Archer Alarcón.
No ha acabado un drama cuando enseguida comienza otro.
Básicamente es así: Jezabel, en medio de una cena un poco apagada para ser una celebración de cumpleaños, recibe una llamada inesperada. Su hermano se encuentra preso, en la comisaría, por conducir ebrio y encima provocó un choque.
Debido a este pequeño acontecimiento, ella creyó que era mejor que yo me hiciera cargo, cosa que era cierta, podría hacerme cargo, sí, pero… ¿Por qué mejor no complicar un poco más las cosas?
Es decir…, en este preciso momento me encuentro de maravilla. Mi hija acaba de despertarse luego de haber dormido dos largas horas. Se levantó justo a tiempo, para cenar. Y tengo a una mujer que me hace enloquecer de la mejor manera posible recostada de mi pecho, mientras vemos a nuestra hija reírse, estando feliz, estando con Ángel a su lado, quien es el que le cuenta pequeñas anécdotas de Aarón, él y yo de cuando éramos pequeños.
¿Por qué tendría yo que renunciar a disfrutar de mi familia? Sé que la tendré por muchísimos años y todos envejeceremos juntos y seremos felices por el resto de nuestros días. Sé que habrá mucho más tiempo para disfrutar de mi mujer y mi hija…, pero no quiero irme. Quiero seguir mirándolas, adorarlas e idolatrarlas por el resto de mi vida.
Sé que Farah aún se encuentra un poco incómoda por el hecho de que mis padres —quienes me han hecho señas unas tres veces para acercarse y hablar con nosotros —, quieran justamente eso: hablar. Sin embargo, eso no arruina mi humor y mucho menos lo feliz que me encuentro.
Excepto porque Jezabel pretende que vaya por su hermano, cosa que, espero que no me malinterpreten, puesto que soy una persona incondicional para sus amigos. Sí yo no tuviese otras opciones, o nadie más a quien mandar, iría. Se trata del hermano de una buena amiga, por supuesto que la ayudaría.
Pero sabía de primera mano de otra persona que estaría mucho más interesado que yo en hacerse cargo de la situación. Creo que es el momento perfecto para que se solucionen entre ellos. Ha llegado la hora.
No sé qué pasará con ellos. E independientemente de lo que ocurra, todo lo que sé es que mañana todo va a cambiar.
Es una decisión que ya he tomado, y voy a comunicársela a mi hermano. Él decidirá si está conmigo o en contra. Presiento que en esta guerra que se aproxima nadie quedará disuelto. Todos deberán apostar por un bando, y aunque temo por mis padres, y el hecho de que podrían llegar a odiarme debido a mis planes, no me interesa en lo más mínimo.
Temo porque, como dije, son mis padres. Me gustaría tener su apoyo y comprensión siempre, pero Adelaida es la madre de mi padre y la suegra que, según mi madre, idealizaba tener; y Farah y Estrella son mis vidas, así que, no tuve que pensarlo dos veces cuando llegó el momento de saber por quién decidirme, o a quienes protegería.
Desde el momento en el que me di cuenta de que tenía una hija, supe que no habría cosa alguna que no hiciera por ella. Por ellas.
Termino la llamada con Stefan a quien, en cuanto le conté la situación tomó el caso y se fue a defender a su ser amado.
—No quiero que tus padres me sigan viendo de esa manera… —me dice Farah en cuanto llego a mi lugar en la mesa, el cual es a su lado.
—Dejarán de hacerlo en cuanto hables con ellos.
—Necesito más tiempo.
—Ya han pasado dos horas y media.
—Necesito cincuenta años más.
—¿Planeas conversar con mis padres cuando tengas casi ochenta años? —Pregunto entre risas, atrayéndola hacia mí y besando su cabeza mientras tanto.
—Bueno, eso si es que sigo viva. Según g****e una persona con un alto nivel de estrés vive hasta los sesenta y cinco y setenta, aproximadamente. Con todo el estrés que tengo, sería un milagro que llegara hasta los cincuenta.
—Eso no fue chistoso.
—No pretendía que fuese un chiste.
—¿Le diste su reloj de segunda mano al troglodito? —Pregunta Ángel, uniéndose a nuestro lado de la mesa. Río al escucharlo.
—Se lo entregué y él se lo dio a Jezabel —le comento —. Tuve que controlar mis ganas de reír cuando Jezabel se quitó su carísimo reloj de marca para ponerse ese. Le sonrío, pero en cuanto volteó y se alejó de él miró el aparato con negación.
—No tiene nada de malo usar cosas de segunda mano, pero tampoco deben molestarse aquellos que miran que otros pueden usar cosas originales. Jezabel trabaja y se esfuerza para conseguir su propio dinero, aun cuando lo hace en la empresa de su padre. No solo tiene dinero debido al imperio que por derecho le corresponde. Ella se lo ha ganado, de la misma manera en la que yo he hecho crecer todos los negocios que eran de mis padres. Entonces, no entiendo qué habría de malo en que ella se dé sus lujos y se compre algo sumamente caro. No le está robando el dinero a nadie, lo está haciendo con su propio dinero, aquel que se esmeró por tener.
Volteo a mirar a Farah y la encuentro mirándome con una ceja alzada, estando asombrada por las palabras que Ángel acababa de soltar. Mi mejor amigo no dejaba de mirar al novio de Jezabel, quien se encontraba en la distancia, hablando animadamente con los padres de Aarón. Stella y Aarón estaban alejados de todos, sentados en un rincón y riéndose como dos tortolos mientras miraban el cielo estrellado y señalaban cada una de las estrellas. Mi hija todavía comía en una silla cerca de la mía, pero no nos prestaba atención porque estaba con el celular de Farah jugando un jueguito que le gustaba.
—¿Y a dónde quieres llegar con esa reflexión? Yo no he dicho nada respecto a Jezabel y tú con sus gustos caros —dice Farah y yo sonrío, sin dejar de mirarla.
—No lo digo por ti, lo digo por él —Ángel levanta su barbilla y con ella señala a Darvin —. Jezabel me ha contado cosas…, ella solo regresó con él porque desea ser querida, tener a alguien a su lado, pero al mismo tiempo, temía porque él siguiera pensando que ella no debía usar cosas caras, ni maquillaje, y mucho menos hablar de lo orgullosa que está de sí misma. Según él, eso es avaricia, es menospreciar a aquellos que no tienen dinero y restregarle en el rostro a los pobres que, el dinero con el que ellos podrían comer, lo tenemos nosotros comprando cosas caras e innecesarias.
>>No somos políticos para solucionarle la vida a nadie. Ya lo dije, hemos trabajado y nos hemos esforzado por tener nuestro dinero. Hay personas en la calle que se encuentra en condiciones óptimas de poder tener cualquier trabajo, pero prefieren quedarse a pedir limosnas o que todo se lo regalen. Y sé de primera mano que también hay gente que no puede trabajar por alguna discapacidad o enfermedad, y para ello invertimos una buena cantidad de dinero. Yo ayudo a muchos niños con problemas y Jezabel trata de incluir en sus empresas a aquellos que no quieren aceptar en otros lados por ser muy mayores, por faltarle una pierna o por no ser socialmente aceptado. ¿Saben qué es lo que pasa? Que nosotros hacemos las cosas de manera desinteresada. No andamos contándole a los medios de comunicación que ayudamos a pobres tan solo para obtener cinco minutos de fama o nos crean las personas más buenas del planeta. Lo hacemos porque nos nace, y lo hacemos callados y con toda la emoción, alegría y devoción del mundo.
>>Entonces, viene ese imbécil a decir que ella, que Jezabel es una altanera, que pisotea a los demás y que, mientras está en la cima, no le importa quien esté debajo. Yo, que llevo menos tiempo conociéndola, sé más de ella que él. No la merece. Es demasiado para un imbécil como él.
Vaya…
—Y entonces… ¿Quién la merece? —Me atrevo a preguntarle.
—Creo que no hay absolutamente nadie en este mundo que sea digno de ella —susurra —. Nadie nunca estará a su altura, y no lo digo porque sea altanera, lo digo porque merece a alguien completamente transparente, sin demonios, que la ame y la adore por completo, sin importarle sus virtudes y defectos los cuales la hacen más perfecta todavía, pero no creo que exista ese hombre.
—Existe —asegura mi chica, sin dejar de mirarlo.
—No se necesita ser perfecto para estar con una persona, tan solo se necesita quererla de verdad, estar con ella en las buenas y en las malas, y, lo más importante, serle fiel, cuidarla y protegerla. Lo sé porque eso es lo único que quiero hacer con esta mujer que me hace enloquecer —exclamo, tomando la mano de Farah, para llevarla hacia mis labios y besar sus nudillos. Observo su rostro sonrojado y esa sonrisa ladeada en su boca. Quiero comerme esa sonrisa.
—Bueno, Ángel, he visto tu forma de ser con Jezabel y he visto como es ella contigo. Ambos se divierten, son unidos, pero…, independientemente de eso, no sabía que había una conexión tan fuerte como para contarse cosas tan íntimas. Por cómo hablas de ella, pareciera que la conoces de toda la vida —deduce Farah.
—Dicen que el futuro es incierto, sin embargo, yo llevo conociéndolo hace mucho —es todo lo que responde —. Iré a hacer que el chico que no pinta nada aquí se vaya. No entiendo qué hace aquí, Jezabel fue a la comisaría para allí encontrarse con tu hermano y juntos salvar al suyo. Si Darvin quería ayudar a Jezabel… ¿por qué no fue con ella en vez de quedarse aquí?
—Es una excelente pregunta… —murmuro yo, meditándola, hasta que me doy cuenta de que no vale la pena y me encojo de hombros.
—Adiós, tengo que ir a buscar a mis otros padres, que ni piense ese niño inexperto que va a quitármelos —Ángel alborota su propio cabello a propósito y nos sonríe con sus labios cerrados antes de alejarse con la intención de ir a tener otras palabras con Darvin.
No se cansa.
Quiere hacer que el pobre chico huya.
—Me parece que, quien quiere quitarle una persona a Darvin es él y no al revés —tararea Farah y yo abro mis labios.
—Sabía que habían hablado algo cuando se alejaron. ¿Qué te dijo Ángel?
—Es un secreto de amigos, solo puedo adelantarte que deben irse preparando para lo que se viene. Va a ser muy inesperado.
—Inesperada fue tu llegada a mi vida… —termino por levantarla de su asiento y postrarla sobre mi regazo, ella da un gritito que hace que Estrella voltee a mirarnos y sonría. Farah y yo nos quedamos de piedra, esperando a que nuestra hija nos diga algo, pero ella tan solo amplía su sonrisa y vuelve la mirada hacia su juego —. Hemos creado una maravilla.
—De seguro es porque sacó tus ojos color verdes.
—O es por esa actitud cariñosa que cambia a furiosa en un santiamén cuando se enoja. Como tú.
—¡Oye! No siempre soy una gruñona.
Ella ríe mientras acaricia mis manos bajo las suyas, las cuales la tienen sujeta de su abdomen.
—Todavía recuerdo la actitud de Estrella cuando llegó a mi boda. Digna hija tuya —Le digo entre risas. Ella niega con su cabeza, mientras se inclina un poco, volteando la parte superior de su cuerpo hacia mí. Nuestras miradas conectan y lleva una mano hacia mi mejilla, acariciando mi piel, que siempre anda necesitada de sus roces.
—Digna hija nuestra —murmura contra mis labios. Lo dice con tanta énfasis y seguridad que la realidad cae sobre mí una vez más. Y no podría ser cada vez mejor. Sonrío.
