/Escena extra 3/

Jezabel convence a Estrella y a Rebeka de no permitir a Archer casarse.

La chica manejaba mientras sus labios se curvaban en una enorme sonrisa y su mano derecha se movía de lado a lado al ritmo de la canción.

Rebeka iba relajada, tranquila, sabiendo que ya estaba por acabar el peligro de ser descubiertas. Ya iban de camino al aeropuerto. Estaba todo planeado: llegarían hoy y esperarían a que Farah se les juntara el día de mañana. Serían la misma familia de tres que se apoyaba y hacían locuras que hicieran sonreír a la pequeña Estrella. Esa niña era todo lo que a su mamá y su abuela les importaba.

Así que todo iba bien…

Muy bien.

De hecho, iba demasiado bien para ser verdad.

La paz acabó en cuanto notó como, a pesar de que Jezabel iba cantando y bailando a todo pulmón mientras manejaba, y de cómo la pequeña estrella sonreía y seguía el coro sin dejar de peinarse la peluca color violeta que tenía sobre su cabeza; la chica detrás del volante se desviaba de camino, tomando la ruta de la izquierda, en vez de la derecha.

—El aeropuerto quedaba hacia el otro lado… —exclama Rebeka con sumo cuidado. La mujer había notado lo loca que era la chica con la que se había amigado su hija, y la verdad es que hasta miedo le daba. Sabía de las locuras que podía llegar a hacer.

—Lo sé —Jezabel tan solo se encoge de hombros y sigue manejando sin dejar de agitar sus brazos.

Ahora comienza a sonar Despacito Remix y tanto ella como la pequeña gritan emocionadas.

—¿Vas a ir primero a ponerle gasolina al auto? —Vuelve a preguntar Rebeka.

—Ajá —es todo lo que responde la chica.

El cuerpo de la madre de Farah se pone rígido en cuanto nota que Jezabel sigue de largo y no se detiene a ponerle gasolina al auto.

—Jezabel. ¿Qué estás haciendo?

—Hablaré con ustedes.

Ella estaciona el auto un poco más adelante, en un terreno baldío, y, aunque se saca el cinturón de seguridad, no se mueve.

—Debemos estar en el aeropuerto en media hora. Sino estamos en ese tiempo nos dejará el vuelo.

—Si después de los que voy a comentarles ustedes deciden seguir yéndose, las llevaré al aeropuerto. Tenemos quince minutos para hablar, en diez llegamos al aeropuerto y en 5 se identifican. El vuelvo sale en 30 más, así que estarán a tiempo.

—Pues yo digo que no. No a lo que sea que tengas que decir. Ya me advirtieron sobre ti y lo persuasiva que puedes ser. ¡Vamos al aeropuerto! —Se altera Rebeka.

—¿Estás bien, abu? —Pregunta Estrella preocupada, mientras mira de Jezabel a Rebeka y así sucesivamente.

—En perfectas condiciones, cielo —Responde con dulzura, a pesar de tener incertidumbre por lo que sea que se venga con la loca que tiene delante de ella.

—Archer Alarcón… —comienza a hablar Jezabel —, ¿creen que es justo para él

?

—Nunca ha sido justo para él —Rebeka baja su mirada hacia sus manos, estando avergonzada.

—¿Mi papá? —Los ojos de la niña brillan, tal cual como lo hacen cada vez que la mención del nombre de su padre sale de algún lado.

—Sí, es tu padre. Un hombre maravilloso que, si supiera de ti, te trataría como lo más importante del mundo, te protegería como nadie, y te amaría de manera incondicional, con todo su corazón. ¿No te gustaría conocerlo?

—Jezabel… ¡No! —Rebeka se pone nerviosa y mira la sonrisa de su nieta mucho más amplia mientras asiente emocionada.

—Quiero estar con mi papá y que me trate como su princesa.

—Será así, pero para eso él no debe casarse. Es decir, sé que, si lo hace y se entera de ti, nada cambiaría porque tú serías su prioridad, tú lo serías todo en el mundo, pero él estaría infeliz al saber que está casado con una mujer, mientras ama a otra. Y más si esa otra tiene una hija suya.

—No quiero que papi esté con otra. Se lo dije a mami, y aunque ella dice que está bien, la escucho llorar por las noches. Está triste —la sonrisa de la niña decae y termina haciendo un puchero.

—Jezabel, entiendo por qué haces esto. Es justo lo que he tratado de hacer con Farah desde que decidió ocultar a Estrella, pero a la larga he entendido a mi hija. El problema que se nos vendrá encima es enorme. No estamos hablando de unas simples personas que nos odian y ya. Estamos hablando de personas que, además de odiarnos, son capaces de quitarnos del medio de la manera en que sea. Somos un estorbo. Lo único por lo que no nos han hecho nada es porque hemos estado calladas.

—Y dime… ¿Es bueno vivir así? —Jezabel la mira, sus ojos se encuentran aguados, no soporta más la angustia y las injusticias —. Mi padre culpa a mi madre por haberse enfermado, se alejó de su hijo mayor y de mí, incluso llegó a odiar la inclinación sexual de mi hermano y lo echó a la calle, y a mí ni siquiera me mira. Si lo mío tuviese solución, yo la tomaría, porque es mejor vivir feliz y plena, a vivir escondida, como una cobarde y siendo infeliz. Lo de ustedes tiene solución, detrás de Archer hay personas que lo aman y lo adoran, van a proteger a esta niña y a apoyar a Farah con sus vidas, pero lo mío no tiene solución alguna, ¿quieres que te diga por qué? —ella sigue hablando, sin dejar que Rebeka le responda —. Mi madre tiene Alzheimer, y prácticamente nunca se acuerda de nada, poquitas veces recuerda algo, y mi padre la odia por eso, él nunca nos aceptará, mi familia está rota y sin solución alguna, pero ustedes…, ustedes tienen la oportunidad de estar todos juntos y ser felices.

Jezabel solloza y Estrella se acerca a ella, limpiándole las lágrimas con sus pequeñas manos.

—Archer no merece que sigan haciéndole esto, Rebeka. Basta. Yo no soporto más guardar un secreto como este y eso que tan solo llevo poco tiempo sabiéndolo. Me asfixia.

—Entiendo, pero…

—Pero aun así tenemos que ir al aeropuerto. ¿No?

—Sí. A fin de cuentas, debemos tomarnos fotos allí y enviárselas a Farah para que no sospeche nada de nuestro plan —Rebeka se encoge de hombros.

Jezabel voltea a mirarla con sus ojos muy abiertos y Estrella se carcajea.

—¡¿Sí vamos a ir donde papá, Abu?! —La niña no puede contener su emoción.

—Así es cariño. Finalmente conocerás a tu papá en persona.

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