16/ Hazlo por mí, tío Ángel. p2

—¿Qué cosa, papi?

—Tú, eres perfecta —su sonrisa se amplía mucho más y lleva sus manos también hacia su cabello.

—Es cortito, pero me gusta. A veces uso las pelucas porque me gusta usarlas, no porque sean necesarias o porque me de vergüenza mi poco cabello. Me enorgullece porque, como dice mami, significa que soy una guerrera que ha superado algo muuuuuy grande.

—En eso estoy totalmente de acuerdo.

—Igual, para mí es más dificil superar la escuela que superar la escuela, que superar mi enfermedad. Mami dice que es al revés, pero yo no lo creo.

—¿Se te hace muy dificil la escuela?

—Sí. La mayor parte del tiempo lo paso en clases virtuales o mi maestra, la tutora designada para mí, viene a casa a darme clases, desde hace dos años, poquitas veces he ido a la escuela.

—¿Ella no puede ir al colegio todavía? ¿No puede ir de manera constante? —Le pregunto a Farah.

—Se supone que ahora a finales de marzo, que estaría comenzando el primero de los dos cuatrimestres de primaria podría comenzar segundo grado de manera definitiva.

—¿Segundo grado? ¿Con seis años? —Pregunto abriendo mis ojos muy ampliamente. Estrella me mira orgullosa de sí misma.

 —Nuestra hija, a pesar de su enfermedad, y de muchas otras cosas por las que hemos pasado, se volcó en los estudios. Creo que fue su manera de distraerse de todo. Avanzó muchísimo en poco tiempo —murmura Farah. Y aunque me tiene emotivo lo que han contado, el hecho de que Estrella me llame ‘’papá’’ y que Farah diga ‘’nuestra hija’’, me ponen el triple de emotivo.

—Waoow… —susurro, sin poder dejar de mirar a la pequeña frente a mí. Es mi más grande orgullo. Ella y su madre son lo que hacen sentir completo —. ¿Cómo te atreves a decir que es más dificil superar la escuela que tu enfermedad cuando avanzaste un montón en tu escuela? En este momento estuvieses en el jardín todavía. Apenas estarías comenzado tu ultimo nivel en el jardín o comenzando el primer grado.

—Es porque me esfuerzo mucho, no porque sea fácil, papi —ella rueda sus ojos, pero enseguida vuelve a lanzarse sobre mí y rodea mis hombros con sus brazos.

Me levanto y la llevo acuestas, cargándola.

—Archer… —escucho la voz de Farah y volteo a mirarla. Ella me señala hacia la sala, la cual no había visto porque en cuanto llegué me centré en lo más importante: mi hija.

En cuanto miro lo que ella me señala, mi boca se abre al no poder creer lo que mis ojos ven: Hay dos colchonetas tiradas en el piso, en una de ellas está Stefan y en la otra está Rebeka, la mamá de Farah. En el mueble están durmiendo Jezabel, quien tiene su cabeza sobre el regazo de un Ángel que se encuentra dormido sentado, en uno de los dos extremos del mueble. Detrás de ellos se ve la habitación de Aarón, la cual tiene la puerta abierta y se puede visualizar a Aarón y Stella durmiendo abrazados y enredados con un acolchado.

—¿Tú donde dormiste? —Le pregunto a Estrella.

—Con la abuela.

—¿Y por qué no se fueron todos a sus hogares?

—Porque querían ver tu reacción cuando te enseñaran la foto.

—¿Qué foto? —Pregunto extrañado. Estrella da una pequeña sonrisa traviesa y se acerca a mi oído, como si lo que fuese a contarme es un secreto.

—Tío Stefan fue a su departamento a buscar a mami anoche y los vio durmiendo a ti y a mami juntos. Les tomó una foto.

—¡¿Qué?! —Grita Farah, y es lo que hace que todos se despierten. Estrella y yo reímos de inmediato.

—¿Ya desayunaste? ¿Quieres que te prepare algo?

—Revisé la heladera de tío Aarón y tomé cereales con yogurt que habían allí. Me puse a hacer dibujos mientras esperaba a que se despertaran, pero nadie lo hacía. ¡Juro que cuando tío Aarón se despierte le diré que me comí sus cereales y que mami se los pagará!

—Tranquila. Yo hablo con tío Aarón. Estoy seguro que él no te pedirá nada a cambio y que te dejará comer todo lo que quieras siempre.

—¿Siempre?

Veo que lo de preguntar algo que ya está afirmado lo sacó de mí, por lo que sonrío antes de responderle:

—Siempre.

{-}

Estrella y yo terminamos preparándole el desayuno a todos.

El preparar algo que comer para todos fue idea de mi hija y yo enseguida le dije que sí, porque de esa manera me salvé de tener a todos sobre mi haciéndome preguntas locas o lanzando indirectas. Pobre de Farah, quien se encuentra en el living aguantándolos a todos…, sobre todo a Jezabel. Es quien más la hace avergonzar con sus indirectas muy directas.

Mi hija y yo salimos de la cocina del departamento de Aarón y mientras ella llevaba la jarra de exprimido de naranja, yo llevaba todas las tostadas y distintas cremas para ponerles encima y los vasos para el jugo.

Nos sentamos todos en la mesa y al principio nadie dice nada. Tan solo nos disponemos a comer.

—Te pido que no me odies, Archer… —comienza a decir Rebeka y yo levanto mi mirada hacia ella, quien ya me observaba con vergüenza en sus ojos.

—No lo hago. Aún Farah y yo tenemos mucho de qué hablar y miles de decisiones que tomar, pero no las odio. A pesar de todo, las entiendo. No voy a decir que, pienso que estuvo bien, porque sigo creyendo que pudieron decirme todo y así haber podido luchar juntos, ser más fuertes juntos, pero independientemente de eso, también sé que el rencor, odio o todas esas cosas dañinas no nos llevarán a ningún lado, y que hay una niña de por medio que ya se convirtió en mi todo y a la que jamás la haría presenciar algo así, malo y con poca capacidad de razonamiento. Lo importante es no perder más tiempo y disfrutar de ellas lo que resta de mi vida.

El alivio en el rostro de mí, otra vez, suegra, es opacado por la voz de Jezabel, quien dice:

—¿Disfrutar de ‘’ellas? —Hace comilla en sus dedos al decir la palabra ‘’ella’’.

—Sí. Esta mañana Farah y yo hemos decidido que, a pesar de que iremos con calma, no vamos a escondernos de nadie. Queremos estar juntos, siempre ha sido así, y como ya dije, no perderemos más tiempo.

—¿Ven lo que les dije? Me deben un gracias —Jezabel mira a Rebeka y esta última sonríe, yendo a abrazarla. La sorpresa en el rostro de la rubia es evidente, pero aun así la abraza de vuelta.

—Gracias, Bel.

—Un placer.

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