—Siempre te he amado, Farah. Eres la única chica que ha robado mi aliento, mis miradas furtivas, ese temblor de manos al querer tocarte y no poder hacerlo, el hecho de que me pusieras tan nervioso como ninguna otra lo hacía, y al mismo tiempo me volvieras tan hablador para decirte todo lo que sentía. Siempre has sido especial. Tú y solo tú. La única mujer en vida —ahora no solo ella se encuentra acariciando mi mejilla, yo también estoy acariciando la suya.Me inclino para dejar un pequeño beso en sus labios. Uno que luego planeaba profundizar, pero un par de carraspeos nos hace separarnos y ver quien nos ha interrumpido.Siento como Farah se pone rígida de repente.—Mamá, papá…—es todo lo que digo, observando cómo se encuentran parados a nuestro lado. Ni siquiera se atreven a sentarse. Ellos solo quieren hablar. Me dijeron que solo querían llevar las cosas en paz y comenzar a involucrarse más porque quieren conocer a su nieta. Acaricio la espalda de Farah, y ella traga saliva con fuer
—¿Quieres explicarme cómo es que Stefan está involucrado en todo esto? —Pregunta mi madre de repente, y yo suspiro, cansado. Sabía que sería una conversación larga, hay demasiado por decir y procesar. Sin embargo, cuando voy a hablar, otra voz prácticamente grita mientras camina hacia mí. —¿Cómo es que de repente tengo que dejar que mi hermano se quede en un antro siendo cuidado por tu hermano que al parecer lo conoce demasiado bien? —Jezabel llega hasta mí y la incredulidad se hace presente en su rostro. Estira sus manos esperando una respuesta. —¿Su hermano? —Pregunta papá. —¿Stefan? —Ahora habla mamá. —¿Mi hijo? —Ambos se miran, sin entender a lo que se refiere Jezabel. Ella enarca una ceja y me mira primero a mí con una sonrisa antes de dirigirse hacia ellos. —Sí, señores. Y al parecer se conocen demasiado bien…, es eso, o no encuentro otro motivo por el que mi hermano quería comerle la boca a besos. —¡Jezabel! —Grita Farah en advertencia. Mirando hacia mis padres quienes a
01 de marzo de 2022Farah BrownbearMe remuevo y trato de quitar el brazo adormecido debajo de donde sea que esté. Aún tengo mucho sueño, por eso no abro mis ojos, tan solo quiero dormir sin tener ese peso sobre mí. Hago un sonido lastimero con garganta y, con todo el pesar del mundo, parpadeo varias veces, para luego abrir solo un ojo. La imagen que veo me hace abrir el otro también y fruncir el ceño.El peso en mi brazo es mi hija, ella tiene todo su trasero puesto sobre mi codo, así que poco a poco voy sacando mi brazo de debajo de ella y me voy incorporando en la cama. Estrella me está dando la espalda y se encuentra frente a su padre, tiene su cabeza puesta sobre el pecho de él y este tiene su mano sobre el cabello de ella.Mi hija está babeando el pecho de su padre mientras duerme con la boca abierta, y él refleja una paz mientras se mueve un poco para estar más cerca y besar su frente. Aún con eso, no se despierta.Suspiro mientras recuerdo todo lo que viví con mi hija anterior
—¿Está todo bien? —Pregunta él, y yo lo miro de reojo, acobardándome. Decido soltarlo todo de una vez. —Cuando me levanté me puse a pensar en muchas cosas y una de ellas es el revuelo que debe estar ocurriendo en este momento por la salida de la revista y la entrevista. —No tiene importancia, Farah. —Decidí pedirte un tiempo. Sus manos se ponen rígidas sobre las mías, y aunque se toma su tiempo, luego las aparta con lentitud. —¿Es algo que quieres? Porque si es así, entonces está bien, Farah —lo último lo susurra. Él traga saliva con fuerza e inclina su pecho hacia adelante, dejando sus antebrazos apoyados en sus rodillas. Se queda mirando hacia la nada. —No quiero que estemos separados, pero sé cuánto va a afectarte esto, Archer. No quedarás en buena posición cuando se dé por hecho que hace dos días ibas a casarte con una mujer, hace un día el mundo supo que tienes una hija, y ahora te muestras con la madre de esa hija. Van a destrozarte. —¿Crees que no pasará lo mismo contigo
