16/ Hazlo por mí, tío Ángel. p3

—¿Por qué se supone que mi madre te está dando las gracias? —Pregunta Farah, quien es la única que no se encuentra desayunando. Según ella, el desayuno que le hice esta mañana estuvo más que suficiente; sin embargo, Estrella y yo también desayunamos antes y ahora estamos desayunando de vuelta. Estoy muy orgulloso de mi hija, ¿ya lo había dicho?

—Por nada —Responde su madre.

—Jezabel tuvo la idea de interrumpir la boda de papá, mami —le comenta Estrella. Yo casi me atraganto con el pedazo de tostada y Rebeka abre los ojos ampliamente al escucharla.

—¡Estrella!

—Déjala —dice Jezabel, colocándose recta en su asiento y mirando a todos con la barbilla en alto y actitud de ser el ser más imponente del mundo, y en cierta forma, lo era —. Me enorgullece que todos sepan que fue mi idea.

—Pedazo de loca… —murmura Ángel, mirando hacia otro lado. Él no ha probado bocado de comida. Dice no tener hambre, lo cual es raro. Suele comer incluso más que yo.

—Imbécil —responde ella, cruzándose de brazos.

—Cada vez me convenzo más de que eres una niña intocable.

—¿Crees que me interesa lo que crees o no crees?

—Sería raro si algo te interesara realmente.

Uh.

Eso me dolió y no fue a mí.

Jezabel abre su boca para decir algo, pero decide cerrarla y mirar hacia otro lado.

—Voy a pedirles que este tipo de comportamientos los tengan en otras ocasiones. En especial en las que no esté mi hija presente —suelto de repente, y, mientras Jezabel murmura un ‘’disculpa’’, Ángel tan solo asiente y se levanta de su silla.

—Debo irme, tengo una reunión en unas horas —anuncia y camina hacia la salida.

—¿Una reunión hoy domingo? —Pregunta Aarón, frunciendo el ceño al igual que yo.

—Sí. Soy un esclavo laboral y un millonario que solo sabe acostarse con todas las modelos de New York. Es el único motivo de mi existencia.

—Ángel… —le llamo antes de que siga caminando y se vaya —, mañana es tu cumpleaños.

—¿Qué hay con eso? Sabes que no celebro mi cumpleaños. Lo festejamos los tres juntos cuando ustedes cumplen en marzo —me recuerda.

—Por lo menos una cena, por favor —pido.

—No.

—Pero…, no te cuesta nada.

—Me cuesta todo, y lo sabes.

—Hazlo por mí, tío Ángel —pide Estrella de repente, dejando a todos callados y a Ángel pasmado.

La mira con fijeza, apretando su mandíbula, y por un instante temo que lastime a mi hija dándole una negativa, pero vuelve a sorprendernos a todos cuando asiente.

—Pero será cualquier lugar, menos mi departamento.

Mi hija asiente y le sonríe de manera constante, cosa que lo hace sonreír también y negar con su cabeza, antes de salir del lugar.

—Juro que cuando le dije eso, solo estaba bromeando. No pensé que se lo tomaría tan mal… —susurra Jezabel, mirando sus manos —. Ángel y yo nos hemos convertido en muy buenos amigos, no quiero que eso cambie, no quiero que me odie.

—Te conozco, así que debo preguntarlo… —Stella señala a Jezabel con el pequeño cuchillo que tiene en sus manos, con el cual estaba untando el pal tostado que comía —. ¿Qué se supone que fue lo que le dijiste, Jezabel?

—Eso de que su vida solo se trataba de trabajar, trabajar, trabajar y, por último, conocer chicas para follarlas y ya.

—¡¿Cómo pudiste?!

—¡Nos jugamos así! ¡Él también se burla de mí de esa manera! —Se defiende Jezabel.

—Dios, te has pasado.

—Cariño, no vayas a alterarte —le pide Aarón a Stella, frotando sus brazos y atrayéndola hasta él para sentarla en su regazo.

—Es que…, pobre Ángel —dice ella, y le sonríe a su marido cuando siente como una mano de él se coloca en su vientre, donde yace su futuro primer hijo o hija.

—Tranquila. Igual, Ángel no se encuentra así por eso —aclaro.

—¿Ah, no? —Pregunta Jezabel, volteando a mirarme con rapidez. Veo a Farah a bajar su mirada, a lo mejor, recordando todo.

—¿No es por eso? —Stella también está interesada en saberlo.

—Días antes de su cumpleaños, durante y días después de este, Ángel suele estar de muy mal humor.

—¿De verdad odia su cumpleaños? Es como el Grinch, pero en vez de ser de las navidades, es el de los cumpleaños… —Estrella ríe por el comentario de Jezabel.

Rebeka, quien se encontraba muy callada, responde con sus ojos aguados:

—En realidad, odia el hecho de que perdió a sus padres en un accidente de auto justo el día de su cumpleaños. Me duele cada vez que recuerdo ese suceso, porque éramos los padres de Ángel, los de Aarón y Arnold y yo contra el mundo. Éramos un grupito de seis jóvenes enamoradizos, y, aunque, los que más tuvieron problemas para encontrarse y estar juntos fueron Ángel padre y Marcela, al final lo hicieron y terminaron amándose con locura. Éramos tan felices saliendo a todos lados juntos, siempre nosotros seis…, luego vino el accidente de Ángel de Marcela, y un año después yo perdí a mi Arnold en otro accidente automovilístico.

 —Lo siento mucho —dice Stella.

Rebeka ya se encontraba llorando a mares y Jezabel estaba en shock.

Yo fui testigo de todo lo que Rebeka amó a su esposo. Su accidente fue tan sorpresivo como inesperado. Fue algo determinante para que Farah se convirtiera en la mujer fuerte y capaz que hoy es, porque a pesar de que estaba a punto de derrumbarse por la muerte de su padre, ella no se permitía a si misma hacer eso, ya que su madre lo hizo primero. Rebeka sufrió muchísimo y solo salió adelante porque Farah siempre estuvo ahí, cuidando de ella y demostrándole que tenía más motivos por los que seguir.

Llevo mi mirada hacia Farah, pero ella se encuentra caminando hacia su madre, a quien abraza sin pensarlo dos veces.

—Papá… —volteo a mirar a mi hija cuando llama mi atención —. Esto es tuyo.

Estrella me da un dibujo donde estamos todos nosotros: su abuela, su mamá, yo, su tío Stefan, Ángel, Aarón, Stella y Jezabel, y en medio de todo ese regreso del pasado que tuvimos por un instante, yo sonrío.

Ella no tiene idea de lo que acaba de hacer, de lo que acaba de lograr. Desde que murieron los padres de Ángel, él jamás ha sido visto en todo ese día. No sale, no lo celebra, no responde llamadas o mensajes. Es como si ese día Ángel no existiera, y mi hija logró, con tan solo pedirlo una vez, que Ángel cediera a cenar con nosotros.

—Te quiero mucho, hija.

—Yo también te quiero, papi —responde, dejando muchos besos en mi mejilla.

Aiis

Este capítulo me tuvo entre sonrisas y llanto. Espero les haya gustado. Nos vemos pronto!

| 9
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo