16/ Hazlo por mí, tío Ángel.

27 de febrero de 2022.

Archer Alarcón.

—No creo que sea prudente que lleguemos juntos… —dice Farah al terminar de tragar un bocado de uno de los dos sándwiches que le preparé —. Es decir, sé que todo está bien…, o eso creo —se corrige —, pero ¿no te parece muy apresurado un ‘’nosotros’’?

Frunzo el ceño y vuelvo a terminar de preparar mi sándwich, sobre todo cuando la estaba mirando como un idiota que ahora no quiere ver nada más que no sea ella. Ella y esos profundos ojos negros que me recuerdan a un bosque oscuro en el que me he perdido y no hago el más mínimo esfuerzo por ser encontrado. Es un placer vivir en ese bosque para siempre.

—¿Crees que nuestros amigos no saben sumar uno más uno? Ninguno de los dos apareció anoche, ni siquiera para saber cómo se encontraba su hija luego de todo el desorden que se armó, cosa que no me enorgullece porque significa que no estoy comenzando mi labor como padre con buen pie… —pongo mis sándwiches listos sobre un plato y me volteo, antes de ir hacia la mesa donde se encuentra ella y sentarme. Me la quedo mirando cuando noto que ella no para de hacerlo conmigo. Una enorme sonrisa baila en sus labios y sus ojos brillan con ternura —. Extrañaba que me miraras de esa manera —admito.

—Aún sin saber que eras padre, tú ya eras uno excelente, lo sigues y lo seguirás siendo.

—Adoro tu fe en mí —sonrío, comienzo un bocado de mi sándwich.

—Hablo en serio.

—Yo también —murmuro después de tragar.

—Ella te adora. Y no somos malos padres por haber dejado a Estrella con su abuela, sus tíos postizos y tío real. Sabes que con ellos ella está a salvo.

Tuve unas tremendas ganas de decirle que, si sabe que la niña siempre estará a salvo con nosotros, por qué nunca nos contó nada. Prefiero respirar profundo y callar porque sé que lo nuestro no se va a arreglar por completo de la noche a la mañana, es algo que lleva tiempo, dedicación y no más mentiras o secretos. Es algo complejo y ella lo sabe, porque de no ser así, entonces no pensaría que un ‘’nosotros’’ es muy apresurado.

—Sí, lo sé —me limito a decir. No planeo decir más. Quiero darle su tiempo para que medite lo que quiere y desea. Yo nunca voy a obligarla a hacer algo que no quiere.

—Entonces, ah, yo sé que ellos sospechan nos quedamos juntos, y probablemente también piensan que hicimos más cosas de lo que realmente sucedió… —enarco una ceja al notar como comienza a sonrojarse. Farah Anjana Brownbear Klein sonrojándose es algo digno de ver. Pocas veces lo hace, y la mayoría de esas veces he sido yo el privilegiado de haberlo podido lograr.

—¿Creen que tuvimos sexo? —Pregunto de manera directa y ella abre sus ojos y boca sorprendida.

—¿Desde cuando eres tan directo? —Cuestiona.

—Mucho tiempo con Ángel.

—Tiene sentido.

—Entonces…, ¿no crees que sea prudente que estemos juntos?

—No es eso…, o bueno sí, pero no.

Okey, eso me dejó más confundido de lo que ya estaba, y mi expresión debió decírselo porque resopla.

—Si tú quieres estar conmigo… —titubea al decirlo y la conozco tanto como para saber que ella cree que a lo mejor estoy tranquilo en este momento, pero que más adelante podría salirle con alguna sorpresita como reclamarle el hecho de haberme ocultado a mi hija, y la verdad es que, me entristece que sea así, porque ella me conoce. Yo ya le dije todo lo que tenía que decirle, lo único de lo que tenemos que hablar es que me cuente bien todo el lío con mi abuela, la enfermedad de mi hija y comenzar a disfrutar de un futuro prometedor en el que nadie pueda separarnos nuca más —, yo estaré de acuerdo porque es algo que deseo, y en el fondo siempre lo supiste, por eso no te dabas por vencido con la perdida de nuestra relación. Pero anoche ibas a casarte. No quiero imaginar el revuelo que hay en todos los medios comunicativos sobre tú teniendo una hija y que encima esa hija es mía…, es mucho para digerir. Y, el que tú y yo retomemos la relación al día siguiente de haber estado a punto de casarte con otra…, pues, perdón, pero suena a que estás siendo obligado a estar conmigo.

—No sabía que te importaba lo que dijera la gente.

—Y me importa una m****a. Es por ti por quien estoy preocupada, Archer.

—No lo entiendes, Farah. Yo no soy ese adolescente ingenuo que vivía de sueños absurdos donde creía que el mundo era bueno y yo siempre estaría bien. Donde pensaba que jamás me ocurrirían cosas malas solo por ser bueno, y sería recompensado debido a ello. Sé y entiendo que por más bien o mal que hagamos, eso no nos asegura nada. Puede que seas bueno y te pasen cosas malas, o que hagas cosas malas y tengas la suerte de vivir experiencias buenas, pero, al final de cuentas, todo lo que verdaderamente importa es el por qué haces esas cosas, ya sean buenas o malas, y cómo dejarán tu consciencia y la manera de verte y quererte. Yo elijo ser bueno, pero ahora sé que el serlo, no significa que todo vaya a ser positivo en mi vida y que nunca pasaré por tragedias o cosas que me alteren.

—Extrañaba tanto escucharte hablar —ella estira su mano sobre la mesa y yo la tomo con la mía. Su calidez me arropa de inmediato y ambos sonreímos al ver como nuestros dedos se enredan en los del otro —, bien. Entonces, opino que deberíamos dejarlo fluir.

—¿Dejarlo fluir?

—Dejarlo fluir —afirma.

—Me gusta.

{-}

—¡Papi! ¡Mami! —Mi sonrisa es inmediata cuando entramos al departamento de Archer y veo a mi hija correr hacia mí. Sin pensarlo dos veces me agacho y estiro mis brazos para que ella se encaje entre ellos y corresponda a mi abrazo. En cuanto lo hace, nos aferramos al otro. Siento como me aprieta con fuerza a su pequeño cuerpo y mis ojos se cristalizan una vez más. Un escalofrío recorre mi espina dorsal y, aunque mi subconsciente me grita que esto es un sueño, yo me impongo diciendo que es real.

—Hola, Corazón —Me separo un poco de ella y lo primero que hago es besar su mejilla, cosa que la hace reír.

—¡Tu barba me da cosquillas, papi! —Exclama entre risas.

—¿Quieres que la quite? —Pregunto, estando dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.

—No. Mami dice que así te ves muy guapo.

Volteo a mirar a la mujer parada detrás de mí y ella enseguida voltea a mirar hacia otro lado, son dejar de morder su labio inferior. Niego con mi cabeza y regreso mi atención hacia nuestra hija.

—Me gusta tu cabello.

Estiro mi mano y toco uno de los pocos rulos cortos que tiene. Ella tiene el cabello corto y liso, pero hay pequeñas ondas formándose en algunas puntas. El color de este es negro, como el de su madre y hacen que el verde en su mirada resalte más.

Dios, estoy tan orgulloso de lo que Farah y yo hemos hecho juntos. Esta niña es maravillosa, es un ser de luz, es…

—Perfecta.

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