Stella le hace la entrevista a Farah.—Buenas tardes, Stella.—Buenas tardes, jefa. Un placer haber sido elegida para realizar esta entrevista.—Tú solo quieres saber el chisme, ni siquiera te interesa la primicia, sino saber sobre mi vida personal y el por qué hay una mini Farah rondando por las calles tan de repente —Farah rueda sus ojos y sin cambiar su seria expresión se sienta en la silla alta que fue colocada en un extremo de la pequeña habitación donde estarían haciendo la entrevista.Stella se ríe debido a las palabras de su jefa.—Bueno, se supone que hasta hace unas horas tú no tenías hija y Archer era un empresario comprometido con otra.Farah enarca una ceja y aclara su garganta.—No me hagas arrepentirme de haberte elegido para hacerme la entrevista —amenaza.La sonrisa se borra de inmediato de la boca de la empleada y traga saliva con fuerza mientras se remueve en su asiento.—Lo siento.Los camarógrafos captan todo el momento y algunos de ellos casi ni respiran. Se divi
Archer AlarcónMe atrevo a apretar sus caderas con fuerza, sosteniendo su agarre, para que no deje de restregarse contra mi erección la cual hace crecer cada vez más. Ella lleva una de sus manos hacia mi cuello, y voltea su cabeza un poco, dejando algo de acceso para que pueda encargarme de hacer eso que a ella tanto le gusta: lamer su cuello. Ese siempre fue y veo que sigue siendo su punto débil, una zona donde el cosquilleo y las sensaciones que brotan de allí la hace estremecerse y encenderse.Ella de verdad quiere esto al igual que lo quiero yo.No veía el momento de estar con ella así, estando solos junto con nuestra hija, siendo felices, cocinándonos, ayudándonos con las cosas del hogar, saliendo como familia, y el sexo. Tocarla, sentirla, probarla…, es algo que de solo pensar en que estoy a nada de hacerlo, me acelera el corazón y me roba el aliento.Primero juego con mi nariz en lo que sería el pulso de su cuello, el cual se encuentra errático. Ella está igual que desesperada
—Eres muy guapo, Archer. —Gracias, solo me interesa que tú veas mi guapura. —Guapura… —ella se carcajea y nuestras partes se chocan, haciéndonos estremecer —. Te necesito, Archer. Dios. Quiero que me folles. —¿Y tú no te estás cuidando? —Ella niega con su cabeza y sonrío cuando escucho ese mismo sonido lastimero —. Podemos hacer otras cosas para obtener placer, Farah. No tenemos que follar para pasarla bien. —Pero yo quiero que me folles, Archer. He esperado demasiado, ya no puedo esperar más. Escucharla hablar así hace que me punce más el miembro. —Por favor… —suplica. Su mirada negra y profundamente dilatada me enloquece a tal punto que tomo su cuello y estampo mis labios contra los suyos, besándola con énfasis y desesperación. Tomo su cintura con mi otra mano y la levanto, sentándola sobre mí y haciéndola encajar en mi miembro de una sola estocada. Tengo que actuar rápido y taparle la boca ante el grito que suelta. Decido que es mejor seguir besándola mientras comienzo a mov
16 de marzo de 2022Archer AlarcónMi sentido del olfato se agudece y en medio de mis sueños frunzo el ceño e inspiro con ganas. Hay muchas mezclas de olores, todos muy ricos.Decido luchar contra las ganas de seguir durmiendo y abrir mis ojos. Muevo mi cuello de lado a lado y me desperezo, antes de inclinarme, sentándome en la cama y observar a mi alrededor. Nada. Nadie. Ninguna de mis dos chicas está en mi habitación.Sin embargo, sonrío al saber dónde están. El sonido de las ollas y música con volumen bajo proveniente de la cocina las delata.—No puede ser… —susurro para mí mismo, mientras una pequeña sonrisa se mece entre mis labios.Me levanto y voy directo hacia el pequeño baño de mi habitación. Realizo mis necesidades, lavo mis dientes y decido primero ir con mi mujer y mi hija antes de tener que alistarme para ir al trabajo.Salgo de la habitación y me adentro al living. Mi sonrisa se amplía cuando veo y escucho a Farah indicándole a Estrella cuál es el polvo de hornear, y en