18/ Iban a ser Estrella y Luna. p2

Todo lo que ella me cuenta es demasiado para soportar. No imagino lo que tuvo que vivir, no quiero siquiera pensar lo que fue estar en su piel en ese momento. Debió ser horrible, y yo… yo no estuve allí.

De solo pensarlo mi pecho punza en dolor.

>>Tuve lo que se le llama Síndrome del Gemelo Evanescente. Ellas serían gemelas. No sería solo Estrella. Iban a ser Estrella y Luna.

—Íbamos a tener dos hijas… —susurro. Sintiendo el shock asentarse en todas mis terminaciones nerviosas.

—Perdóname, Archer, fue mi culpa. Fue mi culpa.

Sin pensarlo dos veces, me levanto de mi asiento y la hago levantarse para cargarla hasta el mueble más cercano y sentarnos allí. Ambos lloramos juntos.

Ahora la entiendo. Entiendo su miedo. El trauma que desarrolló todo lo que vivió y todo lo que ese temor causó. Ella ha perdido mucho. Demasiado.

Y eso ya ha acabado.

Es hora de que termine porque no es justo que sigamos perdiendo cuando no le hemos hecho daño a nadie. No lo merecemos. Ella menos que nadie.

—No las cuidé como debía. No las protegí. Si no las protegí estando guardadas en mi cuerpo… ¿Cómo es que las protegería de ella una vez que naciera la única que me quedaba? Estaba aterrada. Todavía estoy aterrada porque pienso que le hará daño a Estrella.

—No fue tu culpa. Ella te hizo mucho, desarrollaste enfermedades por todo lo que viviste y a causa de eso perdiste a una bebé a la que hubiésemos amado igual a como amamos a Estrella. No tengo nada que perdonarte. Hiciste y seguirás haciendo un gran trabajo como madre y padre. Lo hiciste increíble.

—Incluso ahora, aunque intento hacerme la fuerte, la verdad es que estoy aterrada de que Estrella esté por fuera. Sé que está en buenas manos, pero aun así no dejo de sentir terror, porque si me arrebatan a mi pequeña, aquí acaba todo, Archer. ¿Lo entiendes? Ella es todo para mí. Sin ella, mi vida no tiene sentido.

—Lo entiendo, mi vida. Comprendo. Y quiero que sepas que es algo normal. ¿Vale? Tu miedo es normal. En unos minutos llamaré y ella vendrá. Voy a encargarme de todo, Farah, de Edward, de Adelaida, y de quien intente hacernos daño. Estaremos bien —beso su cabeza y la abrazo con la misma fuerza con la que ella se aferra a mí.

—Mi embarazo fue de alto riesgo, Estrella estuvo en observación por un largo tiempo, y yo igual, por todo el desorden alimenticio que tenía. No podía surtirle bien su alimento a la niña y eso me hizo entrar en depresión. Mi madre se encargaba de mi hija y mi padre de mí. Muchas veces, él me consolaba y me trataba bien, y en otras me gritaba que yo era fuerte, que era una Brownbear y ninguna enfermedad de m****a podría acabarme. Ojalá todo fuera tan fácil como él decía.

>>Casi estaba curada. Incluso la niña ya estaba fuera de peligro. No quería separarme de ella por nada del mundo… y entonces, llegó el día en que mi padre murió en ese accidente automovilístico. Yo estaba mejor, sí. Y mi madre cayó y yo la consolé y ayudé todo lo que pude, pero era demasiado, y tiempo después, recaí. Nuevamente mi alimentación, depresión, miedos, todo. Eso le hacía mal a la niña…, le hizo tanto mal que la enfermó. Ella no paraba de enfermarse, no entendíamos qué pasaba, y verla así me ponía el triple de peor de lo que ya estaba. Mi madre estaba con ella, pero yo no tenía a nadie, tan solo a Heikel cuando venía cada dos o tres meses por tres días, pero luego no tenía a nadie y…, y…

—Farah.

