentitud hace que una Estrella muy sonriente se coloque detrás de ella, para que el hombre que me vuelve completamente loca no pueda verla. Pero es tarde. Todo mundo la ha visto.—Sí. Sobre todo, si esa verdad llega a explotar justamente afuera de tu empresa.—Esto va a ser un desastre.Mis manos comenzaron a temblar. Mi respiración agitada no dejaba que el paso de aire hacia
Heikel es mi amigo y se ha ganado mi cariño, así que lo quiero, pero no de la manera en que Archer piensa. Él cree que yo estoy enamorada de Heikel, y no es así. Jamás podré amar a otro hombre como lo amo a él. Jamás otro hombre podrá robarme el corazón, porque Archer se lo llevó consigo desde la primera vez que nuestros ojos se toparon… Fue amor a primera vista. Tan así, que jamás pudimos ser amigos. Nuestro grupo se juntaba, pero por más que nosotros dos tratábamos de actuar como dos compañeros más, no podíamos. Era imposible. —Buena suerte mañana en tu viaje, Farah. Él comienza a caminar, alejándose de mí. Yo debería quedarme quieta, pero no puedo. —¿Eso es todo? —¿Solo de eso querías hablar conmigo? ¿En serio? Él detiene sus pasos y voltea a mirarme una vez más. Sus dolidos ojos verdes me hacen contener la respiración. Él sufre. No me gusta verlo sufrir. Por un instante quiero asegurarle que no tiene nada de qué preocuparse, que siempre ha sido él y solo él, pero entierro m