—Leucemia. Comenzaba a avanzar. Fue detectada a tiempo, o eso decían, pero Estrella, a pesar de sus esfuerzos por sonreír, se veía muy mal. Lloró demasiado por su cabello cuando tuvimos que cortarlo. Ya era un hecho el quedarnos allí en Los Ángeles. Pasó el tiempo, Estrella en ocasiones empeoraba, en otras mejoraba. Mi madre cuidaba mejor de mi hija que yo, y fue quien me pidió que me hiciera cargo de la compañía, porque no sabía nada de cómo sacar adelante una, y decía que yo debía respirar un poco para no recaer nuevamente. Prácticamente fui obligada a alejarme, porque yo no quería hacerlo, pero varias sesiones después que tuve con mi psicóloga me hicieron entender que era necesario. Que era lo mejor.

—Por eso viajabas constantemente. Cada dos o tres meses.

—Me convertí en Heikel en versión femenina, sí. ¿Recuerdas el año pasado? ¿En la fiesta de Stella Gilabert? —Asiento, mientras comienzo a frotar su espalda, acariciándola —, ese día me fui corriendo porque se supone que Estrella ya estaba fuera de peligro, pero volvieron a internarla porque se puso muy mal. Se descompensó, incluso no tenía pulso. Fue tan grave que, mi madre, a quien no le gustaba llamarme para que viajara, y prefería que yo estuviese más acá en Nueva York que en Los Ángeles, me llamó en ese momento y me dijo: vente ya mismo, es Estrella y es demasiado grave. Creo que me habré visto demasiado mal, pero tan mal, que enseguida Aarón se ofreció a llevarme al aeropuerto.

—¿Estrella duró mucho tiempo mal? —Me intereso en saber.

—Solo había agotado más su energía de lo que debía. No entendía que había cosas que ya no podía hacer, al menos no con la misma fuerza y entusiasmo con las que lo hacía antes. Tú ayudaste mucho ¿sabes?

—¿Yo? —Pregunto asombrado.

—Ella quería saber mil cosas de ti, y una vez que comencé, no pude parar de hablar. Eras su todo, aun cuando no sabías de su existencia.

—Gracias por nunca ocultarle que yo era su papá. Su hubieses pensado en no decirle porque así estaría más a salvo, no te hubiese culpado, porque ahora te entiendo más que nunca, Farah, pero, aun así, preferiste contarle de mí. Agradezco eso.

—No había manera en que ella no lo supiera. Jamás iba a ocultarle eso —asegura y yo sonrío, limpiando sus lágrimas y dejando un sonoro beso en su frente, ella cierra sus ojos y sigue hablando: —, poco tiempo después, fue cuando tu hermano se enteró de Estrella nos protegió, pero eso yo no lo sabía. Me enteré hace unos días.

—Por eso están tan juntos todo el tiempo…

—Así es.

—Son muchas cosas para procesar.

—Demasiadas. Y ya no tengo el ánimo de ir al trabajo, pero debo hacerlo —se queja ella y yo sonrío.

—Recuerda la cena de esta noche. No llegues tan tarde.

—No me olvidaría de Ángel por nada del mundo. Lo de quedarme trabajando hasta mañana, no lo decía en serio…

Rio porque sé que sí lo decía en serio. Farah se toma muy en serio su trabajo, pero también es una muy buena amiga, así que no dejaría a Ángel, ni, aunque le pagaran.

Mi sonrisa se va apagando de a poco y mis ojos se cristalizan una vez más al ver sus ojos hinchados y recordar sus palabras:

‘’Iban a ser Estrella y Luna’’.

—Así que íbamos a tener otra hija que se llamaría Luna… —ella sonría y asiente —¿Por qué Luna y Estrella?

—Porque ellas serían todo mi universo.

—Siempre serán nuestro universo —le dejo en claro, mientras seguimos aferrándonos el uno al otro como hace tanto no lo hacíamos.

Aiis

Espero que me hayan extrañado y que este capítulo les haya hecho lanzar por lo menos una lagrimita así como sucedió conmigo mientras escribía. PD: toda esta historia va a tener un extra donde se narra mejor detallada y se cuenta de primera mano por parte de Farah, pero ese será el extra 6 y estará disponible para cuando finalice esta historia, porque es un relato demasiado largo y necesito avanzar primero con esta novela. Les aviso para que vayan preparando sus pañuelos porque si esto no los hizo llorar, ese relato lo hará. Nos vemos prontito.

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